Título original: Istruzioni per diventare fascisti
Traducción: Ana Ciurans Ferrándiz (ed. en castellano) / Mercè Ubach (ed. en catalán)
Año de publicación: 2018
Valoración: recomendable
No podemos afirmar que no se veía a venir. No podemos obviar que había múltiples indicios de lo que se aproximaba. Porque ya había sucedido en países vecinos, y la polarización de la sociedad sembraba una tierra donde podía arraigar el fascismo. Porque no nos engañemos, el fascismo ya existía antes y, lamentablemente, seguirá existiendo. La clave está en detectarlo, luchar contra él y vencerlo, a ser posible, si queremos que la democracia (en su mayor expresión o menor, según el país desde el que nos leáis) no retroceda más aún. Y la cultura ofrece herramientas para ello. ¡Aprovechémoslo!
En este interesante ensayo, Michela Murgia habla sobre el fascismo, pero no condenándolo de manera explícita, sino que utilizando el sarcasmo y la ironía pretende instruir al lector sobre cómo ser un fascista sin que se note demasiado. Así, dándole la vuelta a lo que debería ser un ensayo condenatorio, expone los caminos que cualquier fascista debe ser seguir para que entre dentro de lo "aceptable" para el resto de la sociedad. No cabe decir que la intención y el planteamiento es más que llamativo, y el resultado cumple sobradamente con el propósito sin caer en superficialidades.
Murgia plantea el libro de manera interesante, pues expone, desde la ironía, la conveniencia del fascismo para facilitar el gobierno de un país. Así, desde una teórica visión fascista crítica las debilidades e inconvenientes de la democracia e intenta que justamente el lector no fascista vea en ella sus beneficios, pues el tono irónico que destila todo el libro (y los valores democráticos que se le suponen al lector) hacen que la lectura sea amena a la vez que generan una alarma porque se ve en esos argumentos un riesgo de que haya quien puede creer en ellos.
Pero sería muy inocente fijarse solo en la parte irónica que transmite el libro, pues más allá de criticar el fascismo, lo que hace el libro brillantemente es buscar las debilidades de nuestro sistema democrático y social, para evidenciar la facilidad con la que permitimos que el fascismo entre en nuestras vidas. Y lo expone claramente en una de sus reflexiones, al autocuestionarse si los demócratas progresistas y conservadores estarían dispuestos a creer que ciertos partidos políticos no son fascistas; la respuesta es evidente, y fácilmente contrastable con la realidad: «por supuesto que sí, porque en el fondo ellos desean creer que el fascismo no existe, que es un fenómeno histórico superado y que, por tanto, no hay ninguna posibilidad que se vuelva a presentar. Por tanto, ignoraran de manera espontánea todas las señales que les puedan obligar a admitir que nunca han dejado de existir (…) Nos llamarán nostálgicos, la nueva derecha o nacionalistas, pero serán ellos mismos los que no querrán pronunciar la palabra fascista (…) porque eso despierta sus propios fantasmas». La autora, incidiendo en este aspecto, indica que el fascismo es un caballo de Troya, pues una vez ha entrado en la esfera política no se les puede silenciar si los demócratas no quieren verse acusados a su vez de fascistas. «Esta es la maravilla de la democracia: a diferencia del fascismo, siempre puede ser utilizada en su contra».
Más allá de la esfera política y haciendo hincapié en el discurso social, Murgia también destaca la importancia, para ser un buen fascista, en atribuir a un colectivo todo lo malo que ocurra, indicando siempre que haya delitos o abusos su raza o nacionalidad (a excepción de cuando lo cometan los "propios", que entonces será un caso aislado o un loco irresponsable). La autora abre el abanico a los diferentes colectivos para criticar, en cada uno de ellos, aquello que (supuestamente) tienen de malo para lo sociedad y, por este motivo, y como no puede ser de otra manera visto el discurso fascista habitual, el libro también habla sobre el "peligro" del feminismo y la amenaza de los homosexuales y lesbianas, culpando a la mujer del problema laboral, pues si se hubiera quedado en casa teniendo hijos no habría problema con las pensiones y los cuidados de la gente mayor.
La clave y principal interés de este libro radica en destacar las facilidades y grietas que hay en la sociedad para que podamos ser fascistas sin ninguna dificultad y, con ello, propicia que la lectura del demócrata vea en todo ello cada uno de los peligros en las diferentes áreas que el libro retrata. Así, actuando en “reacción a”, las instrucciones para convertirse en fascista se convierten justamente en todo lo contrario, una clara alarma y un manual para ser, precisamente, antifascista y lo hace, además, en un tono irónico y desenfadado. Y aquí está el gran mérito de este libro, escribir un ensayo de extrema accesibilidad contra el fascismo y, a través de él y con cuatro ideas bien definidas, ponernos en alerta, no ante lo que puede venir, sino ante lo que ya tenemos delante nuestro: un fascismo que avanza, en gran parte, por culpa nuestra, no por despertarlo, sino por no detectarlo a tiempo y evitar su auge.
El libro que ha escrito Murgia es interesante a la vez que ameno, pues pone de relieve pensamientos, ideas o situaciones donde el que los practica “podría parecer fascista pero no está del todo claro” y es que, jugando con los límites, la autora pone de manifiesto que estos se mueven a medida que nos acostumbramos a ellos y siempre los acabamos desplazando hacia la derecha de nuestro equilibrio social. Y, utilizando la ironía, el libro es, especialmente, un grito de alerta a todos los demócratas y ciudadanos, pues pone en evidente relieve todos aquellos agujeros o espacios por los que dejamos que el fascismo se vaya infiltrando en nuestras vidas. Porque somos nosotros quienes lo permitimos, con nuestras bondades o nuestros sistemas imperfectos, y eso es un grandísimo error. Y es que cada vez es más evidente y necesario que debemos concienciarnos que al fascismo no se le ignora, sino que se le combate. Siempre.
