Año de publicación: 2022
Valoración: está bien
Último libro publicado (no por mucho tiempo, supongo) del muy prolífico César Aira y compuesto, en este caso, por tres relatos largos y, en principio, independientes entre sí, aunque quizá no tanto... El primero de ellos, El jardinero, tiene como protagonista-narrador -los tres están contados en primera persona. aun escritor de mediana edad, esperemos que no trasunto del propio Aira-, que trasacabar unas páginas mañaneras sale de su casa en bata y zpantuflas en busca de su jardinero, quien, según nos dice, se ha convertido en el primer lector de todo lo que escribe. Mientras lo busca por su extenso jardín, recuerda que el buen hombre parece en los últimos tiempos un tanto deprimido y resuelve hacer todo lo posible para sanarlo, al tiempo que su pensamiento se va enredando en observaciones y disquisiciones diversas, que van tejiendo a su alrededor un tupido muro, como el que forman las madreselvas que encuentra en algunos rincones del jardín.
El segundo relato -casi una nouvelle-, El escultor, está protagonizado y narrado, oh, sorpresa, por un escultor de la Antigua Grecia que, pese a estar satisfecho con su trayectoria artística y su posición social y económica -en realidad, bastante satisfecho de haberse conocido, igual que el escritor anterior- se haya un tanto preocupado porque le parece que su asistente y mano ejecutora de sus obras -él se limita a la parte conceptual de la escultura, no a su talla, propiamente dicha- se encuentra también, oh, sorpresa, sumido en una depresión que puede hacer peligrar la producción escultórica. Para encontrar un remedio, este otro artista/intelectual se encamina a un lejano santuario donde consultar al oráculo por medio de unas pitias o pitonisas.
Por fin, el tercer y último cuento trata de un tipo (quizá también otro escritor) que, para evitar los riesgos aparejados a la pasividad a la que le aboca un mal que le aqueja -no queda claro de qué se trata; tal vez también un principio de depresión o una simple astenia - comete un crimen para que su huida de la policía le obligue a mantenerse siempre activo y alerta. Esta fuga le lleva por pequeñas ciudades del interior del país, donde vive alguna peripecia inesperada...
Que nadie piense que va a encontrar en este libro unos relatos perfectamente estructurados , donde todas las piezas encajan como en un puzle hasta llegar a un epatante final... Más bien la impresión que dan es que, como de costumbre en él, este autor ha partido de unas ideas y situaciones más o menos ocurrentes para luego ir brujuleando al albur de sus ocurrencias y reflexiones a cada momento, sin saber muy bien adónde quiere ir a parar. o mejor duicho, sií da la impresión de saberlo, aunque no sea cierto, pero sus lectores no, pero avanzan creyendo lo contrario, y de ahí la sensación de cierta extrañeza, incluso de irrealidad, que transmiten sus escritos. de todos modos, y aunque estos relatos están llenos, ya digo de digresiones y elucubraciones de todo tipo -en el caso de los dos primeros, sobre la enfermedad, el arte y la relación entre el artista, su obra y sus lectores/espectadores-, junto a descripciones, sueños y racconti, no se trata de un tipo de literatura "de ideas"; más bien, de una narración-contenedor, donde el señor Aira puede dar cabida a lo que le pasa por el cacumen, con total libertad, sin preocuparse del resultado final.
Claro que esto, que a priori parece al alcance de cualquiera, no puede hacerlo todo el mundo, al menos, no con tan buenos resultados como él, Porque si algo está claro es que César Aira escribe no sólo de maravilla, sino, sobre todo, con una gracia que lo redime de cualquier defecto -y no me refiero a que sea gracioso, aunque el humor, sobre todo como una suave ironía o sorna, está presente en todo momento en sus relatos, y es lo que hace soportables a personajes tan gilipo... cretin... pagados de sí mismos como los que los protagonizan-; de ahí que, aunque en algún momento sus narraciones puedan hacerse erráticas e incluso cansinas, deje la sensación de que, antes o después, uno siempre volverá a leer algún libro suyo. Y, sin duda, tenemos para elegir...
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