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martes, 30 de septiembre de 2025

Catherine Lacey: Las respuestas

Idioma original: inglés

Título original: The Answers

Año de publicación: 2017

Traducción: Damià Alou

Valoración: bastante recomendable  

No sé si esto daría exactamente para un debate, pero imagino a Catherine Lacey como un ejemplo casi perfecto del perfil de autora adaptado a los tiempos que corren (y ahora pueden empezar a destriparme los pusilánimes): mujer blanca norteamericana, joven, físicamente atractiva -pero sin pasarse- y con cierto aire andrógino y un tenue perfume queer. Con una carrera iniciada con un pequeño hit que obtiene cierta repercusión, por lo que empieza a publicar de forma más o menos sostenida. Capaz de manejarse en temáticas de aire introspectivo, casi alegórico,  y también en registros más ambiciosos, narradora solvente que no renuncia a la temática más actual, pero que no se deja arrastrar por lo post-moderno; sus novelas se entienden, se estructuran y evolucionan hacia un final que más o menos se concreta.

Es decir, son legibles, pretenden serlo y lo consiguen. 

Pero esa aparente sencillez formal esconde huevos de Pascua. O cargas de profundidad. Las respuestas, publicada en pleno inicio del primer mandato de Trump,  contiene algunas de esas cargas sabiamente dosificadas en su trama.

Mary sufre una de esas enfermedades raras, aquellas que no tiene el suficiente número de personas como para que la industria farmaceútica y la investigación médica encuentren rentable tratar. El tratamiento, esto es USA, la ha convertido en una persona bajo la absoluta precariedad y debe plantearse aceptar toda clase de trabajos ya que sus finanzas son un desastre. En medio de esa crisis personal (porque ya sabemos cómo va lo de la sanidad en USA, repito), acepta trabajar en un experimento promovido por un actor rico y excéntrico, Kurt Sky, que ha reclutado, bajo el pretexto de una investigación social, una serie de diferentes mujeres con la intención de que cada una de ellas llene una parcela de su vida. Cuestión que puede parecer distópica, pero no tanto. O no se trata, desde cierto punto de vista, de una hipérbole, de un reflejo de este mundo en el que uno tiene perfiles profesionales, personales, en redes sociales, en grupos de Whatsapp, en extraños clubes, en colectivos de distintos pelajes, y solamente se trata de eso, de disponer de los medios materiales (por tanto, acudir al mercado en que mucha gente no es que esté dispuesta, sino que necesita hacer lo que sea para subsistir, cual sea la cosa que ello representa) para adoptar ese rol dominante en el que, a cambio de una cantidad, de un contrato con claúsulas estrictas para que ejerzas de Novia Maternal, de Novia Íntima, de lo que sea. Cuestión que pondría también sobre la mesa los límites dispuestos a franquear por cada uno, la esencia quizás de la economía capitalista, la frontera de la dignidad.

Mary toma el rol de la novia que ha de servir a Sky para revelar sus emociones, cuestión que causa cierta perturbación en el experimento, un conflicto que al final hace que este se desmorone, pues las relaciones que se establecen son difíciles de mantener sin que sus límites colisionen. Esa dinámica, como todo lo que nos rodea, es aprovechada por los científicos del experimento, tal como hoy se suele manifestar en ciertos entornos de competividad (ganas o aprendes) y ese mensaje difuso y algo inquietante valida la novela en su conjunto, al margen de que nos quedamos con algo de ganas de que algunas líneas argumentales hubieran tenido más recorrido.

Más novelas de Lacey reseñadas en ULADaquí

lunes, 29 de septiembre de 2025

Pilar Fraile: Las leyes de la caza

Idioma original: Español 

Año de publicación: 2025

Valoración: Recomendable

No me extrañaría que, tarde o temprano, esta novela sea adaptada al cine o a la televisión. Elementos tiene para ello: un punto de partida interesante, buen ritmo en la narración, acertado desarrollo de sus personajes principales, tramas y temas secundarios a los que abrirse (y que en una serie darían para meter paja "a punta pala", que es lo que hacen el 99% de las putas series), etc. Pero retrocedamos y contemos, aunque sea un poco por encima, de qué va Las leyes de la caza.

Emparentada hasta cierto punto con la narrativa española reciente ambientada en zonas rurales (¿podríamos hablar de una "narrativa neorrural" española o de una revisión de aquello de civilización o barbarie?), Las leyes de la caza vendría a ser un thriller en el que el punto de partida es la desaparición de Oliver, niño de 8 años que vive con su madre (Jana) en La Comunidad, especie de secta que supuestamente huye de la ciudad, la acumulación y el consumismo desaforado de estos tiempos locos.

Hay, por tanto, una desaparición, un misterio que desentrañar, unos culpables que encontrar, etc y todo esto sitúa a Las leyes de la caza en el terreno del thriller. Pero Fraile no se queda ahí (sería todo demasiado fácil, demasiado trillado) y juega con los condicionantes o circunstancias que rodean a los personajes y abre la novela a otros territorios en los que se tratan temas como la soledad en un mundo hiperconectado, las relaciones de poder en la familia o en el trabajo, el abandono rural, el machismo, las fake news, etc. Todo ello, además, en un entorno geográfico perfectamente aprovechado para crear una atmósfera que encaja a las mil maravillas con la trama, hasta el punto de que ruidos, olores, paisajes, accidentes geográficos o fenómenos meteorológicos son más personaje que telón de fondo.

Además de esa atmósfera derivada de la utilización de la naturaleza como personaje, paso a desgranar alguna de las principales virtudes de la novela, ya apuntadas en el primer párrafo de la reseña:

  • un punto de partida interesante. ¡Ay la importancia de una primera página o un primer capítulo que te agarre de la solapa!. Aquí hay un niño desparecido, una madre que deja entrever sus problemas, una secta cuanto menos extraña y una naturaleza no sabemos si hostil o protectora. Diez páginas en las que se condensan buena parte de los ingredientes del libro y que te fuerzan a seguir leyendo. 
  • el ritmo. Fraile logra mantener la tensión de la trama, en buena medida gracias a la utilización de breves capítulos en los que se pone el foco en diferentes personajes. Ojo que no hablo aquí de cambios de puntos de vista o de monólogos interiores sino de cambio en el "foco". Algo aparentemente sencillo pero sumamente efectivo.
  • desarrollo de personajes principales, especialmente de Jana y Carmen, los dos personajes femeninos que ocupan el centro del relato. Son estos personajes complejos en los que la carga del pasado es fundamental.
  • la ambición por salirse de los "cánones" del género.
  • los paralelismos que se establecen a lo largo de la novela entre los distintos personajes y entre naturaleza y "humanidad".
Solamente un par de comentarios en el lado menos positivo: el primero es cierto desaprovechamiento de algunos secundarios (Román, especialmente) y de situaciones apuntadas (el abandono rural o las relaciones de poder en ese ámbito); el segundo son las excesivas erratas que salpican el texto. ¡Y mira que me jode, porque Candaya es una de mis editoriales de cabecera! Espero que la segunda edición tenga una mejor revisión.

domingo, 28 de septiembre de 2025

Dario Ferrari: Se acabó el recreo

Idioma original: italiano

Título original: La ricreazione è finita

Año de publicación: 2023

Traducción: Carlos Gumpert 

Valoración: bastante recomendable

Si hay algo más entretenido en la experiencia universitaria que dejar pasar las horas dulcemente en los bares o cafeterías de la facultad de turno, en vez de ir a clase (bueno, eso me han contado...) es enterarse de la gran cantidad de chismorreos, maledicencias y habladurías variadas (y centradas básicamente en el profesorado y sus alumnos/as más dilectos) que produce cualquiera de esos sagrados centros de conocimiento, ya se trate de la Universidad de Harvard o del último campus de provincias de alguna universidad autonómica de reciente creación. El cotilleo, el arribismo y, sobre todo, las luchas intestinas (o interuniversitarias, también) están servidas. Más aún quizás en Italia, que no sólo es la patria de la más antigua universidad del mundo, sino que en lo de la sutileza en los juegos de poder, el disimulo en el apuñalamiento por la espalda y el manejo del lenguaje (no sólo verbal) para decir lo contrario de lo que parece nos llevan siglos de ventaja a todos los demás. Que quizá sea un tópico, es cierto, ma è ben trovato

A Marcello Gori,  protagonista de la novela, sin embargo, parece que el rol de estudiante universitario le ha gustado tanto que ha procurado alargarlo todo lo posible, llevándole casi diez años sacar una licenciatura en Letras y aun por los pelos. Procrastinador casi profesional, devoto de la ley del mínimo esfuerzo y de la triquiñuela (resulta imposible no empatizar con este tipo), él mismo reconoce que su vida a los treinta no difiere mucho de la que llevaba a los dieciséis, en una perpetua huida hacia delante a lomos del síndrome de Peter Pan. Pero claro, todo tiene un límite y llega un momento que la cosa ya no puede alargarse más... es entonces cuando Marcello, gracias a un rebote inesperado, consigue una de las preciadas becas de doctorado en el departamento de Italianística Comparada (sic) de la Universidad de Pisa, bajo la dirección del venerado y casi omnisciente profesor Sacrosanti. La contrapartida a tan asombrosa chiripa es que éste le impone como tema de investigación la figura y obra de un escritor de segunda fila originario, como nuestro protagonista, de la cercana Viareggio, Tito Sella, muerto en la cárcel debido a su militancia -finalizada en un baño de sangre- en una suerte de Brigada Roja local, durante los célebres "años de plomo" en Italia. Y a ello que se pone, sin tener demasiada idea de cómo, nuestro amigo Marcello...

