Año de publicación: 2020
Valoración: Muy recomendable
Igual exagero un poco si digo que esta es una de las reseñas que me ha costado más escribir. Quizá no tanto, pero sí confieso que he querido ser más cuidadoso de lo normal, porque tocamos temas delicados, de absoluta actualidad, porque estamos hablando de nuestra sociedad de hoy mismo. Cuidadoso sí, pero también sin medias tintas, no en vano el núcleo del libro, o uno de ellos, podría ser la denuncia de ese engendro que denominamos lo políticamente correcto, y de la deriva que han ido adquiriendo ciertas reivindicaciones sociales. Pero no perdamos más el tiempo.
Woody Allen, famoso actor, director, músico, etc. fue pareja de Mia Farrow, también famosa actriz. En un momento dado, Allen inició una relación (se enamoró, o como ustedes quieran) con Soon-Yi, hija adoptiva de Mia, algo que, como es normal, levantó mucha polvareda mediática. Poco después Woody fue demandado por abuso sexual en la persona de Dylan, una niña, otra de las hijas adoptivas de Mia. Tras un tormentoso proceso, Allen fue absuelto de la acusación. Años después, sin embargo, la sombra de la sospecha adquiere un volumen inusitado, y el director es objeto de boicots, anulaciones de contratos, peticiones de retirada de diversos reconocimientos, y su imagen pública es perseguida y denostada sin tregua. (Dicho entre paréntesis, en mi opinión tanto Woody como Mia son un par de perturbados que lo peor que pudieron hacer fue tener niños a su cargo, además de ser dos personajes con cuentas bancarias que soportan sin problema todas sus insensateces, con lo que no me mueven a lástima en absoluto).
La historia de Woody Allen, aunque profusamente detallada en el libro (para mi gusto, demasiado), es solo una excusa para abordar los temas de fondo. ¿En qué parámetros se mueve nuestra sociedad actual? Si alguien es juzgado y absuelto de un delito tan repugnante ¿en base a qué, pasado el tiempo, se reactiva una opinión pública agresiva hasta el punto de impregnar la actitud de unas cuantas multinacionales (y en base a qué intereses se mueven estas multinacionales)? ¿Qué es creíble y qué no? En el ámbito doméstico hablaríamos de eso tan popular de la pena de Telediario, ya saben, un Tribunal establece tu inocencia pero todo tu entorno se ha vuelto ya tóxico con la mera denuncia, y la sospecha es suficiente para hundirte la vida.
Muy a grandes rasgos, Galán defiende que hemos entrado (en buena parte por la omnipresencia de internet) en una etapa en que las clásicas reivindicaciones sociales han entrado en vía muerta y las causas que mueven a los sectores más combativos adquieren características muy específicas. Es lo que llama Causocracia, algo que entiendo como la vertiente sociológica de los populismos, y a lo que se agarran tanto desde la izquierda como desde la derecha, incluso segmentos difícilmente identificables con una u otra. La causas, defendidas a veces con toda justicia y otras puede que con algo menos, se convierten en Causas, así, con mayúscula, vistiendo ropajes autoritarios. La Causa lo impregna todo, no deja lugar a matices o perspectivas, toda discrepancia, por pequeña que sea, es elevada a traición, no existe gradación y nada hay más abominable que la tibieza o la equidistancia. O eres de los nuestros o eres nuestro enemigo. Incluso puedes ser nuestro enemigo sin saberlo, o hasta en contra de tu voluntad. Se lamina a quien no aplauda con suficiente entusiasmo, se liquida a quien, aun dentro de la Causa, pretenda puntualizar algo.
Haciendo otro pequeño paréntesis, diré que Galán pone principalmente el foco en el feminismo, o mejor, en ciertas formas de feminismo digamos radicalizado, extremista, intransigente, como ustedes quieran, y analiza con detalle la progresión del movimiento #MeToo, sin duda por la obvia relación que guarda con el entorno de los hechos que sirven de base a la reflexión. Pero la perspectiva del texto es mucho más amplia y, si nos detenemos a pensar, es muy fácil encontrarle encaje a muchos o casi todos los movimientos sociales actuales, léase víctimas del terrorismo, anti-racismo, animalistas, pro-vida, anti-fascistas (a los fascistas se les dan por supuesto estos caracteres), y un largo etcétera.
