Valoración: Recomendable
Hacía tiempo que quería hacerme con algún libro de Cristina Fernández Cubas ya que he leído por ahí varias veces que se trata de una de las mejores cuentistas de este país, y que sus relatos, con argumentos hermanados con lo sobrenatural y lo inquietante, tienen ecos de monstruos de la talla Poe o Lovecraft, y un largo etcétera de buenas palabras… O sea, que siempre he tenido la idea de que Fernández Cubas es una mujer que no escribe precisamente sobre hipotecas basura, señoras de mediana edad atormentadas, cuernos en matrimonios cuarentones o jóvenes urbanitas asqueados de ser becarios hasta el infinito y más allá. Vamos, algo no demasiado habitual en el panorama literario de ésta nuestra Hispania.
Por todo ello, cuando me encontré el otro día en mi querida biblioteca del casco antiguo de mi ciudad con Parientes pobres del Diablo, me dije, “¡Ian, justo lo que estabas buscando, diablillo!”. Porque ante mis halagados ojos se presentaba aquel libro que era algo de una autora que quería probar desde hacía tiempo, algo más bien corto (tres nouvelles reunidas) y algo, probablemente, fácil de leer. Y el título…, oh, el título. Sugerente es decir poco. Me encantó y me intrigó sin piedad. Así que me lo llevé avec moi… Y como me imaginaba, no me decepcionó en absoluto.
Como acabo de afirmar, son tres los relatos largos que forman el libro. Y como no quiero destriparlos, mencionaré de forma sucinta sus argumentos… El primero es la “La fiebre azul”. En él, Fernández Cubas nos presenta a un hombre que se dedica a comprar e importar reliquias exóticas falsas durante su estancia en cierto lugar de África, a la espera de que llegue uno de sus contactos. Allí se aloja en un misterioso hotelucho donde todas las habitaciones tienen el número 7 y sobre el que, según rumores, pesa una maldición llamada “Heliobut” que sólo afecta a los blancos. No diré más, sólo que este tipo caerá, como no podía ser de otra forma, en las garras de ese extraño Mal llevado al lugar, al parecer, por una familia anglosajona con críos… Y que el Mal ataca más a la identidad de su víctima que a sus órganos vitales.
El segundo es el que da título al libro y el que más me ha gustado. Una mujer de mediana edad de viaje por Sudamérica se encuentra con el joven pero clónico hermano de un antiguo compañero de facultad. Y ambos inician una extraña relación (nada de romance, más de peculiar amistad) que gira en torno a la obsesión de él: afilar y enriquecer su lunática teoría de que en el mundo existe cierta logia conformada por seres infernales expulsados de su hogar y condenados a vivir pobremente entre humanos. Y me vuelvo a morder los dedos para no seguir tecleando y desentrañar las teorías del chico y dar pistas sobre el desenlace de la historia. De nuevo, volvemos a la identidad y al Mal en forma poco definida. Más Lovecraft que nunca, Fernández Cubas me ha encantado en este relato.
Y el último, el más peculiar y donde la escritora deja más claro que nunca que tiene mucho talento, es “El moscardón”. Se trata de uno de esos cuentos en los que las líneas se consumen con insistencia y cierta ansiedad, temiendo el portazo en la cara que sabemos que nos van a dar de un momento a otro. Y eso que su heroína/¿villana? es una viejecita adorable e irónica que está perdiendo la cabeza, pero no tanto como para ignorar que sus sobrinos y su cuidadora la tratan con desdén y condescendencia. Pero su curiosa acepción del término “Anticristo”, el poder que le otorga a cierto a moscardón que la visita en su bonito piso y el recuerdo de cierto romance frustrado de su juventud, hacen que la adorable viejecita haga que el lector tiemble pensando de lo que es capaz…
En fin: que me ha gustado mucho lo que he leído. Y espero volver a coger uno de los libros de esta escritora de estilo limpio e insinuante.
También de Cristina Fernández Cubas en ULAD: Cosas que ya no existen, La puerta entreabierta (como Fernanda Kubbs), La habitación de Nona, El año de Gracia
De esta escritora, además de Cosas que ya no existen, leí también el volumen de relatos Mi hermana Elba, y me pareció que para ser su primera obra demostraba ya una personalidad narrativa muy interesante. Creo que voy a buscar estos Parientes pobres del Diablo cuando vuelva a Bilbao...
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