No quiero llamar a engaño: en realidad, tampoco es que ésta sea una novela de campus a la italiana o al menos no lo es tanto como puede sugerir la premisa (y mi arranque de esta reseña); es cierto que podemos encontrar salseo académico, rivalidades, y pasteleos... De hecho, podemos aprender mucho de como funcionan tan doctas instituciones gracias a los consejos que sus compañeros de doctorado, mucho más versados en el secreto funcionamiento del mundo académico, le dan al bisoño, pese a llevar media vida como estudiante, Marcello -impepinablemente divertidas o viceversa, las lecciones que le da el sabelotodo Pier Paolo sobre el adecuado uso de las notas a pie de página o las sutilezas del arte del elogio a los artículos y ponencias de los colegas/rivales de especialidad-, así como otros conocimientos más o menos útiles para quien quiera dedicarse a la más fútil labor investigadora u organizar un simposio de literatura. Esta narración de los entresijos del mundo universitario, en principio en un tono jocoso -si bien en algún momento se vuelve serio o incluso trágico- es además el marco para otras dos narraciones que podemos encontrar dentro de ella, dos "novelas dentro de la novela": la primera, muy clara y que ocupa un tercio del libro, es la biografía de Tito Sella conjeturada por Marcello -y que titula La Estantigua, como la supuesta autobiografía inédita del sujeto de su tesis-, centrada sobre todo en su proceso de radicalización política y su toma de compromiso con la lucha armada (o, en otras palabras, el proceso de enajenación que podía llevar a un joven vasco a ingresar en ETA, a un joven musulmán a dedicarse a la yihad o a un joven blanco norteamericano a elegir un rifle de su colección de armas y cargarse al líder de una facción nazi rival) y con darle un sentido a su propia vida. El tercer nivel narrativo que veo en la novela, menos evidente que el segundo, pero que transcurre en paralelo con éste o, al menos como contrapunto, es el que cuenta el proceso de maduración, de entrada en la edad adulta de nuestro protagonista-narrador -aunque yo no me atrevería a calificarla, exactamente, como "novela de crecimiento", porque recordemos que el tipo tiene ya treinta añazos-; lo irónico es que este trayecto irreversible hacia la adultez se produce mientras Marcello lleva a cabo su doctorado, que él empezó, justamente, para tratar de prolongar su condición estudiantil y, en su caso, irresponsable. Su maduración se debe, pues, al estudio de la vida y obra de Sella, pero también por una estancia en París que resulta bastante tópica (por suerte, no tanto como en Actos obscenos en lugar privado de Missiroli), amén de una serie de circunstancias luctuosas que, quieras que no, te hacen poner los pies sobre la tierra.

Por lo demás, los personajes resultan creíbles y sólidos, sin que tampoco el autor necesite dedicarles páginas y más páginas de introspección psicológica -un poco más, en todo caso, sobre Marcello y Tito Sella-; lo ambientes, perfectamente reconocibles (es decir, para quien conozca, por ejemplo, el laberinto mitterrandiano de la Biblioteca  Nacional de Francia) y las peripecias del protagonista, verosímiles en su avance lógico. En cuanto a la prosa de la novela, resulta cuidada pero sin perder su fluidez, denotando esa capacidad que tienen muchos escritores italianos -de hecho, el estilo de Ferrari me recuerda mucho al de Marco Malvaldi, que es de la misma zona, aunque quizás sus novelas sean menos ambiciosas-para resultar ágiles y livianos sin perder un ápice de densidad literaria ni de profundidad en el retrato psicológico, sociológico o histórico, en un análisis en el que lo divertido no está reñido con lo certero.  En este caso, más allá de la novela de formación que he comentado -o de maduración, más bien-, la indagación sobre el compromiso y sus consecuencias, que pueden ser trágicas pero también, en la mayoría de los casos, consiste en cerrar puertas que en nuestra juventud aún permanecen abiertas, en elegir un camino en el "jardín de los senderos que se bifurcan", que diría ya sabéis quién. Pues madurar y comprometerse es dejar morir el resto de posibilidades que se abrían ante nosotros, para poder vivir en una de ellas. Para saber si Marcello es capaz o no de aprenderlo, leed la novela. Otra cosa no, pero os prometo que no os arrepentiréis...

Nota final: Por lo visto, la ganadora del último premio Tusquets de novela, fallado recientemente (de hecho, mientras yo leía ésta otra), El corazón revolucionario del mundo de Francisco Serrano, también trata de un grupo armado ficticio de los años setenta. Asimismo, la película Una batalla tras otra de Paul Thomas Anderson (basada en la novela Vineland de Thomas Pynchon), también trata de un grupo armado revolucionario... Tal vez nos encontremos ante una nueva tendencia en alza... ¡Temblad, autores/as de romantasy!

sábado, 27 de septiembre de 2025

Ralph Barby: Alguien pintó el mal

Idioma original: Español
Año de publicación: 1981
Valoración: Se deja leer (y a mucha honra)

Alguien pintó el mal es el bolsilibro número 425 de la mítica Selección Terror de Bruguera. Lo escribió Ralph Barby (pseudónimo de Rafael Barberán Domínguez), prolífico autor de literatura popular que tiene en su haber la friolera de un millar de obras de todo tipo de géneros.

El argumento de Alguien pintó el mal es el siguiente: el ya jubilado juez Cunning se lleva clandestinamente a Dorothy Ambross, una médium internada en un manicomio, al único caserón situado en una pequeña isla rodeada de un río. El juez quiere emplear los poderes de Ambross, así como la magia que permea el lugar, para contactar con Natalie Norton, una mujer que fue asesinada hace dos años. Laura Berner, la enfermera que cuida a Ambross, y Aldo Wassermann, sobrino de la propietaria del caserón, asisten a la sesión de espiritismo oficiada por Cunning. Pronto se preguntan si lo sobrenatural existe realmente y si el juez no está dispuesto a todo con tal de conseguir su objetivo.

Si bien Alguien pintó el mal es una novela corta simple e incluso algo rudimentaria, cumple holgadamente su cometido (es decir, entretener) e incluso funciona sorprendentemente bien, al menos para los estándares de los bolsilibros. A fin de cuentas, te mantiene enganchado a lo largo de sus 96 páginas, su nivel de planificación es razonablemente alto y logra erigir un par de escenas particularmente siniestras. 

Por supuesto, Alguien pintó el mal hubiera podido pulirse, ya que presenta erratas, una prosa pedestre, clichés del género, personajes y escenarios superficialmente descritos, un final precipitado (aunque no necesariamente anticlimático) y un morbo y erotismo que pecan de ingenuos para lectores contemporáneos. No obstante, todas estas carencias son fácilmente perdonables en una ficción sin pretensiones, cuyo autor escribía libros sin descanso. Incluso le dan ese simpático toque casposillo y cutre al conjunto, propio de libros de terror "pulp", que los fanáticos tanto apreciamos.

viernes, 26 de septiembre de 2025

Antonio Escohotado: Historia general de las drogas (Metaentrada)

Idioma original: español

Año de publicación: 1989

Valoración: Imprescindible



Colaboración: 2x1 Contra Paraíso y Tranvía a la Malvarrosa, de Manuel Vicent

Idioma original: español

Año de publicación: 1993 / 1994

Valoración: está muy bien / entretenido


'Mi primera obligación es respirar, llamar a cada cosa por su nombre sin juzgar nada y ser feliz'.

Esta frase que pronuncia Manuel bien entrada la acción resume su plan de vida. Es Manuel Vicent, autor de libros y artículos de prensa que lleva la friolera de sesenta años acompañando a los lectores españoles. Dos tercios de su vida, vaya.

Entre el medio centenar de volúmenes que ha firmado hay algunos que recogen sus memorias. Contra Paraíso y Tranvía a la Malvarrosa son los dos primeros. Se pueden leer seguidos. En ellos el escritor cuenta su niñez y primera adolescencia.

La posguerra sobrevuela la memoria personal. El silencio, republicanos en mesa aparte del bar, pueblos aislados donde llegaban diarios pasados de fecha que hablaban de la guerra mundial, la aparición fantasmagórica de un maqui, gasógenos, visitas de gobernadores.

Pero también las vivencias de niño, el miedo a las máscaras, la primera novia, saltar unas hogueras de San Juan y casi inmolarse. Todo cubierto por el tapiz característico de Manuel Vicent. La huerta valenciana, el recetario tradicional, el mar por encima de todas las religiones.

Y en medio un humor levantino casi berlanguiano. Hay una revuelta en un tren por una fiambrera de carne con tomate. Llega al pueblo el cine y lo tachan de invento del diablo. Un famélico roba un pan de dos kilos y lo ingiere a cien kilómetros por hora en tres minutos. La multitud lo ovaciona en el balcón del ayuntamiento.

Hay peculiares justicieros por cuenta propia. Un maestro amaga con castigar al alumno por no saber qué es la patria y el otro le amenaza con cortarle el suministro de huevos de gallina. Un cura clama contra el afán de portar pistolas y pide el destierro de las armas.