La víctima es siempre el centro, la única voz autorizada para determinar que lo es, y la única que puede juzgar al agresor y establecer su condena. Como en el caso de Allen, importa poco el fallo de un Tribunal porque, si no resuelve a nuestro gusto, siempre estará infectado por alguna tara que lo deslegitime. Es la opinión pública (o su supuesta vanguardia) la que dicta la damnatio memoriae sobre el acusado. Más aún, esta recae sobre el acusado y todo lo que le rodea: es rechazable ver películas de Woody Allen u organizar foros sobre su cine, se impide la publicación de sus memorias y ya nada que venga de él está limpio de culpa. Es el argumento ad hominem y el derribo de algunos de los pilares de la democracia, la presunción de inocencia y la libertad de expresión. Todo ello teñido por la emotividad que corre como la pólvora por la televisión y por internet, así como la inclinación a reglamentarlo todo, a prohibir o denostar cualquier manifestación que la Causa, o cualquiera de sus integrantes o de sus víctimas detecte como ofensivo. Estamos en el campo de la hipersensibilidad, en el que proliferan las microagresiones o una ortodoxia en el lenguaje que alcanza límites insospechados: defiendo la pederastia solo por oír a Woody Allen tocar el clarinete, soy homófobo si digo que me desagrada Conchita Wurst, racista si me río con un chiste de negros (de leperos no?), un bárbaro si no me gustan los perros, machista o cosas aún peores si cuestiono alguna de las acusaciones de #MeToo, asesino de niños si defiendo el derecho al aborto, facha o españolista si discrepo de los independentistas y cómplice del terrorismo si coincido en algo con ellos. Siga usted poniendo ejemplos al gusto.
También es posible que estas actitudes no sean tan nuevas como a veces parece deducirse del libro. El autor reconoce que tiempo atrás predominaron encorsetamientos sociales similares, que desde la óptica burguesa se traducían como ‘mal gusto’ o ‘malas costumbres’ (lo que en lenguaje norteamericano sería el famoso ‘comportamiento inapropiado’), y en el ámbito puramente político los extremismos y la intransigencia son bastante antiguos. Sin embargo, actualmente todo ello ha adquirido matices algo diferentes y se ha visto amplificado sin límites por los modernos medios de comunicación, sobreponderando el bulo o la sospecha que ruedan sin límite, y trasladando la presión al ámbito privado, no solo del posible agresor, sino de cualquiera de nosotros. En una sociedad dominada por la imagen cómo no vamos a empatizar con alguien que, bien presa del abatimiento o de la indignación, se presenta como víctima de un agravio o una agresión. Pero ¿sabemos algo más acerca de lo ocurrido, o nos basta con el impacto de ese testimonio y no queremos oír nada más? ¿Nos quedamos con #YoSíTeCreo, o pasamos, como propone Galán, a #YoSíTeEscucho?
Muchas de estas cuestiones se plantean en el libro, en general bien trabajadas y expuestas con claridad, intentando componer un discurso coherente. Como lector, obviamente no estoy de acuerdo con todo lo que expone (a veces se pasa de frenada, o se le desvía un tanto el foco reuniendo asuntos demasiado heterogéneos), pero me parece un texto valiente que, mezclando algunas dosis de humor con pasajes de bastante profundidad, tiene como finalidad remover conciencias, y un objetivo muy hermoso y muy grande, que nunca deberíamos perder de vista, y que encontramos nada más empezar el libro: ‘reivindicar la duda y el pensamiento crítico’ en tiempos de certezas absolutas y ‘todas las opiniones valen lo mismo’.
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ResponderEliminarVaya, podríamos haber hecho un 2*1 o algo con la reseña de la autobiografía de Woody Allen, que la voy retrasando y retrasando...
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo también, Carlos. Habrá que leer el libro, y también la autobiografía de Allen que comentas, Koldo: he leído muy buenas críticas.
ResponderEliminarAprovecho para invitaros a disfrutar de un película danesa de hace unos años que aborda esta reflexión: La caza. Me removió hasta las entrañas.
Como siempre, muchas gracias.
Isabel
Hola, compañero:
ResponderEliminarA mí, la verdad, si hay algo que me resulta más cansinaco que "lo políticamente correcto" son los que se quejan de "la dictadura de lo políticamente correcto"... Más aún cuando es evidente que están tratando de hacer carrera monetizable con el tema. Un coñazo, vaya... ( no lo digo por tu reseña, que es estupenda).
Lo que sí me interesa más es el espinoso tema de si podemos separar, y hasta que punto, la vida de un artista de su obra. Porque, aunque sea duro decirlo, si no podemos disfrutar más que de los libros, cuadros, películas etc. de personas que hayan sido ejemplares en todo, excelentes ciudadanas y virtuosas en sus relaciones con los demás, por desgracia íbamos a tener que reducir bastante el panorama... Pero, al mismo tiempo, supongo que cada cual tiene sus límites de lo que es admisible o no (no estoy pensando tanto en el caso de Woody Allen, de quien no parece que haya pruebas suficientes de sus presuntos delitos, como, por ejemplo, de Roman Polanski, cuyo caso patece más claro, pero aún así, reconozco que me siguen gustando sus películas). No sé, no pretendo tener una conclysión, simplemente me resulta un tema conplicado e interesante.
Un saludo.
