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martes, 30 de mayo de 2017

Ottessa Moshfegh: Mi nombre era Eileen

Idioma original: inglés
Título original: Eileen
Año de publicación: 2015
Traducción: Damià Alou
Valoración: recomendable

Eileen trabaja en Moorehead, una especie de correccional donde desempeña un aburrido trabajo administrativo cuyo único atisbo de emoción surge cuando algún nuevo menor se incorpora. Eileen cuida de su padre, policía retirado con severos problemas con el alcohol, cuyo consumo le incita a ver visiones y a desarrollar manías persecutorias. La madre murió y Eileen, ignorada por el Universo, piensa en cortar con esa vida anodina y dejarlo todo atrás. Tomará el coche y el dinero y abandonará ese pasado que la lastra y la agobia.

Mi nombre era Eileen (curioso añadido al escueto titulo original, como para añadirle tensión) mantiene vínculos con cierto tipo de cine de hace unas décadas: como el resurgimiento de un cisne de entre las cenizas y el estiércol de la rutina. La irrupción de Rebecca, contratada como educadora en el centro, convulsiona a Eileen. Se ve proyectada en ella y es lo que quisiera ser. Alguien decidido, triunfador, seguro de sí mismo y aferrado a sus decisiones. Eileen titubea y siempre va, siempre ha ido a remolque. Sus fantasías y sus pequeñas faltas y sus escarceos que no llegan a amorosos ni de lejos son solamente capas y más capas de una mediocridad que no por conocer y aceptar es capaz de decidirse a luchar contra ella. Eileen quiere dar un volantazo a su vida y la aparición de Rebecca parece ir a precipitar las cosas, pero no será tan sencillo y todo se torcerá de alguna manera.

Una novela correcta, algo allanada por una duración excesiva hasta que empiezan a pasar cosas. Un territorio no excesivamente trillado pero donde literatura y cine han aportado ya personajes estereotipados que pesan como losas si el lector está un poco bregado en iconografía contemporánea. Puede recordar a las tramas obsesivas de Stephen King o incluso al mundo oculto de Lemaitre. Por contra, en ocasiones parece que vayamos a presenciar una revisión adaptada del cuento del patito feo y eso a estas alturas no es lo que se dice un portento de imaginación. Eileen está bien dibujado como personaje, pero su relación con Rebecca, una simbiosis casi instantánea, resulta poco creible. Una novela que se dinamiza en su último tramo pero nada que la haga destacar como para ese premio que el fajín rememora.


También de Ottessa Moshfegh en ULAD: Mi año de descanso y relajación

2 comentarios:

  1. A mi la verdad es que me gusto mucho. Yo le daria un muy recomendable.
    Por cierto me encanta vuestro blog!!
    Lo leo muy a menudo.

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  2. Gracias, Myrnana, por leernos y por comentar. Me desconcierta un poco que hayan usado esa portada tan dada a la "negritud". Creo que hubiera funcionado algo mejor alternando la voz narrativa, pero es una cuestión personal.

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