Título original: Novel·la
Año de publicación: 2018
Valoración: bastante recomendable
En la permanente y constante búsqueda de nuevos talentos, parece que el año pasado fue fructífero y complaciente con este humilde reseñista. A las ya mencionadas Eva Baltasar y Marta Orriols, una nueva y joven voz se añadió a esos autores que dan el salto al género de la narrativa: hablamos de Pol Beckmann quien, después de haber publicado una cincuentena de cuentos participando en premios literarios, se atrevió a publicar su primer libro de narrativa. E hizo bien, a tenor del resultado obtenido y las críticas cosechadas.
La novela que nos ocupa es de corta extensión y donde mi prudencia ya habitual en no adelantar lo que ocurre se extrema en este caso, pues cuanto menos se sepa del argumento, más sorpresa causará al lector. Y este es uno de los puntos fuertes del libro. Así que no seré yo quien lo estropee.
En esta novela, con un claro componente de meta literatura o meta ficción, lo primero que sorprende, ya en sus primeras páginas, es el estilo desenfadado, pero a la vez perfectamente narrado, que destila el libro. Hablaría de un estilo fresco pero esta palabra a menudo tiene connotaciones negativas por lo que hablaré mejor de desparpajo, pues no negaré que se hace evidente y palpable la juventud del autor, quien no rehúye ni esconde su edad. Y, en aras de ese atrevimiento y meta ficción, el autor escoge su propio nombre (prácticamente) y se lo otorga al protagonista de la obra, quien ejerce de protagonista absoluto, narrador, y quien, a la vez, también es escritor (e incluso parece que hasta pueda tener su misma edad). Y es la capacidad narrativa enérgica propia de esa edad la que alimenta el ritmo de la novela como si de una juventud algo alocada se tratara. Así, afloran en ella las dudas propias de la edad, un punto de inconsciencia o irresponsabilidad, pero a la vez un punto de euforia y desenfreno, atrevimiento y vitalidad; la exposición sin filtros al errático camino vital de un escritor perdido en su propia vida y en ausencia de una inspiración que le permita plasmar sobre papel lo que en su cabeza tiene forma de éxito.
En la narración, las escenas se entremezclan en la cabeza de Bekman, estableciendo un juego de muñecas rusas donde el personaje entra en una espiral de vidas ficticias o reales, personajes dentro de personajes, ideas imaginadas mezcladas con las reales o al revés, en una obra literaria donde lo onírico, lo imaginario, lo creativo, lo ficticio y lo real se entremezclan en un solo personaje. No sabemos qué es lo que hay de realidad o de verdad en ello, ni cuanto, pero la prosa y el estilo del autor nos envuelve en una lectura trepidante que vas más allá de lo que la propia historia cuenta, y nos lleva a explorar caminos donde personaje y autor, realidad y sueños, se entremezclan conformando una muy original novela que posiciona al autor como uno de los talentos a seguir muy de cerca.
De esta manera, obra y escritor, narrador y narración, sueños y realidades se entremezclan conformando una amalgama de ideas que envuelven, ocupan, habitan y crecen en la cabeza del autor y, por extensión, en la de un lector que asiste con interés al desarrollo de una historia caóticamente enrevesada. Estamos hablando de libros dentro de libros, de personajes dentro de personajes, en un ejercicio literario que va más allá de una simple historia, pues pretende estructurar, de manera coherente, la explosión de ideas que emana de la cabeza de un autor atrevido y valiente, osado y directo, espontáneo y brillante. Porque nada es lo que parece, o sí lo es, pues la vida la conforma no solo aquello que vivimos, sino también aquello que experimentamos, aunque sea únicamente en nuestra cabeza, o en la de los personajes que a su vez creamos.
De esta manera y partiendo de un triángulo amoroso, Beckmann ha escrito una novela fractal en la que plantea un juego meta ficcional en un ejercicio intelectual atrevido, pero a la vez acertado, donde realidad y ficción (y ficción dentro de la ficción) plantean un juego literario y analítico sobre la condición humana, sobre la realidad que vivimos y creamos, sobre las ilusiones y los sueños, sobre los distintos mundos en los que vivimos de manera simultánea y en el que intentamos encajar el mundo de los demás en el nuestro.
