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jueves, 22 de noviembre de 2018

Ben Marcus (& Rubén Martín Giráldez): Por qué la literatura experimental amenaza con destruir la edición, a Jonathan Franzen y la vida tal y como la conocemos (con unos pinitos en pedantería)

:Titulo original: Why experimental fiction threatens to destroy publishing, Jonathan Franzen, and life as we know it
Idioma original: Inglés / Español
Traducción: Rubén Martín Giráldez
Año de publicación: 2002/2005/2018
Valoración: Recomendable

Aclaración necesaria para entender el batiburrillo del título, idioma, año de publicación, etc: este libro se compone de tres textos, dos de ellos escritos por el escritor y profesor de literatura en la Univerdidad de Columbia Ben Marcus y uno escrito por el escritor Rubén Martín Giraldez. El primero de ellos, y que da título al libro, es un artículo publicado en el año 2005 en Harper´s Magazine en respuesta a un artículo de Jonathan Franzen acerca de William Gaddis y de la por el bautizada como "literatura difícil". El segundo, escrito por Martín Giráldez, es una breve "historiografía pedante" sobre el tema de la "literatura difícil". El tercero, "He escrito un libro malo", es una breve palinodia publicada en 2002 por Marcus a raíz de la aparición de su novela "Notable American Women".

Dicho todo esto, es el primero de los textos de Marcus el que me parece más interesante y polémico. Que conste, antes de nada, que este artículo no constituye una defensa a ultranza de las vanguardias literarias, pero sí es la encendida defensa de una literatura que va más allá del mero entretenimiento. Su origen se sitúa en un artículo del célebre Jonathan Franzen, autor de "Pureza", "Libertad" o "Las correcciones", en el que acusa a los llamados autores experimentales (Gaddis, Gass, Joyce o autores noveles de cuyo nombre no me acuerdo) de castigar con una dificultad innecesaria a los lectores (lo cual también tiene su gracia viniendo de un autor que en tiempos de 140 caracteres te suelta tochos de 700 páginas) y su principal valor, más allá de los argumentos utilizados por Marcus para rebatir las afirmaciones de Franzen - Johnny: eres un puto gilipollas! (y esto lo digo yo) -, que podríamos resumir en que "algunos nos sentimos aliviados cuando leemos esta clase de escritos porque queda así demostrado que siempre hay más que pensar y que sentir (...) siempre hay intensidades que ni sabíamos que existían", reside en volver a poner sobre la mesa cuestiones como ¿leemos con el cerebro o con el corazón?, ¿qué queremos leer cuando leemos?, ¿qué leemos cuando leemos?, ¿podemos ser mejores lectores?, ¿la literatura ha de ser un mero entretenimiento o una expresión artística?, ¿cual es el fin de la literatura?, ¿existen la "alta" y la "baja" literatura?, etc. 

Además de mostrar su conformidad con lo expuesto por Marcus en su artículo, lo que en su texto nos viene a recordar Martín Giráldez es que este debate es tan antiguo como la propia literatura. Ya desde los tiempos de Horacio y el ars versus ingenium asistimos a esta clase de pendencias: el fondo contra la forma, el estilo, lo nuevo contra lo viejo, la muerte de la novela...En España también hemos tenido lo nuestro: Góngora contra Quevedo (nuestro Alien contra Predator literario), Benet contra Isaac Montero (¿Freddy contra Jason?), Cela y sus diatribas, Sánchez Ferlosio, el amigo JaviMari, etc. Lo que ocurre es que en España estas querellas son mucho más "sangrientas", barriobajeras, con descalificaciones personales incluidas (vaya, que lo de "Sálvame Deluxe" igual no es tan nuevo) y, por qué no decirlo, divertidas. El principal problema del texto de Martín Giráldez es, para mí, que le falta cierta fluidez, tanto por estar demasiado recargado de citas como por ser más un ejercicio de estilo que otra cosa. Vaya, que creo que la broma se le acaba yendo un poco de las manos.

De todas formas, se trata de un libro curioso y atrevido en estos tiempos de cierta uniformidad editorial y lectora que destaca, sobre todo, por poner de nuevo en primer plano debates que solemos obviar en nuestro día a día lector. Ah, y con una edición de lo más currada por parte de los amigos de Jekyll & Jill, como viene siendo habitual.

