Idioma original: español
Año de publicación: 2005
Valoración: está bien
Estimado Iban Zaldua,
permíteme que te escriba así, con cierta confianza. Ya sabes que en este blog somos fans tuyos, que hemos reseñado ya cuatro libros tuyos y a este paso para finales de año habremos reseñado tus obras completas. Por eso, con esa confianza y ese aprecio como punto de partida, déjame que te diga, Iban (¿puedo llamarte Iban?), que en Si Sabino viviría se te fue la olla, pero mucho. Pero mucho, mucho.
Pero mucho, mucho, mucho.
Como algunos de nuestros lectores no sabrán de qué va la cosa, déjame que resuma el argumento: en el siglo XXVI, un detective espacial llamado José Miguel López Belausteguieta, alias Cosmic Josemi, tiene la misión de recuperar los restos mortales de Sabino Arana, para que su ADN sea introducido en la gran inteligencia artificial que gobierna el planeta Nueva Euzkadi. Para ello deberá viajar a un postapocalíptico planeta Tierra (ahora conocido como "El Vertedero") e infiltrarse en el hostil planeta Tauro, en el que nunca se pone el sol y en el que se reproducen holográficamente diversas épocas gloriosas de la historia de España.
Este argumento, estimado Iban, es ya en sí una ida de olla; pero en eso estoy contigo: la sátira política puede adoptar casi cualquier forma. Que se lo digan a Jonathan Swift. Pero donde termina de írsete la olla ya completamente es en los detalles que adornan este argumento: la trinidad sexual del protagonista; un Bilbao arrasado por las aguas y bajo soberanía usamericana; el profesor universitario con la alumna haciéndole una mamada; el androide que adopta la forma de los más egregios maestros de la filología vasca (muy Eduardo Mendoza, esto, por cierto)...
Que imaginación no te falta, eso está de sobra probado. En cada página del libro hay una sorpresa, en forma de palabra inventada, animal fantástico o broma política. Lo que no sé, Iban, lo que no sé es si no habría sido preferible ser un poco más contenido en algunas cosas -y eso que Javier Goñi habla en Babelia de una "contenida novela satírica", pues menos mal...- para así acentuar la carga crítica e irónica del texto. O sea, su mala leche.
Porque esa es otra, y en eso sí que coincido con Javier Goñi: que no dejas títere con cabeza. Los que tuvieran el machete preparado (y seguro que los hay) para llamarte traidor a la patria por la manera en que representas el nacionalismo vasco, habrán tenido que enfundarlo al ver cómo retratas con la misma mala baba el nacionalismo español en tu recreación del planeta Tauro. O a lo mejor no enfundan nada, pero los de la acera de enfrente también desenfundan otra cosa... No se puede agradar a tirios y a troyanos, sobre todo cuando te mofas primero de los tirios y después de los troyanos.
Vamos, estimado Iban, que no sé qué te diga. Que me he reído un buen rato con la novela, pero no sé si no es, ¿cómo lo digo?, demasiado circunstancial y esperpéntica para ser alta literatura.
Claro que, me dirás, a la mierda la alta literatura, que hay cosas más serias en la vida. (He descubierto hace poco que eres profesor de Historia Económica y me he llevado toda una sorpresa).
Me despido ya, que ya empiezo a desbarrar yo también.
Atentamente,
Santi
También de Iban Zaldua en ULAD: Ese idioma raro y poderoso, Biodiscografías, La isla de los antropólogos y otros relatos, La patria de todos los vascos
Te voy a decir una cosa: Iban Zaldua es no sólo profesor de Historia Económica, sino además un muy buen profesor. Te doy mi palabra (a mí me dio Historia del pais vasco, luego,con más motivo, para lo que trata esta reseña).
ResponderEliminarEh, y no soy su primo ni nada de eso, que conste... ;saryy)
Sinceramente, viendo la prensa un día tras otro, y viendo que cada día hay más gente que se levanta parafraseando aquel lema de la medalla del amor, hoy soy más patriópata que ayer, pero menos que mañana, creo que Zaldúa no sólo acierta en la parodia, sino que tal y como evolucionan las cosas no descarto que acabe siendo incluso profético. Como mucho, le encuentro que el planteamento empieza siendo excelente, y al final el desenlace no acaba de cerrar, como su se hubieraacabado de cualquier manera, pero desde la cita inicial de Roberto Bolaño hasta el epílogo, el librito me parece altamente recomendable, como divertimento, por supuesto, y como acicate a pensar por nuestra cuenta, esa molesta y nefasta costumbre que unos y otros depositarios de las esencias pretenden ahorrarnos.
ResponderEliminarSí, estoy totalmente de acuerdo contigo, Luis, esta es una novela necesaria, y la libertad de pensamiento de Iban Zaldua, que se ve en toda su obra (y también en sus artículos periodísticos y en su blog) es muy de agradecer y muy valiente. Lo que pasa es que, en este caso concreto, esos principios y esas buenas ideas se pierden en medio de muchas distracciones y chistes, algunos bien conseguidos y otros pues no tanto. Pero vamos, que seguiré leyendo a Iban Zaldua por solidaridad, y porque creo que todavía nos tiene que dar su obra más redonda...
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