Título original: We Were the Mulvaneyss
Año de publicación: 1996
Valoración: Imprescindible
Es lo que se pregunta el lector cuando las
cosas empiezan a complicarse y todavía tiene por delante unos centenares de
páginas, ¿qué será de esta familia? Pero solo nos importará su destino una vez
los hayamos conocido como si formásemos parte del clan, cuando hayamos compartido
con ellos su peculiar forma de vida, hurgado en el pasado de los padres,
asistido a los primeros pasos de los niños, a su crecimiento, al desarrollo de
formas de ser muy diferentes. Aquella casa es como un cajón de sastre, idílico
en su imperfección hasta que…
Casi desde el principio se nos advierte de
algo que nos pone en guardia, después se van dejando caer detalles que apuntan
siempre a lo mismo, vamos intuyendo hasta que deja de haber dudas. Eso que
intuíamos está ahí, alguien nos lo está contando. Entonces todo se desborda y
nada será como era antes.
La identidad del narrador es fundamental,
porque es quien nos agarra del brazo, nos invita a entrar con él y logra
simular esa intimidad entre lector y personajes. En un principio parece un
recurso efectivo aunque no demasiado original: un miembro de la familia, el
benjamín en este caso, que ejerce el papel de narrador-testigo. Pero esta es
solo una faceta de un punto de vista más complejo y poco usual de lo que
parece. Y es que Judd, no solo es uno más, también –y sobre todo– es periodista,
sabe escribir y fabular, de ahí que utilice recuerdos y datos para completar
esos fragmentos de la historia familiar que no conoce más que de oídas o que no
conoce en absoluto. De modo que, además de testigo de los hechos, Judd se
convierte en narrador omnisciente cada vea que conviene a su autora. Y pasa de
una fórmula a otra sin que apenas nos demos cuenta. Porque quien narra lo que
le pasa por la cabeza a Marianne cuando está sola en su habitación a muchos
kilómetros de la granja familiar no es la novelista omnisciente sino el
omnisciente hermano pequeño que reconstruye y reorganiza lo que sabe para que nos angustiemos o disfrutemos según convenga.
Como digo, he vivido un par de semanas en
una granja bastante caótica, muy divertida, repleta de gente, animales y objetos,
todos con personalidad propia, hasta los relojes. ¿Quieren que describa uno por
uno a sus habitantes? No lo voy a hacer pero podría, porque les conozco como si
hubiera pasado diecisiete años a su lado y, además, hubiese escuchado de su
boca todos los antecedentes. Pero yo les ofrecería una visión muy pobre y lo
que pretendo con esto es que, ustedes que me leen, se muden por un tiempo a High
Point Farm. Se enfrentarán a seis personalidades tan distintas y bien definidas
como las de la gente que conocen, y a pesar de saber cómo es cada uno les verán
evolucionar y nunca dejarán de sorprenderles.
Los asuntos que trata un artefacto de este
calibre y casi ochocientas páginas son muchos y variados, como es lógico. Pero,
además de lo evidente -el análisis de las relaciones familiares- podríamos
condensarlos en uno solo: la injusticia. Alrededor de él se van tejiendo los
demás: la cobardía, los prejuicios, el silencio, la culpa que siente el
inocente (o le hacen sentir), la difícil posición de víctima, la venganza,
la desintegración familiar y personal o su superación a través del tiempo, la
necesidad de aprobación social, la vergüenza.
“¿Por qué les acusas si solo son ranas succionadas hasta la muerte por arañas de agua?”
Esto le pregunta Judd a Patrick, el
segundo hermano, y se refiere a sus padres, pero todos fueron succionados por
la misma fuerza, sobrehumana y totalmente fuera de control. Oates parece conocer
muy bien ciertas zonas de la América profunda, donde el orgullo se convierte en
patológico. Aunque esos comportamientos son universales y ahí reside su interés;
el mérito consiste en detectarlo y transmitirlo con las particularidades
propias del ambiente.
Qué
fue de los Mulvaney es una
novela minuciosa, muy del estilo de Oates. Aunque hay quien dice que cada obra
suya parece escrita por un autor distinto, yo no lo veo así. Esta forma de
narrar, acumulativa, crea un mundo tan completo y convincente que parece narrarlo
todo –y no es así en absoluto, si se fijan, selecciona, y mucho– recuerda
bastante a la muy posterior Un libro de mártires americanos, salvando todas las diferencias. También puede
compararse con el Philip Rhot de Indignación
o La mancha humana. (Por cierto, no
sé a qué esperan los de Estocolmo, a este paso, otro Nobel que se pierde). Son
tramas complejas, muy bien trabadas, con implicaciones y conexiones que nos
abruman según las vamos descubriendo, y que imitan el conglomerado de causalidad
y casualidad de la vida real tan fielmente que, días después de haberlo
acabado, parece que lo hayamos vivido en lugar de leerlo.