También de Martín Giráldez en ULAD: Magistral

Algunos libros del puto Jonathan Franzen AQUÍ

23 comentarios:

  1. Hola Koldo.
    Debate antiguo el que plantea el libro pero no menor. La pregunta esencial para mí es si la legibilidad o no del libro es sólo un alarde o una exhibición del autor de sus capacidades técnicas o está explicada por la estructura de la obra.

    Saludos

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  2. La pena es no ser gallego (como Tongoy), para poder hacer una reseña que dijera:"¿Y por qué no?"

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  3. Sin que esto vaya en defensa de Franzen: no a todo el mundo le interesan Twitter y sus 140 caracteres, ni creo que la brevedad o esa soplapollez llamada microrrelatos sean garantía de calidad.

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  4. Gabriel: Algo de ese alarde del que hablas seguro que hay, pero también hay algo de "¿Para qué voy a contar las cosas como Tolstoi si para eso ya estaba Tolstoi?" (por poner un ejemplo). Que funcione o no ya es otro tema.

    Cities: Moving: Por supuesto que no! Me refiero a que Franzen habla de autores que, SEGÚN EL, complican innecesariamente al lector y que igual empujan a hipotéticos lectores a cambiar la lectura or el cine (por ejmemplo). No sé, igual él con sus 700 páginas también está "echando para atrás" y complicando a posibles lectores. No sé si me explico.

    Juan: Lo mismo te digo una cosa que te digo la contraria

    Gracias por comentar

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  5. Hola otra vez: dejando aparte que a mí el enfrentamiento entre literatura vanguardista o difícil y clásica o fácil o como se quiera decir, me parece artificial y seguramente interesado (nichos de mercado y todo eso), yo no insistiría mucho en vincular la extensión de las novelas con esta supuesta dicotomía, dadas no sólo las 700 páginas de Franzen, sino también que Gaddis, al que se menciona aquí, es perpetrador de obras tan "tuiteras" como "Los reconocimientos" o "Jota Erre"...

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  6. Koldo, sos terrible! El objeto de tu reseña me llama poco la atenciòn, sin embargo leo tus apasionadas observaciones y no puedo menos que seguir el link precedido por la oración "el puto Franzen" y constatar las siguientes cosas:
    - Ya en 2016 escribí que Franzen está entre mis pendientes. Terminará pronto 2018 y continuará estándolo.
    - Franzen integra la lista de cinco autores preferidos de Francesc. Interesante.
    - Encendidos debates acerca de la literatura norteamericana. Está el que dice que Scott Fitzgerald juega en una liga superior al resto, los que ponen a su mismo nivel a Faulkner y Steimbeck y el resto. En ese resto me incluyo, preguntándome cómo obviar de esa liga a autores como Roth, Auster o el mismo Richard Ford.
    En definitiva, comencé leyendo una reseña sobre un tema poco atractivo para mí, y terminé disfrutando más de una hora de lectura en ULAD. Una delicia.

    PD: espero el duelo Koldo vs Francesc. Llamar puto a Franzen, habrase visto!

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  7. No, no. Lo de llamarle puto ha sido una "licencia poética". En realidad, solo lo digo por el sentido del artículo en el que carga contra Gaddis (tb admirado por Francesc) y la "literatura difícil". En cuanto al Franzen escritor, solo he leído "Libertad" y me parece un buen libro, pero tampoco como para tirar cohetes.

    De todas formas, mi relación con la "gran novela americana" no es demasiado buena. Por ponerte un ejemplo, estoy ahora con "El ferrocarril subterráneo" de Colson Whitehead, ganadora del Pullitzer y del National Book Award, y me parece plana, previsible y muy muy hollywoodiense.

    Me tira más la literatura que se hace "al sur de la frontera", como ya habréis intuido.

    Un abrazo!

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  8. Me encantó tu ¨licencia poética"!