En este interesante ensayo, Michela Murgia habla sobre el fascismo, pero no condenándolo de manera explícita, sino que utilizando el sarcasmo y la ironía pretende instruir al lector sobre cómo ser un fascista sin que se note demasiado. Así, dándole la vuelta a lo que debería ser un ensayo condenatorio, expone los caminos que cualquier fascista debe ser seguir para que entre dentro de lo "aceptable" para el resto de la sociedad. No cabe decir que la intención y el planteamiento es más que llamativo, y el resultado cumple sobradamente con el propósito sin caer en superficialidades.
Murgia plantea el libro de manera interesante, pues expone, desde la ironía, la conveniencia del fascismo para facilitar el gobierno de un país. Así, desde una teórica visión fascista crítica las debilidades e inconvenientes de la democracia e intenta que justamente el lector no fascista vea en ella sus beneficios, pues el tono irónico que destila todo el libro (y los valores democráticos que se le suponen al lector) hacen que la lectura sea amena a la vez que generan una alarma porque se ve en esos argumentos un riesgo de que haya quien puede creer en ellos.
Pero sería muy inocente fijarse solo en la parte irónica que transmite el libro, pues más allá de criticar el fascismo, lo que hace el libro brillantemente es buscar las debilidades de nuestro sistema democrático y social, para evidenciar la facilidad con la que permitimos que el fascismo entre en nuestras vidas. Y lo expone claramente en una de sus reflexiones, al autocuestionarse si los demócratas progresistas y conservadores estarían dispuestos a creer que ciertos partidos políticos no son fascistas; la respuesta es evidente, y fácilmente contrastable con la realidad: «por supuesto que sí, porque en el fondo ellos desean creer que el fascismo no existe, que es un fenómeno histórico superado y que, por tanto, no hay ninguna posibilidad que se vuelva a presentar. Por tanto, ignoraran de manera espontánea todas las señales que les puedan obligar a admitir que nunca han dejado de existir (…) Nos llamarán nostálgicos, la nueva derecha o nacionalistas, pero serán ellos mismos los que no querrán pronunciar la palabra fascista (…) porque eso despierta sus propios fantasmas». La autora, incidiendo en este aspecto, indica que el fascismo es un caballo de Troya, pues una vez ha entrado en la esfera política no se les puede silenciar si los demócratas no quieren verse acusados a su vez de fascistas. «Esta es la maravilla de la democracia: a diferencia del fascismo, siempre puede ser utilizada en su contra».
Más allá de la esfera política y haciendo hincapié en el discurso social, Murgia también destaca la importancia, para ser un buen fascista, en atribuir a un colectivo todo lo malo que ocurra, indicando siempre que haya delitos o abusos su raza o nacionalidad (a excepción de cuando lo cometan los "propios", que entonces será un caso aislado o un loco irresponsable). La autora abre el abanico a los diferentes colectivos para criticar, en cada uno de ellos, aquello que (supuestamente) tienen de malo para lo sociedad y, por este motivo, y como no puede ser de otra manera visto el discurso fascista habitual, el libro también habla sobre el "peligro" del feminismo y la amenaza de los homosexuales y lesbianas, culpando a la mujer del problema laboral, pues si se hubiera quedado en casa teniendo hijos no habría problema con las pensiones y los cuidados de la gente mayor.
La clave y principal interés de este libro radica en destacar las facilidades y grietas que hay en la sociedad para que podamos ser fascistas sin ninguna dificultad y, con ello, propicia que la lectura del demócrata vea en todo ello cada uno de los peligros en las diferentes áreas que el libro retrata. Así, actuando en “reacción a”, las instrucciones para convertirse en fascista se convierten justamente en todo lo contrario, una clara alarma y un manual para ser, precisamente, antifascista y lo hace, además, en un tono irónico y desenfadado. Y aquí está el gran mérito de este libro, escribir un ensayo de extrema accesibilidad contra el fascismo y, a través de él y con cuatro ideas bien definidas, ponernos en alerta, no ante lo que puede venir, sino ante lo que ya tenemos delante nuestro: un fascismo que avanza, en gran parte, por culpa nuestra, no por despertarlo, sino por no detectarlo a tiempo y evitar su auge.
El libro que ha escrito Murgia es interesante a la vez que ameno, pues pone de relieve pensamientos, ideas o situaciones donde el que los practica “podría parecer fascista pero no está del todo claro” y es que, jugando con los límites, la autora pone de manifiesto que estos se mueven a medida que nos acostumbramos a ellos y siempre los acabamos desplazando hacia la derecha de nuestro equilibrio social. Y, utilizando la ironía, el libro es, especialmente, un grito de alerta a todos los demócratas y ciudadanos, pues pone en evidente relieve todos aquellos agujeros o espacios por los que dejamos que el fascismo se vaya infiltrando en nuestras vidas. Porque somos nosotros quienes lo permitimos, con nuestras bondades o nuestros sistemas imperfectos, y eso es un grandísimo error. Y es que cada vez es más evidente y necesario que debemos concienciarnos que al fascismo no se le ignora, sino que se le combate. Siempre.
También de Michela Murgia en ULAD: La acabadora
Hola, Marc:
ResponderEliminarEste tema me interesa mucho desde hace tiempo y perdón por el sesgo personal. Hacia 1998-99 surgió con fuerza España 2000 y creo que Democracia Nacional, de cara a las elecciones de 2000. Estudié en una zona con presencia de neonazis y también me tocaba ir por Moncloa, daban miedo, muchísimo miedo, pero se les reconocía. De repente, en poco tiempo desaparecieron sus rasgos más reconocibles, dirigidos por sus altos cargos. Llevan años avisando de que siguen existiendo, y no sólo en Madrid o las grandes ciudades. Estaban escondidos, esperando reorganizarse.