La verdadera importancia de este "documental" es su función de prueba de fuego. En la era de las redes sociales y de los medios de comunicación comerciales que hacen todo lo posible por captar nuestra atención y nuestros bolsillos, ¿estamos dispuestos a sacrificar nuestros principios de "debido proceso" y la presunción de "inocencia", sólo para poder "juzgar" a la gente en juicios televisivos y en Twitter?
ResponderEliminar¿Nos atrevemos a conformarnos con acusaciones totalmente unilaterales, con "hechos" y "testimonios" que nunca fueron legalmente establecidos, dirigidos por personas con una agenda evidente? Se nos vende como un "documental", como si la meta fuera una verdad objetiva y razonable, como si se escuchara a todas las partes por igual y objetivamente... Como documental, 'Allen vs Farrow' es una monstruosidad; ni siquiera intenta ocultar su impertinencia, ni su desprecio por los espectadores mediocres o desinformados a los que esta película de propaganda intenta engañar.
¿Debemos aceptar las "graves consecuencias" que se derivan de estos "procesos públicos" distorsionados, cuando no sólo se mancha gravemente la reputación de las personas por motivos posiblemente totalmente espurios, sino que además se les condena al ostracismo profesional y social, se les cancelan los contratos, se les niega un nuevo empleo, los colegas ansiosos se niegan a trabajar con ellos, y sus hijos son intimidados y rechazados?
Porque no hay duda de que estos son los efectos que los Farrow y sus intermediarios mediáticos han previsto.
Estoy convencido de que cualquier persona racional que estudie los hechos que rodean la vendetta Allen-Farrow llegará a la conclusión de que Allen debe ser considerado inocente de los cargos que se le imputan, nunca en un tribunal. Pero incluso si estás convencido de su culpabilidad, piensa por un momento. ¿De verdad estás de acuerdo con que los culpables sean condenados y castigados por falsos jueces, falsos verdugos, en falsos juicios, por medios de comunicación que incitan al odio, atrayéndote con acusaciones de gore, en producciones diseñadas para que saques la cartera?
Hoy Allen, mañana podría ser cualquier otro. Incluyendo a alguien que amas, y que crees que es totalmente inocente.
(Traducido del holandés.)
Gracias a todos los comentarios.
ResponderEliminarNo sé si Michel ha entendido mal, la reseña se refiere al libro de Edu Galán, no al documental, que sé que existe pero no he visto y sinceramente no creo que me interese mucho. Me parece una historia sucia, de intimidades de dos personajes que me repelen bastante (sobre todo Allen, la verdad). Lo que sí me parece importante es el efecto de todo ese movimiento mediático que, muchas veces de forma interesada y en direcciones muy diferentes, se monta a cuenta de este o de otros asuntos, y que termina emborronando la verdad (sea la que sea) y organizando juicios paralelos de los que nadie está a salvo.
Efectivamente, Juan, eso salpica, y de qué manera, todo lo que toque tangencialmente al supuesto agresor, y ahí estamos en ese límite del que hemos hablado ya otras veces: si es posible separar el autor y la obra, la vida personal y la profesional. Y aquí cada uno tiene su opinión, claro. No todo es admisible ni nos puede dejar indiferentes, pero tampoco ninguna mancha, real o ficticia, debe implicar la condena absoluta de todo lo que alguien haya hecho.
Al hilo de esto último, Koldo, ya sabía que preparabas algo sobre la autobiografía de Allen, pero me parecía inoportuno mezclar las dos cosas. Primero porque, repito, la vida de este señor no me interesa en absoluto y, segundo, porque lo que plantea el libro va mucho más allá de lo que ocurrió o no en su vida 'familiar'. Por otra parte, esa autobiografía es otro de los aspectos que corroboran la digamos tesis del libro, porque inicialmente iba a publicarla Hachette, una gran editorial en la que casualmente trabajaba otro de los hijos de la pareja. Posicionado claramente en contra de Woody, maniobró para que el libro no viese la luz, y finalmente la publicó otra editorial que no recuerdo ahora. Esa es otra, porque, como he apuntado muy de pasada en la reseña, grandes multinacionales de ese y otros sectores (Amazon, por ejemplo) se apuntan al carro con fines exclusivamente económicos, porque hoy en día no vende (literalmente) nada que pueda ser sospechoso de ofender a grandes masas de consumidores.
Un saludo y gracias de nuevo por participar.
Hola de nuevo.
ResponderEliminarCon la recomendación de la película me refería a, y cito a Carlos, cuando "un Tribunal establece tu inocencia pero todo tu entorno se ha vuelto ya tóxico con la mera denuncia, y la sospecha es suficiente para hundirte la vida", sobre todo, en ciertos delitos, como el abuso sexual. Concreto el tema, pues son varios los que se tratan en la reseña y, al parecer, en el libro.
