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miércoles, 31 de mayo de 2017

Wladimir Kaminer: Viaje a Tralalá

Idioma original: alemán
Título original: Die Reise nach Trulala
Año de publicación: 2002
Traducción (al portugués): Helena Araújo
Valoración: Muy recomendable

Los que sean seguidores fieles de este blog (y me refiero a seguidores-fieles-desde-el-inicio-de-los-tiempos) quizás ya conozcan a Wladimir Kaminer; in illo tempore Izas reseñó por aquí varias de sus obras: Mis vecinos rusosMúsica militar o Desde Alemania con amor. En estas reseñas se presenta la información básica sobre el escritor, que yo solo voy a resumir: autor ruso, emigrado a Berlín en 1990, instalado en la ciudad y convertido en una especie de celebrity local, gracias a sus relatos, novelas, guiones radiofónicos y sus actuaciones como DJ, todos ellos caracterizados por su sentido del humor y su visión de "extranjero en tierra extraña". 

En esta misma línea se sitúa Viaje a Tralalá, con el que termino (por ahora) mi incursión en la narrativa de viajes. Narrado en primera persona, y basado una vez más en las experiencias del propio Kaminer como emigrante ruso en Berlín, este libro se compone de capítulos con títulos tan reveladores como "Desencuentro de París", "Desencanto de América", "Desaparecido en Crimea", "Desviado en Dinamarca" o "Desencaminado en Siberia". En resumen, este libro trata de viajes que no llegan a su destino, de viajes que no cumplen las expectativas del viajero o que se frustran antes incluso de comenzar.

El relato más largo y quizás también el más entretenido del volumen es el primero. En él, el narrador sueña con llegar a un París idealizado y casi imposible (estamos hablando de 1990, recién caído el Muro); Berlín se convierte en una etapa intermedia de este viaje hasta occidente, que por un motivo o por otro nunca llega a realizarse: a veces hay trabas burocráticas, otras veces económicas, en otras ocasiones son los relatos desencantados de quien ya estuvo en París y no encontró allí lo que esperaba los que hacen que Kaminer desista de emprender el viaje. "Como no podíamos viajar a París, fuimos al cine", dice el narrador, y en este continuo aplazamiento del viaje y en su sustitución por otros entretenimientos está buena parte de la gracia del libro.

Aunque la crítica fundamental del texto esté dirigida contra la Unión Soviética y su autoritarismo, no es difícil encontrar también una irónica visión del turismo y el efecto que tiene en el viajero y en su lugar de destino. En uno de los pasajes más divertidos del libro se cuenta cómo los rusos crearon, en las fronteras de sus dominios, una ciudad que en verano hacían pasar por París y en invierno por Londres, para que sus súbditos pudieran viajar a Occidente sin el peligro de verse contaminados por el capitalismo; en otro capítulo se narra la historia de un aviador ruso desaparecido en Crimea, y cómo los pueblos de la región se adaptan para ofrecer reliquias del aviador y su aeroplano (chapas, cazadoras, relatos) para "vendérselos" a los turistas que vienen buscándolos. 

Es difícil no ver en estos capítulos en concreto una visión desencantada, y muy actual, de los efectos del turismo en ciudades como Barcelona o Lisboa, disneyficadas para responder a las expectativas de los viajeros, por no hablar del efecto que el turismo puede tener en regiones más "exóticas" en las que los locales se adaptan para responder, precisamente, a esa mirada exotizante del turista occidental. Recuerda, por eso, al relato "La isla de los antropólogos", de Iban Zaldua, sobre una isla en la que cada antropólogo que la visita encuentra exactamente lo que esperaba encontrar para confirmar sus teorías.

Aunque es posible que esto sea leer demasiado, y que haya que quedarse solo con un conjunto de historias divertidas, curiosas y bien contadas, sobre viajeros y sus viajes imposibles en los límites entre Europa y Asia. El libro también funciona así, y muy bien.

P.D.: En español solo se ha traducido, que yo sepa, un libro de Kaminer, Yo no soy berlinés. Guía para turistas y vagos. Esperemos que pronto otras editoriales se animen a seguir este camino y pronto podamos leer más obras suyas.

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