Idioma original: Inglés
Título original: Crash
Año de publicación: 1973
Valoración: Recomendable y asquerosa al mismo tiempo
De J. G. Ballard ya hemos comentado un par de novelas antes en este blog, que entraban dentro del género de la ciencia-ficción catastrofista (en La sequía se acaba el agua; en El mundo de cristal, como su título indica, el mundo se vuelve de cristal). De hecho, me había planteado hacer una reseña de El mundo sumergido, que se incluye en esa serie (solo que esta vez, en lugar de una sequía, hay una inundación que sumerge todo el planeta), pero al final he pensado que mejor no, mejor hablar de esta otra, que es distinta a las demás, y que probablemente sea su novela más conocida gracias a la adaptación cinematográfica de David Cronenberg de 1996 (junto con El Imperio del Sol, adaptada por Spielberg, claro).
A la hora de valorar la novela, creo que es necesario utilizar los dos adjetivos: recomendable y repugnante: si buscas emociones fuertes, una novela que te sacuda y te haga sentir (asco, miedo, repulsión), entonces esta es tu novela; si buscas una lectura fácil, entretenida, divertida incluso para una tarde de domingo o un viaje en tren, vade retro. Porque Crash es, probablemente, junto con Cacheo de Dennis Cooper, la novela que más asco físico me ha producido (lo que no quita para que sea una buena novela, a su manera).
Los que conozcan la película ya tendrán una idea de cuál es el argumento: trata de las relaciones entre un grupo de personas obsesionadas con los accidentes de tráfico, y para quienes coches, choques y sexo están inseparablemente unidos. Aunque el narrador de la novela es un tal James Ballard (que por supuesto no hay que confundir con el autor), en realidad el centro de la historia es Robert Vaugham, un ser misterioso, manipulador y seductor, que dedica su vida a perseguir y provocar accidentes para filmarlos y correrse en/con ellos, porque le excitan sexualmente. Su mayor fantasía es provocar un accidente que acabe con la vida de Elizabeth Taylor -y con la suya al mismo tiempo-.
La novela es verdaderamente desasosegante por momentos. Las cicatrices, las heridas abiertas, las amputaciones, la sangre, conviven con el sexo, el deseo, el semen. La palabra semen está presente en casi cada página. Todo está lleno de semen: los cuerpos, los pantalones, el volante, el salpicadero, los muñones de los heridos, las manos y las caras de los protagonistas... Como la máquina es el elemento común de atracción y deseo, los conceptos de homosexualidad y heterosexualidad dejan de tener sentido (en la línea del feminismo ciborg). Las escenas de sexo y accidentes de tráfico se suceden, se entremezclan y componen en realidad la práctica totalidad de la novela. Seguir leyendo es por lo tanto un acto de voluntad, o incluso un acto más de perversión (voyeur en este caso), en el que el lector se ve atrapado como se ven atrapados los personajes.
Como digo, la experiencia lectora que ofrece Crash la ofrecen pocas novelas. Más allá de la brutalidad y el morbo, Ballard teje relaciones complejas, enfermizas, indestructibles, y un conjunto de imágenes tétricamente hermosas a pesar de todo.
Otras obras de J.G. Ballard en ULAD: La exhibición de atrocidades, El mundo de cristal, La sequía, Rascacielos, Avió en vol ras
"En el asiento de escay de color rosa había un desgarrón tan profundo que se habría podido clavar un mástil o, quizá, un pene."
ResponderEliminarCrash, Cap. 6
la novela es muy buena, en especial si la lees en un coche en movimiento.
ResponderEliminarno se podria decir que es una obra bonita, es buena en su monstruosidad.
La película es altamente hipnótica e Indudablemente morbosa
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