Idioma original: español
Año de publicación: 2018
Valoración: Muy recomendable
Campaña mediática.
Reconozco que empecé a leer Cara de pan con alguna prevención: durante las semanas (incluso meses) previos a que la novela se publicase, proliferaron tanto los mensajes en las redes sociales y en los medios afirmando que era el libro del año, de la década, ¡del siglo!, que me pareció que estábamos ante una campaña de marketing orquestada por la editorial con la complicidad de sus amigotes. La última vez que vi una campaña semejante para una novela española fue con Intemperie, de Jesús Carrasco, que parecía que iba a inventar la literatura, y que, sin ser una mala novela, sobre todo como ejercicio de estilo, no era para nada la maravilla del toreo que nos habían vendido.
O sea, que estaba con la mosca detrás de la oreja. ¿Estábamos todos siendo víctimas de una campaña publicitaria brutal? ¿El capital económico intentaba hacerse pasar por capital simbólico? ¿Un producto comercial por un producto artístico? Lo mejor para responder a esas preguntas era leer la novela, y eso he hecho, y la respuesta es que no: independientemente de la campaña de marketing, Cara de pan es una gran novela.
Lolita.
La figura de Lolita (casi tanto o más que la novela de Nabokov a la que da título) ha ocupado un lugar relevante en el imaginario y en el debate feminista de los últimos años. Desde aquel artículo de Laura Freixas, que fue tan mal leído y entendido por algunos como la propia novela de Nabokov por otros, el personaje de Lolita ha dado título a artículos, debates, mesas redondas, e incluso a la primera novela de Luna Miguel. Esto viene a cuento porque la idea de Lolita, o mejor, de la lolita con minúscula (la nínfula que se relaciona con un hombre mucho mayor que ella) está también en la base de Cara de pan: en ella una niña, Casi, conoce en un parque a un hombre, el Viejo, y comparte con él conversaciones sobre pájaros, sobre Nina Simone, y poco a poco sobre otros temas más privados, hasta crearse entre ellos una complicidad frágil y extraña.
No quiero decir que Cara de pan sea una consecuencia directa de estos debates sobre Lolita; la propia autora aclara que el germen de la novela está en un relato anterior, "A contrapelo", publicado en la antología Riesgo (2017), pero se podría rastrear incluso más allá: ya en Un incendio invisible, primera novela de la autora, la relación entre el protagonista Tejada y la niña que se hace llamar Miguel podría considerarse un esbozo o borrador del tema de esta novela.
En cualquier caso, hay una diferencia fundamental entre Lolita y Cara de pan: mientras que la novela de Nabokov es moralmente transparente (Humbert Humbert, por mucho que se intente justificar ante el lector, es un violador, un pervertido egocéntrico y manipulador), Cara de pan es moralmente ambigua, o quizás sería mejor decir: amoral. No se plantea la relación entre Casi y el Viejo en función de lo bueo o lo malo, lo socialmente aceptable o lo políticamente correcto, sino en función de la psicología de dos personajes que intentan escapar de sus respectivas soledades y se encuentran en un refugio vegetal, un paraíso siempre en peligro de ser invadido por la realidad.
Fluir.
Dos personajes, un espacio (casi) cerrado, las conversaciones entre esos dos personajes, la evolución de su relación. Conseguir sostener una novela, aunque sea una novela relativamente breve como esta, con tan pocos elementos, no está al alcance de cualquiera. En la literatura española reciente, creo que solo Iván Repila consiguió algo parecido en El niño que robó el caballo de Atila. Lo cierto es que, aunque en la segunda parte de la novela se rompa ligeramente esta burbuja con la aparición de nuevos personajes, nuevos espacios y nuevas situaciones, la novela consigue crear un microcosmos narrativo alrededor de los dos protagonistas y su improbable relación.
Y otra cosa que consigue Sara Mesa es que la novela fluya de forma natural, con una gradación obviamente muy trabajada y meditada. Quizás sea un poco artificial, y también un poco tópica, la progresiva revelación del pasado del Viejo, o de las circunstancias vitales de Casi, pero al mismo tiempo es una forma de mantener la tensión narrativa y el interés del lector en un relato en el que no sobra la acción.
