Título original: Il libro nero
Año de publicación: 1951
Valoración: Está bien, o así
Por lo poco que sé sobre él, Giovanni Papini parece un personaje interesante: con una etapa anticlerical, termina, creo, haciéndose creyente (tomen nota, hablaremos de eso), participa en la creación de varias revistas literarias, forma parte del grupo futurista encabezado por el inevitable Marinetti y en cierta época coquetea, o algo más, con el fascismo de Mussolini. Su obra más celebrada parece que es Gog, la única que conozco y que, como ya apunté en un comentario a la reseña, no me dejó buenas sensaciones. Mucho tiempo después me encuentro con El libro negro (bonito título), decido darle otra oportunidad, y resulta que… es una segunda parte de Gog, escrita veinte años después. Pero voy con ello.
El nombre del tal Gog tiene un origen bíblico, una especie de encarnación de la lucha contra Dios, lo que en el libro tendrá algún simbolismo, pero en realidad parece que le viene algo grande al personaje, porque se trata de un multimillonario (piensen ustedes en algunos nombres actuales) que se dedica a recorrer el mundo, comprar manuscritos inéditos y sobre todo, entrevistarse con personajes célebres de su época (primeras décadas del siglo XX). De modo que es difícil considerar este libro como novela, porque consiste en fragmentos de textos que Gog va escribiendo en torno a sus encuentros y experiencias.
Papini utiliza esta técnica para disertar acerca de lo divino y de lo humano, es decir, sobre lo que le apetece, y así tenemos sesenta y tantas píldoras de dos o tres páginas cada una en las que hace hablar a personajes célebres (el inventor de la bomba atómica, Marconi) y artistas (Lorca, Walt Whitman, Dalí, Picasso), o intenta recrear, con no mucho acierto, hay que decirlo, el estilo de algunos autores (Kafka, Tolstói, Leopardi); se dedica a opinar sobre temas diversos (la arquitectura, el papel de China en el mundo) y a contarnos acerca de inventos o colecciones imposibles (la máquina de juzgar, la colección de Venus feas, el Museo de los despojos o la Universidad del homicidio). Son estos últimos algunos de los pasajes más atractivos, con un aire que recuerda vagamente a Borges aunque de carácter mucho más superficial y ni remotamente tan brillante.
En definitiva, lo que parece querer mostrar Papini es ni más ni menos que su concepción del mundo, del ser humano y su sociedad, algo que intenta resumir en una atropellada historia de la Humanidad que cierto personaje quiere reproducir en mármol, o en un canon literario universal un poco simple que otro pretende preservar en libros escritos sobre acero. Pero algo, esa visión del mundo, que necesariamente también se desprende de las opiniones que van quedando registradas en los textos que Gog transmite sobre Historia, psicología humana, política, arte, la naturaleza, la justicia o el futuro.
El problema, aparte de repetir una fórmula ya usada en su anterior entrega, es que todo este material está modelado sin demasiada gracia. El formato (pequeña presentación, parrafada del personaje y despedida abrupta) es idéntico en la gran mayoría de los capítulos, lo que produce cierta sensación de pobreza, además de que ese elevado número de apartados de extensión similar hace pensar más bien en una colección de cromos. Pero lo que en mi opinión lastra más el libro es su ingenuidad. Hablaba antes de Borges: bien manejada, una idea o una historia plenamente disparatada pueden resultar una genialidad. Si el tratamiento no es el correcto, pueden quedar reducidas a la simple ocurrencia de un colegial. Y por ese camino (candidez, superficialidad) van buena parte de los momentos de este libro.
El aire general de mediocridad tiene no obstante sus excepciones. Como apuntaba al principio, parece que Papini tuvo una relación tormentosa y movediza con el cristianismo. Esto queda reflejado, dentro de ese mundo particular que nos quiere mostrar, en varios relatos, en los que se habla del pecado de la soberbia, o de la clásica contradicción entre misericordia divina y castigo eterno. Pero por encima de todo, tiene también raíz religiosa el que para mí es el relato más brillante, La conversión del Papa, una narración intensa, compacta y equilibrada en la que no falta misterio, emoción, reflexión y un desenlace muy logrado.
