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martes, 26 de septiembre de 2023

Esquilo: La Orestíada

Idioma original: griego antiguo
Título original: Ορέστεια 
Traducción: Fernando Segundo Brieva
Año de publicación: 459 a. C.
Valoración: Recomendable (o no)

La sensación que uno siente ante una obra escrita hace 2500 años (¿2500 años? ¡2500 años!) es de un profundo respeto y, cómo no, distanciamiento. ¿Qué nos puede unir a dos humanos tan separados, autor y lector, por un abismo de tiempo – y distancia – difícilmente mesurable?

Analistas mucho más preparados y capaces que yo han estudiado la obra de Esquilo y – gracias desde aquí a todos ellos – la han traducido, editado, masticado, digerido y casi regurgitado para gozo y placer de todos nosotros, legos en la materia, pero curiosos y atrevidos lectores. Será este el perfil de mi reseña: cómo un lector actual y casual, más o menos omnívoro y obsesivo, puede disfrutar de una obra como esta;  no es mi intención abarcar más allá, no dispongo de tales capacidades.

Pues bien, lo primero que debo decir es que en mi bonita edición de las tragedias completas se nos informa de que La Orestíada es la obra que nos ha llegado más completa a nuestros días: en un principio, al parecer formada por cuatro partes diferenciadas (Agamenón, Las coéforas, Las euménides y Proteo, esta última perdida en el tiempo) y, esto es importante, autoconclusivas. Es esta la razón por la que me he limitado a reseñar La Orestíada y no las tragedias en conjunto; si ya es complicado dirimir aquí algo tan fundamental en la narrativa de nuestros días como introducción, nudo y desenlace, no digamos cuando faltan partes íntegras de la trilogía.

Historias que tratan de celos, venganza, asesinatos, dramas interfamiliares, dioses presentes y falibles como humanos, justicia conceptuada de una forma que hoy en día nos puede chocar, y redención (redención precristiana, entendida a la manera de los clásicos), no es sin embargo una lectura fácil ni ágil; para algo más ligero me permito recomendarles las comedias de Plauto o Aristófanes. En este tipo de lectura deberemos acostumbrarnos a interminables soliloquios, monólogos repletos de referencias mitológicas y geográficas (indispensable hacerse con una buena edición repletita de apuntes a pie de página), y, concretamente, a la participación protagonista del coro y a sus tremendas divagaciones.

La acción transcurrirá en su absoluta totalidad fuera del escenario, y habitualmente nos enteraremos de los hechos acaecidos a través de algún mensajero o heraldo que nos irá informando de las novedades.

En un esquema repetitivo, los personajes suelen ser protagonista y antagonista, coro y corifeo, y el anteriormente mencionado mensajero, que será el que dé inicio propiamente a la trama introduciendo la información necesaria. Tradicionalmente, el héroe impondrá su voluntad con la fuerza de los dioses y el coro acabará cantando sus alabanzas.

Bien, pues, ¿cómo enfrontarnos a la valoración? ¿es esta una lectura que valga la pena para alguien sin pretensiones, con afán de pasar un rato agradable de lectura? 

Me temo que no. Sin lugar a dudas, es una obra maestra de la literatura y ejemplo de las cotas más altas que pudo alcanzar la humanidad en un pasado ya remoto (y muchísimas cosas más que no voy a listar aquí) pero no lo puedo recomendar sin más para cualquiera.

Aquellos cuya curiosidad lectora sea grande acabarán por leerlo igual; quedan avisados de que no será entretenido. Aquellos otros que solo buscan un rato agradable de lectura harán bien en buscar algo más actual y con lo que puedan sentirse más identificados o empatizar mejor.

Para finalizar, las obras de Esquilo nos hablan de un mundo pasado ya desaparecido y no es buena idea adentrarse en esas espesuras sin guías; una vez más, si uno se va a atrever con estas lecturas, recomiendo encarecidamente una buena edición anotada. Sin ella correremos el riesgo de no enterarnos de absolutamente nada.


También de Esquilo en ULAD: Prometeo  encadenado

3 comentarios:

  1. Veo el miércoles la reseña que hiciste el martes de la Orestíada. Ayer todo el día y hoy por la mañana me dediqué a ver el debate político, que resistí sin perderme una palabra. Pero leeré La Orestíada porque soy fan de los antiguos griegos además de fanática de la política. Me entusiasma la belleza de las palabras arcaicas, además del pensamiento griego. Y no sé demasiado de Orestes.
    Gracias por la reseña.

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  2. Hola Beatriz.
    Como comentamos en la reseña del pasado 31 de agosto, Emilio, el autor de la reseña, ya no está con nosotros. Así que me permito agradecerte en su nombre tu visita, que es algo que estoy seguro que él hubiera hecho.
    Un cordial saludo.

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