La evasión viene de mano de películas como Vidas cruzadas, A las nueve lección de química o Argel. El cine de repente cierra por desastrosas heladas. Hay que agarrarse a soñar con Castellón de la Plana o acercarse a los apeaderos desiertos del tren de Valencia.

Un día un alguacil anuncia que ha terminado la guerra mundial y a continuación proclama a viva voz las tiendas del pueblo donde se pueden encontrar las mejores sardinas y los melones más tiernos.

Contra Paraíso culmina con un gentío que espera una aparición mariana. Unos miran hacia arriba extasiados y otros aseguran que el resplandor es efecto de las bombillas de 100W que ha puesto el alguacil.

Los dos libros reseñados tienen rasgos naturalistas y narran la angustia existencial del protagonista adolescente. Ambos en considerable y explícita deuda con Blasco Ibáñez. Pero la prosa de Contra Paraíso es más descriptiva y casi sin diálogo. Tranvía a la Malvarrosa es menos estático y hay más conversación.

Tal vez ese hecho influya en la trayectoria desigual de ambos títulos. Mientras el primero es ya objeto de rigurosos estudios como el de Raquel Macciuci, el segundo se ha reeditado sin ton ni son a lo largo de los años ocupando una dimensión más popular.

Tranvía a la Malvarrosa tiene como figurante estrella a Vicentico Bola, que ya aparece en las últimas páginas de Contra Paraíso. Personaje esperpéntico donde los haya, recorre los bajos fondos de todos los capítulos. Viaja en una Vespa ataviado con gorro ruso de astracán y el abrigo forrado de periódicos.

El tranvía del título es el que toman el enamorado y su amada sin lograr coincidir. Entre que se encuentran y no, adquiere forma esa atmósfera mediterránea un poco entre grisácea y solar.

Vicent habla de la misma Malvarrosa y la horchata de Alboraya con que muchos soñamos desde niños. En este libro está Valencia con ese sol particular, los olores y sabores procedentes del mercado, la lonja, el barrio chino o los pueblos de la huerta y la mezcla de ciudad levítica y descaro portuario propia de aquella época.

A su llegada al protagonista lo reciben la humarada y el pintoresquismo que aún se ven al entrar a la ciudad en tren convencional procedente de Játiva o Albacete. La gente habla de contratos de naranjas. Los dependientes de comercio adiestran loros hinchas del Levante Unión Deportiva.

Al joven Manuel le tienden trampas para que ingrese en una secta pero siempre se salva. Alguien dice de visitar a Joan Fuster o aparece una chica con la que escapar en bicicleta. Pase lo que pase "siempre está en mi corazón el hechizo de tu amor", como dice la canción fetiche del protagonista.

—...Yo sabía que un día volverías a estar conmigo. Manuel, vámonos a la pensión. ¿No quieres?

—¿A la pensión?

—Vivo al lado del teatro Ruzafa, aquí mismo, encima del bar la Nueva Torera...


Firmado: César Muñoz

También de Manuel Vicent reseñado en ULAD: La muerte bebe en vaso largo

jueves, 25 de septiembre de 2025

Paul Auster: La invención de la soledad

Idioma original: inglés
Título original: The Invention of Solitude
Traducción: Marc Rubió en catalán para Edicions 62 y M.ª Eugenia Ciocchini Suárez en castellano para Seix Barral
Año de publicación: 1982
Valoración: entre recomendable y está bien


A pesar de que Paul Auster es uno de mis autores de cabecera (no en vano es el autor del que más libros tengo en mi biblioteca personal), su prolífica trayectoria literaria siempre deja lugar a lecturas olvidadas y, por ser un gran admirador del autor, a su vez pendientes.

En este libro de marcado perfil autobiográfico, el autor construye dos partes claramente diferenciadas. En la primera de ellas, «Retrato de un hombre invisible», el autor nos narra cómo recibió la noticia de la muerte de su padre y el sentimiento de premura que sintió al saber que tenía que escribir sobre él antes de que fuera demasiado tarde, antes de que lo olvidara, pues su padre era de los que no dejaban huella en la vida de los demás, ya que, «en el sentido más profundo e inalterable, era un hombre invisible. Invisible para los demás, y muy probablemente también invisible para sí mismo. Si, mientras estaba vivo no dejé nunca de buscarlo, no dejé nunca de intentar encontrar un padre que no estaba, ahora que está muerto tengo la sensación de que todavía tengo que continuar buscándolo». Un padre ausente en su mayor tiempo, no físicamente, pero sí a nivel emocional, afectivo, más por su manera de ser que por intencionalidad, algo que el autor remarca al confesar que «pienso que para él el mundo era un lugar remoto, un lugar al cual nunca pudo acceder de verdad». Auster recuerda a su padre como una persona muy trabajadora, con gran afán de ganar dinero, pero de gastar poco, alguien que «a pesar de tener dinero, y poderse permitir todo lo que quería, parecía un pobre». Alguien que «lo que deseaba no era el dinero por si mismo, sino aquello que representaba (…) tener dinero no únicamente significa poder comprar cosas: significa que la necesidad del mundo no te afecta nunca». Para alguien así, Auster admite con pesar que probablemente para él «fui un mal hijo. O sino exactamente un mal hijo, al menos un desengaño, una fuente de confusión y tristeza. Para él no tenía sentido que le saliera un hijo poeta (…) mi padre creía que yo desaprovechaba mis dotes, que no quería crecer». A pesar de ello, «no estábamos unidos, pero no perdíamos el contacto». De igual modo, en esta parte autobiográfica, Auster también tiene un recuerdo de su abuela y nos relata como ella asesinó con una pistola a su abuelo esgrimiendo que este la maltrataba (motivo por el cual fue declarada a la postre inocente) así como el intento del hermano de este de vengar su muerte disparando a su vez a la mujer. Estos hechos debieron transformar a un niño que, por aquel entonces era todavía un crío.

En la segunda parte del libro, «El libro de la memoria», Auster nos devuelve a sus personajes recurrentes envueltos de azar en el que nos traslada y evoca momentos históricos como la ocupación nazi y Anna Frank, así como la tercera guerra mundial a partir de una serie de personajes coetáneos o incluso que nos llevan recuerdos por coincidencias temporales en lugares históricos. También, en este libro que hace un retrato de la soledad y la ausencia, Auster nos habla de la vida y la muerte y lo enlaza con el Pinocho de Collodi (con una gran comparación entre la versión literaria y la que mayoritariamente conocemos a través de Disney), así como también nos habla de Van Gogh o los cuentos de la mil y una noches.

En resumen, un libro menor dentro de la gran biografía del autor norteamericano, pero que, especialmente en su parte principal, nos ayuda a conocer mejor su pasado y su vida, origen y semilla de su gran y extensa obra literaria.

Otros libros de Paul Auster en ULAD aquí

miércoles, 24 de septiembre de 2025

Alia Trabucco Zerán: Limpia

Idioma original: 
español
Año de publicación: 2022
Valoración: Muy recomendable (sin pretensión de objetividad)
 
Hace ya algunas reseñas que vengo repitiendo, de forma bastante pesada incluso para mí, que en estos tiempos que corren es más necesaria que nunca una literatura política, que no solo hable del mundo en que vivimos, sino que quiera intervenir sobre él (aunque lo haga, insisto siempre también, desde géneros o técnicas no realistas, como la fantasía, la ciencia ficción, el terror...). De hecho esta necesidad de literatura política no viene de ahora, sino de la crisis política y económica del 2007-2008, cuyas consecuencias aún soportamos, aunque se haya hecho más acuciante en los últimos años con el ascenso de la extrema derecha global. (Sobre esto habla, aplicado a la literatura española, David Becerra Mayor en Después del acontecimiento, ensayo que espero también reseñar algún día).
 
Pues bien, Limpia de Alia Trabucco Zerán no forma parte de la literatura española sino de la chilena pero es, sin duda, literatura deliberada y furibundamente política. 
 
En Limpia la narradora y protagonista es Estela, criada interna de una familia adinerada de Santiago de Chile. Encerrada en un cuarto que pronto entendemos que es una sala de interrogatorios en dependencias policiales, Estela narra a un público invisible, oculto al otro lado del cristal reflectante, las circunstancias de la muerte de la niña a la que cuidaba desde su nacimiento, siete años antes. Esto no es un spoiler, la propia narradora lo cuenta en la segunda página de la novela, porque como en las tragedias (o como en la Crónica de una muerte anunciada), lo que interesa no es el desenlace, sino comprender el modo en que se llega hasta él. De hecho, es notable la forma como la autora consigue mantener la tensión y crear suspense, a pesar de que conozcamos el desenlace, a través de anuncios, indicios, premoniciones, que desde el principio parecen indicar la presencia de un desastre inminente (aunque este desastre solo llegue doscientas páginas después).
 
Y este largo y sinuoso camino hasta el desenlace es un retrato de las diferencias de clase entre una mujer del sur del país, hija de madre soltera, sin medios, que tiene que trabajar para mantener a esta misma madre después de una caída. La narración, que tiene este origen policial, se amplifica sin embargo, como si la narradora jugase con la paciencia de sus oyentes, con innumerables detalles de su rutina diaria en casa de los "señores", con recuerdos de una infancia de privaciones con su madre, o de otras reflexiones sobre el mundo, sobre los seres humanos, sobre la realidad o sobre el lenguaje. (De hecho, la narradora provoca algunas veces a sus oyentes utilizando palabras cultas y preguntándoles si les extraña que una criada hable bien; luego sabremos que su madre solía llevarle libros de la casa de sus "señores"). 
 