Citaría también los párrafos iniciales de su entrevista con Hitler (¡), donde deja interesantes reflexiones sobre la aceptación popular de las dictaduras, y otros dos de los mejores cortes, Los vendedores de imposibles y El pianista célebre, que también se apartan del repetitivo esquema dominante, con lo que me parece obvio que Papini tenía más talento que el que demuestra en la mayor parte del libro. No sé por qué entonces insiste en aquel modelo fallido, quizá porque se obstina en contar demasiadas cosas, y no sabe o no cree necesario sacarles mejor partido. El caso es que es un autor con mucha obra publicada y se podría explorar si esas cualidades que aquí apenas se dejan entrever han brillado en algún otro trabajo. Pero por mi parte, al menos por ahora, no voy a darle más opción para demostrarlas.
Si hubieras leído mi reseña con atención, sabrías que "El libro negro" es una secuela. ;)
ResponderEliminarFuera bromas, veo que los mismos defectos que lastraban a "Gog" se mantienen en esta continuación. Lástima, porque si Papini hubiera perfeccionado su fórmula, el resultado habría sido extraordinario.
Sigo pensando que un autor contemporáneo podría sacarle mucho provecho a este formato, teniendo en cuenta que vivimos en un mundo absurdo lleno de gente que parece una caricatura de sí misma.
Un abrazo y, como siempre, genial reseña, compañero.
Pues que conste que le leí, aunque fuese bastante después de terminar mi libro, ejem. Y también leí el pasaje de Gog que comentaste sobre el castigo a los inocentes, o algo así. (por cierto, muy en la línea de todo lo demás, aunque daba para una pensada sobre lo que es la justicia).
ResponderEliminarTambién tengo la sensación de que Papini estaba demasiado constreñido por su formato... o tal vez que le resultaba más cómodo seguirlo sin plantearse más. Y la verdad es que las pocas veces que abandona el modelo se ve que puede ir mucho más lejos y resultar más atractivo.
Saludos, colega.
A mí me gustaron mucho los dos libros, aunque su etapa anticlerical fue mejor. Sus libros de relatos como LO TRÁGICO COTIDIANO, PALABRAS Y SANGRE Y EL PILOTO CIEGO son de mis libros favoritos. Saludos!
ResponderEliminarHola! De Papini hay que oler los cuentos. El espejo que huye es fantástico, por ejemplo. Admirado por Borges, que tomó ideas de Papini y las modificó en algunos de sus cuentos. A mi el Libro negro si me gustó. Saludos!
ResponderEliminarExacto, y no sólo es que Borges se inspirase en Papini, sino que Jorge Luis Borges plagió a Papini…
Eliminar.. Entre otros tantos
EliminarAl fin alguien lo dice!!!! La revista SUR le bajó el pulgar a muchos grandes, se quedó con originales que mandaban escritores de toda America buscando el visto bueno y la posibilidad de ser publicados... Luego esas mismas historias cambiaban de contexto y apare cian como originales de Bianco, Bioy o Borges (Ver las investigaciones y notas publicadas del periodista Ramon Doll en aquella época)
EliminarLes recomiendo Un hombre acabado de Papini. Es una obra maestra. El piloto ciego tambien Es muy buen libro.
ResponderEliminarPues tomamos nota de las recomendaciones. A mi no me gustó Gog y El libro negro poquito más, y no creo que lo retome en bastante tiempo, pero si a alguien le apetece, ya tiene unas cuantas opciones.
ResponderEliminarGracias a los tres por los comentarios.
Alguien sabe de novelas con el estilo de gog o el libro negro ?
ResponderEliminarYa que se mencionaba la influencia de Papini en Borges, yo te recomendaría los Cuentos de H, Bustos Domecq, escritos por el propio Borges y Bioy Casares.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLo siento, Guillermo, pero 'Locus Solus' no tiene (afortunadamente) nada, pero nada que ver con esos dos libros de Papini, desde ningún punto de vista.
ResponderEliminarPues habría que leer esos cuentos, porque Borges era aficionado a utilizar materiales ajenos, pero tanto como plagiar me parece mucho decir.
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