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viernes, 4 de mayo de 2012

Zoom: "La dulce Ermengarde o el corazón de una campesina", de H. P. Lovecraft

Idioma original: inglés
Título original: "Sweet Ermengarde or The Heart of a Country Girl"
Año de publicación: 1943 (años de escritura estimados: 1919-1921)
Valoración: está bien

Vais a tener que perdonarme con Lovecraft, porque es lo que estoy traduciendo y, por consiguiente, leyendo con más asiduidad. Lo bueno es que, aunque repita autor, no repito temática: los cuentos de H. P. Lovecraft que he reseñado hasta el momento (ver abajo) poco o nada tienen que ver entre sí. [Inciso 1: creo que eso es lo que me salva de cortarme las venas hasta de los pies].

El que ahora nos ocupa es un relato humorístico que parodia con bastante gracia el melodrama romántico y cuyos dardos, según explica la Wikipedia, podrían apuntar al escritor Fred Jackson, en cuyas obras encontramos argumentos igualmente inverosímiles y complicados. [Inciso 2: iba a poner el enlace a la correspondiente entrada de la Wikipedia, pero cuán malo sería este caballero que ni tiene una ni la enciclopedia te invita a su acostumbrado "hágalo usted mismo"...].

La dulce Ermengarde es hija de un "pobre pero honrado granjero-contrabandista" de Vermont que la instó a renunciar a su primer nombre, Ethyl, porque le recordaba al alcohol etílico y le daba sed [inciso 3: gracias, querido Lovecraft, por dificultar la ya de por sí ardua labor del traductor con tus juegos de palabras intraducibles]. La historia está ambientada en la época de la Ley Seca, así que os podéis imaginar qué es lo que produce y comercializa el buen hombre.

La joven, que "confesaba tener dieciséis primaveras y tachaba de mendaces todos los informes que apuntaran a que tenía treinta", tiene dos pretendientes: un apuesto zagal del pueblo, a quien Ermengarde asegura corresponder; y el viejo y cruel terrateniente, el villano de nuestra historia, dueño de la hipoteca que pesa sobre la vieja casa de los padres de Ermengarde y que amenaza con ejecutarla si la joven no se casa con él. Pero no es la pasión la que mueve al malvado villano, sino la codicia: ¡en los terrenos de la granja ha descubierto oro!

A partir de aquí se suceden un cúmulo de despropósitos muy divertidos que aderezarán la enrevesada trama, provocando la sonrisa del lector. Un cuento breve y simpático, cargado de ironía, que os hará pasar un buen rato [inciso 4: siempre y cuando no os toque también traducirlo, claro]. Eso sí: más no le pidáis... que de donde no hay no se puede sacar.



Imagen: The Hut, de Adriaen van de Velde


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