Año de publicación: 2018
Valoración: bastante más que recomendable
Pregunta sobre todo para quienes tengan o hayan tenido niños en los últimos años tiempos: ¿conocéis esos muñecos de colorarinchis, a modo de bestezuelas a medio camino entre un búho y un gremlin antes de volverse malo, los llamados Furbys? Que sí: unos que "interactuaban" -de aquella manera- hablando con las personas, y en cuyo programa contienen varias personalidades diferentes (aunque el que yo tenía en casa sobre todo mostraba la de sociópata cabreado... como alguien lo rozase y lo despertara, se pasaba un buen rato gruñendo y jurando en el idioma de Mordor). Bueno, pues eso: un asco de bichos. Pues imaginaos si encima tuviesen rueditas y cámaras en lugar de ojos, pero no las utilizaran al albur de un programa informático, sino de la voluntad de un usuario al azar, que puede estar en cualquier lugar del mundo manejando a un peluche zoomorfo que tú mismo has metido en tu casa y en tu vida. Una persona a la que no conoces y tú tampoco conoces que puede observar todo lo que haces, conocerte quizás mejor de lo que conseguirá ninguno de tus allegados... ¿Acojona, no? Pues eso es un "kentuki".
A partir de la concepción de estos muñecos, Samanta Schweblin va a trenzando toda una serie de historias que se desarrollan a lo largo y ancho del globo terráqueo y tienen como protagonistas tanto a los propios kentukis -es decir, a las personas que manejan los controles y observan- como a sus "amos", aunque en ocasiones es difícil determinar quién es el verdadero amo de quién... Son historias poco complacientes, incluso con un tono bastante duro y una trama retorcida, como puede suponer cualquiera que haya leído otros libros de esta autora. unas historias que, más que presagiarnos un futuro aterrador -el toque ci-fi del libro se limita a la invención de estos muñecos, lo que sospecho que hoy en día sería perfectamente posible-, nos describe un presente no mucho más halagüeño, en el que tal vez no lleguemos a meter a un rxtraño en forma de peluche a husmear nuestras vidas, pero ya somos nosotros mismos los que, de manera más irónica, las exponemos ante todo el mundo a través de las R.R.S.S.
Dicho lo cual, tampoco me parece que el de los peligros tecnológicos o la estupidez de las modas sea el tema central de este libro. Esta novela (no dudo en llamarla así, aunque en realidad esté compuesta por diversos relatos que discurren paralelos, por más que den la impresión de entrecuzarse), de lo que trata sobre todo es de la soledad en que trascurren las vidas humanas y de las relaciones perversas o dañinas que se llegan a establecer para paliarla. Los kentukis resultan ser meros intermediarios en esas relaciones, aunque, quizás por su propia banalidad, a su aspecto inofensivo (un recurso clásico en la narrativa de terror o al menos inquietante), o tal vez debido a su aparente deshumanización, lo que consiguen es exacerbar los recovecos oscuros y hasta sádicos de tales ligazones.
No quiero acabar esta reseña sin explicar mejor que, pese a estar compuesta por diversas historias independientes, este libro se puede considerar, sin duda, una novela -coral, de acuerdo-, no sólo porque a lo largo de toda ella asistimos al devenir de una serie de personajes "fijos" -un padre divorciado, la compañera de un artista plástico, una señora mayor de Lima-, sino porque incluso aquellos capítulos o relatos que se agotan en unas pocas páginas no están dispuestos al azar, sino colocados en lugares concretos de la novela para conseguir mejor ese efecto perturbador que tiene el conjunto. Porque, vaya... perturbador lo es un rato, aviso...
Dicho lo cual, tampoco me parece que el de los peligros tecnológicos o la estupidez de las modas sea el tema central de este libro. Esta novela (no dudo en llamarla así, aunque en realidad esté compuesta por diversos relatos que discurren paralelos, por más que den la impresión de entrecuzarse), de lo que trata sobre todo es de la soledad en que trascurren las vidas humanas y de las relaciones perversas o dañinas que se llegan a establecer para paliarla. Los kentukis resultan ser meros intermediarios en esas relaciones, aunque, quizás por su propia banalidad, a su aspecto inofensivo (un recurso clásico en la narrativa de terror o al menos inquietante), o tal vez debido a su aparente deshumanización, lo que consiguen es exacerbar los recovecos oscuros y hasta sádicos de tales ligazones.