    Paradójicamente, a un sudaca como yo le atrae mucho la búsqueda de la gran novela norteamericana. Terminé de leer Acción de gracias, de Richard Ford, hace pocos días. Ya había leído El periodista deportivo y Día de la independencia. La trilogía de Frank Bascombe. Literatura de la mejor que ha caído en mis manos en años. Aspera, árida, morosa. Pasa poco y nada. Pero posee una fuerza tremenda. Personajes pequeños, insignificantes. Vidas comunes y corrientes, muertes, enfermedades, operaciones inmobiliarias, eventos olvidables.

    Te lo recomiendo. La antitesis de tu admirado Manucho!!

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  9. Coincido en gran parte con Koldo respecto a Franzen. Leí «Las correcciones» y «Libertad» y, aunque reconozco que Franzen escribe bien, creo que no es para tanto y que está sobrevalorad (aparte que nos cuela su afición por los pájaros en menos que canta un gallo). Acerca de «El,ferrocarril subterráneo», yo lo dejé en un«recomendable» y los tintes hollywoodiemses son muy evidentes, también lo noté en exceso. Acerca de abrochare Ford, leí «El periodista deportivo» y «Canada» y me dejaron bastante tibio.
    Así que me acerco más a la línea de Roth o Auster En cuanto a grandes escritores norteamericanos.
    Saludos
    Marc

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  10. Pues por la sutil alusión, intervengo (como reseñista en pleno desconcierto ante cierta microcrisis donde cuestiono seriamente mis gustos y mis tendencias) para defender todas las opciones. Hoy me acostaré muy buenista pues defiendo a Franzen - mi escritor favorito estadounidense vivo - y comprendo a los que lo critican, pero también he leído a Lethem, a Pynchon, a Barth, a Gaddis, a Vollmann, a un montón (no a Barthelme, con ese no pude) de norteamericanos poco asequibles, y claro, a muchos demasiado asequibles, y en medio de esos extremos, aún, cada vez que tomo en mis manos un libro, sobre todo si es de un autor nuevo para mí, recuerdo cierta frase en Facebook de Javier Calvo, sobre lo que nos colocaba la poderosa industria editorial como the next big thing, y pienso para mis adentros que vaya, que no sé por dónde pero me la han colado de nuevo, pero por lo general nunca quedo insatisfecho o con la sensación de haber perdido el tiempo. O sea, y ya que estamos, menuda reseña colosal te has marcado Koldo, los debates que instigan la curiosidad lectora me posicionan en un lado o en el otro o frente a los dos, pero jamás de los jamases, demasiado me divierte esto, me van a encontrar tirándome de los pelos porque alguien proclame algo con lo que esté completamente en desacuerdo. Los realistas viscerales es lo que tenemos.

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  11. ¡Vaya oportunidad de estar calladito que se perdió Franzen!

    Mi opinión, aceptando haber pasado por esa etapa bobina en la que uno se cree que todo lo que le atrapa es calidad y todo lo que no le gusta es bosta (la misma etapa en la que uno se cree que el único par de zapatos en el planeta es el suyo), pasado eso, puedo comprender que un libro entretenido o verde fluo (adjetivo a elección del consumidor), puede ser la gloria para otra persona y no pasa nada. Hay tanto, en otros formatos, tarando al personal, que no creo que un libro blando o sencillo sean la prioridad para preocuparse.

    Dicho todo esto, lo de Franzen parece ser una tontería importante: "castigar a los lectores con una dificultad innecesaria".
    O sea, para qué jugar al ajedrez si tenemos las Damas. Para qué escribir lo que siento si tengo un emoticono al alcance del click. Para qué caminar si hay un cacharro que te lleva. Para qué leerse una propuesta de partido político si con el discurso simploide y la eterna división entre los míos y los otros acabo antes.
    ¿Para qué leer la reseña si con la valoración de arriba ya puedo meter en una cajita todo lo que el autor me expondrá abajo?
    ¿Para qué complicarse?

    Yo creo que el entrecomillado que pone Koldo contesta a todas estas preguntas. Y si me entono, apostaría a que Gaddis puede escribir el Alquimista sin mayor despeine que reírse de sí mismo por su regresión a la pubertad, mientras que Coelho jamás podría escribir Los reconocimientos.
    Creo que la comodidad pone límites donde no los hay.
    No creo que Vollmann me castigue escribiendo un libro recargado de datos y conceptos. En cambio, creo que Franzen me subestima y falta el respeto dando por sentado que llegar a donde él llega para mí será un castigo. No sé si me explico. Todos mis respetos al puto Franzen, pero detesto cualquier mensaje que hace apología a la mediocridad y que apuesta por el camino más corto en cuestiones como esta, donde lo interesante es caminar.

