Año de publicación: 2007
Valoración: recomendable
Lo pone en la solapa de este libro: la búsqueda de la perfección es uno de los requisitos de la novela breve. Lo cual incurre en cierta contradicción con alguna que otra de esas máximas que algunos solemos recordar. Que habla sobre las grandes obras (por su extensión) imperfectas e irregulares, pero atrevidas. No se trata de que haya que decidirse en definitivo por una o por otra. Pero sí que acumulamos ciertas preconcepciones, y una quizás fuera que un libro corto espera, en su modestia, optar a ser leído más de una vez, espera a albergar en sus páginas alguna melodía que podamos retener y, por tanto se erige en una especie de subgénero, que sería algo así como las novelas que no lo dicen todo a la primera.
Lo que ocurre es que no todos disponemos de todo el tiempo que querríamos para releer. Escritores del mundo, estáis advertidos. Bastante hay con leeros una vez. O no sabéis como está el mundo. Entendemos el empeño, y la exigencia, y seguramente reconozcamos cierto mérito, pero ya es incluso atrevido el aspirar a ser leído una sola vez.
Imagino, entonces, que el disfrute de leer La vida privada de los árboles se acrecentaría. Pero de momento voy a quedarme sin saberlo. Esta novela habla de la espera de Julián, residente en Santiago de Chile (situado por ciertas referencias culturales en un momento actual al de la escritura, año 2006), que convive con Verónica, mujer a la que espera, y con Daniela, hija de ella y de otro hombre, de nombre Fernando. No hay desaparición a manos golpistas, interpreto. La duda que cruza la mente de Julián sobre la ausencia de su amada es pragmática. Tarda en venir pero alguna explicación prosaica debe haber. En su espera, Julián explica cuentos a su hija, recuerda las circunstancias en que se encontraron, ambos procedentes de relaciones anteriores finiquitadas con suertes diversas, habla de profesiones y vocaciones, de existencias pasadas y existencias futuras, con distintos niveles de especulación. Y la duda crece en su cabeza, duda que no estalla ni se enquista ni lleva a la locura. Estamos en un mundo civilizado, hombre.
Zambra hace una divertida mención a Auster: se le tilda de Borges pasado por agua. Pero quizás ese sea una cruel broma aplicable a La vida privada de los árboles. Una historia que amaga con escorarse (pero las fechas no cuadran) hacia lo político, pero que también juguetea con lo simbólico (un nuevo mundo de clase media donde las familias se componen y se recomponen a merced de los caprichos de la intensa vida de una juventud alargada a costa de la madurez). Y aunque el estilo es impecable, casi exquisito, y su asequibilidad como texto es incuestionable, debo reconocer que esperaba algo más parecido a la intensidad de un estallido.
También de Alejandro Zambra en UnLibroAlDía: Formas de volver a casa, Formas de volver a casa, Mis documentos
También de Alejandro Zambra en UnLibroAlDía: Formas de volver a casa, Formas de volver a casa, Mis documentos
Se de tu buena disposición hacia este autor, Francesc. Algo he dicho yo de este mismo título. Me ha gustado un poco más que a ti.
ResponderEliminarUn abrazo.
No lo he leído pero, si llego a hacerme con un ejemplar —está descatalogadísimo—, sé que me va a gustar tanto como cualquier cosa que haya escrito Zambra. Os recomiendo fervientemente lo último que ha publicado, "Facsímil": no deja de ser él con todo su universo autoficcional, pero se saca de la chistera un artefacto cuando menos original.
ResponderEliminarDe nuevo el anónimo anterior: desde luego, hasta la fecha es difícil esperar un "estallido" por parte de este escritor. Su juego es mucho más intimista, más generacional, nostálgico y, como decía antes, autoficcional, autoparódico. Si reconoces esos rasgos como propios, el disfrute está servido. De momento no aguardo más de este autor, y me parece más que suficiente a la vista del nivel general que atesora su obra. Un gran escritor sin pretensiones que vino para quedarse.
ResponderEliminarEs triste pero es completamente cierto, no hay tiempo para releer libros; con tantos títulos, no hay tiempo casi ni para leerlos una sola vez. Cuando uno tiene mucho tiempo libre, al menos, puede aspirar a leer el libro muy despacio, tratando de encontrar aquellos detalles de libro que no se ven a primera vista y que el autor no mostró, sino que solo insinuó. Pero si encima la lectura se mezcla con las prisas el resultado es que el libro es poco grato.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu entrada.
Saludos
Zambra, y algunos otros, son autores que tienen que crecer en ambición. La literatura de corte intimista tiene su sentido, pero también un claro riesgo de cerrarse en un círculo.
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