Idioma original: Castellano
Año de
publicación: 1992
Valoración: Muy
recomendable
Iniciado como un
encargo para un guión cinematográfico, la mexicana Elena Poniatskowa (París, 1932)
mantuvo durante diez años el borrador de Tinísima entrando y saliendo del cajón.
Quiere esto decir que durante una década convivió con Tina Modotti; se documentó
y leyó todo lo que caía en sus manos, entrevistó a fuentes primarias que la conocieron,
la trataron, la amaron (por ejemplo, el que acabó como senador italiano,
Vittorio Vidali) y fabuló con sus sentimientos, sus motivaciones, sus afanes,
talentos y reveses. De Tina Modotti (Udine, Italia, 1896, fallecida en México
DF a los 46 años) nos queda la memoria de una vida convulsa y agitada, cosida
con delicadeza y fanatismo, con generosidad y militancia, que arrancó prometedora
para finalmente apagarse derrotada entre la renuncia, el silencio y el olvido.
Tinísima es un
novelón, casi setecientas páginas, torrencial y meticuloso, visceral y emocionante.
También algo irregular; lógicamente la tensión dramática, el frenesí narrativo,
tiene altibajos. Por ejemplo, la primera parte digamos mexicana me ha parecido
bastante más interesante y bella que su segunda mitad, europea y española, más
oscura y tenebrosa. La novela arranca con una Tina soñadora y atrevida que
abandona su incipiente carrera como modelo y actriz de Hollywood para dejarse llevar
desde la incipiente y vacua bohemia de California al exótico y excitante México
post revolucionario como ayudante del fotógrafo Eduard Weston. Allí empezará a
experimentar y desarrollar su propio proyecto vital y artístico; la
sensibilidad de su mirada, el empeño en amar a quien decida, la capacidad de
vivir con sus propias normas y valores; de posar desnuda, de cambiar de pareja,
de relacionarse con la gente más humilde de tú a tú, de ser autosuficiente y de
llegar libremente más allá de los límites, las convenciones o las imposiciones.
Aquí hay páginas
excelentes, bellas y trepidantes, en las que la escritura de Elena Poniatowska es
sensorial, carnal y poderosa, convirtiendo la lectura en un ejercicio a flor de
piel, como cuando describe el amor entre Tina y el cubano –comunista y
exiliado- Julio Antonio Mella: “Grita ¡Julio!, el vaivén de las olas en su
cuerpo, el rostro en lágrimas, su cuerpo en cada ola; Julio desaparece en la
mole oscura que curva su dorso y se desploma; la resaca lo hará visible, ella
lo rescatará por los cabellos cubiertos de arena y espuma; aplicará su boca a los sus labios
rotos, respirará en su pecho copos de sal hasta ver las sábanas otra vez
levantadas a su lado, Julio recuperado”, Fue este el punto de inflexión en la
vida de Tina Modotti, el asesinato de Julio Antonio Mella andando de su brazo
por las calles de DF. La prensa se le echó encima, los círculos comunistas en
los que se movía respondieron con tibieza (Mella exhibía criterio propio,
actitud herética para la ortodoxia del Partido) y sólo la generosa y apasionada
defensa de Diego Rivera le devolvió la libertad, aunque al precio de ser
expulsada del país. De esos años, sus fotografías y las que a ella le hicieron nos
revelan tanto lo que observó como la manera en que decidió ver lo que le
rodeaba y las páginas de Tinísima están impregnadas decididamente de esa luz,
de esa atmósfera, de ese pálpito.
En el Berlín previo
a los nazis, Tina Modotti, desiste de la máquina de fotografiar para implicarse
por completo en la maquinaria comunista; de allí pasa a Moscú, donde se integra
en el Socorro Rojo Internacional y ejerce como agente en misiones por Europa.
El arrojo que le permitió trascender límites se reconvierte en profesionalidad
revolucionaria; las órdenes se ejecutan, las consignas y los líderes, ahí está
Stalin, jamás se cuestionan. Aún así, la paranoia y el cretinismo soviético la
empujan a poner tierra por medio y establecerse en España, donde adopta el nombre de María, primero para
intentar paliar la represión por el estallido de octubre del 34, al poco el de
la Guerra Civil. Tina Modotti la pasará cuidando, curando, alimentando a
heridos y refugiados, ayudando a crear el Hospital Obrero de Madrid, intentando
paliar el sufrimiento de la población en al huída de Málaga a Almería,
alentando a las Brigadas Internacionales… La derrota de la República española
la llevará a Francia, Estados Unidos, de nuevo México.
Elena Poniatowska
describe la transformación de Tina, el tránsito de aquella mujer magnética y
deseable, sabedora que portaba el maravilloso y extraordinario don del arte
hacia el de una persona esquiva e intransigente, acre, opaca, depresiva, que
despreció a Diego Rivera por la simpatía del pintor hacia Trotsky. Aquí también la
escritura de Elena Poniatowska se enreda por momentos, a mi parecer, en largas
enumeraciones de apellidos, párrafos íntegros de testimonios y algunos errores
de bulto, como asegurar que las Brigadas Internacionales tuvieron que abandonar
España por órdenes de las Naciones Unidas…
Otros deslices quizás,
sean la mera reproducción de una creencia sin confirmar, como cuando el
personaje de Tina Modotti asegura que Matilde Landa falleció en Granada. La que
también fuera incansable militante comunista y con la que Tina Modotti trabajó
coco con codo durante la guerra española, en realidad se mató al tirarse al vacio en la prisión de mujeres de can Sales, en Palma, incapaz
de seguir soportando la presión por el chantaje al que catequistas, monjas y
carceleros le sometieron con el fin de que aceptase ser públicamente bautizada.
Una historiadora lo definió como el espectáculo de la humillación. Hoy esa
prisión es una biblioteca pública; de una balda en su sótano he tomado prestado
el ejemplar de Tínisima con el que Elena Poniatowska quiso que no se perdiera,
que no perdiéramos, la memoria de Tina Modotti.
Otras reseñas de Elena Poniatowska en Un libro al día: Leonora, Querido Diego, te abraza Quiela
Magnífica reseña (como ya es ha igual). Va siendo hora de hincarle el diente a esta autora.
ResponderEliminarUn abrazo, compañero
Hola Carlos: me sumo a Koldo. Gran reseña. De Poniatowska leí “Querido Diego, te abraza Quiela” y no sólo me gustó sino que lo considero un libro entrañable.
ResponderEliminarSaludos
Hola Koldo, hola Gabriel, de esta autora apenas había leído "La piel del cielo" y también lo disfruté muchísimo.
ResponderEliminarMaravillosa autora. “Hasta no verte más Jesús mía” y “Querido Diego...” son, siendo bien distintas, dos estupendas novelas,
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