Título original: La
vagabonde
Año de publicación: 1910
Valoración:Bastante recomendable
Colette
(1873-1954). Otra autora de indudable calidad, espíritu libre y pionera en su
época, que solo encontraremos en librerías de viejo, bibliotecas bien surtidas
o, como mucho, en alguna estantería heredada. Quizá el nombre les suene por Gigí, su novela más conocida, adaptada
al cine en 1944 y al teatro en alguna ocasión. Casada tres veces, protagonista
de sonados escándalos, de personalidad polifacética –también fue bailarina y
actriz de cabaret– y escritora más que prolífica con más de cuarenta títulos en
su haber, llegaría a integrar –incluso a presidir– la prestigiosa Academia
Goncourt y a obtener varias veces la Legión de Honor, el mayor galardón de
Francia.
Tanto
aisladamente como su obra completa ha sido traducida al castellano, las más recientes fueron Chéri
y El trigo tierno. Hoy traigo aquí La vagabunda porque he pensado que entre
tanto título recién salido del horno que pretende situarse en primer lugar del
ranking dejando patidifuso al lector poco avezado, a veces hay que apostar por
lo seguro. Y es que, aparte de escribir de maravilla –si obviamos adjetivos y
expresiones, por almibarados, radicalmente pasados de moda– plantea cuestiones
universales con la sinceridad y conocimiento de causa de quien ha vivido bastante. Aunque no podemos identificarla con Renée Néré, su protagonista,
la autobiografía es, obviamente, su fuente de inspiración: (…decidí someter mi tarea de escritor al ritmo
de mi existencia de artista. Lo raro es que lo lograra.”).
Nos creemos
a Renée porque narra su historia en presente al albur de los acontecimientos,
porque se describe a sí misma y a quienes la rodean, así como lugares y
ambientes, con el mayor desparpajo y detalle y, por encima de todo, porque nos aporta un punto de vista que es exclusivamente suyo, pues sabe desnudarse tan
bien por dentro que es fácil llegar a conocerla.
Superviviente
de un primer matrimonio que la marcaría de por vida, entre otros motivos, por
haberse apropiado el marido de la autoría de sus escritos, Colette crea un
personaje dolorido, precozmente frustrado, que no es capaz de olvidar y empezar
de nuevo, aunque a su modo, melancólico y autosuficiente, se siente más o menos
feliz. Ambas, autora y personaje, se caracterizan por anteponer su afán de
independencia a cualquier eventualidad que se presente, ambas creen que el
sentido común, la capacidad de disfrutar de lo que ofrece la vida (arte,
amistad, naturaleza… ) y de ofrecer al público sus propias dotes artísticas
pueden resultar satisfactorios.
De un modo
que parece casual, se nos ofrece un magnífico retrato de ambientes: el particular
carácter de los actores de revista, la cicatería de los empresarios, la
vulgaridad y sordidez de algunos entornos, las penalidades de una vida precaria.
Paradójicamente, a su comprensible temor al futuro se une el agradable vértigo
de la aventura y el disfrute de sentirse bohemio.
El argumento
es muy simple y tiene una importancia relativa, así que me lo callo si no les
importa. Destacaré que quien maneja los hilos de la trama es el (estupendamente
caracterizado) personaje femenino, un personaje tan agudo como escéptico. Conocemos
sus opiniones, vida pasada, previsiones de futuro y este, su momento vital.
Renée y su soledad, que le desespera a ratos pero que es requisito fundamental del escritor (“Escribir… Derramar con rabia toda la
sensibilidad de sí misma sobre el papel tentador, tan de prisa, tan de prisa,
que a veces la mano lucha y se encabrita, agotada por el dios impaciente que la
conduce…”), Renée y su dignidad, que defiende a capa y espada, Renée y sus
errores juveniles, Renée y su fuerza casi indestructible (“En mis horas buenas me digo y me repito alegremente que me gano la
vida. El music-hall donde me convertí en mima, danzarina, hasta comediante,
hizo de mí una pequeña comerciante honrada y dura.”). Y es que tuvo que
reinventarse porque la sociedad que abandonó no aceptaba su petición de
divorcio. Con estos elementos, desembocamos en una encrucijada que tarda en
resolverse, y sin embargo el clímax se mantiene con un pulso tan firme que nunca
llega a decaer.
Como ven, el
mundo de 1910 retransmitido en directo, un mundo que, en efecto, es distinto
del nuestro pero menos de lo que suponíamos. Por eso, casi cualquier cuestión relacionada
con las mujeres que pueda surgir ahora mismo nos la muestra Renée a través de un
cristal distinto: la realidad distorsionada por el tiempo, es decir,
caricaturizada, que es la mejor forma de verla claramente. (“¿Qué demonios vas a hacer en esa galera…,
ni siquiera eso, en esa barcaza-lavadero sólidamente anclada, donde se lava una
ropa patriarcal?”).
Lo dicho,
hay que recuperar a Colette, ella sí que era valiente.
Traducción: E.
