Título original: The Key to Rebecca
Traductor: Jorge V. García Damiano
Año de publicación: 1980
Valoración: Está bien (recomendable para fans)
Ya saben que muy de vez en cuando me gusta darme una vuelta por los libros de gran consumo, esos con tiradas bestiales que llenan los escaparates de las librerías más visitadas. Y esta vez voy directamente a la cabeza: Ken Follett, uno de los autores más vendedores de las últimas décadas, responsable de tochos enormes que han devorado millones de lectores desde hace cuarenta años. Cuando se publicó la que creo que es la única reseña del autor galés en ULAD (ver enlace abajo), un comentarista se arrancó directamente diciendo ¿Cómo puede ser qué no tengáis reseña de “Los pilares de la tierra” en el blog? Bien, es una reflexión bastante lógica que dejo ahí por si alguien decide a arrancarse con ello. Por mi parte, me he dejado llevar por la recomendación de una fan (de Follett, no mía), y me ha parecido que esas cuatrocientas y pico páginas de La clave está en Rebeca eran suficientes por el momento.
Historia de espías. En el Egipto ocupado por los ingleses durante la Segunda Guerra mundial, con Rommel acechando desde el Oeste, se detecta a un peligroso espía nazi (personaje al parecer basado en la realidad) que está revelando secretos de estrategia obtenidos no se sabe cómo ni de dónde. Todo el relato es la narración de ese juego del gato y el ratón en el que un comandante británico busca sin descanso al infiltrado para frenar el progreso del Afrika Korps. Tenemos por tanto un enfrentamiento bastante obvio entre el bien y el mal, acentuado por la caracterización de ambos personajes: el espía va resultando cada vez más odioso, de inteligencia retorcida, carente de escrúpulos, manipulador y violento; el oficial inglés, bien dibujado y matizado, encarna todas las virtudes, no tanto por su personalidad como por el entorno que le rodea y adorna.
La dicotomía se completa con una mujer a cada lado. La amante del espía es una famosa bailarina del vientre que no dudará en ayudar al nazi sirviéndose de su atractivo, en tanto que del lado del perseguidor inglés aparecerá una joven judía con un pasado turbio aunque en proceso de regeneración. Vicios y virtudes frente a frente. De fondo se muestra el descontento de los nativos egipcios, cansados del poder británico y decididos a aliarse con el Reich si fuera necesario con tal de expulsarles. Por ahí aparece, algo tímidamente, el movimiento de los Oficiales Libres, encabezado por Anuar El-Sadat, dispuestos a mover el tablero.
Como novela de espías, el libro tiene poco que ver con la introspección de Graham Greene, y tampoco tiene la finura y la perspectiva de Le Carré. Aquí todo es acción e intensidad, algo que, como decía el otro día Marc, le acerca a un page turner, que pretende atrapar al lector haciéndole sentir dentro de la trama, experimentando sensaciones, inseguro ante los peligros y ansioso cuando estamos cerca de atrapar al malo.
Entiendo que estas cosas gusten a cierto tipo de lectores. Hablamos de libros bien escritos, que cuentan una historia sin ningún aparato formal, con una complejidad muy medida, lo suficiente para mantener la atención sin requerir demasiado esfuerzo, personajes más o menos creíbles con los que el lector pueda situarse y tomar partido, de manera que se involucre en el relato, se emocione y no se desconecte. Con sus crescendos de tensión, sus contrapuntos, espacios de aparente relajación y algún golpe de sorpresa. Un producto que se parece mucho a cierto cine norteamericano de acción, y me refiero a películas muy bien hechas, impactantes, donde se manejan con habilidad todos los recursos para atraer la atención y poner a funcionar las emociones del espectador. Pues todo esto lo hace estupendamente Ken Follett, y eso que tengo la sensación de que este no es uno de sus mejores libros (y que me perdone mi prescriptora).
Le podemos sacar defectos, claro, personajes que derivan hacia cierta simpleza, una escena final excesivamente larga y cargada con demasiados trucos, secundarios poco desarrollados o directamente pobres. Pero de verdad que el conjunto no desmerece, el libro se lee con interés (se podría decir eso de que ‘se devora’) y tiene una sólida estructura, dosificado con acierto y bien imbricado en el momento histórico. Así que todo va a depender del lector, de lo que uno exija al libro o espere de él. Por eso digo que entiendo el éxito de este tipo de novelas, porque es evidente que hay lectores que están encantados con estas historias hechas (y bien hechas, insisto) a medida para el entretenimiento sin más complicaciones, por eso agradan esos grandes tochos que permiten sumergirse durante mucho tiempo en una trama identificable y convivir con sus personajes.
No sé, algunos preferimos buscarnos problemas con libros que nos plantean dificultades, que cuentan cosas más complejas o lo hacen de alguna manera especial, cosas que hay que desentrañar o suscitan dudas. Pero claro, en una librería cabe mucho y cabe de todo, y el lector es libre para elegir, incluso para equivocarse. Y si el libro está bien construido, como es el caso, no hay nada que objetar. Incluso a veces puede ser saludable dejar un hueco para simplemente pasar el rato con obras como ésta.
Ken Follet es un gran escritor.Y este no es su mejor libro.Para mí el mejor es la isla de las tormentas.Una maravilla que recomiendo.Y la película en la que es protagonista Donald Sutherland, que hace el papel del espía alemán, está muy bien.
ResponderEliminarPues gracias por visitarnos y por la recomendación, la dejamos ahí por si alguien se anima.
ResponderEliminarUn saludo, pipo.