Un conocido dice que se ha votado a Vox sin saber, y yo digo que muchos sí saben, que no querían significarse y ahora no tienen miedo. Nos lo están diciendo profesores: los adolescentes gritan consignas fascistas, que se pasan unos a otros como una gracia. Pero no tiene gracia. Imaginaos que tenéis amigos de origen africano y sabéis que en vuestra ciudad se organizan "cacerías" de negros. Y un día tomando algo en un bar otro amigo habla de que por fin se hace limpieza. Estos momentos están sacando lo peor. Siento ser pesimista, pero no se fueron. Sólo estaban escondidos. Y su brazo político ahora tiene 52 sillas ocupadas.
Un libro muy interesante. Creo que se lo compraré a mi hija.
Saludos
Yo sólo sé que es la mejor cubierta del año... e incluso de lo que llevamos de milenio!
ResponderEliminarEl de la foto es Maroto antes de que le saliera barba centrista.
EliminarOstras, pues sí que tiene un aire, sí...habrán puesto de modelo a un niño de Segovia 😅
EliminarHola, Lupita.
ResponderEliminarSin duda puede ser un buen libro para empezar a concienciar a tu hija (si es que no lo está ya). Hay que hacer frente al fascismo, porque de lo contrario ya sabemos como termina esto...
Y este libro, en clave de humor, da buenas ideas que nos ponen sobre aviso de lo que utiliza el fascismo para formar parte de nuestra sociedad. Mientras miramos si tienen razón o no en sus eufemismos o en cada uno de sus planteamientos (el libro sabe como deben dirigirse los fascistas a las diferentes clases sociales para convencerlas), ellos van tirando y pe entrando en la sociedad. Da mucho miedo.
Y sí, ya tienen 52 escaños en el estado español, y me temo que es solo un inicio. Espero equivocarme.
Saludos, y gracias por comentar.
Y sí, Juan, la cubierta es fantástica.
Abrazos a los dos.
Marc
El fascismo es un término político sumamente vago porque se utiliza como insulto y acaba por no significar absolutamente nada. Fascista es aquel que molesta a alguien en un determinado momento. Es una forma de inquisición intelectual. Han sido tachados de fascistas personajes como los siguientes: Stalin, Mao, Felipe González, Aznar, Trump, Arzalluz, Torra y hasta Pablo Iglesias. Ninguno de ellos es fascista y algunos fueron implacables antifascistas. Es cómico el antifascismo: una forma de pereza intelectual y de ignorancia histórica descomunales. El fascismo tuvo su época, y ahí debe entenderse, durante el periodo de entreguerras. Los fascistas eran nacionalistas revolucionarios que se oponían tanto al sistema liberal como al socialismo marxista. Su clientela eran preferentemente las clases medias aterrorizadas por la lucha de clases. El fascismo era violento, anticomunista y totalitario. Pretendía construir una sociedad orgánica y militarizada basada en el sacrificio colectivo y la lealtad nacional. Al frente del Estado totalitario fascista estaría el big brother, el gran dictador. El fascismo apareció en Italia hacia 1919 como una herejía de la izquierda para luego virar a la derecha. Pero el peor fascismo fue el nazismo alemán con su antisemitismo criminal. El fascismo nace en Italia y se convierte en un fenómeno de pesadilla en Alemania. La Segunda Guerra Mundial significó el apogeo y la destrucción del fascismo. Bien: el fascismo fue un fenómeno histórico y como tal debe entenderse. Pretender que el fascismo es una especie de enfermedad insidiosa intemporal es un disparate. El libro que se comenta no vale absolutamente nada ni como descripción del fascismo ni como análisis histórico del mismo. Es un libro nulo porque su autora identifica alegremente la intolerancia con el fascismo y esto es absurdo. El fascismo era brutal e intolerante, al igual que otras ideologías antifascistas (ejemplo: los comunismos). Yo de hecho me considero estafado por haber comprado y leído este librejo tan malo. Una verdadera estafa. Únicamente se salva la portada. Y es que para entender el porqué del fascismo no basta con ser o presumir de antifascista. La caza de brujas antifascista no ayuda a entender nada. Curiosamente, muchos que presumen de antifascistas tienen en su actitud agresiva y sectaria bastante de fascistas. Ironía. En fin: hay que saber más historia para no desbarrar en esto del fascismo. Recomiendo, entre la inmensa bibliografía que existe sobre el tema, dos libros breves, esenciales y magistrales: El fascismo de Stanley G. Payne y Quién es fascista de Emilio Gentile. El primero es un clásico imprescindible constantemente reeditado; el segundo se ha publicado hace muy poco y es obra de uno de los grandes expertos sobre el fascismo. Y si gusta el tema hay que profundizar en él en serio y sin bobadas pretendidamente antifascistas.
ResponderEliminarHola, Anónimo.
ResponderEliminarEn primer lugar, celebro los comentarios tan ricos y detallados, pues facilitan su comprensión a la vez que muestran el proceso de razonamiento en lo expuesto. No es ironía, por si hay dudas.
Otra cosa es que comparta lo dicho. Sí estoy de acuerdo que el término “fascista” se utiliza muy alegremente, aunque discrepo enormemente en que, según lo que expones, parece que el fascismo tuvo su lugar y momento y ya pasó. Eso es como querer pensar que el racismo terminó con la abolición de la esclavitud o el machismo con el reconocimiento de los derechos de las mujeres. Una cosa es el fascismo institucional y legal, otra es el mental o ideológico.
Los libros que apuntas, y más si los recomiendas, seguro que son interesantes. Les echaré un ojo, aunque de todos modos, creo que abordan el tema desde un punto de vista más histórico y analítico por lo que son comparables sólo en parte al que nos ocupa. El libro reseñado aquí lo aborda desde otro aspecto, y tiene también su importancia. Hay muchas maneras de enfocar un problema, lo importante es tener claro cuál es el problema. Y creo que ahí sí coincidimos.