Me interesa mucho a mí también, Juan, el tema al que aludes. Y me sorprendo, dado mi carácter irresoluto, al tenerlo tan claro: debemos. Otra cosa ya es si podemos... ¿Cómo iba a dejar de encantarme el cine de Polanski sea quien sea ese tipo?
Un placer.
Isabel
Hola Isabel:
EliminarLa verdad es que es un tema peliagudo, y no sé hasta qué punto debemos sentirnos los espectadores culpables o siquiera responsables pir ver no digo ya las pelis de Woody Alken o Polanski sino , porejempli, las del director de películas de miedo Victor Salva, que ha cumplido condena por tener sexo con menores... O las producidas pir Harry Weinstein, que son un montón. ¿Y por contemplar cuadros de Picasso, que está claro que era un maltratador psicológico de sus parejas? O por tantos otros casos. Ya digo que no me atrevo a lkegar a una conclusión. Sé que al menos en el caso de Allen y Polanski yo seguiré viendo sus pelis...
Por cierto, ya que has mencionado "La caza", es una peli que me patece muy buena, pero creo que es un caso bastante diferente: ahí está claro desde el principio que el protagonista es totalmente inocente...bueno, claro para el espectador, quiero decir, porque también habría que daber qué haríamos si fuésemos alguno de los progenitores de la niña...
No me enrollo más; un salydo, Isabel.
Hola, Juan.
EliminarPues para una vez que no vacilo y mi posición es firme...: sí, admiro y disfruto sin culpa (creo, ya empezamos con las dudas) con los cuadros de Picasso así me resulte una persona execrable... No conocía a Victor Salva ni a Weinstein: gracias, siempre, por las nuevas referencias.
Y lo de la película..., ¡como espectador no vale! Y no solo progenitores de la niña, sino de cualquier otro niño de la escuela o simplemente cualquier habitante del pueblo... Y, por cierto, ¿en ningún momento se inflitra la duda en los espectadores? No recuerdo bien, necesitaría reverla...
¡Una suerte que te enrolles!
Isabel
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ResponderEliminarOff-topic... Ya que se menciona por aquí, la autobiografia de Woody Allen me pareció un tostonazo, aunque tengo que decir que me salté buena parte del libro por aburrimiento, empezando por la defensa de sí mismo en torno al tema que ya conocemos todos. Leed sus "Cuentos sin plumas", es muy divertido.
ResponderEliminarBuenas, compa.
ResponderEliminarMuy interesante la sola existencia de este libro que desconocía.
Voy a entrar solo lo justo en el contenido y en lo que me sugieren según qué afirmaciones (no tuyas si no del autor) pero en cualquier caso sí me quedo con lo que parece que es el objetivo principal del libro: poner de manifiesto la necesidad de disponer de TODA LA INFORMACIÓN par poder opinar con criterio. En ese sentido estoy muy a favor del #YoSíTeEscucho que promueve el autor, algo que habría evitado mucho sufrimiento a muchas víctimas. El problema es que no podemos escuchar a aquellos a los que el propio sistema silencia o priva de una tribuna desde donde proyectar su voz. Si alguien tiene dudas, la bibliografia sobre el silenciamiento es extensa, empezando por Rebecca Solnit.
De ahí que el documental "Allen V Farrow" aporte muchos matices que creo que deberían conocerse, sobre todo al respecto de por qué el caso de Dylan no prosperó y en qué circunstancias tuvo lugar la "absolución" de Allen. Y como ha salido el tema del documental entre los comentarios, para quien esté dispuesto a disponer de más información, aquí está la reseña que se publicó en NUESTRA PROPIA "FRANQUICIA" Una Serie Al Mes:
http://unaseriealmes.blogspot.com/2021/04/allen-v-farrow-hbo.html
Sobre lo que dices, Beatriz, solo añadiría un matiz, que creo que es importante. No es ya (o no solo) que haya que disponer de suficiente información para condenar a alguien. Lo que se pone en cuestión es que baste con la palabra de una víctima, incluso a veces anónima, para que se dicte esa sentencia irrevocable de la opinión pública. Y que de ningún modo sea admisible ninguna opinión que se desvíe lo más mínimo de la 'versión oficial'.
ResponderEliminarDesde mi punto de vista, son cuestiones sobre las que el libro invita a reflexionar, y merece la pena hacerlo.
Un saludo, compañera.
Entiendo que el libro se refiere a los linchamientos públicos que se producen a día de hoy y sobretodo con ayuda de las redes. De ser así, hay que aclarar que las sentencias irrevocables de la opinión pública son inherentes a nuestra sociedad (por desgracia y ojalá no fuera así) y se han producido siempre. Pensemos todos en el caso Nevenka o de Dolores Vázquez, a las que además la justicia les había dado la razón.