La novela fluye, el argumento fluye, el estilo, sin ser lo más importante (como pasa siempre en las novelas de Sara Mesa) funciona con este fluir de la novela. Y también fluye la carrera de Sara Mesa, que ya se ha colocado entre las primeras, o la primera, representante de su generación. Que tenga el apoyo mediático y comercial de Anagrama sin duda no la perjudica, pero tampoco hace de ella un simple producto. No sé lo que la historia literaria, con el paso del tiempo - de las décadas o los siglos - dirá de la literatura española de estos años, pero parece que Sara Mesa, como Elvira Navarro, Belén Gopegui o Marta Sanz, tendrán derecho a un capítulo en esa historia.
Otros libros de Sara Mesa en Un libro al día.
A mitad de camino entre el relato y la novela (puede leerse de un tirón, quizá en un par de horas -más o menos lo que dura una película de cine-), creo que Sara Mesa ha acertado plenamente.
ResponderEliminarMe parece que ya he comentado en esta página alguna novela de Sara Mesa (no recuerdo si Cicatriz o Cuatro por cuatro), y dije que con ellas la autora no encontraba el tono, porque su verdadero dominio natural es el relato o cuento. Es ahí donde Sara Mesa se mueve con maestría.
A sus relatos (como los de Mala letra) no les sobra ni les falta nada (a diferencia de sus novelas, que claramente son cuentos estirados y -por tanto- malogrados).
La autora tiene una maravillosa habilidad para decir cosas extraordinarias con palabras corrientes y sencillas (como debe ser).
En este caso la conjunción (sin choque) de dos mundos tan distantes (el de una niña de 13 años y un hombre de cuarenta) está excelentemente descrita. Como también el drama interior de ambos personajes, cada uno en su mundo, pero ambos con una historia personal de sufrimiento que encuentra consuelo en la compañía del otro.
La idea es tan buena que la trama "tira" de ella misma (como le pasó a Cervantes con el Quijote). Y su no decirlo todo, así como su final abierto, añaden fascinación al relato.
No digo que sea una obra maestra (probablemente en el relato breve no hay obras maestras, aunque sí narraciones que hacen vibrar, sentir y disfrutar). Y ésta es una de ellas.
Sandra Suárez
Pero Santi, compay!!!!!!
ResponderEliminarComo dice Sandra, "Cara de pan" me parece un cuento estirado (mucho) y, por tanto, malogrado. También estoy de acuerdo con ella en que Sara Mesa escribe bien (o muy bien), por lo que me da la impresión de que en relato tiene que funcionar muy bien la cosa.
Por otra parte, creo que a "Cara de pan" le falta asumir ciertos riesgos. Después de "Cicatriz", que me parece algo más "osada" que "Cara de pan", da la impresión de que Sara Mesa ha optado por ir sobre seguro.
En cuanto a la comparación con "Atila", creo que la novela de Iván es superior: más oscura y más claustrofóbica, pero también más poética y metafórica.
En fin, que no llegaremos a batirnos en duelo (eso se lo dejo a Juan) pero, aun así, me parece un libro sobrevalorado. He dicho
Abrazo!!!!!!
Bueno, compañero, como veo que se ha abierto el fuego graneado, allá voy yo... Para empezar, diré que estoy de acuerdo en casi todo con Koldo, pero por puntualizar un poco más, añado:
ResponderEliminar-Argumento: Desde luego que es el de "Lolita", es "Forrest Gump". "La pequeña Lulú conoce a Forrest Gump", si quieres, pero, vamos, que la vida es una caja de bombones y tal...
-Desarrollo: se ha hecho con GPS. Es decir, que si pones en el navegador del coche que quieres ir a Burgos, tomas la carretera de Buegos y sigues los carteles que indican que vas a Burgos, lo normal es que llegues a Burgos. Sorpresa, ninguna.
-Estilo: desde luego , está escrita con corrección y fluidez (aunque a mí ya se me hizo un poco larga a partir de los 2 primeros tercios). Vamos, sin altibajos pero también sin riesgos.
-Resultado: una novela que lo mismo le puede gustar al cultureta de turno, hasta que el hype sea otro, que a los seguidores de Isabel Allende o incluso Paulo Coelho (no lo digo por ti, Santi... Me refiero a lo de cultureta ; ).
-Conclusión: una novela regulinchi, perfectamente prescindible y olvidable. Borro ya del todo a Sara Mesa de mi lista de escritoras a seguir. A ver si Cristina Morales no me falla...
Besinhos, Santi ; )
Quería poner que NO es Lolita...😅
EliminarTengo apuntada "Cicatriz" por la reseña de Santi, aunque el lugar que ocupa en la lista es tan bajo que calculo que terminaré de pagar la hipoteca antes de leerlo.