Decía antes que esta es una novela política, y lo es en dos sentidos igualmente evidentes (quizás incluso demasiado evidentes en algún sentido, y para algunos lectores). El primero, obviamente, es que esta novela es una representación de las escandalosas diferencias de clase, en un país con una desigualdad social particularmente acentuada: la familia acomodada (él, médico; ella, empleada de una maderera), en su casa de lujo con cuarto para la criada, piano para la niña, piscina; y ella, la empleada interna, discreta, "limpia" (como dice el título), con la cual los señores pueden permitirse ser generosos o crueles (aunque la propia narradora aclara varias veces que "los señores siempre fueron buenos" con ella), siempre desde una posición de marcada superioridad clasista. 
 
El segundo sentido en el que esta es una novela política es por la imbricación de la historia, sobre todo en el tercio final, con el contexto del "estallido social" de Chile de los años 2019 y 2020, provocadas por un aumento del precio del transporte en la capital, pero que naturalmente nacían de un malestar y una indignación sociopolítica más profundas. Así, la rabia y la conciencia de clase que Estela demuestra en sus palabras y en sus actos, en la forma como habla (o no habla) con sus señores, o en el modo como solo establece relaciones afectivas con una perra callejera o con el empleado de la gasolinera. 
 
Limpia es por lo tanto una muy buena novela en dos niveles: en el nivel literario, está muy bien escrita (aunque se le podría reprochar, quizás, el ser demasiado morosa y algo repetitiva en ciertos momentos); en el nivel político, es un artefacto de intervención potente y directo, no excesivamente sutil pero efectivo. Muy recomendable. 

martes, 23 de septiembre de 2025

Iñaki Gil: Arde París

Idioma original: castellano

Año de publicación: 2023

Valoración: Está bien


Es probable que ocurra en casi todos los países, al menos en Europa, pero pienso que en nuestro vecino del norte la encrucijada histórica y política se manifiesta ahora mismo con una crudeza especial. La alta tasa de inmigración y su concentración en lugares muy concretos, la desertización industrial de amplias regiones, y la tendencia creciente a apostar por los populismos han convertido Francia en un polvorín donde chocan cada vez con más fuerza antagonismos clásicos y modernos: grandeur y déclinisme, europeísmo y nacionalismo, extremismos mutantes, la tierra de asilo y el gran reemplazo, el laicismo republicano y los fanatismos más feroces.

El periodista Iñaki Gil, durante años corresponsal en París y por tanto se supone que buen conocedor de la realidad francesa, ofrece un repaso a las circunstancias sociales y políticas que conducido a la situación actual, lo que, con sesgo digno de clickbait, llama la Nueva Revolución francesa. Con un orden expositivo algo cuestionable, empieza centrándose en la inmigración, que ha ido creando ghettos en los extrarradios de las principales ciudades, y muy especialmente en París. Jóvenes de segunda y tercera generación, junto con los recién llegados, forman enormes colectivos con problemas obvios de identidad cultural, a veces seducidos por el integrismo islámico, y casi siempre sin ninguna perspectiva de futuro. De todo ello se siguen problemas graves de inseguridad y, claro está, la aparición de la extrema derecha lanzando la caña, asuntos todos ellos que más adelante se irán tocando parcialmente.

Al mismo tiempo (no soy capaz de decir si como causa, como consecuencia, o al margen) la desaparición/distorsión de las ideologías, fenómeno de alcance mundial, deja a los electores a merced de los populismos (demagogia, soluciones fáciles a problemas complejos), y a los partidos tradicionales prácticamente fuera de combate, o de alguna manera autoexcluidos, que también. En esta confusión surgen movimientos autónomos muy potentes, algo muy francés, como el de los chalecos amarillos, muestra clara de descontento social que derivó en episodios de violencia. 

Estas son algunas impresiones personales sobre el tema, solo en parte apoyadas en el texto. Porque, aunque en principio pudiera pensarse lo contrario, no hay que pretender buscar en el libro una elaboración teórica coherente sobre la situación social y política francesa. En realidad se trata más bien de apuntes sobre cuestiones más o menos inconexas, donde tienen cabida demasiados chascarrillos (las amantes de los últimos presidentes, las peculiaridades del matrimonio Macron, la familia Le Pen y sus ramificaciones), contado todo ello con un lenguaje muy periodístico, rápido y directo, que bordea a veces el amarillismo. Este estilo, que puede tener un pase en el ámbito de la prensa (depende de gustos), me parece que entona claramente peor en un libro, que en mi opinión pediría más reflexión y elaboración que acumulación de cifras, datos demoscópicos o detalles vistosos. Y claramente la falta profundidad y un mínimo de estructura expositiva.

Sin perder de vista estas carencias, y pasando un poco por alto informaciones irrelevantes, la verdad es que la lectura del libro aporta algunos datos con los que completar la idea que podamos tener sobre la situación política y social más allá de los Pirineos. Hablamos de un país complejo, uno de los pesos pesados de Europa, con algunos valores firmemente asentados aunque interpretados de formas muy divergentes, donde las pugnas fundamentales del siglo se están manifestando con mayor fuerza, y cuyo futuro, en un plazo no lejano, podría abrir a sus vecinos puertas que a lo mejor deberían permanecer cerradas.


lunes, 22 de septiembre de 2025

Mariana Enríquez: Cómo desaparecer completamente

Idioma original: Español
Año de publicación: 2004
Valoración: Está bien

Aunque Cómo desaparecer completamente no es la mejor obra de Mariana Enríquez, supone una grata lectura para sus incondicionales, ya que exhuda esa querencia por lo oscuro que tanto caracteriza a la autora argentina, así como su afán por dar voz a los marginados y su voluntad de retratar (sin endulzarlos en el proceso) temas como la pobreza, violencia y pesimismo subyacente en Argentina.

Sigue los pasos de Matías Kovac, un joven solitario y desidioso de dieciséis años que necesita escapar de su hogar, su familia y su país. Vive en una casa a medio hacer con una madre obesa y religiosa a la que detesta, una hermana medio loca (deformada por un intento de suicidio fallido tras el asesinato de su novio traficante), el hijo traumatizado de éstos y Lucía, la cuidadora de la convaleciente. El padre de Matías, que abusó de él durante años, los abandonó sin llegar a pagar las consecuencias de su crimen. Su hermano Cristian no ha contactado con él desde que se largó a Barcelona. 

Ya habréis intuido que Cómo desaparecer completamente es una novela de aprendizaje durísima. Sin resultar tan indigesta como otras obras que abordan temas como la soledad, la pobreza, las familias disfuncionales o el abuso infantil, requiere algo de estómago al lector. 

Su prosa es sencilla, perfecta para reflejar la honestidad y crudeza de lo narrado, así como para mimetizarse con la atribulada y depresiva mente de Matías. Su argumento también es sencillo, pero capaz de mantener el interés a lo largo del relato y albergar un par de ideas brillantes.

Los reproches que le haría al conjunto son dos: que no alcanza la calidad a que nos tiene acostumbrados la escritora argentina y que a ratos se antoja un tanto reiterativo. 

Resumiendo: aunque Cómo desaparecer completamente es fruto de una Mariana Enríquez imberbe, la novela ya apunta maneras, por lo que deleitará tanto a los incondicionales de su autora como a lectores más casuales (siempre y cuando no les intimiden las temáticas exploradas, claro).


También de Mariana Enríquez en ULAD: Aquí

domingo, 21 de septiembre de 2025

Ron Kovic: Nacido el 4 de julio

Idioma original: Inglés 
Título original: Born on the Fourth of July
Año de publicación: 1976
Traducción: Ernesto C. Gardiner
Valoración: Bastante recomendable

No te preguntes lo que tu país puede hacer por ti, pregúntate qué puedes hacer por tu país. ¡Frasecita envenenada donde las haya, eh! Porque lo que parece (y quizá fuera dicho en ese sentido) una llamada al bien común encierra otra vertiente, la de convertir a toda una generación en carne de cañón en nombre del "sacrificio por la patria", de la "lucha contra el comunismo internacional", de los "valores norteamericanos" (de esos que bombardeaban con napalm paupérrimas aldeas vietnamitas), etc.

Es en esa contradicción y en la toma de conciencia por parte del autor del libro donde se sitúa el centro de este Nacido el 4 de julio, autobiografía de Ron Kovic que por ese motivo puede ser leída como una novela de formación y como la crónica de una generación perdida (somos una generación de violencia y locura, de indios muertos y vaqueros borrachos, de cañones de hierro llenos de cerillas).

Tres son los aspectos más destacables de este Johnny cogió su fusil del Vietnam, en el que se enfrentan los intentos de olvidar y la necesidad de contar:
  • su vertiente sociológica / antropológica. Los valores americanos, el sacrificio, la patria, el honor, la obligación de triunfar, la ultracompetitividad en casi cualquier ámbito, etc y eso de "de aquellos polvos, estos lodos".
  • el estilo y el ritmo en los capítulos centrados en la guerra. Frases breves y punzantes, como disparos de ametralladora, y ritmo casi cinematográfico para una narración cruda y sin artificios, pero impactante.
  • la alternancia de la primera y de la tercera persona, que separa a un Kovic de otro, que marca distancias. Puede parecer un recurso "fácil", pero es efectivo. 
Entre lo que menos me convence del libro están el excesivo peso de los recuerdos de infancia de Kovic, que resultan algo reiterativos en la construcción de la atmósfera de la época, y el exagerado protagonismo de las obsesiones sexuales. 

