En muchas de las reseñas de ULAD se valoran puntualmente las cubiertas de las obras por cuestiones concretas, pero hay casos en los que reflexionar en torno a este asunto puede extenderse tanto como la propia reseña.
Por otra parte, cuando contemplamos la cubierta de un libro (nos parezca más o menos llamativa o bonita) esperamos que nos transmita algo de lo que vamos a encontrarnos en las páginas siguientes, ya sea una sensación, un lugar, un personaje, la atmósfera… y esa información bien conjugada con el título (otro gran temazo, damas y caballeros) influye mucho en el hecho de que ese libro sea finalmente abierto o no. Luego están las predilecciones personales: unos prefieren una imagen literal, otros se decantan por algo más simbólico o sensitivo, pero lo que desde luego no gusta es una cubierta que no tiene ABSOLUTAMENTE NADA QUE VER —ni por negación— con el contenido de la obra que precede.
Y por todo lo dicho, me llena de orgullo y satisfacción (¡je!) inaugurar esta serie sobre CUBIERTAS.
Por otra parte, cuando contemplamos la cubierta de un libro (nos parezca más o menos llamativa o bonita) esperamos que nos transmita algo de lo que vamos a encontrarnos en las páginas siguientes, ya sea una sensación, un lugar, un personaje, la atmósfera… y esa información bien conjugada con el título (otro gran temazo, damas y caballeros) influye mucho en el hecho de que ese libro sea finalmente abierto o no. Luego están las predilecciones personales: unos prefieren una imagen literal, otros se decantan por algo más simbólico o sensitivo, pero lo que desde luego no gusta es una cubierta que no tiene ABSOLUTAMENTE NADA QUE VER —ni por negación— con el contenido de la obra que precede.
Y por todo lo dicho, me llena de orgullo y satisfacción (¡je!) inaugurar esta serie sobre CUBIERTAS.
Marianela se publicó por primera vez en 1.878 y se considera un clásico de nuestra literatura, lo cual es motivo suficiente para que haya sido editada hasta la extenuación en diferentes momentos y bajo diferentes parámetros de mercado (no es lo mismo una edición escolar que una para un coleccionable de clásicos que una conmemorativa). No obstante, en mi ardua peregrinación me he encontrado tal variedad de cubiertas que me he visto obligada a su clasificación por estadios, partiendo de las que me parecen menos acertadas hasta llegar a aquellas en las que finalmente se percibe que sus creadores SÍ conocían esta obra de Galdós y a su entrañable protagonista, la Nela.
ESTADIO 1: WTF
Porque la contemplación de estos cuatro rostros femeninos con esos estilismos tan de su época (la que sea en cada caso) me sugiere cualquier cosa menos a la Nela que, de tan sencilla y montaraz, no llevaba ni zapatos. Y qué me sugiere, de izquierda a derecha:
- Biografía de María Antonieta.
- Lucy (natural de Nueva Jersey) mandó hacerse esta bonita fotografía para que su prometido Billy, alistado en la Guerra del Pacífico, la llevara siempre consigo y no la olvidara.
- Poetisa maldita que vivió —aunque muy poco— inmersa en la bohemia parisina de finales del siglo XIX.
- Una de las niñas de El sí de las niñas de Leandro Fernández de Moratín, le dijo «sí» a Jack Nicholson y hete aquí la terrible consecuencia.
Porque seguro que en el seno de todas las editoriales se cometen errores y, por qué no, se edita una novela con una cubierta que pertenece claramente a otra:
- Salomé de Oscar Wilde.
- La gitanilla de Juan Ramón Jiménez. Tiene a su favor ese aire de marginalidad del personaje de Galdós, pero hasta vista de perfil ya se percibe en esta gitanilla bastante más carácter del que se puede esperar de la dulce Nela.
- Jane Eyre de Charlotte Brontë o Agnes Grey de Anne Brontë o cualquier sensible dama envuelta en serias tribulaciones que amenazan su salud moral y física.
- Un hombre que camina en la oscuridad de un territorio inhóspito bajo la atenta mirada de una mujer fantasmal. Cumbres Borrascosas (y con esto ya cumplimos la cuota Brontë hasta el año que viene).
A alguien se le ocurrió que tal vez la Nela fuera algo así como una virginal pastorcilla y eso desenterró todos los clichés del ideario ñoño. Valoremos al menos el conocimiento de que la historia transcurre en un entorno rural, que es un elemento determinante en Marianela. Así que nos vamos acercando:
- Pastorcilla full equip (canesú, flores en el pelo, etc) de las fábulas de Esopo y Lafontaine.
- Pastorcilla de pesebre en momento adoración del niño Jesús.
- Pastorcilla/doncella/ninfa de pintura renacentista.
- Primerísimo plano de pastorcilla (obsérvese qué serenidad y qué cutis, propio de la vida idílica de la que se pasa el día a la intemperie cuidando del ganado).
