Año de publicación: 2020
Valoración: más que recomendable
Es curioso lo del lenguaje y las implicaciones que conlleva utilizar un registro o un tipo de léxico u otro, aun intentando expresar lo mismo... Por ejemplo, si yo digo que esta novela trata sobre una casquivana que vestía y se hacía pasar por hombre o mujer según su capricho y conveniencia, sin respetar las costumbres decentes de su época, al tiempo que fornicaba alegremente con quien pillara a mano en su calentón, sin parar mientes sobre su sexo, edad o condición, quizás pensaréis que la susodicha era una pilingui de cuidado y yo un irredento practicante de la incorrección política... o un pollavieja gilipuertas, según...
Si explico que se trata de una mujer que transgredió con valentía las restrictivas normas que el heteropatriarcado imponía a su género, una pionera en la afirmación de la libertad femenina y la ruptura de lo moldes que le imponía la convención social, tanto en la esfera privada como en la pública, deduciréis que la protagonista del libro era una feminista avant-la-lettre y quien esto escribe un aliado concienciado o un planchabragas gilipuertas, también según... Y si digo que se trataba de una persona menstruante que a menudo adoptaba los significantes externos que los estereotipos de género atribuyen a las personas no menstruantes, incluso haciéndose pasar por una persona no menstruante cuyos genitales no determinantes han sido modificados quirúrgicamente, para poder ejercer el rol que la sociedad binaria de su época (aunque, en determinados ambientes, menos de lo que cabe suponer desde la alienación neoliberal que caracteriza a la nuestra) les reservaba; que era una persona no menstruante que disfrutaba además de las ventajas ineherentes al poliamor y no temía empoderarse por medio de la práctica sexual con menstruantes y no menstruantes, etc. se podría pensar que la protagonista era una avanzada de la teoría queer y este reseñista... bueno, un gilipuertas, sin más.
Ahora bien, si el reduccionismo de tratar de explicar una novela o a un personaje de la misma atendiendo a una sola forma de interpretar el mundo a menudo conlleva resultados, cuando menos, incompletos, no digamos ya si tal personaje está basado, o basada, en este caso, en una figura histórica de la que se tiene más o menos información, pero, sobre todo, mucha leyenda, como ocurre con la protagonista de la voz y la espada, Julia -Julie- de Maupin o d'Aubigny, dama que nació y vivió en Francia durante el reinado de Luis XIV, consumada espadachina y considerada la primera contralto de la historia de la ópera, pues comenzó a interpretar papeles reservados hasta ese momento a la tesitura de los castrati -de hecho, se hizo pasar por uno de ellos en alguna ocasión-; cantante, duelista, trotamundos, fugitiva de la justicia, amante de hombres y mujeres, tanto nobles como novicias, llevó sin duda una vida extraordinaria para cualquier época y lugar, por lo que no es de extrañar que haya recibido la atención de la literatura (es también la protagonista de una de la primeras novelas de Théophile Gautier, por ejemplo) y el cine.
Con tales antecedentes, un propósito así, el de novelar una existencia tan peculiar como fue la de la Maupin, entrañaba ciertos riesgos: sobre todo, el de caer en el pastiche sentimentaloide, pero la escritora Vic Echegoyen ha salido más que airosa del embite y ha sabido narrar una historia vibrante, divertida y fresca, sin renunciar a un toque vintage -como el detalle de escribir los nombres propios en castellano, al estilo de las traducciones añejas-, que resulta de lo más evocador; leyendo las aventuras de la Maupin o d'Aubigny -o Aubini, también en ocasiones- uno se acuerda de las novelas de Dumas padre, claro está, como Los tres mosqueteros o El tulipán negro; también La Pimpinela escarlata... Eso no significa, en ningún caso, que el libro adopte un estilo decimonónico, ya trasnochado; la narración,en cualquier caso, resulta de lo más ágil y muy verosímil, tanto en lo que se refiere a las escenas de esgrima como las operísticas (estupenda la recreación del ambiente en el Teatro de la Ópera de París, y de toda la ciudad, en general), como en las de... ejem, aquí hay tomate, de las que encontramos muchas y variaditas. Sin rebozo ni rubor, por cierto... La novela también nos proporciona un panorama asaz elocuente de cómo eran los métodos de coerción y control sobre la población durante el reinado del célebre y celebrado Rey Sol, en este caso, y que sin duda habrían contado con la aprobación del padrecito Stalin, por ejemplo... Porque, más allá del pintoresquismo y de la idealización que se pueda hacer del pasado monárquico, los métodos empleados por cualquier régimen absolutista/totalitario vienen a ser los mismos, en toda época y circunstancia.
