Idioma original: español
Año de publicación: 1953
Valoración: recomendable
Esta es una novela de otros tiempos, una novela que ahora mismo sería difícil que fuera escrito, no ya por su propia autora, que se ha adentrado felizmente en otros caminos, sino por casi cualquier narrador español actual. Es, por decirlo así, una obra muy de su momento, en los años más crudos del Franquismo y con una España paralizada, caciquil, inculta, misérrima; en los años, también, del neorrealismo italiano en el cine y del realismo social en la novela española.
La acción se sitúa en Artámila Baja, un ficticio pueblo castellano en el que por no haber no hay ni iglesia y que vive dominado por el cacique Juan Medinao, un hombre avaro, deforme y acomplejado. A él llega, o mejor dicho vuelve, para su desgracia, Dingo, el titiritero, después de atropellar accidentalmente a un niño a la entrada del pueblo, y su llegada despierta en Juan Medinao los recuerdos de la infancia que compartieron, de su relación tormentosa con su padre o de la existencia de su hermano bastardo, Pablo Zácaro. La novela es por lo tanto el repaso torturado de la vida de Juan Medinao (Juan Niño) hasta el momento en que vuelve a cruzarse con la de Dingo.
Dos rasgos caracterizan la técnica empleada por Ana María Matute en esta novela: el realismo social en la construcción del mundo y de la trama, y el lirismo expresionista en el estilo. No faltan, efectivamente, los detalles grotescos o tremendistas (la novela se abre con el atropello del niño y se cierra con su funeral), ni la descripción explícita de la situación de extrema pobreza y explotación en que viven los jornaleros de Artámila, pero Ana María Matute no se limita a constatar objetiva y externamente esta realidad, como hace, por ejemplo, el narrador de El Jarama (1955): penetra en los personajes, en sus recuerdos y en sus sentimientos, y los describe con un estilo metafórico, elíptico, cargado de poesía y de subjetividad.
En este caso no hay traductor que se pueda mencionar, pero sí editor en el caso de la versión de Cátedra, que es la que manejo; y tengo que decir que, cosa rara en una edición de Cátedra, no me ha gustado demasiado, en especial el trabajo de anotación, arbitrario y poco útil: ¿de qué me sirve que anote que "oye" es una exclamación muy usada en le lenguaje oral, o cuál es la etimología de la palabra "huelga"? Por otro lado, introducir una nota diciendo que "de todas las ediciones de Fiesta al Noroeste esta es la más completa y segura", y que en la primera página haya ya una errata... en fin, queda feo.
También de Ana María Matute en ULAD: Primera memoria, Olvidado rey Gudú, La torre vigía, Los niños tontos, Olvidado rey Gudú (contrarreseña)
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