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viernes, 8 de noviembre de 2024

Erri De Luca: Las reglas del Mikado

Idioma original: italiano
Título original: Le regole dello Shanghai
Traducción: Albert Pejó en catalán para Bromera, Carlos Gumpert Melgosa en castellano para Seix Barral
Año de publicación: 2023
Valoración: está bien


Cuando la carrera literaria de un autor es larga en tiempo y extensa en catálogo, se pueden producir altibajos cualitativos considerables en función de la inspiración del autor en las diferentes etapas, ya sea por causas vitales o por simplemente artísticas. Cuando, además, estamos hablando de Erri De Luca, unos de los más prolíficos escritores que uno recuerde (con más de setenta títulos publicados) ahí la variedad en resultados ya es algo que uno espera, pues es difícil mantener el nivel en todas y cada una de sus obras.

En este libro (su última obra publicada hasta la fecha), el autor napolitano pisa tierra firme retomando ideas o temas ya tratados en otros de sus libros: las relaciones personales, la diferencia intergeneracional, la migración, la clandestinidad o el entorno natural. Fiel a sus ideas combativas y de denuncia, el autor sabe utilizar su talento para transmitir ideas y reflexiones acerca del presente de nuestro tiempo y sus inquietudes hacia un futuro que avanza en una dirección muy diferente a la deseada.

Centrándonos en el libro que nos ocupa, ya de entrada el autor se confiesa sin tapujos al hablarnos de cómo acostumbra a enfocar sus libros; así, nos indica que prefiere presentar a sus personajes enseguida, pues «no le gusta tener que descubrir quien son los personajes después de unas cuantas páginas, como si el libro hubiera empezado antes y yo hubiera llegado tarde y me hubiera perdido los antecedentes». De esta manera, fiel a esta premisa, nos habla enseguida de los que será sus personajes principales: «él es un hombre viejo y solitario acampado en la montaña (…), ella una joven gitana que ha huido del Campamento y de la familia». De este modo empieza el relato, con el encuentro fortuito de estos dos personajes en la tienda en la que él está acampado, en un espacio fronterizo entre Italia y Eslovenia, una zona ubicada en un paso de "ilegales" en la que el protagonista se encuentra la joven que llega huyendo de su familia y su tierra. Este encuentro le sirve al autor para hablar de migración, de exilio y fronteras, de la vida y la muerte, de las esperanzas y las realidades, del amor y las relaciones, de las ilusiones y decepciones, de la madurez y la inocencia así como también de las diferencias intergeneracionales a pesar de que él intenta reducir esta distancia al indicarle que «soy coetáneo de ti, vivimos el mismo momento. Las generaciones, para mí, no existen. Mientras estemos vivos somos contemporáneos». Así mismo, este encuentro le sirve para hablar de sus pasados: el de él arreglando relojes y hablándonos de una relación pasada con una mujer con la que se encontró en varias ocasiones y que le marcó su vida, así como la convivencia con su madre rusa que «enseñaba ruso a los miembros del partido comunista. Después informaba el servicio sobre la fiabilidad de los militantes» y ella hablando de su familia, de su cultura y costumbres. Entre ellos dos se establecerá una relación basada en la confianza y en la compañía.

Con esta relación entre ambos personajes, Erri de Luca reincide en los temas ya conocidos en sus anteriores obras y sigue con su escritura de ritmo lento y estilo poético, aunque en este caso parece que ha dejado un poco atrás su gran talento en narrar historias conmovedoras ya que el libro va de más a menos de manera que en un principio el relato atrae el interés del lector, pero cuando intenta sorprender argumentalmente cambiando el enfoque se nota algo forzado y pierde atractivo.

En cualquier caso, con De Luca uno siempre encuentra momentos interesantes fruto de la rica prosa que utiliza para lanzarnos reflexiones sobre la vida, la sociedad y el choque entre países o culturas, esgrimiendo de manera clara que «la guerra aniquila, devora, y una vez se ha puesto en marcha no necesita ningún motivo». Lamentablemente, la realidad le da la razón.

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