Saludos, y gracias por comentar la reseña, espero coincidir contigo en la valoración de otros libros.
Marc
Saludos cordiales Marc. Se puede y se debe estar en contra de las ideologías de extrema derecha. Eso yo no lo discuto. Cuestión ética y de respeto a los otros. Ahora bien, la extrema derecha de hoy no es fascista, aunque sí nociva, porque sus soluciones no son el totalitarismo de derechas de mediados del siglo XX. Vox es de extrema derecha pero no fascista porque no pretende instalar una dictadura, ni un sistema corporativo que sustituya al parlamentario, ni tiene un dictador por mucho que Abascal sea autoritario, ni defiende el estatismo económico, ni pretende revolucionar la sociedad. Vox es sencillamente más de derechas que el centro derecha, pero no fascista porque sus recetas no son las del fascismo. Voz es un partido ultraconservador, neoliberal y monárquico constitucional. ¿Dónde está el fascismo? Por eso digo que para enfrentarse con la nueva extrema derecha no fascista se debe diagnosticar bien el problema y no pretender aplicar recetas de los años treinta en el 2019. Y en cuanto a la violencia, la intolerancia etc no creo que sea únicamente patrimonio del fascismo o de la extrema derecha, ¿verdad? La izquierda revolucionaria ha sido históricamente tanto o más violenta que el fascismo. En España durante la democracia tenemos ejemplos pavorosos de todos conocidos.
EliminarEl Fascismo apesta... Basura se escribe con mayúsculas, no hace falta decir más sobre el término. Bien nos iría, como sociedad evolucionada que se nos supone, intentar dejar de alumbrar 'ejemplares' como el de la portada (la culpa de que sigan existiendo es perfectamente atribuible a la educación que les insuflan sus progenitores, las cosas como son...) o atengámonos a las presentes/futuras consecuencias.-
ResponderEliminarHola, anónimo.
ResponderEliminarMe alegro a coincidir en que se debe estar en contra de la extrema derecha, aunque discrepo en que la hoy existente no sea fascista, pues a pesar de utilizar canales democráticos me aventuro a asegurar que si pudieran instalarían un sistema totalitarista. De hecho nunca han renegado del franquismo (tampoco lo ha hecho muy fervorosamente el PP ni Cs, que digamos) y no cabe duda de que Vox es racista, nacionalista y etnicista. Así, difícil se me hace defender que no sea fascista. En cualquier caso, transitar tan ambiguamente en esa fina línea que separa el fascismo de la extrema derecha no les deja en muy buen lugar.
Respecto a la violencia, toda ella es condenable, de izquierdas y derechas. Ahí sí coincidimos.
Saludos, y gracias por debatir.
Marc
VOX es tan fascista como los pelos del culo de Mussolini (que, de hecho, me parece una buena y exacta definición) y el que crea otra cosa es que no quiere verlo o no quiere que los demás lo veamos, supongo que pensando que somos tontos... Todo lo demás es bla, bla, bla...blanqueo.
ResponderEliminarY en cuanto a la definición de "fascismo", ya en los años 30 se utilizaba en un sentido más amplio que el del régimen italiano de aquellos añosy el partido que lo sustentaba, así que a mí me vale.
Sí, acá en Chile también ya se amplió su sentido. Cualquier persona de derecha es tildada de fascista y, en lenguaje coloquial, se habla de facho, facha. Si es de derecha sin dinero, se habla "del facho/a pobre".
EliminarLos pelos del culo de Mussolini tienen tanta importancia en este negocio como los pelos de su cabeza, que no tenía ni uno el pobre Benito. No es un argumento, ni siquiera traído por los pelos. Vox no es fascista porque ni propone una dictadura, ni utiliza la violencia sistemática y organizada para llegar al poder, ni trata de destruir el actual modelo democrático y parlamentario. Estos elementos totalitarios son esenciales en todos los fascismos, y en todas los movimientos políticos revolucionarios. Vox es muy de derechas, sin más. Un simple partido conservador. Rancio. Nada de esto es fascista. Es llamativa la obsesión antifascista que considera que los argumentos son una forma de edulcorar a Vox. Los argumentos creo que se discuten pero no delinquen. En realidad, Vox no se corta ni un pelo en decir lo que es ni necesita abogados defensores de ningún tipo. Lo que son, lo dicen. En cuanto a la palabra fascismo, es anterior a Mussolini, al igual que nacionalsocialismo es muy anterior a Hitler. Fascismo estrictamente era el fascismo de Mussolini. El término totalitarismo apareció a principios de los años veinte para referirse precisamente al fascismo de Benito. Los nazis jamás se reconocieron como fascistas. Seguramente porque eran algo mucho peor que el fascismo. El franquismo fue represivo al máximo aunque era demasiado de derechas para ser fascista. Otra cosa es que se llame fascista a cualquiera para desacreditarlo a priori. En España existe esa paranoia de creer que cualquiera que no sea de izquierdas (y a veces siéndolo) y/o separatista es fascista o sospechoso de fascismo. Se trata de un recurso propagandístico de nula categoría intelectual, que linda con la pura inquisición. Ya no cuela tanto. Fascista es un insulto. Como era y es "español" un insulto entre los secesionistas. El "español" es "fascista" hasta que no se demuestre lo contrario para ciertos sectores "progresistas." A este nivelazo se ha llegado en nuestro país.
ResponderEliminarJuan, campeón, te están dando sopas con honda y tú erre que erre. Fascista es quien tú digas y vale.
ResponderEliminarBla bla bla...
ResponderEliminarDebe ser que no tengo Twitter, porque madre mía, qué discusiones más apasionadas acerca de algo tan nimio; si hace falta cambiar el nombre de algo que se cambie, la realidad sería la misma. Lo malo es que estas discusiones son las que también se debaten en el ámbito político, restando tiempo y energía a otros temas mucho más importantes.