Pese a esto último, Nacido el 4 de julio es una más que interesante crónica y testimonio de un momento histórico y de un lugar no tan lejanos en el tiempo y en el espacio como podría parecer. Al fin y al cabo, 50 años después, jóvenes y no tan jóvenes siguen siendo carne para una picadora insaciable ante la indiferencia generalizada, los "otros", como en cualquier conflicto, siguen siendo deshumanizados, etc, etc. Y ahora, abrimos comentarios y paraguas, por si acaso.

sábado, 20 de septiembre de 2025

Hans Magnus Enzensberger/Jorge Herralde: Correspondencia 1971-2005

Idioma original: español
Año de publicación: 2025.
Valoración: muy interesante

Puede que libros como este  Correspondencia tengan, a priori y ya es decir, un público limitado. Para empezar, conocer a las dos figuras literarias que son sus responsables ya implica cierto grado de interés no solo en las obras, en los libros,  sino también en los entresijos que involucran la génesis de éstas, el contexto en el que se incrustan, la sociedad (local y global) que las alumbra y cómo evoluciona, acompaña e interacciona, en un proceso que se autoalimenta. 

Quizás me he olvidado una escueta presentación, que algunos puede que consideren redundante e innecesaria. Hans Magnus Enzensberger, fallecido en 2022, fue un ensayista alemán cuya figura y obra, bastante variada y extensa, fueron claves en la época de post-guerra, al alternar espíritu crítico y una postura más reflexiva que creativa sobre el panorama europeo de la segunda mitad del siglo XX. Esos intelectuales incómodos que solían encarnar los prominentes sectores del escepticismo ante la forzada disyuntiva entre  bandos que los europeos debían afrontar.

Jorge Herralde, al que tuve el enorme placer de entrevistar en este blog, es el fundador de Anagrama, editorial que inició su andadura en los inciertos tiempos del tardofranquismo, y que tuvo el atrevimiento de empezar a publicar traducciones de autores de ideología abiertamente izquierdista, con el dictador aún vivo (y con su grotesca censura activa aunque desorientada).

Correspondencia recurre a los archivos de Herralde, tanto físicos como electrónicos, y recoge tres décadas de escritos que van desde lo funcional - meros intercambios relacionados a veces con rutinas logísticas como reservas de vuelos y hoteles, anécdotas de cuestiones técnicas relativas a planes de publicación, traducciones, trabajos en curso - hasta lo personal, dada su afinidad, pues hablamos - no creo que este sea el único caso- de un editor con una enorme implicación social y política, de un defensor a capa y espada de la diversidad ideológica y, una de las bazas del libro, de ese trasfondo temporal que va del 1971 al 2005, momentos de gran importancia en el estado español. Ya no era solo cuestión de sortear la censura, que tuvo a la editorial en su punto de mira y que se encargó de ponerle trabas que en más de un momento pusieron en peligro su viabilidad y su continuidad. Los mensajes. casi en clave, sobre la tímida apertura política, sobre la evolución de la salud de Franco, sobre los movimientos contestatarios que cada vez eran más difíciles de acallar, de contener, de reprimir, representan una trama de fondo que añade a la pura y placentera experiencia lectora un factor extra de excitación, de emoción casi juvenil que se revela entre líneas de manera traviesa y vehemente. Apenas una hora de lectura que podría definirse como mucho más profunda y reveladora de lo que parece a primera vista.

Más obras de Enzensberger reseñadas en ULAD: aquí

Y de Herralde:  aquí

 

viernes, 19 de septiembre de 2025

Rebecca Solnit: El camino inesperado

Idioma original: inglés
Título original: No Straight Road Takes You There
Traducción: Elisabet Ràfols Segués en catalán para Angle Editorial y Clara Ministral Riaza en castellano para Lumen
Año de publicación: 2025
Valoración: recomendable

Que Rebecca Solnit es una de las intelectuales más importantes del momento (o de la última década) es algo innegable y su activismo latente se plasma en cada una de sus obras, ya sea sobre el feminismo, la igualdad social o la crisis climática. Todos sus libros están interconectados en los diferentes aspectos que nos conciernen como sociedad, con una particularidad que no siempre se encuentra en los ensayos escritos en la actualidad: la esperanza de lograr un mundo mejor.

Con la mirada siempre abierta, optimista y propositiva de la autora estadounidense, y con un subtítulo de “Artículos para un terreno accidentado” que previene ya de entrada sobre la dificultad del cambio, Solnit recopila una serie de artículos en los diferentes medios en los que colabora en los que nos habla de los diferentes problemas con los que nos estamos encontrando. De esta manera, ya en el prólogo que abre el libro, la autora nos habla del cambio y de aquello que lo promueve; sus efectos indirectos y la belleza en su complejidad, sus redes de relaciones y causalidad reconociendo que «muy a menudo el cambio empieza en la periferia, con movimientos y pensadores inicialmente menospreciados, aunque a medida que progresa a menudo se mueve hacia el centro para completar su trayecto bajo los focos que iluminan los centros de poder» afirmando a su vez que «las categorías demasiado a menudo se convierten en el lugar donde el pensamiento muere». Por ello, la autora defiende trabajar en los márgenes y rechazar el futuro que nos viene dado por unas probabilidades, pues «lo más probable sucede a menudo, pero lo improbable pasa suficientemente a menudo para que no se descarte» sosteniendo de esta manera la importancia del título del libro pues es en el camino inesperado donde podemos encontrar aquella que despierte un cambio, ya sea de mentalidad, de perspectiva o de enfoque.

Con este propósito, a lo largo de los poco más de veinte artículos de corta extensión recopilados en este libro la autora nos habla sobre la crisis climática afirmando con pesar que «dejamos atrás el viejo mundo que conocemos, cuya estabilidad podemos recordar como un gesto de gran amabilidad» pero retándonos a la vez al reclamar que «como refugiados que nos vamos de un lugar, nosotros nos vamos de una época. ¿Qué tendríamos que llevarnos con nosotros? (…) los que estamos vivos debemos convertirnos en puntos de referencia (…) si no recordamos cómo eran las cosas, no podremos esforzarnos en restaurar aquello que se ha roto». 

En sus múltiples análisis y reflexiones, la autora nos habla sobre el auge (¿podemos seguir hablando de auge como si fuera algo nuevo?) de la ultraderecha y sus habituales quejas por ser criticada a los que Solnit sabiamente replica que, ellos la única opresión que sufren es «impedir la libertad de oprimir»; también critica el turbocapitalismo, la masculinidad nociva, el aborto y sus cuestiones económicas subyacentes, el cambio climático, el feminismo, la democracia y tantos otros temas que son de actualidad y motivo de análisis y discusión.

Por todo ello, se trata de un libro interesante pues, en gran medida, analiza la sociedad y la actualidad de manera amplia y en sus diferentes aristas que chocan con las inquietudes sociales. Con la humildad desde la que afirma que «saber que no sabemos es a menudo una forma importante de conocimiento y hasta incluso de sabiduría, y no tendría que sustituirse nunca por la ilusión del conocimiento», la autora plasma un entramado de reflexiones interesantes con un enfoque claro: partir de los cambios promovidos por pequeños actos puntuales y ver donde nos llevan. Así lo rubrica con un título que hace referencia y honora los caminos por los que uno transita a nivel intelectual que puede que parezcan secundarios, que no siguen la estela de lo que sería el camino principal, pero que dan lugar e invitan a adentrarse en terrenos que, a la postre, suscitan pequeños cambios a priori imperceptibles o irrelevantes pero que conforman el punto de partida de grandes transformaciones. Solnit es una clara defensora del atrevimiento en adentrarse en terrenos desconocidos para explorar nuevas formas de pensamiento que den lugar a paisajes inexplorados que permitan ampliar el horizonte de nuestras ambiciones y luchas.

jueves, 18 de septiembre de 2025

Naoki Matayoshi: Hibana (Metaentrada)

Idioma original: Japonés

Título original: Hibana (火花)

Traducción: Pendiente

Año de publicación: 2015

Valoración: Recomendable

Tengo sentimientos encontrados respecto a este libro.

Hibana es la novela más vendida del siglo XXI en Japón y uno de los mayores bestsellers de la historia del país. Algo raro ya que no es una novela juvenil, thriller o de romance. Una pregunta que surge de inmediato al conocer este dato es: ¿por qué aún no se ha traducido al español? (Otro libro de Naoki, Érase una vez un libro, ya fue publicado en español por la editorial Plaza & Janés). El hecho de que esta novela haya conmovido a millones de japoneses basta para justificar una reseña exhaustiva en este blog, aunque todavía no se pueda leer en el idioma de Sor Juana Inés de la Cruz (no voy a decir Cervantes hasta que no devuelvan el oro).

¿De qué trata el libro?

