Idioma: español
Año de publicación: 2022
Valoración: entre recomendable y está muy bien
El gallego David Rubín se ha convertido en una estrella del cómic español por derecho propio, lo que no es poca cosa, habida cuenta del magnífico nivel de ilustradores y guionistas -o ambas cosas a la vez, como es el caso- que podemos encontrar por estos lares, por más que el aspecto industrial del sector e incluso el número de aficionados sea más endeble que en países del entorno (no digamos ya en Francia). A Rubín, amén de su excelencia como dibujante y de la espectacularidad de sus páginas, le ha ayudado sin duda a alcanzar este reconocimiento su falta de complejos a la hora de abordar grandes temas, a los que sabe dar un tratamiento gráfico adecuado. En este caso, el libro está ambientado en un futuro próximo en el que un meteorito se está dirigiendo contra la Tierra, con un 85'8 % de posibilidades de colisión y destrucción de nuestro planeta, claro (no sé de qué me suena esto), pero se centra en la caída, no sólo en desgracia, sino en el pozo de sus miserias personales, de Alexander Yorba, el arquitecto estrella encargado de construir una ciudadela en la Luna, la "Nueva Esperanza", para que se pueda refugiar al menos una mínima parte de la población terrestre (como os podéis imaginar, la elite del planeta, aunque no necesariamente siguiendo criterios genéticos).
En una suerte de deconstrucción de sí mismo, Alexander recorre Europa -Finlandia, Ámsterdam, una Roma distópica y desierta, Madrid en llamas- buscando a su familia, amigas, antiguas amantes... que le sirven de espejo para descubrir sus miserias y el fracaso (hasta cierto punto) que ha supuesto su vida. Una deconstrucción del arquitecto protagonista, pero también de la figura del héroe que encarna, pues Alexander Yorba pasa de ser el posible salvador de la Humanidad, o al menos de su supervivencia como especie, a un traidor denostado por todos que debe encontrar de nuevo su rumbo en el tiempo que le queda. Un interés éste por la figura heroica que no es nuevo en la obra de David Rubín, que ya lo ha tratado en títulos como El héroe (cómo no), Beowulf, Gran Hotel Abismo o, incluso, Cuaderno de Tormentas, que es una suerte de bajada de Orfeo a los infiernos o de recreación de la figura de Fausto.
Ayuda a dotar a El fuego de una dimensión épica el espectacular estilo de Rubín, habitual en él, con una ambiciosa y compleja composición de las páginas; un despliegue apabullante del color y un dibujo de trazo vigoroso -por poner un pero, quizás demasiado vigoroso en el caso de las féminas-, amén del uso de variados recursos narrativos y visuales. En cuanto a la historia en sí y la trama de la misma, resulta suficientemente interesante y hasta profunda; quizás, en todo caso, un tanto previsible, una vez planteadas sus premisas, pero es algo que se puede obviar: tampoco es necesario que los guiones estén plagados de plot-twists, cliffhangers, finales sorpresa y demás artimañas a las que nos ha acostumbrado cierta narrativa (sobre todo la audiovisual) en los últimos tiempos.
También de David Rubín en Un Libro Al Día: Gran Hotel Abismo
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