ResponderEliminarHemos hablado de Vox, cara visible y mediática del sector político más situado a la derecha; llamadlos nueva derecha, neofascismo liberal o lo que queráis, pero es que siguen existiendo la Falange, España 2000, Democracia nacional, entre otros. Son partidos neonazis algunos, y han recibido el auge de Vox con alegría. Así como todos los que seguían siendo franquistas en sus casas.
En fin, una rosa seguiría siendo una rosa con otro nombre.
Feliz domingo y abajo los totalitarismos de donde vengan, izquierda, derecha, delante, detrás, un dos tres..
¡Juan, blo,blo, blo!😜
A ver si nos aclaramos: el fascismo muta, como los virus, vira incluso adaptando su nomenclatura, y se adapta a los tiempos que corren, caza adeptos consciente de que no se puede ir por ahí hablando de matar negros o gasear judíos o oprimir trabajadores, aunque sea lo que se piense. El nuevo fascismo, que igual ya no tiene que asociarse el nombre, consiste en alcanzar sus objetivos, que son dispares y que son diversos dependiendo de sus ubicaciones geográficas, por los medios a su alcance en la actualidad de hoy. Sabe reciclarse en fake news, demagogia, insuflar miedo, revertir a su favor las estrategias de los contrarios, aparentar humanización echándose unas risas junto a adversarios a los que destruirían. Los V-52 saben lo que quieren y dónde quieren llegar. Saben a quién ensalzan con sus ambigüedades y a quién pulverizarán sin pestañear. Que se vistan de casual en vez de ponerse la camisa marrón es una cuestión de adaptación estratégica. Dadles mayorías, y veréis.
ResponderEliminarLo que nos faltaba a los seguidores de este blog es que desde aquí también se repartan carnets de fascista a quienes no compartimos el ideario pijoprogre moderno. En fin, ULAD deviene en un espacio menos de libertad. Bienvenidos al mainstream de lo politicamente correcto (o comunismo 2.0) 🤦🏻♂️
ResponderEliminarOs animo a que mañana reseñeis el panfletito de los papás de Greta Thumberg y contribuyais a recaudar dinero para la causa 😂😂😂
ResponderEliminarAnónimo: descansa, tómate un vermut, vete a misa, al fútbol... lo que sea que hagas los domingos, que mañana tienes que volver a formar parte de la España que madruga...
ResponderEliminarCon permiso. En términos estrictos tiene razón el Anónimo de antes, el término 'fascista' se utiliza de forma poco rigurosa, y yo el primero, más como insulto que como definición política. Algo parecido a quienes utilizan el término 'comunista' (por ejemplo, el otro Anónimo, que no sé si es el mismo; o sin ir más lejos, la ultraderecha) para referirse a Podemos. Porque quizá Podemos se parece tanto al comunismo originario como Vox (o el propio franquismo) a Mussolini. O puede que menos.
ResponderEliminarEn fin, que podríamos enredarnos con mil disquisiciones, pero está claro que el uso digamos popular de estos términos está bastante lejos de la precisión del vocabulario político correcto. Otras cosa es que sirva para entendernos o para desahogar nuestra mala leche.
Excepto madrugar, no hago nada de lo que dices, eso sí, el vermut lo sustituyo por unos tercios bien fresquitos. Ánimo guapi, te veo capaz de argumentar sin caer en estos clichés 😘
ResponderEliminarTercios de Flandes, supongo, con el brindis chorra ese que hace Ortegasmith...
EliminarComo no soy capaz de argumentar, etc.., me voy a limitar a remitirme a las caracteríaticas del "fascismo" que estableció Umberto Eco, que convendremos que sabía más que yo de todo esto... Es que si seguimos pibiendonos tiquismiquis, acabaremos en que "fascismo" en realidad sólo era el de los "fasci" o asociaciones campesinas sicilianas de ayuda mutua de finales del XIX y principios del XX, que es de donde viene el término (o sea, unos rojos, claro). En referencia a los haces que llevaban los lictores romanos, recuerdo, que ya os veo venir...
ResponderEliminarHay os dejo las características que señalaba Eco, a ver si os recuerdan a alguien:
https://lapiedradesisifo.com/2017/08/15/las-14-caracteristicas-de-todo-fascismo-segun-umberto-eco/
Prefiero los tercios de Alhambra Especial, producto nacional. A Flandes mandaría yo al camarada Ortega-Smith a darle su merecido a Cocomocho, prestaría un mejor servicio a la patria.
ResponderEliminarA ver, a ver... déjame pensar ¿no te estarás refiriendo a Torra?
ResponderEliminarhttps://elpais.com/ccaa/2018/05/10/catalunya/1525980087_660691.html
Creo que el doctor Sánchez lo calificó como el Le Pen catalán. Ahora creo que busca su apoyo para la investidura 🤔. ¿Era al líder de la revolución de las sonrisas a quien te referías?
ResponderEliminarOstras..
ResponderEliminarDiscusión con aroma a Brummel.
Todo vuelve, ya lo dice mi señora madre.
Juan, piensa en qué haría Chuck Norris.
Besos a los dos.
Fdo: una disidente
No sé si Chuck Norris sería el mejor referente en este caso, la verdad...
