Título original: The Invisible Mile
Año de publicación: 2015
Traducción: Íñigo F. Lomana
Valoración: recomendable
Puesto que nuestro compañero Koldo, que es a quien correspondía, inauguró con Ruedas de fortuna las reseñas de temática ciclista en ULAD, continuaremos por esa senda... es decir, ruta, pese a que yo hace tiempo que no soy practicante de tan noble deporte, consistente en subirte los domingos por la mañana a un velociclo que puede costar lo que un coche de pequeña cilindrada, pedalear 30 ó 40 kms. hasta algún bar famoso por sus almuerzos y carajillos, y ponerte tibio, sabiendo que vas a quemar las calorías en el trayecto de vuelta... Es broma: el ciclismo es tesón, lucha, sacrificio, épica, encontrarse con uno mismo y con el mundo, y no sé cuántas cosas más... pero todas, TODAS, las podéis encontrar en esta primera novela del neozelandés David Coventry, que nos cuenta, precisamente, la primera vez que un equipo de habla inglesa, formado por australianos y neozelandeses, tomó parte en el Tour de Francia, en 1928.
Aunque mejor debería poner "formado por australianos y neozelandés", porque en el equipo real, de cuatro corredores, tan sólo había uno de esa nacionalidad; pero Coventry se inventa a otro de su mismo país, un quinto ciclista del que no sabemos el nombre, a pesar de que se convierte en el narrador y protagonista de la novela. De su mano recorremos l'Hexagone (y de verdad, siguiendo su perímetro y sin saltos fulleros entre etapas) por sus llanuras y montañas -ay, ese Tourmalet-; sus pueblos y sus ciudades... y también sus campos de batalla, porque la Gran Guerra aún está muy presente en las cicatrices del país y el ánimo de sus gentes; también en el del protagonista de la novela, ese quinto ciclista de las antípodas que por su edad no llegó a participar en la contienda, pero no puede olvidar el efecto causado en su hermano Thomas, veterano de guerra.
Este recuerdo de la sangrienta guerra constituye, junto con la peripecia de la propia competición, una de las patas sobre las que se asienta la novela, pero también lo es la obsesión que siente el joven ciclista hacia dos enigmáticos personajes: Louvière, carismático corredor franco-argelino, y una mujer llamada Celia que sigue a la caravana del Tour por toda Francia y que entabla una relación, cuando menos peculiar, con el protagonista-narrador. Quien, por si fuera poco, también corre atormentado por otra circunstancia: la muerte, unos años antes, de su hermana Mayra, de la que no sabemos si se hace responsable a sí mismo, a su hermanoo qué puñetas le pasa... Porque todas estas obsesiones y tormentos las vive el pobre chaval entre medias de una carrera de una dureza apabullante, de etapas interminables y encadenado a un artefacto con ruedas que nada tiene que ver con las modernas bicicletas de fibra de carbono y cuyas averías y pinchazos debía reparar el mismo ciclista. Una carrera que se convertía también en una batalla, contra el propio cuerpo, en un inclemente trabajo de Sísifo que en la novela adquiere casi una corporeidad de deidad antigua, juez y verdugo de los infelices mortales, de tal manera que para sobrellevar su castigo aquellos "esforzados de la ruta" se veían obligados a tirar de cocaína, de anfetas, de éter... incluso de simple vinacho, para aguantar. Todo ello vivido con redoblado sufrimiento por nuestro prota, porque Coventry es un escritor de los, digamos, "intensitos"...
Entiéndaseme: no estoy sugiriendo que sea un mal escritor, todo lo contrario... Ojalá yo escribiera tan bien como David Coventry, con esa mencionada intensidad, seco lirismo y desgarro. Es más: ojalá todos los escritores noveles (aunque el hombre ya es talludito, por más que éste sea su primer libro) y más de uno de los nobeles escribieran tan bien como David Coventry. Sólo que, en mi opinión, la historia se enreda demasiado, se va por las ramas cual barón Cósimo de Rondó, con tanta preocupación de su cuitado protagonista, cuando en realidad lo que funciona como un tiro es la narración de la carrera en sí, una epopeya sin sentido sobre héroes que se caen por tierra, que vomitan, se desmayan, se torturan a sí mismos sin saber muy bien por qué, odian lo que están haciendo pero tampoco son capaces de bajarse de la bici y mandarlo todo al cuerno... (y por aquel entonces no había tele, así que sus esfuerzos ni siquiera servían para que los espectadores nos echáramos unascsiestas de campeonato... Qué injusta es la vida).
