Idioma original: italiano
Título original: ZeroZeroZero
Año de publicación: 2014
Traducción: Mario Costa García
Valoración: recomendable
Al igual que le pasó a Salman Rushdie, la condición de escritor perseguido de Roberto Saviano predispone inevitablemente sobre su obra. Sobre la presión y las circunstancias en que la escribe y sobre su actitud hacia los temas que elige. De perdidos al río, supongo, si se es perseguido por lo de Gomorra, qué más da añadir al negocio en masa del tráfico de cocaína. ¿Es Saviano un mártir vocacional, es como esos serial-killers que, en el fondo, desean ser detenidos? Veis, esta ya es una reflexión implanteable en otros escritores. Producto del trato por el que Feltrinelli va a hacerse con las riendas de Anagrama, es la prestigiosa editorial independiente quien se encarga de publicar la traducción al español de estas 500 páginas de ensayo ante las que el lector salivará. Cómo no. Si novelas como El poder del perro fantasean con el poder del narcotráfico con excitantes resultados, qué nos deparará Saviano, de vuelta de todo y que ya reconoce que su vida es un infierno y que seguramente escribir y escribir y escribir sea su única válvula de escape. Seguramente la parte más brillante de este libro es ese último capítulo en el que Saviano se sincera en lo referente a su situación personal, reflexiona sobre el laberinto sin salida en el que se encuentra y se autoinmola: "Me he convertido en un monstruo."
El tema aquí es la cocaína y cómo las organizaciones criminales (o abiertamente criminales: el libro arroja muchas dudas sobre el comportamiento del poder frente a un negocio tan jugoso y rentable) gestionan todos los aspectos de su proceso de comercialización: desde las devastadas economías agrícolas que usan la hoja de coca como único cultivo que garantiza la subsistencia hasta el entramado financiero que permite que sus pingües beneficios acaben integrándose en el flujo económico convencional. Con varios centros geográficos delimitados: México, Colombia, Italia, Rusia, y con un abrumador volumen de información, mucha de la cual nos hace acudir a la red. Sí, existió Kiki Camarena, sí, existe Natalia París. Eso sí, echo de menos algo más de remojón con nombres de la actualidad, algo más de valentía para afrontar todas esas leyendas que vinculan altos mandatarios politicos y empresariales con el crimen organizado. Pues la denuncia es constante pero es una denuncia que no acaba de concretarse, es una mano levantada constantemente sin llegar a desplomarse. Es un poco una bravata. Por bien contado y bien estructurado que esté, lo que esperamos aquí no acaba de producirse, y mucha de esa información ya la conocemos o la intuimos. Lo que hace Saviano en CeroCeroCero es recopilarla, ordenarla, darle un sentido, y dejar algunos cabos sueltos, por eso. Quizás ya tenga suficientes enemigos.
Ocurre con Saviano que sus libros pueden acabar convirtiéndose en una especie de subgénero. Como el cine de Michael Moore, por ejemplo. Que se conviertan, cosa que ya empieza a ocurrir en CeroCeroCero, en frías secuencias, en relaciones de hechos delictivos, de vínculos, de crímenes, de métodos de tortura. En resumen, de torrentes de información que cumplen su cometido, sí, el de concienciarnos a todos del arraigo y el peligro de las organizaciones criminales, y de su presencia en el día a día de nuestras sociedades. Pero lo hacen, ya, con el piloto automático puesto. Consciente de ejercer esa función por la que ha acabado sacrificando tanto en lo personal, lo cual puede fascinarnos y hasta estimular nuestra imaginación (cómo debe ser la vida de este hombre, que debe hasta ocultar los nombres de sus colaboradores, con tal de evitar que sus poderosos enemigos den con él y le apliquen el castigo ejemplar), pero que en lo literario ha empezado, ya, a transitar un poco por el camino de la reiteración.
El tema aquí es la cocaína y cómo las organizaciones criminales (o abiertamente criminales: el libro arroja muchas dudas sobre el comportamiento del poder frente a un negocio tan jugoso y rentable) gestionan todos los aspectos de su proceso de comercialización: desde las devastadas economías agrícolas que usan la hoja de coca como único cultivo que garantiza la subsistencia hasta el entramado financiero que permite que sus pingües beneficios acaben integrándose en el flujo económico convencional. Con varios centros geográficos delimitados: México, Colombia, Italia, Rusia, y con un abrumador volumen de información, mucha de la cual nos hace acudir a la red. Sí, existió Kiki Camarena, sí, existe Natalia París. Eso sí, echo de menos algo más de remojón con nombres de la actualidad, algo más de valentía para afrontar todas esas leyendas que vinculan altos mandatarios politicos y empresariales con el crimen organizado. Pues la denuncia es constante pero es una denuncia que no acaba de concretarse, es una mano levantada constantemente sin llegar a desplomarse. Es un poco una bravata. Por bien contado y bien estructurado que esté, lo que esperamos aquí no acaba de producirse, y mucha de esa información ya la conocemos o la intuimos. Lo que hace Saviano en CeroCeroCero es recopilarla, ordenarla, darle un sentido, y dejar algunos cabos sueltos, por eso. Quizás ya tenga suficientes enemigos.
Ocurre con Saviano que sus libros pueden acabar convirtiéndose en una especie de subgénero. Como el cine de Michael Moore, por ejemplo. Que se conviertan, cosa que ya empieza a ocurrir en CeroCeroCero, en frías secuencias, en relaciones de hechos delictivos, de vínculos, de crímenes, de métodos de tortura. En resumen, de torrentes de información que cumplen su cometido, sí, el de concienciarnos a todos del arraigo y el peligro de las organizaciones criminales, y de su presencia en el día a día de nuestras sociedades. Pero lo hacen, ya, con el piloto automático puesto. Consciente de ejercer esa función por la que ha acabado sacrificando tanto en lo personal, lo cual puede fascinarnos y hasta estimular nuestra imaginación (cómo debe ser la vida de este hombre, que debe hasta ocultar los nombres de sus colaboradores, con tal de evitar que sus poderosos enemigos den con él y le apliquen el castigo ejemplar), pero que en lo literario ha empezado, ya, a transitar un poco por el camino de la reiteración.
También de Roberto Saviano en ULAD: La belleza y el infierno, Lo contrario de la muerte, Gomorra (además, se le menciona aquí)
Un muy buen ensayo muy recomendable para los interesados en el mundo que rodea a la cocaína. Salviano fue acusado de plagio; no sé si la denuncia tenía fundamento pero en cualquier caso Cero está muy bien escrito.
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