EliminarSegún los investigadores más solventes, en la génesis del fascismo se cuentan los siguientes antecedentes: 1) el imperialismo del siglo XIX 2) las ideas racistas pseudocientíficas y el mito ario 3) el irracionalismo filosófico 4) las ideas corporativas 5) el nacionalismo extremo de países unificados recientemente como Italia, Alemania o Japón 6) la teoría de las élites 7) el rechazo del progresismo, el positivismo y el parlamentarismo del siglo XIX 8) el rechazo de la ilustración y de las ideas universalistas de 1789 9) el impacto de la primera guerra mundial y la experiencia de la muerte anónima en masa 10) el miedo a la revolución rusa de 1917 y la expansión del comunismo 11) la revolución nacional en Turquía y el exterminio de los armenios 12) la revisión antimaterialista del marxismo (Sorel) 13) la vanguardia artística del futurismo italiano (Marinetti) 14) el pesimismo y nihilismo de fines del siglo XIX 15) el antisemitismo racista moderno y los protocolos de los Sabios de Sión difundidos por los rusos blancos 16) la aparición de partidos políticos nacionalsocialistas ya antes de 1914 (el primero en la región checa del imperio austro-húngaro en 1898) 17) el darwinismo social y las ideas del triunfo de los fuertes sobre los débiles 18) la oposición al capitalismo financiero. La lista puede ampliarse pero la raíz de los fascismos está en estos puntos. El fascismo tuvo su época como cualquier fenómeno histórico y no se puede reproducir en circunstancias históricas distintas del siglo XXI. Creer que la derecha sin más es fascista es como creer que la izquierda sin más es comunista. Y creer que el fascismo acecha en nuestras sociedades como si fuera una fiera inmortal dispuesta a morder es brujería.
ResponderEliminarEl sueño de la wikipedia produce monstruos...
ResponderEliminar"La omnipresencia de la palabra fascista, su constante vuelta, puede parecer la confirmación de la existencia de un fascismo perenne, si no incluso eterno. Pero no se trata de un verdadero retorno del fascismo en la realidad histórica sino, como mucho, principalmente y sobre todo, del uso cada vez más elástico -podríamos definirlo así- de esta palabra." Emilio Gentile: ¿Quien es fascista? Libro de lectura obligada para entender en serio el debate sobre la naturaleza del fascismo. Sobre el fascismo histórico, el de verdad, no los sucedáneos que circulan por ahí. Ignorancia, cuántos crímenes se cometen en tu nombre.
EliminarTú sigue, pero con ojo, que se te acaba ya la linde...
EliminarMensaje recibido. Muy grata tu tolerancia. También se agradece la advertencia, típica en un debate civilizado, ojo. Lejos de mi intención el molestar a nadie. Corto y cierro.
EliminarJa ja...la verdad es que yo te estaba llamando tonto, sin más, pero vaya...gracias por confirmarlo
EliminarLa norma de la normalidad y todo su aparato institucional normativo... Uy!!! Un autoritarismo que odia la locura, lo diferente, lo diverso, la realidad del presente.
ResponderEliminarHola.
ResponderEliminarTambién sucede que somos los demás de los demás y el que esté libre de poner etiquetas que tire a volar el primer droide sobre su frontera externa.
Yo soy un ignorante de la historia pero está claro que aunque Anónimo pueda tener razón en el sentido riguroso, como bien explica Carlos, como respondió Juan la primera vez y como agregó Lupita, se olvida constantemente de Weber, ergo, de que la verdad en sociología casi siempre es la percepción de esa verdad por cada individuo. Así actuará en consecuencia.
Recuerdo una entrevista donde le explicaban a Evaristo un argumentario parecido al del primer Anónimo y el gallego respondía: "Vale, tío, pero eres un facha".
Tampoco es para sacar bandera de alta intelectualidad insistir sobre el uso riguroso de un término cuando a Weber lo siguieron los de Franckfurt, etc. y, lo siento, pero eso de infravalorar la opinión de los "pobres" ya no tiene apoyo intelectual.
Este año leí a Harald Welzer: Guerras climáticas (por qué mataremos en el XXI). Habla más sobre que la violencia siempre es una opción que sobre ecología. En fin, el especialista habla muy claro de lo fácil y rápido que nuestras sociedades se convierten en lo peor sin tener en cuenta que lo están haciendo. Critica cómo las ciencias sociales han dejado la pelota a los historiadores a la hora de definir estos movimientos sociales y al día de hoy toda privatización de la violencia se tilda de nueva o no se aprecia hasta que el agua no los llega al cuello, etc..
Supongo que el libro que trae Marc, así como los comentarios de Lupita, Juan y demás, hablan sobre estos grupos que defienden un ideario basado en la pertenencia al estado nación, la necesaria exclusión de "los otros" para defender a "los nuestros", un "choque de culturas", una religión superior y todo ese tipo de falacias que para la sociología no existen.
Posiblemente, para un español del siglo XXI, un facha sea solo un retrógrado.
A mí no me parece tan importante el nombre que se le da a este tipo de personas, como saber hasta qué punto somos capaces de llegar para defender la "superioridad" que en el norte tenemos metida en la cabeza. Temor a lo que esa "superioridad" nos lleve otra vez.
Personalmente, como "pijoprogrecomunistaecologista", que es la etiqueta que recibo por los antietiquetas, siento molesta la interrupción del discurso de estos "fachas", no porque sean algo especial, para nada. Me molestan porque mi lucha es contra un sistema neoliberal que incluye a Greta y a eso que ahora llaman socialismo. Ahí siento que está la cuestión a superar por uno mismo y nuestras sociedades.
El discurso de Vox es tan pobre que molesta únicamente por su desface.
Por último le doy mis felicitaciones a ULAD, como dice el anónimo dos, o el cuarto, o el décimo tercero, este blog ya pertenece a esos grupos de las dictaduras progres que no permiten la libertad: entiéndase feminismo, ecologismo, plurilingüismo. Dime con quién andas y te diré quién eres, libro.
Juan, es igualito a Maroto en la plaza Colón.
Ya te digo: los genes segovianos ; )
EliminarAlgunos parecen haberse contagiado por el virus fascista. Lo digo por los insultos personales. Creo que sobran.
