Idioma original: Español
Año de publicación: 2022
Valoración: Delirante
Devoré Batido de gato nada más sacarlo del buzón. Lo comí con las manos, golosamente; al acabar, me chupeteé los dedos. Y es que esta novelita de Zigor Dewaelle (pseudónimo de un escritor patrio digamos que anónimo) es un festín para los que, como yo, son unos raritos.
¡Suerte que soy rarito! ¡BZZZZZZZZ!
Si estuviera menos abierto a la iconoclastia no hubiera disfrutado tanto de Batido de gato. Si fuera incapaz de separar al autor de la obra me pondría a despotricar de la mente perversa que lo ha parido. Si me indignara que la ficción aborde asuntos controvertidos como la explotación infantil (laboral y sexual) echaría chispas.
¡Suerte que soy rarito! ¡BZZZZZZZZ!
Asimismo, si Batido de gato fuera narrativa convencional se le podría achacar que sus dos mitades se sienten, temáticamente hablando, algo desconectadas. Que no acaba de lograr que todas las ideas y personajes introducidos tengan una presencia satisfactoria. Que el final tipo elige tu propia aventura es bastante desconcertante. Que es incoherente con su uso de la cursiva, porque no siempre la emplea para extrangerismos y onomatopeyas. Sin embargo, nadie en su sano juicio reprocharía estas cosas a una gamberrada como la que ha concebido Dewaelle.
¡Suerte que soy rarito! ¡BZZZZZZZZ!
En otras palabras: Batido de gato es depravadamente genial. Seductoramente extraña. Escatológicamente subversiva. Psicodélicamente exquisita. Suculentamente indigesta. Brutalmente conmovedora. Grotescamente hermosa. Obscenamente divertida. Al menos, esto os parecerá a los que sois como yo. Creedme: en ningún otro lado encontraréis una distopía pornográfica y "splatterpunk" similar. En ningún otro lado encontraréis a un protagonista que tiene una batidora por mano, onanismo con serpientes o una tira de bigote doble que sabe a beicon.
¡Suerte que soy rarito! ¡BZZZZZZZZ!
Por último querría destacar que la edición de Colectivo Juan de Madre Presenta es una auténtica maravilla. Ilustrada, prologada y repleta de detalles que sólo los fetichistas del libro como objeto sabrán apreciar. Sobre todo si son raritos, al igual que un servidor.
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