Año de publicación: 2013
Valoración: recomendable
En 1601, la reina Isabel de Inglaterra envía una misión naval a Dinamarca para rendir homenaje al rey Cristián IV. Como miembros más de la tripulación nos encontramos a William Shakespeare y su compañía de teatro, quienes han recibido el encargo de representar algunas de las obras del dramaturgo (Hamlet no, por supuesto) y enretener a la corte.
Ocurre que, a media travesía, los asalta un cielo cargado de nubes y una absoluta ausencia de viento, con lo cual el barco se detiene. Mientras la tripulación espera que la situación cambie, aparece una inmensa ballena arrastando cadáveres y luciendo restos de arpones aún clavados en su lomo, que a partir de entonces rondará el barco sin descanso. Shakespeare, por supuesto, queda fascinado por el animal y, cansado de la situación en la que tiene que representar sus obras, de los pocos medios existentes y del mínimo nivel de exigencia de su público, comienza a elaborar lo que podría ser toda una revolución en el mundo del treatro de la época: una obra con la ballena como protagonista.
Así comienza Shakespeare y la ballena blanca, una novela en la que Jon Bilbao se encarga de homenajear no sólo al dramaturgo inglés, sino también a Herman Melville y su inolvidable Moby Dick. Mientras la tripulación (marineros curtidos en rutas peligrosas, que han vivido mil y una situaciones parecidas) intenta encontrar la manera de ahuyentar al enorme cetáceo, Shakespeare idea su obra de teatro y comienza a plantearse cómo solucionar los problemas técnicos que surgirían al intentar llevar una ballena al escenario.
De este modo, el barco y lo que sucede en él se convierten en un atípico escenario teatral, donde cada personaje juega un papel importantísimo e indispensable para el desarrollo de todo lo que está por pasar. De la misma manera, Bilbao utiliza las cavilaciones de Shakespeare como excusa para mostrar una parte de la vida del autor que seguramente desconocíamos y para esconder –y, al mismo tiempo, sugerir– otras reflexiones no menos importantes sobre y para él mismo.
Que nadie espere en este libro una nueva Moby Dick en otro escenario, porque se decepcionará. Shakespeare y la ballena blanca no es Moby Dick. Puede ser un homenaje, claro, pero es una novela completamente independiente y ha de leerse como tal. Sólo así podremos disfrutarla como se merece.
También de Jon Bilbao: Como una historia de terror. Física familiar, Estrómboli, Padres, hijos y primates
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Pierde cuidado, Izas, ni en mil años me esperaría una obra maestra escrita por un español de nuestro tiempo.
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