    Nos sobra mierda de esa.

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  12. Menudo debate! A ver.
    Literatura USA: me gusta mucho Ford, mucho menos Auster y a Roth y Franzen apenas los he leído como para tener una impresión global. De los "clásicos", Faulkner por encima de todos, sin duda.
    Los debates: A mí tb me divierte tanto esto que seguiré leyendo lo que me dé la gana, aunque tienda a desconfiar cada vez más de las "Next Big Thing". Pero sí me va que me exijan, aunque eso no quita que luego me lo pase como un enano viendo pelis de vampiros de serie B, por poner un ejemplo.

    Ah, y suscribo al 99,9% lo que dice Diego!

    Gracias por tan entusiastas aportaciones!!!

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  13. Propongo que en este blog Franzen pase a ser oficialmente "el puto Franzen" ( así como Knausgard es "KOK"y Ryunosuke es "el Murakami bueno").

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    1. Sin defender a Franzen, que no lo necesita, creo que se debe de tener algo de coraje para poner en discusión a cierta vanguardia (para algunos intocable). Atribuir además a la crítica de Franzen una defensa de la mediocridad es no haber entendido, creo, lo que está poniendo en cuestión....

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    2. Aquí va mi voto a favor de la moción presentada por Juan.

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    3. A ver, no creía que fuera necesario aclararlo, pero lo haré: lo de "puto Franzen" es un apelativo cariñoso, no porque me haya hecho nada el buen hombre. Me da lo mismo ponerle lo de puto a Gaddis, si se tercia ( de hecho, alguna que otra vez me he cagado en su sombra)...
      Ea, le dejo a Franzen y a quien quiera que me llame the fuckin'Juan y pelillos a la mar.

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    4. Franzen diria que nos estás castigando con tus ironías, Juan.
      A mí me gustas más cuando no las aclaras.

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  14. No conozco el artículo de Franzen, pero a mí no me parece mal desconfiar por principio de la literatura "difícil" (o complicada). La complicación no es un valor en sí misma, la sencillez sí.

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  15. Es posible que el valor de la sencillez radique en las complicaciones que enmascara. Responda solo al pragmatismo.

    Desde que el señor Adam Smith puso en el papel que el panadero no se levanta todas las madrugadas a hornear pan con intención de dar de comer a los demás y, por el contrario, lo motivan sus propios intereses y egoismo, yo desconfío de la ley de los mercados. Así, partiendo de que estos señores están ganando su propio pan, no me da desconfianza aquel que vende pan con centeno si el pan con centeno no responde a las demandas del mercado. Sí me provocan desconfianza todos los libros que se venden como pan de molde ya que el mercado pide pan de molde y sus horneros mutan en máquinas.

    No pongo en duda de que hay fabricantes de pan de molde excelentes, capaces de hacer el trabajo de reduccionismo y lograr que mastiquemos buen pan y con sencillez. Sí, tienen un enorme valor.
    Pero Gaddis y su pan con centeno se vuelven interesantes desde el principio, por pura desviación.

    Así lo veo yo.

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    1. Creo que en tu ejemplo del pan lo que se confronta no es "complicación" / "sencillez" sino "seguir una fórmula establecida (para ganar pasta)" / "hacer algo distinto (por amor al arte)". Y no me parecen cosas equivalentes.

      Por ejemplo, Cervantes, Kafka, Hemingway, Capote fueron innovadores pero no "difíciles".

      Y también se puede hacer pan de centeno con la intención de aprovechar un nicho de mercado :)

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    2. Si. No tengo dudas de que mis ejemplos pueden estar equivocados o que yo no hubiese entendido el debate, como dice Gabriel.
      Todos mis errores podrían ser concecuencia, únicamente, de que me encuentro en ese nicho del que hablas y defiendo a los que satisfacen mi demanda. Si al dios de la homogeneidad y al puto Franzen no les parece mal, espero que siga habiendo autores que me peguen y llamen Marta.

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