ResponderEliminarSi la reflexión se produce como si estuviéramos ante una situación "moderna" o "anodina" o propiciada por "feminismos exacerbados" entre otros, quizá sea (y digo quizá porque ya me corregirás si me equivoco) porque cuando tales linchamientos favorecían solo a unos cuantos entonces no se percibían o no se querían percibir. Tal vez las redes sociales lo que han hecho es extender la capacidad de linchamiento público para todos.
Sobre que baste con una palabra de una víctima anónima para que se dicte sentencia irrevocable de la opinión pública, yo diría que eso es bastante insólito. En mi opinión, el día que a una presunta víctima le baste con enunciar un argumento legitimado para que la maquinaria jurídica se ponga en marcha para dirimir los hechos (en el sentido que sea), podremos decir que vamos bien.
Una reseña estupenda.
ResponderEliminarSe nota, Carlos, la importancia que le das a la objetividad y al juicio propio. No solo esta vez. Es una marca del autor en todas tus reseñas.
Yo no soy Woody Allen y no se me acusó jamás de abuso sexual. Aunque es verdad que un chiste y dos cuestionamientos a una entrada feminista me convirtieron automáticamente en machista involucionado. Desde acá, se puede decir que vi como me transformaba en un enemigo del blog al que seguía y de la gente a la que admiraba. Creo que la acusación de machista no era suficiente para transformarme en enemigo de un blog sobre libros y tuve que convertirme en algo más despreciable dentro del contexto. A saber: “sabelotodo”, “copia y pega wikipedico”, “irrespetuoso” y, el broche final, “alguien que no lee las reseñas y al que no le interesan los libros.”
Ahora Diego ya lo tenía todo para ser el enemigo de las mujeres libres, de los lectores independientes y de la literatura en general.
Claro que yo no tuve problemas con mi trabajo ni reputación en las partes de mi vida más importantes. Pero es verdad que me resultó triste convertirme en un despreciado en el único sitio virtual al que asistía. Me pregunto hasta qué punto fui responsable y merecedor de esa cosecha. Es decir, no comparto, pero entiendo el haberme convertido en un machista involucionado por cuestionar una entrada feminista. Ahora, desde ahí a llegar a convertirme en alguien que no lee (el enemigo de un blog sobre libros)… no sé qué pasó.
A lo mejor la reseña habla sobre otra cosa.
Diego, yo leí la entrada de aquel día en que pasó lo que comentas y no me parece que dijeras nada particularmente ofensivo, solo estabas dando una opinión que en estas lindes podía ser polémica, ya que muchos de los miembros y participantes de ULAD tenían una ideología contraria a la tuya. La verdad es que el comportamiento y respuestas de algunos miembros fueron simplemente patéticas y radicales, y considero que no merecías el linchamiento y las faltas de respeto que se te dirigieron, mas cuando muchos de tus comentarios son por lo general interesantes, informativos y cargados de buena reflexiones.
EliminarA pesar de que admiro mucho la labor de este blog, he de admitir que sufrí una gran decepción al ver que personas que parecían tan razonables adquirían una actitud tan grotesca al llevarles la contraria en un tema en el que tenían una postura fija, pero como yo no soy un moralista ni creo en una visión dicotómica del mundo, seguiré leyendo sus reseñas y anotando los libros que me interesen, porque la única razón por la que vengo aquí es porque quiero saber más sobre todo tipo de literatura.
El primer paso de la inteligencia es aceptar el punto de vista contrario, siempre y cuando este no sea discriminatorio ni falte el respeto, y lamentablemente hasta las personas más inteligentes son absolutistas en según qué cosas (inclusive yo, que no es que sea muy inteligente que digamos).
Qué tengas un buen día, y no te sientas despreciado. Yo sigo leyendo con agrado tus comentarios.
Muy buena la reseña, muy interesantes las reflexiones que expones
ResponderEliminarFelicidades por el tono de todos los comentarios en un tema tan delicado.
Me ha llegado especialmente el comentario de Diego. Alguna vez me ha pasado lo mismo a un nivel mucho menor, pero te quedas alucinado de la mala interpretación que han hecho de tu opinión. Y de la facilidad con te pueden llegar a denigrar. Lo grave del tema es que llegas a autocensurarte para no meterte en líos.
Saludos a todos
Gerónimo
Hola, amigos de ULAD:
ResponderEliminarMuchas gracias Carlos por la reseña, yo tampoco conocía este libro.
El tema tratado refleja muy bien algunos aspectos de la sociedad actual, que se podrían quedar en lo anecdótico si no estuvieran minando tanto la convivencia. Cada vez hay menos ética y más morales personales a la medida de cada causa, pareciendo prevalecer el tener razón por encima de respetar al otro y su derecho a discrepar.
