Título original: The little girl at the end of the road
Traducción: Jon Bilbao
Año de publicación: 1973
Valoración: Recomendable
Aunque La chica que vive al final del camino, de Lair Koening, es fácilmente adscribible al "thriller" de misterio o al gótico americano, también es una novela de formación y romance muy "sui generis".
Su oscura premisa me ha recordado bastante a Matemos al tío de Rohan O'Grady: dos niños, menos indefensos de lo que uno pueda imaginar, deben hacer frente a un adulto intimidante. ¡Incluso hay un policía de por medio en ambas propuestas! Eso sí, la de Koening es más psicológica, tensa, madura y realista que la de O'Grady.
¿De qué trata? Rynn acaba de cumplir trece años y lo celebra sola en su casa de alquiler. Nadie sabe mucho de ella; sólo que proviene de Inglaterra, apenas habla, es desconfiada, da esquinazo a las visitas inoportunas y cobra cheques de viaje. Hace tiempo que su padre no se deja ver por el pueblo, y los vecinos empiezan a hacer preguntas. Un día conocerá a Mario, un niño cojo al que le gusta hacer magia. Juntos plantarán cara a Frank Hallet, un pedófilo local que, gracias a la influencia de su madre, es intocable.
Entre las muchas virtudes de La chica que vive al final del camino, destacaría las siguientes:
- Mezcla acertadamente diversos géneros.
- Se estructura en capítulos tan breves como adictivos.
- Su historia transcurre con una fluidez sorprendente, pero en todo momento sabe cuándo debe realentizar el ritmo.
- Koening dosifica acertadamente la información, expande el misterio, juega con las expectativas del lector, te encariña con los protagonistas y logra que ciertas escenas impacten emocionalmente.
- La caracterización de Rynn (madura, inteligente, calculadora, de gustos refinados, pero sin por ello dejar de ser una niña) está muy lograda. También me ha convencido su eventual desarrollo, que nos es transmitido de manera orgánica y creíble.
- Mario, que es un poco mayor que Rynn, la complementa a la perfección, e incluso ejerce de contrapunto que cataliza su arco de crecimiento.
- Frank Hallet consigue erigirse como un personaje siniestro y amenazante, cuya plausibilidad da miedo.
- Los diálogos, llenos de batallas dialécticas, ambiguedades, dobles sentidos, sarcasmo, etc..., resultan entretenidos a la par que avanzan la trama y caracterizan a los interlocutores.
- Hay un par de escenas brillantes en lo que a tensión u horror respecta.
- Puntadas irónicas radiografían la sociedad de la época (sobre todo su corrupción, clasismo y racismo); también las diferencias entre Inglaterra, EEUU y sus respectivos habitantes dan bastante juego al autor.
- Su final es técnicamente abierto, en el sentido de que no insulta a la inteligencia del lector, pero al mismo tiempo cierra la novela.
Solamente le pondría un par de pegas a La chica que vive al final del camino:
- En determinados momentos hay que suspender la incredulidad para aceptar ciertos acontecimientos. Por ejemplo, que tanto Rynn como Mario sean tan espabilados y resolutivos, o que puedan engañar a un policía que ha demostrado ser extremadamente competente y atento.
- El romance que presentan estas páginas me parece algo forzado.
Originalmente, Koenig concibió La chica que vive al final del camino como obra de teatro; después de su éxito literario, también la guionizó. Sin haber visto la aclamada adaptación cinematográfica, me atrevo a decir que probablemente no aporta gran cosa a quienes hayan leído la novela. Además, la película protagonizada por Martin Sheen y una jovencísima Jodie Foster toma un par de decisiones, según tengo entendido, que diluyen el malrollismo y la perversidad que emanaba su contraparte literaria.
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