Hibana es, en esencia, una novela de formación. El protagonista, Tokunaga, es un joven comediante en los comienzos de su carrera. En una de sus presentaciones conoce a Kamiya, un humorista más experimentado que termina convirtiéndose en su mentor. La novela relata el ascenso y caída de Tokunaga en el despiadado mundo del showbiz. Kamiya ejerce como consejero, pero su personalidad excéntrica y su purismo respecto a la comedia generan más problemas que certezas en Tokunaga, cuyo objetivo último es convertirse en un comediante exitoso.

Esta no es una historia feliz; el tono general de la novela se inclina más hacia lo agridulce.

A medida que avanza la historia, la relación entre Tokunaga y Kamiya se convierte en el eje de la novela. Kamiya, con su visión radical y casi ascética de la comedia, insiste en que el humor debe ser un arte puro, aunque ello signifique sacrificar fama, dinero e, incluso, la estabilidad personal. Tokunaga, por su parte, admira a su mentor, pero se siente atrapado entre la necesidad de sobrevivir en la industria del entretenimiento y el idealismo extremo de Kamiya.

El contraste entre ambos personajes es lo más destacable de la novela: mientras Tokunaga lucha por abrirse camino y alcanzar un reconocimiento que parece siempre esquivo, Kamiya se hunde en la marginalidad, víctima de sus propias obsesiones y de un mundo que no tiene lugar para un comediante incorruptible. El resultado es una relación ambivalente, de respeto, frustración y, finalmente, desencanto.

La novela no solo muestra las dificultades del oficio de comediante, sino también la precariedad de las relaciones humanas cuando están atravesadas por la ambición y la necesidad de encontrar un sentido a la propia vida. En ese sentido, Hibana se acerca más al retrato existencial que a una simple narración sobre la comedia y el espectáculo

¿Por qué no se ha traducido al español? Una conjetura.

Se suele decir que el género literario más difícil de traducir es la poesía. Yo discrepo. ¿Alguna vez han intentado contar un chiste en otro idioma? Es una experiencia frustrante: el simple hecho de tener que explicarlo hace que pierda todo sentido. La comedia me parece más intraducible aún que la poesía. Todos los elementos que la sostienen: el ritmo del idioma, las referencias locales, los juegos de palabras, los matices metalingüísticos; se diluyen al pasar de una lengua a otra. 

Si ya resulta una empresa heroica escribir con humor y conseguir que funcione en la lengua original, trasladarlo con fidelidad a otra es una tarea inconcebible. No es casualidad que muchas editoriales desistan de publicar novelas centradas en la comedia: más allá de la fama en su país de origen, la recepción internacional puede quedar gravemente comprometida. Hibana, una obra profundamente enraizada en la cultura de la comedia japonesa, enfrenta este obstáculo de manera radical. Para traducirla se necesitaría recrear los códigos culturales por completo.

Quizás esa sea una de las razones por las cuales la novela aún no ha llegado al español. Aunque, a mi parecer y de manera paradójica, esta misma dificultad es lo que hace que Hibana resulte fascinante: es un testimonio literario de un mundo que resulta prácticamente intraducible. Para muestra, un botón: Hibana fue traducida al inglés con el nombre de “Sparks”. Resultado, es una mierda (no, en serio, es horrible). He visto los comentarios en goodreads a la edición en inglés, hecha por lectores que desconocen el japonés, y muchos coinciden en que la novela es incomprensible, por decir lo menos.

¿En qué difiere el humor japonés del de los países hispanohablantes?   

(Como premisa, discutible pero no aquí, el humor en España y Latinoamérica es muy similar. Salvo gustos personales, se puede disfrutar por igual de un standupero colombiano, de una película española o de una batalla de freestyle en México).

Dejando de lado el humor escatológico o el slapstick que alimenta el estereotipo televisivo japonés de concursos y caídas aparatosas, la principal diferencia está en el peso que tiene el lenguaje mismo en la construcción de la risa. El humor japonés tiende a apoyarse en la sonoridad de las palabras, en los homónimos (los cuales abundan debido al menor número de fonemas en comparación con el español) en los dobles sentidos y en las expresiones regionales. El “chiste” no siempre se formula como una historia con remate, sino como un quiebre lingüístico que depende del timing y de la complicidad cultural. En este sentido, lo gracioso no se encuentra tanto en lo que se cuenta, sino en cómo se dice.

Dentro de esa tradición, el manzai ocupa un lugar central. Es una forma de comedia en dúo que remonta sus orígenes al período Edo, pero que se consolidó en el siglo XX con el auge de la televisión. En el manzai hay siempre dos figuras: el boke, encargado de decir disparates o cometer errores, y el tsukkomi, que corrige con brusquedad y devuelve la lógica al diálogo. Lo fascinante de esta dinámica es que el humor surge del ritmo vertiginoso del intercambio, de la precisión con que se encadenan los malentendidos y las réplicas. Un espectador japonés capta inmediatamente las sutilezas de esa cadencia. El boke y el tsukkomi deben estar perfectamente sincronizados; cualquier desfase arruina la risa. A diferencia de la stand-up comedy anglosajona o hispana, donde un solo comediante controla el ritmo y la tensión, en el manzai esa responsabilidad se reparte entre dos, generando una tensión dialéctica constante: la estupidez contra la cordura, el caos contra el orden, lo absurdo contra lo lógico.

Además, el manzai suele estar cargado de referencias locales, acentos regionales y giros idiomáticos que refuerzan la comicidad. Un boke de Osaka no suena igual que uno de Tokio, y para el público japonés esas diferencias son parte esencial de la experiencia humorística. Esto hace que la traducción sea doblemente complicada, no basta con trasladar las palabras, habría que recrear el mismo efecto de extrañeza y familiaridad en un público que no comparte esos códigos.

El declive del dúo cómico… salvo en Japón

En otras latitudes, la comedia en dúo parece una reliquia del pasado. Hubo épocas en que el formato era popular: basta recordar a Laurel y Hardy en el cine clásico, o a Chon y Chano en México, referentes del humor popular en la primera mitad del siglo XX. En España también existieron parejas célebres, como Tip y Coll, que durante décadas dominaron la televisión con su humor absurdo y minimalista. Pero con el tiempo, este estilo fue perdiendo vigencia frente al auge del stand-up, más flexible y adaptable a públicos diversos. Hoy, lo habitual es que un comediante se sostenga por sí mismo, dueño del escenario y de la palabra, sin necesidad de un compañero que marque el contrapunto. (Sin embargo, a raíz de la pandemia, los podcasts de comedia tuvieron un auge, donde el humor basado en conversaciones más o menos absurdas entre una pareja de personalidades disímiles (volviendo a la idea del straight man y del funny man) recobró su popularidad (por ejemplo: Bad friends, con Andrew Santino y Bobby Lee).

En Japón, en cambio, la tradición del dúo no solo se ha mantenido, sino que se ha consolidado como uno de los pilares de la cultura humorística. El manzai sigue siendo un formato central en festivales, concursos televisivos y programas de variedades. Programas como el M-1 Grand Prix, que desde el año 2001 premia al mejor dúo de comediantes del país, son auténticos fenómenos mediáticos seguidos por millones de espectadores. Y lo más sorprendente: la cantera de jóvenes manzaishi no deja de renovarse. Cada año surgen nuevas parejas con estilos frescos que van desde lo clásico hasta propuestas más experimentales, lo que demuestra que el manzai no es una reliquia, sino una tradición viva que dialoga con la contemporaneidad.

Esa vitalidad explica por qué una novela como Hibana logra conectar con un público masivo en Japón: no habla de un arte en vías de extinción, sino de una práctica cotidiana, cargada de resonancias emocionales para cualquier espectador que alguna vez se haya reído con un dúo cómico en televisión o en vivo. Tokunaga y Kamiya encarnan, en la ficción, esa tensión entre mantener vivo un género centenario y adaptarlo a un presente que exige novedad constante.

Conclusión

Más allá de sus debilidades narrativas, Hibana es un libro que no puede leerse únicamente desde criterios literarios. Su impacto cultural en Japón fue inmediato: millones de ejemplares vendidos, una adaptación a película y serie de Netflix (si quieren ver alguna, les recomiendo la serie; la película no vale la pena), discusiones sobre el sentido de la comedia como profesión, e incluso un redescubrimiento del manzai entre audiencias jóvenes. En ese contexto, la novela funciona como un espejo generacional; refleja las aspiraciones y frustraciones de quienes dedican su vida a un oficio que exige entrega total y, al mismo tiempo, condena a la precariedad y al anonimato a la gran mayoría de sus practicantes.

Sin embargo, cuando se la saca de ese marco cultural, Hibana se enfrenta a sus limitaciones. La escritura de Matayoshi es correcta, incluso sensible en algunos pasajes, pero carece de la densidad narrativa que uno esperaría de una obra con tanta resonancia social. Además, las reflexiones filosóficas que se ponen en voz de Kamiya pueden ser algo superficiales. El manzai está presente como tema, pero no siempre como forma; el humor se describe más de lo que se encarna en el texto. Y el desenlace, anticlimático y absurdo, se siente más plano que revelador.