ResponderEliminarVenga, a la cama, que mañana madrugas
EliminarNo hay nada más fascista que adoctrinar a niños cambiando la historia desde pequeños, espiarlos en sus juegos por si se expresan libremente en su lengua materna, señalar a algunos por sus orígenes o profesiones de sus padres, insultar al que piensa distinto, segregar y manipular a la población para conseguir tus objetivos aunque no cuentes con el apoyo de la mayoría.... Y nos asustamos por VOX, venga ya, hombre... si el fascismo en España lleva muchos años instaurado en algunas Comunidades. Sinceramente, no sé cómo pueden tener la conciencia tranquila pero el tiempo les pondrá su lugar, el mismo que el de otros fascistas europeos.Viva la libertad de expresión.
ResponderEliminarAl insomnio le encantan las madrugadas de los lunes.
ResponderEliminarMi comentario anterior parte de un extranjero y por lo tanto se pierde de mucho de lo que hay detrás de todas vuestras discusiones. A mí me queda muy grande todo lo español, catalán, vasco, etc.
Si hablo de Vox hablo de un brazo que tiene otros nombres en otros sitios. No me refiero a ninguna conspiración, por supuesto, pero sí a nuevos y futuros mandatarios que comparten ese ideario... O venden ese producto. Por eso me toca las pelotas que Anónimo cuarenta y ocho mencione a Greta como símbolo de algo cuando en tierras del colega Bolsonaro fueron asesinados unos doscientos activistas ambientales solo en 2018. En fin, no es que estemos de maravilla pagándole a Frontex para que externalice nuestras fronteras y PRESUNTAMENTE vaya tirando negros en el desierto, es que parece que a los millones de votantes de Vox esto les parece poco. De derechita cobarde. No. No. "Esto es parte de la dictadura progre donde los emigrantes tienen más derechos que los europeos."
Creo que Vox da susto por ese lado. Da susto porque parece que tiene un barril sin fondo para los privilegios de algunos bienparidos.
Pero repito, cualquiera de vosotros va a opinar mejor que yo sobre los fachas españoles.
Lo que menos me gusta ver es que se juzgue al blog de cortar libertades o cosas por el estilo. No solo porque afirmar una cosa así en el propio blog ya es llevar la contraria a lo que se afirma, también por el puto cortoplacismo que deriva a unos cuantos a sintetizar el sitio en una reseña, en un reseñista, en una reseña de un reseñista, en un comentario de un reseñista en la reseña de otro reseñista... Cataplum, ahí, y bajo todos los sesgos que traemos y nos encontramos, viene Anónimo setenta y siete a decir tan alegre lo que Ulad "hace mal" y el otro-mismo Anónimo ocho le suelta a Juan un grito de libertad a lo Mel Gibson... Eso realmente molesto. Yo no dudo de que acá se puede hablar de todo lo que derive de los libros y eso es estupendo. Pero para hablar de Ulad hay que leer Ulad.
"...O, en todo caso, afirmo que este libro me parece necesario. Necesario como testimonio de una vida, pero también como atalaya y baluarte de lo heterodoxo, de lo divergente, de lo no convencional; necesario como lo es que alguien nos recuerde a veces nuestros defectos, el orgullo miope de la sociedad autocomplaciente en la que chapoteamos satisfechos..."
Juan G.B en 2015, reseñando Poeta muerta de Patricia Heras.
Como dije, para hablar de Ulad...
Hola de nuevo y por último:
ResponderEliminarYo soy una facha en un territorio bilingüe de frontera (Juan sabe de qué hablo) y para mí los conceptos de patria y nación derivan de un puro azar, así que son nada o casi. El término facha o fascista ha llegado a ser una palabra baúl donde cabe casi de todo, pero yo en todo momento, y desde el principio, he pensado en esos grupos prolongación del franquismo, de los que se dispersaron tras disolverse Fuerza Nueva, por ejemplo, o la Falange, DN o España 2000, por no hablar de los directamente ilegales. He hablado de neonazis y fascistas al más puro estilo antiguo, con un discurso de odio salvaje y violento.
Dentro de Vox están algunos de ellos, guste o no.
Marc, ya te diré qué me parece el libro.
Gracias ULAD.
Saludosp
Vaya traje a medida que se ha llevado puesto uno por aquí. Ja, ja, ja.
ResponderEliminarVaya con los anónimos defensores de las libertades, primero quisquillosos con la definición y luego actuando como troles de tres al cuarto. Qué se les habrá perdido a ellos en ULAD.
ResponderEliminarY gracias por la reseña, por cierto.
Hola, Traveler.
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado la reseña.
Gracias por leernos y por defender a ULAD ;-)
Saludos
Marc
Esta reseña es un hito para ULAD. Carapolla comentando como anónimo en su obsesión por blanquear a vox por todos los rincones.
ResponderEliminarBueno, participo por primera vez desde hace tiempo. Lamento que sea por un asunto político, no es mi norma. De todas formas agradezco la reseña de Marc y las intervenciones historicistas de Anónimo (debería haberse identificado, al menos para referirnos a él). Lo que dice es cierto y no me parece en absoluto desdeñable, es más, no es una simple cuestión semántica.
ResponderEliminarLas acepciones de la palabra "fascista" admiten la que yo más utilizo. Para mí el fascismo no es un ideario (lo fue, como dice el primer Anónimo) sino un comportamiento, una actitud determinada, caracterizada por el abuso injustificado y la denegación de derechos a los demás, sobre la base de una situación de poder o prevalencia. Ese comportamiento se da en sujetos de todas las ideologías, no necesariamente en el mismo grado e intensidad. De hecho, la ideología a veces es una excusa para sostener ese comportamiento como justificable.
Un saludo
Hola, Talibán. Celebro tu vuelta a los comentarios, aunque tenga que ser por un tema tan polémico. Motivo de más para celebrarlo.
