Título original: Мёртвые души
Año publicación: 1842
Valoración: Imprescndible
Nos sentamos esta vez ante la que está considerada como “Primera Gran Novela Rusa”, una obra polémica en el momento de su publicación (1842), no solo por su argumento principal (la compra de “almas muertas” por parte del protagonista, cuando la emancipación de los siervos en Rusia no tuvo lugar hasta 1861), sino también por la feroz crítica a todos los estamentos de la sociedad rusa de la época.
Se trata de una obra inacabada que, al parecer, iba a constar de tres partes de las cuales, desgraciadamente, solo se conservan íntegramente la primera y escasos fragmentos o borradores de la segunda y la tercera. Lo peor de todo es que fue el propio Gógol quien, en un rapto de misticismo después de un viaje a Jerusalén, quemó íntegramente la segunda parte.
A pesar de tratarse de una obra inacabada, solo la lectura de la primera parte de la misma es una auténtica delicia.
En esta primera parte, Pavel Ivanovich Chichikov, hombre de mediana edad y condición social recorre Rusia con la intención de comprar a pequeños terratenientes y señores rurales “almas muertas”, campesinos ya fallecidos que aún figuran en los registros oficiales como vivos y por los cuales sus propietarios continúan pagando sus correspondientes impuestos. La idea del protagonista es acreditar que posee un cierto número de almas con el fin de que el gobierno le conceda tierras para colonizar y un préstamo que le haga escalar socialmente. Vaya, un trepa de tomo y lomo.
Por desgracia para él, esos mismos propietarios empiezan a desconfiar de las intenciones de Chichikov, dando al traste con el negocio.
A lo largo de la obra, la trama se ve interrumpida en numerosas ocasiones por las reflexiones y comentarios del propio Gógol. Destaca, por ejemplo, el capítulo XI, en el que el Gógol narrador lanza una diatriba contra la sociedad rusa de su tiempo que no deja títere con cabeza.
Aunque, como ya hemos dicho, está considerada como la “Primera Gran Novela Rusa”, no esperemos encontrar unos personajes atormentados o angustiados como los que todos conocemos de grandes novelones rusos del XIX: Raskolnikov, los hermanos Karamazov, Andrei Bolkonsky o Pierre Bezujov. Aquí los personajes y las situaciones son caricaturizados (a veces incluso grotescamente), sacando a relucir Gógol lo peor de la condición humana en cada uno de ellos: el egoísta e insensible Chichikov, el fanfarrón y jugador Nozdriov, el avaro y desconfiado Sobakevich, la chismosa Korobochka, el detestable Pliuschkin, los nobles más preocupados por aparentar que por cualquier otra cosa, los propietarios al tanto de las últimas modas y bagatelas que llegan de Paris, Moscú o San Petersburgo pero que tienen a sus fincas y campesinos semiabandonados y semiesclavizados, la burocracia corrupta, etc.
En cualquier caso nos encontramos ante una novela (poema épico en prosa, según su autor) maravillosa. Ágil, con una representación de la célebre “alma rusa”, una descripción de los diferentes ambientes en que se mueve el protagonista y una caracterización de los personajes espectacular, y que, pese a tener casi 175 años desde su publicación, sigue siendo plenamente disfrutable en la actualidad, como ocurre con los grandes clásicos.
¿Qué más se puede pedir?
Bueno sí. Podríamos pedir que estuviera terminada. Porque, si las otras dos partes que estaban inicialmente proyectadas hubieran tenido el nivel de la primera, probablemente estaríamos hablando de LA GRAN NOVELA RUSA.
En cualquier caso, disfrútenla, devórenla, porque estamos ante un clásico imprescindible. No por nada comenta por ahí la crítica “profesional” que esta obra llega a prefigurar a Dostoyevski, Joyce, Kafka, Borges, etc. Palabras mayores, oigan.
¡Esto sí que es un clásico, y no el Madrid – Barcelona!
Otras obras de Nikolai Gógol en ULAD: El inspector, El capote, Tarás Bulba
Firmado: Kim Jong Nam
V. Nabokov escribió un buen número de páginas estupendas sobre esta obra a la que consideraba una de las más geniales creacciones literárias que se han hecho jamás. Un saludo
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