No os quiero hacer perder más tiempo leyendo esta reseña, en lugar de la novela en sí; difícilmente encontraréis otra más entretenida para los rigores veraniegos o los confinamentos otoñales (glups), pero, sobre todo, que sacuda los prejuicios tanto sobre a lo que se supone deben atenerse las "identidades", de género o de lo que sea, como sobre lo que algunos lectores piensan, de manera equivocada, que es una novela histórica, de aventuras o incluso romántica. Una historia refrescante, divertida a ratos, conmovedora en otros y que no se atiene a los moldes establecidos... más o menos como hacía su protagonista.
Con tales antecedentes, un propósito así, el de novelar una existencia tan peculiar como fue la de la Maupin, entrañaba ciertos riesgos: sobre todo, el de caer en el pastiche sentimentaloide, pero la escritora Vic Echegoyen ha salido más que airosa del embite y ha sabido narrar una historia vibrante, divertida y fresca, sin renunciar a un toque vintage -como el detalle de escribir los nombres propios en castellano, al estilo de las traducciones añejas-, que resulta de lo más evocador; leyendo las aventuras de la Maupin o d'Aubigny -o Aubini, también en ocasiones- uno se acuerda de las novelas de Dumas padre, claro está, como Los tres mosqueteros o El tulipán negro; también La Pimpinela escarlata... Eso no significa, en ningún caso, que el libro adopte un estilo decimonónico, ya trasnochado; la narración,en cualquier caso, resulta de lo más ágil y muy verosímil, tanto en lo que se refiere a las escenas de esgrima como las operísticas (estupenda la recreación del ambiente en el Teatro de la Ópera de París, y de toda la ciudad, en general), como en las de... ejem, aquí hay tomate, de las que encontramos muchas y variaditas. Sin rebozo ni rubor, por cierto... La novela también nos proporciona un panorama asaz elocuente de cómo eran los métodos de coerción y control sobre la población durante el reinado del célebre y celebrado Rey Sol, en este caso, y que sin duda habrían contado con la aprobación del padrecito Stalin, por ejemplo... Porque, más allá del pintoresquismo y de la idealización que se pueda hacer del pasado monárquico, los métodos empleados por cualquier régimen absolutista/totalitario vienen a ser los mismos, en toda época y circunstancia.
No os quiero hacer perder más tiempo leyendo esta reseña, en lugar de la novela en sí; difícilmente encontraréis otra más entretenida para los rigores veraniegos o los confinamentos otoñales (glups), pero, sobre todo, que sacuda los prejuicios tanto sobre a lo que se supone deben atenerse las "identidades", de género o de lo que sea, como sobre lo que algunos lectores piensan, de manera equivocada, que es una novela histórica, de aventuras o incluso romántica. Una historia refrescante, divertida a ratos, conmovedora en otros y que no se atiene a los moldes establecidos... más o menos como hacía su protagonista.
Hola Juan: me he reído mucho con la reseña. Va a la lista de pendientes.
ResponderEliminarSaludos
Hola, Gabriel:
EliminarPues me alegro, de verdad. Lo malo es que cuando os intento hacer reir, nunca lo consigo... :p
Muchísimas gracias por esta reseña excelente y, sobre todo, tan amena, detallada y llena de complicidad y cariño por La Maupin. Incluso después de sumergirme en su vida sigue siendo un enigma para mí, pero adivino que, con su humor como un escalpelo, usted y ella se habrían entendido en seguida. Un saludo agradecido desde Hungría, Victoria.
ResponderEliminarGracias a usted por escribir el libro, señora Echegoyen, que me ha hecho pasar un rato estupendo y ojalá ocurra lo mismo con muchos otros lectores.
EliminarUn afectuoso saludo y gracias por visitarnos.
Gracias juan por tan amena reseña mayor Thompson
ResponderEliminarUn lujo más de ULAD, y van...
ResponderEliminarPor una de las mejores y más picantes reseñas que ha escrito Juan en estos años, por el personaje protagónico, por la novela en sí y, por último pero no menos importante, el amable saludo de la autora, que con este sencillo gesto no hace más que poner de manifiesto su calidad humana, lo cual hace aún más atractiva su novela.
En épocas en las cuales el entretenimiento es muy bienvenido, consideraré muy seriamente agregar esta obra a mi cuasi infinita lista de pendientes.
El Puma
Amigo Puma, te agradezco tus palabras por la parte que me toca, pero en este caso, sin duda todo elogio debe dirigirse en exclusiva a la propia novela y a la amabilidad de su autora.
EliminarGracias, no obstante y como siempre, por tu comentario y tu isita.