ResponderEliminarPersonalmente, lo veo de una manera similar a la tuya. El “fascismo” es una ideología que defiende unos valores en muchos casos contrarios a los derechos civiles y humanos. Y sí, puede que, sí nos restringimos a su origen, el término pueda sonar desfasado, pero lamentablemente sus valores y lo que defienden no lo es.
Por ello cabe denunciarlo siempre que surja la ocasión.
Saludos, y gracias por comentarla entrada.
Marc
Me interesa mucho el tema del fascismo por motivos profesionales y he leído con atención todos los comentarios (no el libro objeto de reseña). Algunos son muy buenos. Otros son improperios que no vienen a cuento. El fascismo o los fascismos son un asunto polémico porque no está claro si hoy día se puede hablar de fascismo para referirse a los movimientos de extrema derecha. Es un tema polémico y que enciende a la gente.
ResponderEliminarGracias, 1984, por tu comentario.
ResponderEliminarCiertamente, es un tema que suscita polémicas, aunque no debería ser así.
Saludos
Marc
Los años que llevo estudiando el fascismo se resumen en: no todos los movimientos de derecha radical son fascistas; el fascismo es la versión más destructiva de la extrema derecha; el fascismo tuvo su época y como tal es irrepetible, pero la derecha radical actual presenta elementos fascistas, aunque teóricamente aceptan la democracia, lo que les aparta del fascismo clásico. Así que los matices son importantes.
EliminarTodos los fascistas aceptarán la democracia. Al menos hasta que lleguen a la cima, es decir mientras la necesiten. O eso o necesitarían usar la violencia y ahora mismo en Europa no parece fácil. De momento.
ResponderEliminarDe todas formas no sé si es demasiado interesante decidir si esta gente son o no fascistas auténticos. Si son mejores o peores que los fascistas italianos o que los nazis. De momento no llegan a tanto. Pero son una verdadera desgracia de la que no se conocen los límites, por lo que ahora mismo sólo se pueden hacer análisis provisionales.
En su momento aquellos tampoco parecían lo que luego llegaron a ser.
Hola, Trini.
ResponderEliminarEso es, y la autora del libro lo expone claramente al afirmar que utilizarán la democracia como caballo de Troya. Una vez dentro del sistema parlamentario intentarán alcanzar el máximo de poder posible y luego ya a veremos qué pretenden. Aunque espero que no lo veamos y se peguen un batacazo.
Y cierto, tampoco parecía que llegarían a tanto los fascistas italianos o los nazis. Ya se encargan bien de hacer equilibrios sobre la delgada y frágil línea que delimita la democracia y la libertad de expresión con el fascismo (o como quiera llamársele).
Saludos, y gracias por la aportación.
Marc
Los nazis llegaron al poder por una estrategia pseudolegal para liquidar la democracia desde dentro. Pero no hay que
ResponderEliminarGran debate se ha armado a partir de esta reseña. Obviamente, como argentino, tengo escasas o nulas posibilidades de juzgar a Vox o a sus contrapartes italianas o a Boris Johnson.
ResponderEliminarPodría comentar con mayor conocimiento de causa lo que sucede en América Latina, pero lo considero inoportuno. Solo diré que en nuestro continente existen demasiados líderes autoritarios, a izquierda y derecha (Maduro, Bolsonaro, Evo Morales con su afán de eternizarse en el poder y los nefastos personajes que le propinaron un golpe de estado, etc).
Prefiero remitirme a dos autores, pensadores fundamentales en lo que se refiere a los diversos totalitarismos: Hannah Arendt, con Los orígenes del totalitarismo, y Raymond Aron, con su Democracia y totalitarismo.
Ya sea en literatura o ciencias políticas, siempre es conveniente volver a los clásicos.
Gracias Marc por tu reseña, y bienvenido el debate a ULAD.
Gracias a ti, El Puma.
ResponderEliminarEs cierto que, para hablar de totalitarismos, los dos libros que citas son más que adecuados (el de Arendt lo tengo por casa, pero lo voy leyendo a ratos). De todos modos, aunque el origen o fondo sigue siendo el mismo, las formas de implantar el totalitarismo (efectivo o mental) van cambiando por lo que la literatura actual también es útil para ver cómo el monstruo de transforma. Todo ello ayuda y contribuye a entender lo que ocurre, y no olvidar tampoco lo que ocurrió.
Un gusto verte por aquí, Puma.
Saludos
Marc
El de Arendt es un gran libro, aunque su lectura no sea fácil. Raymond Aron era un excelente escritor. Unido al fascismo siempre va efectivamente el totalitarismo. La idea de que el Estado puede controlar todas las instituciones públicas y privadas e incluso parcelas de la vida privada y cotidiana. Y el terror de masas fuera de la ley. El término totalitario se acuñó para referirse al Estado fascista de Mussolini. Un Estado “ético” en el sentido de que adoctrinaba sistemáticamente a la sociedad. Sin embargo, la dictadura de Mussolini fue relativamente moderada en cuanto a la represión. Así que no fue tan totalitaria, pero dio nombre a la cosa. Mucho peores fueron el stalinismo y el hitlerismo, aunque, al contrario que Mussolini, nunca se reconocieron como sistemas totalitarios. En el caso del franquismo la dictadura fue más tradicional pero mucho más represiva que el fascismo italiano. En lo que parece haber un cierto consenso es en la modernidad del totalitarismo. Esta fue una dictadura nueva mas terrible que otras dictaduras del pasado. El totalitarismo es revolucionario porque quiere convencer, transformar y se apoya en la aclamación plebiscitara. Algunos, rizando el rizo, hablan de “democracias totalitarias” por el masivo apoyo social que en su momento tuvieron Mussolini, Hitler o Perón. Aquí ya se han citado varios libros, todos interesantes. Me permito añadir otro a la lista, La anatomía del fascismo de Robert Paxton.
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