En resumen, Hibana es una novela cuya relevancia radica tanto en el fenómeno cultural que generó como en su valor literario. Puede que no sea una obra maestra en sentido estricto, pero sí es un documento único sobre una tradición cómica que sigue viva en Japón y que aquí adquiere un inesperado tono elegíaco. Dicho lo anterior, diría que el libro merece, al menos, la curiosidad de todo lector interesado en comprender qué mueve a reír (y a llorar) a una sociedad tan distante y, a la vez, tan próxima como la japonesa.

miércoles, 17 de septiembre de 2025

Giovana Madalosso: Suite Tokio

Idioma original: Portugués
Título original: Suíte Tóquio
Traducción: Diego Cepeda
Año de publicación: 2020
Valoración: Recomendable

Suite Tokio es una novela coral. Dos mujeres se alternan para narrarla en primera persona: Maju (niñera que se lleva consigo a Cora, la hija de cuatro años del matrimonio para el que trabaja) y Fernanda (madre de la pequeña ahogada por la vida doméstica, cuyo matrimonio se desmorona y halla refugio en su empleo como productora ejecutiva y en una aventura con una documentalista excéntrica).

La premisa de Suite Tokio, que a mí me ha recordado vagamente a la de la novela francesa Canción dulce de Leila Slimani, es la siguiente: un día, Maju secuestra a Cora. Tiene 44 años, al igual que Fernanda, y aunque cobra un sueldo decente, por culpa de su empleo como niñera interna vive prácticamente encerrada en una casa ajena, ha perdido a su pareja y se le ha pasado la oportunidad de ser madre de una hija propia.

El tema principal de Suite Tokio es, por supuesto, la maternidad: la biológica pero distante, encarnada por Fernanda, y la circunstancial pero afectiva, derivada del cuidado, encarnada por Maju y Cacá, el padre de Cora. «Un deseo que toda madre ha sentido, que su hijo desaparezca. Que muera por unos segundos», página 40. «Cacá tenía un don para la vida doméstica; había nacido para cuidar. Cuidar de lo que fuera, de los cactus, de nuestras jardineras, de Cora, de mi madre, de nuestros amigos, de la remodelación del apartamento, de nuetras cenas, de la receta de la cena. Yo no podría hacer todo lo que él hacía ni aunque quisiera, por lo menos no con la misma levedad (...). Y entendía que, de la misma manera en que yo debía ir lejos para florecer, él debía encorvarse sobre las pequeñas cosas», página 59. «Tener un hijo era una paliza tan fuerte que lanzaba a cada una a la esquina del ring, con estrellas volando en torno a la cabeza. Las madres se resbalaban en extremos, sin saber quiénes eran. O se anulaban sexualmente o su deseo se recrudecía. O se sumergían en el trabajo o no sabían qué más hacer con la vida (...). Tan inseguras en su tarea de madre que debían implosionar a sus semejantes. (...) Al descalificar a la otra, atenuamos nuestra sensación constante de ser pésimas madres», página 149. «Yo le había cogido cariño a Cora de una manera que nunca me había pasado con otros niños. (...) Pensé que ese amor prohibido de bebé y nana también era culpa de doña Fernanda. Ella había dejado a su hija en un rincón de la vida, y ahí en el rincón estaba yo», página 161. «Solo parí a Cora. Para ser madre, una persona tiene que adoptar al hijo después de que nace. La madre eres tú. Y Maju», página 219.

Otros temas, con menos peso que la maternidad, pero igual de relevantes, orbitan Suite Tokio:

  • El amor. «Tal vez las pasiones (...) sean devastadoras (...) porque enamorarse de otro es enamorarse de una nueva posibilidad de una misma», página 139.
  • El deseo femenino.
  • La desigualdad de clases. «Sé que mi abu Brígida me amaba porque hacía todo por mí, pero nunca escuché de su boca un te amo, nadie dice eso en el campo, es como si el amor fuera una cosa demasiado delicada para nosotros, una caja de bombones con papel de seda que solo algunas manos pueden abrir», páginas 143-44.
  • La alineación producida por las expectativas de género, sociales y culturales, etc... «Me quedé pensando de dónde venía la rabia que mi hija sentía por mí. Una rabia por ser subyugada, tal vez la misma que yo sentía por estar subyugada al papel de madre. Y Cora lo notaba. (...) Ella incluso debió percibir mi angustia por una decisión que también le afectaba. En esos días había recibido una oferta del canal de televisión en el que trabajaba para (...) volverme productora ejecutiva (...). Primero dije que no (...). Pero, claro, no estaba en paz con mi decisión. Era un cargo que quería y entendí que ser madre frustrada era un pésimo negocio (...)», página 41.

En fin: de Suite Tokio me ha gustado su prosa, la tensión creciente de su argumento, sus personajes (incluso los secundarios tienen algún rasgo memorable) y sus reflexiones. No me extraña que la novela quedara finalista del Premio São Paulo de Literatura y del 63º Premio Jabuti.

martes, 16 de septiembre de 2025

Reseña interruptus: La península de las casas vacías de David Uclés

Idioma original: 
español
Año de publicación: 2024
Valoración: N/A
 
A estas alturas, creo que no cabe duda de que, en lo que se refiere a la narrativa española, La península de las casas vacías es uno de los libros del año, si no el libro del año (aunque se publicase al final del anterior). Ha ganado ya unos cuantos premios, y apostaría algo a que también va a ganar el Premio Nacional de Narrativa de 2025, por aclamación popular, como pasó con Patria de Fernando Aramburu. Por lo que se lee en internet (quizás, al menos en parte, como estrategia de promoción editorial), también el público está encantado con el libro, y su autor no para de dar entrevistas y ser protagonista y autor de artículos y reportajes. 
 
Bueno, pues a mí no me ha gustado. Ya está. Ya lo he dicho. De hecho, según lo que me dice el eReader, leí el 33% de la novela (aunque hojeé hasta la mitad, porque quería llegar al "Interludio") antes de abandonarla. Para ser justo, porque no he leído la novela entera, no le voy a dar valoración, pero intento explicar a continuación los aspectos que me han llevado a abandonarla, entre aburrido e indignado. 
 
Como soy un chico muy limpio y ordenado, organizaré estas ideas en cinco apartados:
  1. Realismo mágico
  2. Novela histórica
  3. Técnicas narrativas
  4. Iberismo
  5. Ideología
 
1.- Realismo mágico
Casi lo primero que se dijo sobre esta novela (y que el autor ha repetido luego hasta la extenuación) fue que contaba la Guerra Civil desde el prisma del realismo mágico. Y esto se decía con admiración, casi con alivio. "¡Por fin alguien cuenta la Guerra Civil desde el prisma del realismo mágico!", parecían decir, como si fuera algo que necesitásemos más que el comer. Personalmente, no veo muy bien la necesidad de aplicar una técnica desarrollada hace unos sesenta años en otro contexto literario y cultural, para contar el trauma histórico de la Guerra Civil. Ojo, a tope con la polinización cultural, no estoy hablando de que no se puedan recibir y asumir influencias, pero presentarlas como lo más nuevo de lo nuevo, como la salvación de la narrativa española, no me convence.
 
Por otra parte, esto del realismo mágico es la primera de las varias cosas de la novela que me parecen mal cocinadas o mal digeridas. De hecho, las primeras treinta páginas de novela son tan García Márquez que García Márquez podría cobrar derechos si todavía estuviera vivo. Tenemos ahí el complicadísimo árbol genealógico de los Buendía... perdón, de los Ardolento, seguido de varios capítulos en los que el nacimiento de un niño se relaciona con diferentes eventos sobrenaturales. Imaginación no le falta al autor, no lo niego, pero en conjunto todo este aspecto de la novela es tremendamente "derivativo", como dicen en inglés.

Porque es que, además, el realismo mágico nace precisamente (o así lo defiende al menos Gabo, y la crítica especializada) de una particular visión del mundo, en la cual este tipo de fenómenos sobrenaturales son asumidos como parte de la propia realidad, que no se rige por las fronteras y definiciones racionalistas europeas (como explica el concepto de lo "real maravilloso" de Alejo Carpentier). En cambio, la sensación que da aquí es que tenemos técnica sin esencia, fuegos artificiales literarios que no transmiten una particular visión del mundo. Es verdad que la novela también incluye elementos que cabría describir como "costumbristas", en que se describen con un tono casi etnográfico diferentes costumbres y creencias de la comunidad de Jándula, pero estas son claramente diferentes y diferenciadas de los elementos inverosímiles o irreales, que carecen de esta contextualización cultural. Además, estos elementos son identificados como claramente sorprendentes o increíbles, al contrario de la naturalidad con la que se cuenta cómo Remedios la Bella asciende a los cielos mientras cuelga la colada en Cien años de soledad.

2.- Novela histórica
La segunda capa que compone el entramado de La península... es la del género de la novela histórica. Este género se caracteriza por reconstruir momentos de un pasado más o menos lejano, normalmente de la historia nacional, centrándose en un conjunto de personajes reales o ficticios, comunes o heroicos, y entrelazando los planos individual y colectivo. 
 
Bueno, pues este es otro molde genérico que me parece mal digerido en esta novela. 
 
Como también dicen todas las reseñas y entrevistas, esta novela narra la historia de la descomposición y aniquilación de la familia Ardolento durante la Guerra Civil. Lo individual (la familia) y lo colectivo (la Guerra Civil), por lo tanto; se diría que vamos bien. El problema es que ambos planos parecen fluir casi en paralelo, escasamente integrados, y de hecho hay varios capítulos (que en ocasiones se disfrazan como "augurios" de la tía Eva) en la que se nos va narrando, de forma un poco escolar, los acontecimientos históricos en que se sitúa la acción. También hay capítulos en los que se nos habla de Franco y su estrategia militar o política, de diferentes batallas o acontecimientos de la Guerra Civil (volveré a esto más tarde), pero estos capítulos no se relacionan directamente con la acción ni con la historia de los protagonistas.
 