Considero muy bueno para la salud mental y la constancia en lo que cada uno se proponga en su vida, el alejamiento de las rrss y del ruido mediático de la pelea constante, al menos de vez en cuando. Es indignante que los políticos y los noticiarios se presten a ocupar tiempo con estas chorradas dejando de lado cuestiones urgentes. Las propias causas, que en su germen pueden ser totalmente loables, pierden la perspectiva con las peleas internas que no llevan a ninguna parte y desgastan a la gente, estresando mucho.
Dicho esto, puramente personal y que me perdonen los lectores, digo que coincido con Juan en lo apasionante del tema de la separación entre autor y personaje y los filtros morales que se ponen a las obras. Si buscamos la "limpieza moral", ¿quién pasaría el filtro? Está claro que nadie, porque las consideraciones variarían mucho según quien haga la lectura.
Lo último que se me ha afeado es leer a Delibes (¡a Don Miguel Delibes!)porque era cazador. Como quiero ser respetuosa, y me removió mucho por dentro, me quedé callada, sin saber qué decir. ¿Ser cazador opaca su compromiso con la dignidad humana, con el retrato de las injusticias sociales, con la defensa del entorno rural y la naturaleza? Lo comento porque me hizo dudar de mis convicciones y me dio mucho qué pensar. ¿Hasta dónde vamos a exigir?
¿Hay alguien totalmente consecuente, de intachable moral? ¿Y qué pasa con el conflicto en el arte?
Diego, qué bueno leerte, siempre fue un placer leer tus comentarios y qué pena que te hayas autoexcluido. Siento no recordar lo que has comentado, y es extraño que te fueras con esa sensación, no creo que fuera la común. El tema del feminismo levanta ampollas, y las propias mujeres no tenemos que estar de acuerdo con todo lo que pertenezca al "ámbito" feminista, porque, ante todo, somos personas con razonamiento y personalidad propios.
Saludos
Leí con interés y agrado la muy buena reseña de Carlos, que desde su lugar de reseñista plantea con objetividad y ecuanimidad, a mi criterio por supuesto, un tema de actualidad y antigüedad al mismo tiempo: el escarnio público. Hoy a través de la virtualidad y las redes sociales, ayer con los libelos e inclusive la hoguera. No publicar la autobiografía de Woody Allen, instar a no producir sus películas o inclusive a no verlas parece poco si pensamos que a Galileo Galilei lo encarcelaron por sus ideas en el campo de la astrofísica o que Savonarola y sus secuaces de la Santa Inquisición llevaron a la hoguera a miles de considerados herejes. Pero como el tema , creía yo, iba a discurrir por carriles actuales, decidí no participar del debate. Decisión que tomé hace ya un tiempo, luego de participar de algunos intercambios en el terreno de la política y las ideologías que me dejaron un sabor amargo.
ResponderEliminarSin embargo, el mensaje de Diego me hizo cambiar de opinión. Ya extrañaba sus entradas siempre amables, ricas en reflexiones y fino humor. No participé de la trifulca que menciona, no la leí, no la conocía. De todos modos, creo entender su sentimiento. Al igual que él, mi participación en redes sociales es nula, con excepción de LinkedIn. Estoy activo en solamente dos blogs, ULAD y el del club de fútbol de mis amores. Y me apena sobremanera perderlo, perder su mirada, sus aportes. No pretendamos coincidir siempre con todos, bienvenido el disenso, siempre en el marco del mutuo respeto. Valoro enormemente este sitio. Me enriquece, me permite expresarme sobre uno de los grandes amores de mi vida, los libros. Después de muchos años, se que ULAD me da mucho más de lo que no me da. Listo. Nada de debates estériles, nada de amargura.
Sería muy bueno que reconsideres tu decisión, Diego. Tomate unos mates con la Canaria y asunto arreglado!
Amigo Puma, yo sólo puedo decir, en mi nombre y creo que en el de todos mis compañeros de ULAD, que no nos puedes dejar con esta desazón. Por favor, dínos cual es el equipo de fútbol de tus amores (aparte de la selección argentina, entiendo), que queremos saber si eres canalla, leproso, millonario, cuervo, calamar, funebrero, bichito o pincharrata... ?Por favor, no nos dejes así!
ResponderEliminarPues el mío es el Athletic Club de Bilbao, últimamente también conocido como el pierdefinales, y cuidado con las sonrisitas.
ResponderEliminarBueno, a lo que iba. En relación al libro, desde mi punto de vista hay dos situaciones diferenciadas: 1) cuando hay una resolución judicial sobre un tema: sea cual sea el resultado, la opinión pública lo valida o no, es decir, lo respeta o se produce el linchamiento que tú dices, la pena de Telediario, el calumnia que algo queda, como se le quiera llamar. Efectivamente esto es un fenómeno de siempre 2) Lo que realmente es novedoso es que una acusación, un simple video, a veces desde el anonimato, la sola comparecencia en los medios es suficiente para desencadenar una campaña demoledora contra alguien. La sensibilidad social hacia determinadas cuestiones es tan enorme que uno mismo, al sentirse apuntado, se ve obligado a asumir sin más precisiones la carga de la culpa, aunque sea algo tan ridículo como el primer ministro Justin Trudeau disculpándose por el ramalazo racista de haberse disfrazado de Aladino en una fiesta cuando tenía veinte años.