Prometedor debut el de Pol Beckman, en una novela que se disfruta por el exceso: el exceso en la historia, que uno adivina atrevida y forzada, pero que la narración valiente y desmesuradamente locuaz la convierte en un divertimento interesante. Porque es bastante irrelevante si la historia es algo inverosímil, pues dudo que un autor que pone su nombre y profesión al personaje protagonista, y encima narre en primera persona, tenga algún inconveniente en que así sea calificada. El planteamiento y juego literario en el que el autor invita al lector a participar, entrar y aventurarse, sustenta sobradamente una obra en la que la ficción muestra su mayor propósito: un ejercicio de imaginación sin límites ni cortapisas. El autor se muestra valiente y compensa su juventud con una gran calidad literaria; su osadía es su virtud, su atrevimiento es un valor y la narración cumple ampliamente con el cometido. Espero que la novela sea traducida al castellano porque se trata del debut de un talento a tener muy en cuenta, y del que deseo que su evolución esté a la altura de este prometedor debut.
La novela que nos ocupa es de corta extensión y donde mi prudencia ya habitual en no adelantar lo que ocurre se extrema en este caso, pues cuanto menos se sepa del argumento, más sorpresa causará al lector. Y este es uno de los puntos fuertes del libro. Así que no seré yo quien lo estropee.
En esta novela, con un claro componente de meta literatura o meta ficción, lo primero que sorprende, ya en sus primeras páginas, es el estilo desenfadado, pero a la vez perfectamente narrado, que destila el libro. Hablaría de un estilo fresco pero esta palabra a menudo tiene connotaciones negativas por lo que hablaré mejor de desparpajo, pues no negaré que se hace evidente y palpable la juventud del autor, quien no rehúye ni esconde su edad. Y, en aras de ese atrevimiento y meta ficción, el autor escoge su propio nombre (prácticamente) y se lo otorga al protagonista de la obra, quien ejerce de protagonista absoluto, narrador, y quien, a la vez, también es escritor (e incluso parece que hasta pueda tener su misma edad). Y es la capacidad narrativa enérgica propia de esa edad la que alimenta el ritmo de la novela como si de una juventud algo alocada se tratara. Así, afloran en ella las dudas propias de la edad, un punto de inconsciencia o irresponsabilidad, pero a la vez un punto de euforia y desenfreno, atrevimiento y vitalidad; la exposición sin filtros al errático camino vital de un escritor perdido en su propia vida y en ausencia de una inspiración que le permita plasmar sobre papel lo que en su cabeza tiene forma de éxito.
En la narración, las escenas se entremezclan en la cabeza de Bekman, estableciendo un juego de muñecas rusas donde el personaje entra en una espiral de vidas ficticias o reales, personajes dentro de personajes, ideas imaginadas mezcladas con las reales o al revés, en una obra literaria donde lo onírico, lo imaginario, lo creativo, lo ficticio y lo real se entremezclan en un solo personaje. No sabemos qué es lo que hay de realidad o de verdad en ello, ni cuanto, pero la prosa y el estilo del autor nos envuelve en una lectura trepidante que vas más allá de lo que la propia historia cuenta, y nos lleva a explorar caminos donde personaje y autor, realidad y sueños, se entremezclan conformando una muy original novela que posiciona al autor como uno de los talentos a seguir muy de cerca.