No quiero acabar esta reseña sin explicar mejor que, pese a estar compuesta por diversas historias independientes, este libro se puede considerar, sin duda, una novela -coral, de acuerdo-, no sólo porque a lo largo de toda ella asistimos al devenir de una serie de personajes "fijos" -un padre divorciado, la compañera de un artista plástico, una señora mayor de Lima-, sino porque incluso aquellos capítulos o relatos que se agotan en unas pocas páginas no están dispuestos al azar, sino colocados en lugares concretos de la novela para conseguir mejor ese efecto perturbador que tiene el conjunto. Porque, vaya... perturbador lo es un rato, aviso...
Otros títulos de Samanta Schweblin reseñados en Un Libro Al Día: Pájaros en la boca, Distancia de rescate
Leí Siete casas vacías y no me convenció nada, de hecho, se me hizo pesado. Habré disfrutado un relato y los demás con estupor.
ResponderEliminarEsta novela, para ser corta, excede mi presupuesto :(, porque quería darle otra oportunidad.
PD: viva el aumento de reseñas de Argentina.
ResponderEliminarHola Félix: Yo la que había leído era "Distancia de rescate" y bueno, no me disgustó, pero me ha parecido bastante más lograda ésta. De hecho, está muy bien.
ResponderEliminarEn cuanto a las autoras argentinas, en este tema el experto es Koldo, pero yo soy un rendido admirador, además de Schweblin, de yariana Enriquez.
Un saludo y gracias por el comentario.
Pajaros en la boca y Distancia de Rescate fue lo mejor que produjo Schweblin dentro de una obra bastante discreta, pero al menos se leen en una tarde y no causan muchas molestias. Kentukis es un retroceso en su escritura. El libro esta mal escrito (la forma de escribir y de expresar ideas parecen de un autor amateur). La trama no tiene profundidad alguna en sus planteos y se hace pesado de leer porque aburre (algo que no pasaba en Distancia de Rescate, su otra novela). Es demasiado largo para lo que plantea (y es un libro corto, contradictoriamente). Que luego los críticos ensalcen a la autora como si se tratara de una novelista fantástica, es mero marketing de estos tiempos. Para escritoras contemporáneas argentinas recomiendo a Maria Gainza, que no tiene una pizca de la publicidad que tiene Schweblin y escribe doblemente mejor.
ResponderEliminarPor alusiones!! De experto NADA!! Eso sí, Mariana Enríquez es una máquina. De Schweblin no he leído nada (aun) y de María Gainza solo he leído "La luz negra", novela que me dejó más bien frío.
ResponderEliminarAmiga/o anónima/o , has expresado exactamente lo contrario de lo que yo pienso de este libro, así que ya no nos hace falta una contrarreseña, parece...
ResponderEliminarDe María Gainza no he leído nada, pero me la han recomendados vivamente. Veremos.
Ummmmmm, Mariana Enríquez me gustó mucho Los peligros de fumar en la cama, pero, por alguna razón, Las cosas que perdimos en el fuego no me cerró. Después leí la novela Este es el mar, y era algo pasable, pero funciona mejor en sus cuentos, creo yo.
ResponderEliminarFélix.
yo diría que de gainza es mejor el nervio óptico, que son cuentos/relatos cortos relacionado al mundo del arte y la pintura. la luz negra es para públicos no exigentes. schweblin esta bien en los cuentos para mi gusto. prefiero a pola oloixarac aunque sus novelas son muy caóticas. o lina meruane. me falta enriquez ahora e ire por "los peligros de fumar en la cama"
ResponderEliminarsaludos y gran blog
Hola, anónimo/a:
ResponderEliminarSí, de Gainza me han recomendado ese libro, precisamente. Del resto ya te digo que sólo he leído a Enríquez, que me parece canela en rama, por decirlo así...