En el caso de Allen, con el paso del tiempo, se ha terminado por superponer la segunda de estas situaciones sobre la primera, y de ahí que el asunto se reactivase como ha ocurrido. En todo caso, ya digo que en concreto no es algo que me interese demasiado. Lo que sí me parece importante es este fenómeno que intentaba describir y sus consecuencias: la pérdida de la presunción de inocencia, la desaparición de la libertad de expresión y hasta qué punto todo esto puede terminar extender un velo de duda sobre un conjunto de acusaciones o reivindicaciones que en su mayoría estarán más que justificadas.
Y respecto al blog, siempre he pensado que los comentarios son uno de los elementos más importantes de este invento. Todo se puede decir desde el respeto y siendo un poco tolerantes con los demás. A veces a nosotros también se nos puede ir un poco la mano, pero pensemos que no merece la pena alejarnos de este foro por un momento chungo o un malentendido.
Saludos.
Me haces reir, Juan! Te diré que soy pincharrata de corazón. Nací a 100 metros de la cancha de Estudiantes de La Plata, hijo y padre de pinchas fanáticos. Albirrojo al igual que el Athletic de Bilbao.
ResponderEliminarMadre mía, Puma...A partir de ahora, y en tu honor, rata que vea, rata que pincharé. Si es pequeña y se deja, claro, que menudos bichos que hay por ahí...
EliminarHabla por ti, Carlos. A mí no se me ha ido la mano nunca, al contrario, me he tenido que tragar sapos gordos como catedrales por parte de trolls que tienen 20 apodos distintos, dicen lo que les da la gana y si perjudican al blog y a gente que trabaja duro en él por amor a la literatura les da exactamente lo mismo. Es más, lo disfrutan, por eso no paran de incordiar. No sé quién es o quienes son pero sí lo que hacen y qué en realidad son muy pocos.
ResponderEliminarAsí que, una vez más ¿queréis por favor, hablar de libros y dejar tranquilos a los lectores que pasan por aquí y que lo único que hacen es discrepar con corrección?
Sé que me vais a hacer caso y os lo agradezco de corazón a todos/as.
Suscribo. Compañero Carlos, en este blog se han permitido muchas barbaridades por aquello de la concordia y la libertad de expresión, y siempre a costa de las mismas cuestiones.
ResponderEliminarEso sí, todos somos muy sensibles al sentido lamento del troll que ha conseguido hacer virar la discusión hacia sí mismo y sin pestañear.
Resulta agotador.
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ResponderEliminarSegundo lamento.
ResponderEliminarHola de nuevo:
ResponderEliminarMontuenga, Beatriz, no ha habido nadie tan molesto ni situación tan incómoda como para opacar vuestro trabajo, aunque es cierto que el que te pongan piedras en el camino desanima y enfada. Creo que este tema es mínimo comparado con 12 años de trabajo y que es distinto que haya opiniones enfrentadas o polémicas de que alguien directamente insulte o critique las reseñas con saña sin aportar ninguna propuesta. Esto último es lo más molesto, para mí al menos.
Sentí especialmente la marcha de Diego por las aportaciones tan enriquecedoras que hacía, sobre todo en temas medioambientales, y me gusta leer a gente que está en las antípodas de mis ideas, para no perder el debate.
En lo de los trolls no voy a entrar, me quiero quedar con el descubrimiento de este libro y el trabajo de Carlos, que me emociona especialmente cuando trae obras clásicas.
Saludos a todos. Feliz día y mis mejores deseos
Hola,
ResponderEliminarMe limito a copiar el último párrafo de Carlos, que me parece muy acertado:
"Y respecto al blog, siempre he pensado que los comentarios son uno de los elementos más importantes de este invento. Todo se puede decir desde el respeto y siendo un poco tolerantes con los demás. A veces a nosotros también se nos puede ir un poco la mano, pero pensemos que no merece la pena alejarnos de este foro por un momento chungo o un malentendido".
Me veo incapaz de mejorarlo.
Saludos
Este blog es como una casa y como tal sus colaboradores lo habitamos y lo cuidamos. Esta casa tiene la particularidad de mantener sus puertas siempre abiertas porque las visitas que vienen a comentar constructivamente y de buen talante le dan a esta casa su razón de ser.
ResponderEliminarSin embargo, una puerta abierta no significa que todo sea aceptable, como sucede en cualquier casa. Y las normas de una casa las establece quien la habita y la cuida.