De esta manera, obra y escritor, narrador y narración, sueños y realidades se entremezclan conformando una amalgama de ideas que envuelven, ocupan, habitan y crecen en la cabeza del autor y, por extensión, en la de un lector que asiste con interés al desarrollo de una historia caóticamente enrevesada. Estamos hablando de libros dentro de libros, de personajes dentro de personajes, en un ejercicio literario que va más allá de una simple historia, pues pretende estructurar, de manera coherente, la explosión de ideas que emana de la cabeza de un autor atrevido y valiente, osado y directo, espontáneo y brillante. Porque nada es lo que parece, o sí lo es, pues la vida la conforma no solo aquello que vivimos, sino también aquello que experimentamos, aunque sea únicamente en nuestra cabeza, o en la de los personajes que a su vez creamos.
De esta manera y partiendo de un triángulo amoroso, Beckmann ha escrito una novela fractal en la que plantea un juego meta ficcional en un ejercicio intelectual atrevido, pero a la vez acertado, donde realidad y ficción (y ficción dentro de la ficción) plantean un juego literario y analítico sobre la condición humana, sobre la realidad que vivimos y creamos, sobre las ilusiones y los sueños, sobre los distintos mundos en los que vivimos de manera simultánea y en el que intentamos encajar el mundo de los demás en el nuestro.
Prometedor debut el de Pol Beckman, en una novela que se disfruta por el exceso: el exceso en la historia, que uno adivina atrevida y forzada, pero que la narración valiente y desmesuradamente locuaz la convierte en un divertimento interesante. Porque es bastante irrelevante si la historia es algo inverosímil, pues dudo que un autor que pone su nombre y profesión al personaje protagonista, y encima narre en primera persona, tenga algún inconveniente en que así sea calificada. El planteamiento y juego literario en el que el autor invita al lector a participar, entrar y aventurarse, sustenta sobradamente una obra en la que la ficción muestra su mayor propósito: un ejercicio de imaginación sin límites ni cortapisas. El autor se muestra valiente y compensa su juventud con una gran calidad literaria; su osadía es su virtud, su atrevimiento es un valor y la narración cumple ampliamente con el cometido. Espero que la novela sea traducida al castellano porque se trata del debut de un talento a tener muy en cuenta, y del que deseo que su evolución esté a la altura de este prometedor debut.
"Hablamos de Pol Beckmann quien, después de haber publicado una cincuentena de cuentos participando en premios literarios, se atrevió a publicar su primer libro de narrativa". ¿Cómo? Si ya le habían publicado cincuenta cuentos, ya le habían publicado narrativa. Con el cuento, de hecho, comenzó el género narrativo. No sé si te quieres referir a cincuenta cuentos escritos o cincuenta cuentos publicados en antologías de narrativa, pero una última fase de corrección no habría venido mal.
ResponderEliminarUn saludo
Hola, Godot. Pues tienes toda la razón. Hablando de «narrativa» me quería referir a novela, pero sin duda no he acertado con el concepto. Te agradezco el comentario.
ResponderEliminarSaludos, y gracias por el apunte.
Marc
Hola,
ResponderEliminarNo he conseguido pasar de la página 40. Me parece ñoño y cursi. Me sorprende que le hayan dado el premi llibreter y que lo publique Cuaderns Crema.
Hola, Gerónimo.
ResponderEliminarLamento que no te haya gustado y hayas decidido dejarlo. Debo decir que la historia se va complicando a medida que se avanza la lectura y plantea un interesante ejercicio literario, pero como en todo, es cuestión de gustos. El tiempo es muy limitado y no es cuestión de perderlo si el estilo o la historia no atrapan.
En cualquier caso, gracias por comentar la entrada y contrastar opiniones.
Saludos
Marc
Hola, Gerónimo
ResponderEliminarInténtalo de nuevo, pasa de esa página 40!;-) A esas alturas de la novela yo pensaba lo mismo y también que era demasiado fácil. Te podrá gustar o no lo que sigue, pero esa noñería desaparece por completo! A mí me ha gustado ese giro y el ejercicio literario que plantea, como dice Marc.
Un saludo,
Marian
Hola, marian.
ResponderEliminarCelebro que el libro también te haya gustado, la verdad es que es un inicio de carrera muy prometedor de un autor debutante en el género de narrativa.
Saludos, y gracias por comentar la reseña.
Marc