Quizás como consecuencia de esto, debo decir (y que me perdonen todos los lectores a los que esta novela les ha emocionado) que las aventuras y desventuras de los Ardolento no han conseguido atraparme en absoluto. Quizás sea por la multitud de personajes, por la narración fragmentaria y distanciada (también vuelvo a esto a continuación) o porque simplemente no me han parecido particularmente apasionantes, pero no he conectado con el destino de los personajes ni me ha importado demasiado lo que les iba sucediendo. En resumen, que ni la parte colectiva ni la individual me han parecido particularmente logradas, y la ligazón entre ambas simplemente no existe o no es suficientemente fuerte.
 
3.- Técnicas narrativas
Como decía en el párrafo anterior, a los dos modelos literarios mencionados en los apartados anteriores (realismo mágico y novela histórica), el autor superpone aún un conjunto de técnicas que cabría calificar como posmodernas, tales como el fragmentarismo, la autoconsciencia narrativa explícita o la autoficción, que en mi opinión tienen un efecto de distanciamiento que quizás no fuera exactamente el pretendido por su autor. El fragmentarismo es evidente también desde las primeras páginas: la novela se compone de capítulos relativamente breves (algunos, de una única página) intercalados por epígrafes; estos capítulos nos ofrecen las historias y los puntos de vista de infinidad de personajes, y también, como decía antes, nos van explicando el contexto histórico en que se sitúa la acción en cada momento. 
 
El segundo aspecto se manifiesta, sobre todo, en la presencia constante, omnisciente y omnipotente del narrador, con el que los personajes dialogan o debaten, que manipula la narración, y controla las acciones y palabras de los personajes; incluso llega a introducirse en el mundo ficcional para, en uno de los capítulos, dialogar con el mismísimo Francisco Franco, un fragmento que me ha hecho pensar en la película Madregilda. Me suelen gustar bastante este tipo de juegos, pero también aquí han tenido el efecto contrario, me han parecido algo forzados y han contribuido a sacarme de la novela.
 
En cuanto a la autoficción (¡Guerra Civil y autoficción, tremendo combo!), este es un aspecto más presente en lo que rodea a la novela (las entrevistas, la promoción del libro, etc.) que en la propia novela, aunque también esté sugerido aquí. David Uclés ha repetido varias veces que ha querido reconstruir la historia de su familia, y también ha explicado que ha recorrido España recogiendo historias ajenas, pretendiendo así darle a su novela un cierto espíritu documental que, la verdad, en mi opinión no casa demasiado bien con el impulso imaginativo del realismo mágico. O estamos a setas, o estamos a rólex, pero las dos cosas al mismo tiempo...
 
4.- Iberismo
Aunque la novela narre la Guerra Civil española, no se sitúa en España, sino en Iberia, un país que reúne los territorios de España y Portugal, ahora rebautizado como "Lusitania". Sé que a la mayoría de los lectores este aspecto no les debe de haber incomodado tanto como a mí, e incluso igual les ha parecido una ocurrencia simpática, pero yo lo veo como un capricho del autor que no está justificado por el propio mundo narrativo, sino que es una imposición autoral que provoca más problemas de los que resuelve. Lo divertio de las ucronías es imaginar una rama diferente de la historia, y perseguir todas sus consecuencias o bifurcaciones lógicas; aquí, la unificación de Iberia parece ser una boutade sin consecuencias y sin demasiadas explicaciones.
 
Es verdad que, como he mencionado antes, la novela tiene un "Interludio" en el que se explica la historia de Iberia, los motivos y tiempos de su unificación, así como de su relativa autonomía política, y en el que el autor (que no el narrador) lanza un manifiesto iberista. Pero esto no evita la sensación de extrañeza, y hasta de cierta incomodidad, que provoca leer frases como que Alfonso XIII fue "el último rey de Iberia" o que en 1931 "Iberia latía ilusionada ante una nueva república". Al final, lo que tenemos es la obra de un autor español, que extrapola la historia de España y la impone también a Portugal (perdón, Lusitania), que ocupa por lo demás un papel absolutamente marginal en el texto. Por muy buena intención que pueda tener el autor, más que iberismo esto parece un expansionismo español, que no sé si sería muy bien recibido en Lusitania (perdón, Portugal).
 
5.- Ideología
Dejo para el final el aspecto sobre el que más había oído hablar, al menos entre los detractores de la novela (que también los hay): su equidistancia entre los dos bandos de la Guerra Civil, nacionales y republicanos. Aunque no es fácil formarse una opinión propia, porque las expectativas previas sin duda condicionan la lectura, con lo que he leído de la novela y, también, con las declaraciones que le he leído al autor antes y después de leerla, diría que esta opinión es generalmente cierta, aunque con algunos matices. 
 
Empiezo aclarando que el autor no comparte ningún tipo de negacionismo con respecto a la Guerra Civil: en la novela queda claro que fueron los militares los que se sublevaron contra la República y la traicionaron, o que Franco fue un dictador que se las arregló para librarse de cualquier aliado u opositor que pudiera hacerle sombra. También se narran en la novela las masacres de la plaza de toros de Badajoz o de la "Desbandá"; claro que, como si esto le provocase alguna mala conciencia, inmediatamente se equilibran con la matanza de Paracuellos o con alguna atrocidad republicana contra la Iglesia. Todos mataron mucho y muy mal, vamos. En definitiva, digamos que la novela intenta mostrar una especie de "sentido común" de consenso en relación con la Guerra Civil, insistiendo mucho (sobre todo a través de los epígrafes) en la idea de las dos Españas, el conflicto fratricida, la "pelea a garrotazos" de Goya. 
 
Y por supuesto que, para muchos de los implicados en el conflicto, esto fue así: familias separadas, hermanos contra hermanos, personas alistadas para un ejército u otro en función de dónde les cogiese el levantamiento. Lo que pasa es que, a otro nivel diferente, a un nivel político, ideológico, histórico, 90 años después ya todos sabemos que ambos lados no eran iguales: uno era un ejército fascista, liderado por el futuro dictador y apoyado por la Italia de Mussolini y la Alemania de Hitler; el otro era un ejército ideológicamente diverso y no siempre bien avenido, representante de una democracia legítima, con escaso apoyo internacional. La península de las casas vacías, en otras palabras, aunque no ignora el contexto histórico y político, parece insistir en trasladar el conflicto al ámbito de lo individual o de lo privado, en el que, efectivamente, aquello fue una masacre y una inhumanidad absoluta. 
 
Hay aún otro aspecto que se añade a esta discusión, que ya no pertenece solo a la novela: me refiero a la insistencia del autor en declararse apolítico (lo hace en la propia obra, en ese capítulo que mencionaba antes en el que el narrador habla con Franco), como si intentase no ofender a nadie o, no quiero pensar mal, no perder ningún lector para su novela. En una entrevista reciente, el autor dice, por ejemplo: "En mi país se mueven por lo que no quieren que tenga el otro. La falta de ideales se refleja en el voto negativo. El racismo. El nacionalismo, la idea de que lo propio es mejor". Cabría preguntarle a David Uclés cuál es el sujeto de esa frase; si se aplica por igual a todos los partidos políticos, a todas las ideologías por igual. En estos tiempos que estamos viviendo, y más aún cuando el autor ha afirmado pública y abiertamente su homosexualidad, no adoptar una posición firme contra quienes quieren retroceder a tiempos más oscuros y con menos derechos, me parece un error político evidente - que tiene también, claro, consecuencias literarias en La península de las casas vacías.
 
Conclusión
Voy terminando, que la reseña ya va larga y los propios lectores de ULAD van a abandonarla, como hice yo con la novela. 
 
No se le puede negar a La península de las casas vacías su valentía, y no solo por su extensión: por intentar dar una visión amplia, polifónica, imaginativa y personal de un momento histórico tan revisitado como la Guerra Civil. Con ese objetivo, el autor ha tomado una serie de decisiones técnicas y estéticas, como la adopción del realismo mágico o de un narrador explícito e intromisivo, que aunque a otros lectores y críticos les han parecido encomiables, a mí me han resultado forzadas y algo artificiales. En conjunto, y ciñéndome a lo puramente literario, me ha parecido una novela construida con muchos ingredientes potencialmente interesantes, pero mal cocinados.
 
A esto se une la cuestión ideológica, que forma parte, inevitablemente, de la lectura de cualquier obra sobre la Guerra Civil. Está claro que David Uclés ha intentado ir en su obra contra lo que él llama "la moralina de los buenos y los malos", y no hay duda de que hay alguna literatura (ciertas obras de Almudena Grandes, por ejemplo, aunque sea algo incómodo decirlo) que adolecen de un maniqueísmo exagerado. Pero pasar de ese maniqueísmo a una equidistancia que no se da solo a nivel de personajes individuales, sino a nivel de político, como si todas las violencias hubieran sido igual de estructurales, igual de brutales, igual de prolongadas en el tiempo, resulta también muy problemático. 
 
Muy, muy problemático.