En esta casa, las normas no están escritas, las dicta el respeto y el sentido común, y esos preceptos no incluyen el racismo, el machismo, la homofobia y otras muchas lacras que todos somos capaces de identificar. No hace falta emitir una palabra malsonante para incurrir en un comentario racista, por ejemplo. O lo que es lo mismo: se puede ser racista sin ser mal hablado, incluso pareciendo educado, incluso sofisticado o fino.
En esta casa se vive cada día la satisfacción de numerosas visitas y eso lleva sucediendo durante doce años ininterrumpidos. Somos conscientes de la gran comunidad que está ahí detrás y que hace de esta casa un lugar agradable. Sin embargo, hay momentos puntuales que esa sensación desaparece gracias a intervenciones esporádicas que se vienen produciendo desde hace tiempo y que desgastan esta casa como una gotera persistente que acaba agujereando la cubierta. Una gota HOY no agujerea la cubierta pero MUCHAS GOTAS durante MUCHOS DÍAS, sí lo hacen, especialmente cuando siempre caen sobre el mismo punto.
Por eso y en adelante, las goteras serán reparadas mediante la moderación de comentarios. No se van a aceptar faltas de respeto sin que el hecho de ser “bien hablado” sea un salvoconducto, ni menosprecios al trabajo que aquí se realiza, ni reclamaciones que no tengan nada que ver con el tema que nos reúne aquí a todos: la literatura.
Gracias a todas y a todos los que nos visitáis a diario y a los que nos enriquecéis con vuestras aportaciones. Siempre seréis bienvenidos a esta nuestra casa.
Estoy de acuerdo con casi todo lo que acaba de decir Beatriz. Me parece que es razonable.
ResponderEliminarPero para algunos reseñistas, no para la mayoria, un troll es todo aquel que discrepa con ellos.
Todos hemos visto reacciones virulentas por parte de algunos de vosotros al leer comentarios que no eran ni groseros en la forma, ni en el fondo tal y como comenta Beatriz.
Por otro lado, el penúltimo párrafo de Beatriz, lo que sugiere es censura. Me parece un error censurar ls comentarios que no tengan nada que ver con la literatura. La literatura como hecho aislado de todo lo demás, no tiene ningún sentido en mi opinión.
Supongo que tendréis debate interno entre vosotros, hay algo que se me escapa en este ambiente enrarecido que nos rodea por donde vamos. Me voy a pensar varios días, me he quedado estupefacta. ¿Qué es machista/racista/homófobo, etc.? ¿Va a poder hacer colaboraciones alguien sobre un escritor machista? ¿Dónde está la línea?
ResponderEliminarDisiento de este ambiente. Me siento sumamente incómoda y es una sensación que me produce pena, pues gracias a vosotros me he sentido menos sola en un año que ha sido una mierda en muchos aspectos y he descubierto libros maravillosos, algunos de los cuales he usado en actividades muy bonitas.
No entiendo qué está pasando.
Saludos
Me alegra leer que lectores del blog me consideran una persona. Muchas gracias por el tiempo que se tomaron en decir su opinión.
ResponderEliminarBeatríz, puedes leer a los lectores de tu blog o puedes seguir con la idea fija. Pero te equivocas conmigo hasta cuando dices "sin pestañear."
Siempre he pensado que lo malo de este blog es la política. La censura es un paso más. A partir de ahora habrá reseñas repletas de opiniones políticas y nadie podrá disentir. Muy bonito.
ResponderEliminarTodo mi apoyo para Diego, por supuesto. Yo también vi lo que pasó.
Sin ir más lejos, abc ha borrado sus comentarios en esta entrada.
ResponderEliminarY no me extraña después de ver la respuesta de Beatriz del 15 a las 9:03
Desde luego sugerir que alguien como abc se pueda parecer en lo más mínimo a un troll, siginifica que no han visto un troll en acción.
Tanto abc como Diego, me parecen dos ejemplos de corrección en fondo y forma. Da gusto leer a esta gente, estés de acuerdo con lo que dicen o no.
❤️🌈 Hola!! Qué buena conversa lok🌀 se ha armando. Me encanta cuando la gente dice su verdad desnuda y dando cara (por eso mi peor pesadilla son lxs anónimxs además de lxs psiquiatras). Por mi parte, que cada unx diga, haga y sienta lo que le nazca. Para mí la idea es no traicionarse y ser feliz amándose. Sigamos caminando.
ResponderEliminar🌀🌀💪🔥🌱
Queridos todos, qué buen consejo el de Antonieta. Seguiremos por aquí, leyendo a unos y a otros, y como cada uno tiene su "causa" en esta vida, y la mía es la del pacifismo, pues no puedo sino decir que vivan los libros, la poesía y que seguir dando vueltas a esto no tiene sentido.
ResponderEliminarEsto es lo que me han dicho mi almohada y alguna buena voz amiga.
feliz verano y felices lecturas.
Saludos