Año de publicación: 1964
Valoración: Muy recomendable
Dice Juan José Saer –que de esto sabe obviamente mucho más que yo- que la prosa narrativa de Di Benedetto es, dentro de la literatura argentina, ‘la más original del siglo y, desde un punto de vista estilístico, es inútil buscarle antecedentes o influencias en otros narradores: no los tiene’. Es una prosa ‘salida de la nada’. Yo, claro está, no estoy autorizado para decir tanto, pero sí que esa prosa me impactó en Zama, donde encontré, con gusto y sorpresa, algo muy diferente de lo visto hasta entonces, y que ese descubrimiento me llevó de la forma más natural a buscar más de este autor. El resultado es, obviamente, El silenciero.
Creo que Saer define el estilo de Di Benedetto con los términos economía y exactitud. Es decir, no decir con tres palabras nada que pueda ser dicho con dos. O con una. Una capacidad de síntesis descomunal, donde cada frase es como un puñetazo pero también como una muestra inigualable de cómo extraer la esencia de la idea y la potencia máxima de la sintaxis (sin forzarla), sacudir al lector y obligarle a releer despacio cada línea. Como quedándose un paso antes de la abstracción con que León Felipe definía la poesía.
Dentro de ese binomio fondo/forma al que ya me referí al hablar de Zama, en el autor argentino el segundo de los polos es absolutamente decisivo y podríamos decir que radical. La prosa de don Antonio no admite la tibieza, o entusiasma o suscita rechazo, y en mi caso creo que está claro por cuál de las dos posturas me inclino. Y por si mi descripción no ha sido suficiente para hacerse una idea, me permito trasladar cómo nos cuenta nuestro silenciero su boda y algunas apreciaciones sobre su consiguiente viaje nupcial:
‘Tomo esposa.
Nina ha consentido que iniciemos en una región mediterránea. Donde la gente ejecute, al modo antiguo, mansos trabajos, y el turismo no circule’.
Pero, expuesta mi admiración por el raro estilo lacónico de nuestro autor, habrá que hablar también un poco del fondo o, lo que es lo mismo, contar algo de la historia de este caballero que responde al fantástico neologismo de silenciero. Hablamos de un joven que al parecer sufre una sensibilidad extrema a los ruidos. Un taller mecánico que instalan junto a su vivienda, los altoparlantes de un circo próximo, aparatos de radio de artesanos asentados en locales comerciales. El ruido perturba a nuestro protagonista de forma tan intensa que promueve reformas de tabiquería y sucesivos traslados de vivienda buscando la paz, interpone denuncias, desliza amenazas e imagina acciones resolutivas para acabar con el tormento. Todo sin el menor rastro de humor y con un cierto aire kafkiano de sujeto agredido por algo que no es capaz de asimilar, y que en este caso tiene una raíz completamente subjetiva.
Los desvelos –nunca mejor dicho- de nuestro silenciero ya dibujan una historia en mi opinión atrayente y original; pero en otro nivel de lectura el ruido se presenta como perturbación, como discontinuidad que irrumpe en la vida del individuo; o, un poco más allá, encarnando el sufrimiento, incluso la derrota, procedente de un mundo exterior que impone su lógica frente a la dimensión individual. La excitación y la anhedonia provocadas por el ruido son paralelas a los efectos de la soledad sobre Diego de Zama, aunque la reacción de ambos personajes es diferente: mientras Zama busca refugio en el amor y las pendencias, el silenciero opta mientras puede por la lucha, y cuando no, por la huida.
Desde mi punto de vista la singularidad y grado de depuración del estilo de Di Benedetto tienen tal potencia que a nivel narrativo pesan más que el propio relato. Esto me parece muy claro en el caso de su novela anterior, en tanto que en la que ahora comentamos hay un mayor equilibrio, quizá por tratarse de un texto más breve y concentrado. Pero en todo caso el resultado es francamente atrayente. No me he atrevido a ponerle un Imprescindible (esa etiqueta está aquí muy cara), pero de verdad creo que es imprescindible al menos conocerlo.
Otras obras de Antonio Di Benedetto en ULAD: Zama, Los suicidas
Manoscritto del libro per tutti (il libro della verità per tutti) e la sua traduzione in lingua tedesca (das buch der wahrheit fuer alle).
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Hola Anónimo!! Me ha dado mucha risa porque al leer nuevamente hoy tu publicación, me he recordado de una novela de terror: La silla, del español David Jasso. Ji,ji,ji... Espero que seas de carne y hueso (y grasa, mucha obesidad hoy por hoy!!!), Y no un virus, en el peor de los casos :(
EliminarGracias Carlos, no le conocía. El estilo de escritura que describes me hizo recordar al escritor chileno Manuel Rojas (sorry, insistiré en ello en cuando se dé la oportunidad, je,je, le copié la estrategia al insistente Anónimo, ha-ha). Manuel Rojas eso sí, además escribe con un baño filosófico (muy estético), que te deja pensando una idea/reflexión tanto como degustando poesía. Igual en parte creo que el estilo corresponde a toda una generación, donde para mi gusto Manuel Rojas es su mejor exponente.
ResponderEliminarEso! Abrazos bucólicos
Pd: mejor exponente de la generación en Chile, obviamente... no se me vaya a ofender un hermanx latinoamericanx por ahí.
EliminarHola Antonieta. No conocía a Manuel Rojas, habrá que echarle un vistazo. El estilo de Di Benedetto no tiene nada de poético, más bien todo lo contrario, pero me encantaría que alguien lo metiese el diente, a ver si mi admiración por ese estilo cortante y contundente es una impresión mía o captura a alguien más.
ResponderEliminarGracias por tus opiniones, y un cordial saludo.
Antonio di Benedetto es una de las grandes asignaturas pendientes en mi ya larga vida de lector. Respetado y admirado por sus pares, desde Borges hasta Roberto Bolaño, su obra relativamente escueta es sin embargo sumamente valorada. Falleció joven tras haber atravesado las torturas de la dictadura argentina en 1976 y el posterior exilio en Madrid, donde vivió algunos años en una relativa oscuridad. Merece ser leído. Gran escritor, dignísimo ser humano.
ResponderEliminarHola, Puma, y disculpa mi retraso. Celebro que haya alguien que ha ubicado al pobre Di Benedetto y que haya apreciado su arte, tan personal y tan diferente. Ahora me siento menos solo, amigo. Y ya aprovecho para instar a blogueros y lectores a echarle un vistazo a este autor. Yo creo que merece mucho la pena, pero ustedes dirán (si quieren).
ResponderEliminarSaludos.
Muy buena la trilogía. El que más me sorprendió fue Zama, pero El silenciero me atrajo especialmente por la temática. Espero poder leer sus cuentos.
ResponderEliminarHola Sísifo. En realidad, Di Benedetto no escribió sus tres obras principales como una trilogía, pero no cabe duda de que ese título de 'Trilogía de la espera' bajo el que se editaron juntas es una denominación oportuna y brillante. No descarto una próxima lectura de 'Los suicidas', todo se andará. (Aunque también es un buen momento para pinchar a los colegas del blog y que se decidan a disfrutar de este autor y darnos su opinión).
ResponderEliminarGracias por el comentario y un saludo.
Hola amigos
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Saludos
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