Piñas
También de Colette: Chéri, Dúo
Hola, compañera:
ResponderEliminarPues quisiera comentar, por si le interesa a alguien, que hace no mucho vi la biopic dedicado a esta escritora y titulada justamente "Colette", e interpretada por Keira Knightley, que no está mal, y se centra sobre todo en el primer y tormentoso matrimonio que tuvo con el entonces célebre "escritor" Willy. Un tipo que no sólo se quedaba con los derechos sino que además la obligaba a escribir, encerrándola si era necesario (también hay que decir que en un principio, fue él quien la animó a hacerlo, algo que Colette, que era una chica de campo, no se había planteado antes...o eso aparece en la película).
Un saludo.
Ostras, cuántas similitudes con la vida de Margaret Keane, cuyo matrimonio con Walter Keane (AKA Christoph Waltz en uno de sus peores papeles) fue llevado al cine por Tim Burton. Lo que nos lleva a pensar en cuántas mujeres han podido llegar a ser "opacadas" por sus maridos, parejas, padres, etc a lo largo de la Historia. ¡Qué barbaridad!
ResponderEliminarY que me perdone Joaquina por un comentario que nada tiene que ver con el libro
Hola otra vez y perdón por monopolizar los comentarios:
EliminarNo he visto esa película, pero sí, la historia tiene bastantes concomitancias con la de Colette, sólo que en el caso de ésta no es exactamente que su marido se apropiara de sus escritos sin el conocimiwnto de ella, sino que cuando se casó con el tal "Willy", éste ya era una especie de escritor-marca, que contrataba "negros" (entre ellos, Marcel Schwob) para que escribieran los argumentos que él les daba y luego firmaba. Hasta que se dio cuenta de que tenía una escritora de más talento en su propia casa y que además le salía gratis... Pero no es que ella no supiera lo que había.
A ver, yo me hinché a leer novelas de Colette que sacaba de la biblioteca cuando estaba en el instituto. Le tengo un cariño especial y nunca vería un biopic sobre ella porque sentiría que me la adulteraban. Estuve a punto de pedir La ingenua libertina, pero la hojeé, tiene un principio algo empalagoso y a estas alturas no soy capaz de digerir algo así. Esta me pareció una buena relectura y me confirmó que hay que reivindicarla.
ResponderEliminarTal como dices, Juan, el primer marido contrataba negros literarios y por lo visto se le ocurrió pedir a Colette que escribiera algo sobre sus recuerdos, vio que tenía talento y, si no me equivoco, la obligó a escribir toda una serie con la misma protagonista. Hay que decir que ella tenía solo veinte años cuando se casaron y él la llevaba quince (hablo de memoria pero es así, más o menos). Al final, se hartó de sus infidelidades y de trabajar para él y se construyó su propia vida a su estilo.
Koldo, te preguntas cuántas mujeres fueron suplantadas por sus maridos. Pues, más o menos, todas las que tenían el suficiente talento y formación, y además estaban casadas. Hay pintoras, músicas y escritoras a porrillo, y otras de las que no nos enteraremos nunca. En esas condiciones, les merecía la pena no casarse y es lo que hicieron muchas, que son la mayoría de las que han pasado a la historia.
Y que me perdone Joaquina a mí también por no haber explicado el argumento, pero cada novela exige un tratamiento diferente.
Estas mujeres casadas se ríen de su comentario: Mary shelley, Virginia Woolf, Shirley Jackson, Elizabeth Gaskell, Elsa Morante, Natalia Ginzburg, Irish Murdoch,Irène Némirovsky,Clarice Lispector, et alii. Pero la palma se la llevan estas dos frases:
Eliminar"Pues, más o menos, todas las que tenían el suficiente talento y formación, y además estaban casadas."
" En esas condiciones, les merecía la pena no casarse y es lo que hicieron muchas, que son la mayoría de las que han pasado a la historia."
Me atrevo a decir que la mayoría de las grandes escritoras de la literatura eran casadas, además de que sus maridos fueron de gran apoyo y algunos ejercieron algún tipo de influencia en la obra de estas ínclitas damas.
Te felicito por tu esfuerzo y constancia durante todo el ciclo en que el blog ha estado en vigencia. entré para buscar una reseña de "Antes que anochezca" y me dió curiosidad saber si seguia el proyecto en actividad. En fin, te/los felicito por este proyecto
ResponderEliminarMuchas gracias, Agus, en nombre de los 10 que componemos el equipo. De paso, añado que el 1 de marzo cunplimos 11 años con una reseña al día, espero que sigas leyéndonos.
ResponderEliminarQuisiera leer el libro la vagabunda me gustó la película que vi
ResponderEliminarPues muy buena elección. Si luego quieres comentar lo que te ha parecido, estaremos encantados de leerte.
ResponderEliminarCómo puedo saber si tengo la obra completa ,la tengo pero no sé cuántas páginas son en verdad ,mi libro está muy descuidado era de mi abuela
ResponderEliminarHola. El libro que leí es una edición de 1971 de Plaza y Janes y tenía unas 450 pgs. Apunté la última frase, aunque luego no la utilicé en la reseña y veo que las últimas palabras son "diminuta sombra".
ResponderEliminarSuerte!