Hola Juan, cómo estás? De Schweblin he leído Siete casas vacías y Pájaros en la boca y me han dejado más bien frío. No niego que escribe bien pero no llega a conmoverme. Tal vez intente con sus novelas. En referencia al comentario de anónimo creo que algo de marketing existe en su promoción como escritora fuera de serie.
ResponderEliminarSaludos
Hola Gabriel:
ResponderEliminarBueno, yo he leído Distancia de rescate y esta, asi que, complementando mis lecturas con las tuyas, he de concluir que es una escritora que ha ido de menos a más, lo que resulta algo de lo más regocijante.
Un saludo y gracias pir tu comentario.
Pues a mí, los relatos buenos de "Siete casas vacías" me gustaron bastante. Por desgracia, estaban mezclados con otros más desafortunados. Pero bueno, yo no diría que es un libro que me dejó frío.
ResponderEliminarBuenas estimados. A mi me gusto el libro reseñado, y la reseña Juan; ). Es cierto lo que dice anónimo: igual sobran páginas. Pero un relato perturbador, con un comienzo... Yo he leído La respiración cavernaria, en versión ilustrada, que estaba incluido en Siete casa vacías y también me gustó mucho. Salud.
ResponderEliminarHola, Sir Robin:
ResponderEliminar¿De verdad te parece que sobran páginas? Pero si sólo tiene unas 200! No sé, quizás algún "relato", es prescindible (estoy pensando en el del chico de Zagreb que revende kentukis), pero en general el libro a mí no se me ha hecho para nada largo ni pesado, todo lo contrario...
Un saludo y gracias por el comentario
Hola. Coincido en la idea de relato perturbador y comparto con Juan que los temas que aglutinan estas historias son de lo mas profundo: La soledad,el destrato, las relaciones humanas, etc. Creo que cada relato tiene cierta autonomía y sin embargo, la obra del excede la sumatoria de las partes. Celebro, además, una novela que pueda romper con ciertos lineamientos del género y-permítanme esta sinceridad en este tiempo- que trascienda la escritura femenina argentina convencional.
EliminarHola, Fernanda:
ResponderEliminarMe alegro que estés de acuerdo conmigo aunque tampoco pasaría nada si no lo estuvieras, claro). Sobre el lugar de este libro y esta escritora entre el resto de escritoras argentinas, ya digo que no puedo opinar mucho; aquí el experto es mi compañero Koldo. Sin embargo, por lo que yo he leído y las noticias que tengo, hay ahora una montón de escritoras latinoamericanas muy interesantes, como Schweblin... Es un grupo en el que pienso ahondar en un futuro, desde luego.
Hola, Juan:
ResponderEliminarEsta semana varios adolescentes me han puesto al día en temas de modas de internet y distintas tecnologías y estoy.. ¿abrumada?, ¿horrorizada?, ¿estupefacta? Hablando con una amiga profesora, me dijo: yo les sigo hasta que no puedo más.
Pues eso, no es el momento para leer nada sobre kentukis kukis ni posibles aberraciones futuras. Como dicen en casa, voy a petar (mientras escribo esto, ven videos de YouTube y tengo ganas de pedir socorro)con el presente.
Por lo demás, muy interesante el tema de las escritoras argentinas; he de decir que no conozco ni a una, más por falta de tiempo para leer más que por falta de interés.
Saludos
Vale la pena leer a María Gainza: El nervio óptico está muy bien, es ingeniosa la idea y está escrita con buen ritmo.
ResponderEliminarSaludos
Acabo de terminar la novela y la verdad no logro entender la cantidad de halagos qué ha recibido esta novela. Sus historias no se me hacen perturbadoras, la prosa de Schweblin se me hace simple, y si bien las historias te enganchan, no es nada extraordinario. Si bien son otro tipo de novelas, la comparo con temporada de huracanes de Melchor y Chicas Muertas de Selva Almada, y estas dos novelas se me hacen tremendamente superiores a Kentukis. Espero que Pájaros en la Boca sea mucho más interesante. Saludos!
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