Este recuerdo de la sangrienta guerra constituye, junto con la peripecia de la propia competición, una de las patas sobre las que se asienta la novela, pero también lo es la obsesión que siente el joven ciclista hacia dos enigmáticos personajes: Louvière, carismático corredor franco-argelino, y una mujer llamada Celia que sigue a la caravana del Tour por toda Francia y que entabla una relación, cuando menos peculiar, con el protagonista-narrador. Quien, por si fuera poco, también corre atormentado por otra circunstancia: la muerte, unos años antes, de su hermana Mayra, de la que no sabemos si se hace responsable a sí mismo, a su hermano
Entiéndaseme: no estoy sugiriendo que sea un mal escritor, todo lo contrario... Ojalá yo escribiera tan bien como David Coventry, con esa mencionada intensidad, seco lirismo y desgarro. Es más: ojalá todos los escritores noveles (aunque el hombre ya es talludito, por más que éste sea su primer libro) y más de uno de los nobeles escribieran tan bien como David Coventry. Sólo que, en mi opinión, la historia se enreda demasiado, se va por las ramas cual barón Cósimo de Rondó, con tanta preocupación de su cuitado protagonista, cuando en realidad lo que funciona como un tiro es la narración de la carrera en sí, una epopeya sin sentido sobre héroes que se caen por tierra, que vomitan, se desmayan, se torturan a sí mismos sin saber muy bien por qué, odian lo que están haciendo pero tampoco son capaces de bajarse de la bici y mandarlo todo al cuerno... (y por aquel entonces no había tele, así que sus esfuerzos ni siquiera servían para que los espectadores nos echáramos unascsiestas de campeonato... Qué injusta es la vida).
Los auténticos titanes de la ruta, junto a un montón de admiradores a pie.
Hola Juan:
ResponderEliminarVivo en pelea constante con los ciclistas, pero convivo con un practicante de este deporte al que voy a regalar este libro. No dejo de insistir en que mi familia lea.
Lo de la práctica dominguera con carajillo y almuerzo.. real 100%😃
Saludos a todos (hasta a los ciclistas que van por la acera)
Mira que es difícil encontrar buenos libros sobre el tema! Habrá que probar con este, pese a las objeciones que le pones. Y vamos, lo del almuerzo es la pura verdad (eso sí, luego alguno es de los que "no, me he comprado un sillín que cuesta 100€ y pesa 23 gramos menos que el otro"). En fin, que por eso y por mi gran capacidad de socializar prefiero salir solo.
ResponderEliminarAbrazo, compañero
Hola Juan:
ResponderEliminarAdhiero a tu frase final: no hay deporte más aburrido para ver por TV que el ciclismo.
Gracias por la reseña
Hola a todos:
ResponderEliminarAntes de que se me acumule más trabajo:
-Lupita, a los ciclistas que van por la acera, muerteby oprobio eterno. Para los demás, #respect.
-Koldo, en verdad, la novela está mejor de lo que puede parecer en algún párrafo de la reseña. El "recomendable" me parece justo. Desde luego, es mejor que algunas que se publicitan con más alharaca y complacencia.
-Gabriel: He de decir que, aunque ahora me duerma, en mi ya lejana infancia y juventud a mí me encantaba ver ciclismo e incluso lo he practicado, dentro de mis modestas posibilidades físicas y pecuniarias. Personalmente, el deporte que más me aburre ver es el tenis, pero luego hay gente a la que le chifla, ya ves...
Gracias a todos por los comentarios y saludinhos.
Recuerdo a Gallipoli... Con los nuevazelandese y australianos.. Mayor Thompson
ResponderEliminarY una estupenda película de los 80, aunque la música no pegaba mucho, creo recordar...
EliminarUn saludo y gracias por el comentario.
Tengo comoprado, pero pendiente de lectura, "El Giro de Italia" de Dino Buzzati, que promete ser una buena aportación al tema del libro del día.
ResponderEliminarMuy recomendable es "Las leyendas del tour de Francia", una novela gráfica que leí por fanática del cómic, aunque el ciclismo no me gusta nada de nada.
ResponderEliminarAhí queda la recomendación.
Saludos
Hola a los dos: El libro de Buzzati lo vi hace tiempo (creo que es de Gallo Nero) y me llamó la atención... Habrá que buscarlo. El cómic no lo conozco. Supongo y espero que saldrá Poulidor, fallecido hace poco y auténtica leyenda del ciclismo.
ResponderEliminarUn saludo a ambos.