ResponderEliminarAhora, entre la reseña y los comentarios de Koldo y Juan, hago un equilibrio que hace que doña Mesa sigua igual (que estar en la lista ya es mucho).
Sobre el tema de la novela, mientras les leía, recordé a "Lost in translation" , una maravilla.
otro libro con este tema : "Lodo" del autor mexicano Guillermo Fadanelli
ResponderEliminarMe gustó mucho.
ResponderEliminarFdo:
Una cultureta.
(Ay, ese desprecio por los lectores con gusto diferente. Qué innecesario).
Hola, anónima. Como supongo que te refieres a mi comentario, me permito responder:
Eliminar1- El término "cultureta" no pretende ser despreciativa, sino coloquial y dicharachero, como toda mi intervención anterior.
2-¿Gusto diferente de qué o de quién? Porque de las muchas reseñas y opiniones que me he encontrado sobre esta novela, los únicos que disentimos de lo maravillosa que es somos Koldo y yo...
Un saludo.
Ya sabía yo que mis colegas ULADianos no iban a estar muy de acuerdo con la reseña, pero mi visión ha sido la que cuento ahí: cogí la novela con muchas prevenciones, o sea, estaba preparado para que no me gustase o me dejase frío; las primeras páginas pensé que iba a ser un peñazo de novela; pero luego la novela me ganó, me metí en su mundo y la devoré en dos viajes de avión no muy largos (es verdad que la novela en sí tampoco es muy larga).
ResponderEliminar¿Es una novela que va a cambiar la historia de la literatura? Pues no. Es una historia pequeña y bien contada, que contruye un universo narrativo coherente y, curiosamente para ser una obra de Sara Mesa, bastante compasivo. Deja buen sabor de boca.
No es incompatible que existan obras de ambición gigante como Solenoide con obras de menor alcance pero que hacen disfrutar de la lectura y de la ficción, como esta. Y la verdad, yo últimamente disfruto mucho más con las segundas, para las primeras no tengo paciencia.
La estoy leyendo ahora mismo, voy por la mitad más o menos.
ResponderEliminarEmpieza muy bien y hay una escena (el primer berrinche del Viejo) que me ha emocionado, pero se vuelve bastante repetitivo todo por culpa de un estilo demasiado simplón (como bien ha mencionado Juan en su primer comentario) que se hace hasta cargante con tantas exclamaciones.
Que sea una novela tan corta y ya se me esté atragantando es mala señal, pero ya veremos.
Santi: Que una historia breve simplemente esté bien contada y sea coherente... ¿justifica un "muy recomendable"? ¿No es tirar un poco el listón? ¿Tan mal están las cosas?
¡Hola, Antonio!
ResponderEliminarEs una historia breve, bien contada, técnicamente muy bien estructurada, con personajes bien construidos... Y también es una historia muy humana, al menos así la leí yo. Igual es que yo ahora mismo estoy en una época en que solo quiero que me cuenten buenas historias, y que me las cuenten bien, pero para mí eso sí es un "muy recomendable" :)
¡Gracias por comentar!
Muy buen libro.
ResponderEliminarHola, Santi y demás lectores:
ResponderEliminarTenía pendiente la lectura de algo de Sara Mesa, tan elogiada. Este fin de semana he leído "Cicatriz", y no me ha decepcionado, puesto que no llevaba ninguna expectativa creada. Pero no me parece para tanto, en serio.
Los personajes cansan, la trama se estira hacia un final que ni sorprende ni decepciona, ni nada, llegué cansada, no sé explicarlo. Sí que es cierto que hay un ambiente único, de tristeza, extrañamiento, de dureza también. Desde luego no se intenta empatizar con los personajes, ni siquiera se busca una causa para su comportamiento. Pero esto, en sí mismo no es ni novedoso ni como para tirar cohetes.
A veces, me pregunto si no es que una mujer escribiendo de modo "aséptico" y sin una perspectiva sentimentalista llama la atención.
Esta ha sido la sensación que me ha transmitido la novela, extrañamiento y frialdad. Mucha dureza y sí, un cuento estirado. Cierto. Quizás tenga que leer otras obras, como la aquí reseñada, o dejar pasar el tiempo para volver a acercarme a ella quitándome el estupor inicial.
O puede ser que nunca llegue a convencerme del todo.
Saludos