Traducción: Carmen Camps Monfá
Otras obras de la autora en Un libro al día: Aquí
Gracias por una reseña tan buena y elaborada. Lo poco que he leído de esta autora, no me ha disgustado; pero tampoco me ha gustado tanto como para repetir. Yo creo que Joyce Carol Oates es casi una autora gótica, por ese gusto que tiene por los misterios, lo recóndito, los secretos de la vida familiar en ambientes un poco cargados de la América profunda. Es una buena escritora, pero a mí me aburre; culpa mía, no de ella. Pero tiene que gustar mucho esta escritora para devorar una novela de 800 páginas.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
Hola. Es que Oates tiene una obra abundante y variada, yo en lo que he leído de ella no encuentro eso que dices. Lo de autora gótica me parece más propio de alguien como Atwood, (que está bien pero no me entusiasma) sobre todo en El asesino ciego.
EliminarOates, como digo en la reseña, me recuerda más a Roth. Ambos tienen la habilidad de que sus tramas vayan a más a fuerza de complicarlas. Coetzee también hace eso pero es más apocalíptico. Incluso pienso, exagerando un poco, que si eliminásemmos las portadas no sería fácil distinguir a Roth de Oates, excepto porque los protagonistas del primero son todos varones y los de ella son de ambos sexos.
Gracias por elogiar la reseña. Saludos
Oates es la mejor escritora norteamericana viva-junto con DonnaTartt- y sin duda la mas hiriente,la que cuestiona mas la moral conservadora.
ResponderEliminarDe acuerdo en lo que respecta a Oates. De Donna Tartt no he leído nada, así que para mí quien completaría el duo es Toni Morrison, que ya obtuvo su Nobel y por desgracia nos dejó hace menos de un año.
EliminarGran reseña. Lo leí hace un mes o así. Librazo mayúsculo. Oates es muy buena .
ResponderEliminarGracias, Myrna. Muy de acuerdo contigo, hay que seguir leyendo y a Oates.
ResponderEliminarGran reseña Montuenga! Amo a Oates. Nunca me defraudó con sus cuentos o novelas. Anotada para futura lectura.
ResponderEliminarSaludos
Creo que quedan más bonitas cuando nos entusiasmamos con un libro, las mías y las de todos.
ResponderEliminarSi me limitara a reseñar a los 40 o 50 autores que me encantan todas mis reseñas tendrían un Imprescindible,pero se perdería gran parte de la riqueza del blog. Así que con unos libros disfruto mucho y con otros no tanto.
La autora más sobrevalorada del mundo. Leí un libro de relatos suyo y resultó ser un bodrio. Ünicamente un ejemplo: esta señora confunde el misticismo con la cábala, la superstición y la superchería. El lector no traga cualquier cosa, al menos yo.Esta señora escribe muchísimo más de lo que sabe, Aaaadiós,
ResponderEliminarInteresante. Todos confundimos conceptos y no lo compensamos escribiendo novelas magníficas como hace Oates. Por otra parte, se puede ser una excelente escritora teniendo ideas erróneas, no son incompatibles. Pero es que en este caso diferenciar superstición de misticismo me parece inconsistente. Supongo que hablas desde la creencia de la fe, yo desde la certeza de quien tiene a la ciencia de su parte. Respetemos lo todo si queremos que nos respeten y nos irá mejor.
EliminarPues después de leerte tengo clarísimo cuál será mi próximo de Oates después de Un libro de mártires americanos, que me encantó. Y si encima le das un imprescindible, ya está!
ResponderEliminar¿Te has fijado en que le he dado las décimas que le quité a los Mártires?
ResponderEliminarNo creo en predicciones, y aun así predigo que no te vas a arrepentir. Espero tu feed back :)
Así que es mejor aún! Yiahaaaaa!!!! :D
ResponderEliminarJajaja
ResponderEliminarSi no recuerdo mal los Mulvaney es una reedición. Se publicó a primeros de los 2000 o finales de los 90. Aqui debió pasar rápido por las librerías y desaparecer. He leído los libros que citas de Roth y el de los Mártires. Intuyo que si me gustará. Es una autira muy prolífica y tiene de todo.
ResponderEliminarTiene tanto que en español no traducimos ni la mitad.:) Asegurar que es mala escritora sólo por un libro de relatos es muy arriesgado.
¡Claro! Aquí no reseñamos ediciones concretas, por eso en la ficha de cabecera figura la fecha de publicación: 1996, tal como dices.
ResponderEliminarA mí, todo lo que he leído de ella me parece excepcional. Si te han gustado los libros que citas, creo que te va a gustar este. Es largo y lento, pero en mi opinión no le sobra ni una página. Eso no se consigue fácilmente.