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viernes, 17 de febrero de 2023

Raymond Queneau: Flores azules

Idioma original: Francés
Título original: Les fleurs bleues
Año de publicación: 1965
Traducción: Manuel Serrat Crespo
Valoración: Delirante

Se cumple este año el 120º aniversario del nacimiento de Raymond Queneau (¿Queno?, ¿cómo queno? ya te digo yo quesí), motivo por el cual Seix Barral acaba de reeditar dos de sus ¿novelas?: este "Flores azules" y "Siempre somos demasiado buenos con las mujeres".

En el caso de la que hoy nos ocupa, la cubierta y la primera página dan una idea perfecta de lo que luego encontraremos porque aquella nos recuerda (o al menos yo no puedo evitarlo) a "Los caballeros de la mesa cuadrada" de los Monty Python y esta ofrece nos algunas de las claves del texto, como la ruptura de la lógica espaciotemporal o el humor basado en el estiramiento de los límites del lenguaje.

Por tanto, humor surrealista y absurdo, por un lado, y juegos de palabras, por otro, serán los ejes sobre los que pivote una historia circular de dobles y espejos que puede ser leída como una burla tanto de la novela histórica como de la novela existencialista. Porque, veréis, habemus...:

  • Dos personajes principales, el duque d'Auge y Cidrolin, separados por cientos de años pero que se sueñan mutuamente (o uno al otro o el otro al uno) y que suponen dos tramas no tan paralelas (o sí)
  • Un recorrido descacharrante por la historia de Francia (Luis IX, Gilles de Rais, la Revolución Francesa...) y la vida, más o menos ¿normal? de un tipo que vive en una barcaza en el Sena. 
  • Una serie de coincidencias, referencias, guiños, etc y un encuentro final en la villa capital.
Parece que todo esto no tiene ni pies ni cabeza. Lo parece, sí, pero en eso consiste el surrealismo, en "convertir las contradicciones de los sueños y la realidad en una realidad absoluta, una súper realidad". No lo digo yo, lo decía André Breton, que casualmente no era bretón sino normando.

El caso es que Queneau (que quesí, joder, quesí) se vale de un humor que va de lo negro a lo zafio, pasando por todas los tonos de lo grotesco, disparatado e incoherente, y que se basa en la exageración, la reiteración y el juego para presentar esas contradicciones inherentes al ser humano, proceda este de la época que proceda.

Pero no todo es orgiásticamente lúdico en este libro. Por una parte, el autor demuestra que es capaz de manejar diversos registros en su escritura (el chiste "fácil", el diálogo acelerado, la descripción detallada, lo filosófico, etc) y por otro, tanta "gamberrada", tanto chiste, tanto jolgorio también sirve para reflexionar sobre (meta)literatura, historia, sueño, realidad, etc.

- (...) ¿no me cuenta algunas historias?
- ¿Auténticas o inventadas?
- Desconfíe de las inventadas. Revelan lo que en el fondo se es. Como los sueños. Soñar es revelar, las dos palabras terminan en ar.
- Y las verdaderas revelan también lo que en el fondo se es. ¿No le parece?

En fin, los libros de Queneau (¿cómo queno? ¡como queno!), al igual que los de su compañeros de festines verbales Georges Perec, son sumamente peculiares. Hay que entrar en el juego, dejarse llevar por los acontecimientos y no tratar de buscarles demasiada lógica. Hecho esto, el buen rato y las carcajadas están aseguradas. 

También de Raymond Queneau en ULAD: Zazie en el metroEjercicios de estilo

4 comentarios:

  1. Pues qué apetecible, hermano. De vez en cuando me encanta echar mano de estas historias descabelladas, me lo apunto para cuando le pueda buscar un hueco. Gracias!

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  2. Totalmente de acuerdo con la reseña. Delirante y recomendable. La pena es tener la certeza de que algo perdemos con la traducción, como con la mayoría de traducciones... También leí del autor "La alegría de la vida", sobre un soldado en la Francia de entreguerras?, otra paranoia entretenida.

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  3. Pues sí, compay, este tipo de libros molan (al menos a mí) por lo que suponen de desmitificación o desacralización de la literatura. Y el que comenta Toni pues no lo conozco, pero tb me lo apunto.

    Viva la panda de Oulipo!!!

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  4. Un libro muy divertido. Es un juguete y hay que ir con ganas de jugar, por supuesto. Por supuesto no se pilla todo, estoy convencido de que los propios franceses tampoco, pero no por eso es menos disfrutable. Propuesta alternativa 'La Bella Hortensia' de Jacques Roubaud, que camina un poco por la misma acera. Lo sacó Montesinos a mediados de los primeros dosmiles, seguido de su secuela 'El rapto de Hortensia'. Supongo que la falta de respuesta de los lectores provocó que quedase pendiente el último volumen 'El exilio de Hortensia'.

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