- Pastorcilla asilvestrada. Es menuda, prácticamente una niña, y está como engullida por la vegetación. Se acerca a la figura de la Nela algo más que las anteriores aunque el entorno parezca la verde Irlanda y no una población minera del norte de España.
Y es que quien ha leído Marianela (o la reseña) sabe que se trata de un personaje de difícil catalogación, al que Galdós siquiera describe físicamente, y que pretender retratarla y captar además su mundo interior es meterse tontamente en un fenomenal aprieto. Por ello las cubiertas que desde mi punto de vista más se ajustan al espíritu de la novela, o bien se valen de una ilustración intencionada de la protagonista o bien buscan otro posible leitmotiv:
- Pablo y su lazarillo Marianela, una estampa característica de la novela en la que se percibe que Pablo está pero no ve y que Marianela ve pero no acaba de estar.
- Una niña/adolescente rodeada de oscuridad (simboliza la falta de cultura y de horizontes) que vive con un tormento interior (quizá demasiado a juzgar por su expresión pero me parece más acertado que la vacua serenidad de pastorcilla).
- La pequeña que se arropa con semblante triste transmite muy bien la soledad y la vulnerabilidad del personaje de Galdós (aunque estoy segura de que la pobre Nela nunca tuvo esos mofletes).
- El territorio agreste de la zona minera en el que transcurre la historia y que es casi un personaje más de la novela.
- Una flor silvestre arrancada y abandonada. A mi parecer, el modo más simbólico, emotivo e inteligente de captar la singularidad y el conflicto de la protagonista.
De todas maneras (y más allá de mis muy científicas elucubraciones) en asuntos así prima la sensibilidad de cada lector, a la que no deberíamos desoír porque, si bien se dice que no se debe juzgar al libro por la cubierta, no se ha dicho nada sobre juzgar a la cubierta por el libro.
jajaj...muy bueno
ResponderEliminar¡Cuántos libros habré dejado de leer porque al ver la portada siempre me imaginaba otra cosa!
ResponderEliminarInteresante tema y muy buen artículo. Sin duda alguna, cuando no busco algo concreto, la portada, el aspecto ... es lo primero que atrae mi atención. En este caso, el ejemplar que leí fue de Ediciones Generales Anata, de 1982, con una sencilla y acertada portada (dibujo de medio cuerpo de Nela) que yo encasillaría en tu estadio 4. Salud.
ResponderEliminar¡Buenísima reseña, Beatriz! Interesante a la vez que divertida. ¡Felicidades! ;-)
ResponderEliminarSaludos
Marc
Perdón por la corrección: "en torno a", no "entorno a". (2ª línea)
ResponderEliminarAnónimo:
ResponderEliminarGracias
Manuel:
A mí me fastidia más lo contrario: los que he abierto y empezado (por no decir, comprado) porque la portada prometía y han resultado un fiasco. Gracias por comentar!
Toni LV:
Ah, esa no la he encontrado! Un saludo y gracias por comentar.
Marc:
Gracias, compi. ;D
Dionisio:
Corregido. Gracias.
Me ha gustado mucho el artículo y me encanta que inaugures esta serie, porque suelo fijarme mucho, pero mucho en las cubiertas de los libros. No tanto para decidirme a leerlos pero sí para querer "tenerlos". Algunos buenos libros son también joyas que da gusto mirar y remirar.
ResponderEliminarBeatriz, muy divertido tu análisis sobre las portadas de Marianela; tienes mucho sentido del humor.
ResponderEliminarA mí me gustan reproducciendo una pintura al óleo, preferiblemente un paisaje, aunque no tenga mucho que ver. También simplemente el título sobre fondo liso y debajo, en letras más pequeñas, el nombre del autor. Pero sobre todo me gusta que el color del lomo del libro armonice con el resto de libros de mi mueble librería: siena, caldera, mostaza, cuero, incluso negro. Si el dorso es rojo, color que me horripila, y me interesa conservar el libro, le hago un forro con papel blanco y una infusión bien cargada de café. Y me encanta que lleve en la solapa una foto del autor porque también me gusta analizar al autor por su cara.
Muchos saludos
Lo peta Beatriz! Bravo, compañera.
ResponderEliminarLos estadios Pastorcillas 3 y 5 yo los veo más bien prerrafaelitas. Apreciaciones personales aparte, ante el buen hacer del post solo puedo decir: ¡¡¡arte, tronío, DUENDE!!!
ResponderEliminarX´D
Irati:
ResponderEliminarLos libros como objeto pueden resultar muy tentadores, me pasa lo mismo que a ti. Por eso me molesta cuando las cubiertas resultan engañosas. Ahora hay varias editoriales que cuidan mucho ese aspecto y buscan también consolidar su sello a partir de sus maravillosas ediciones (y portadas). Celebro que te haya gustado la entrada. Gracias por comentar.
Beatriz:
¡Tenemos aquí a toda una "somelier" de las cubiertas! Es muy interesante lo que dices porque demuestra hasta qué punto el tipo de cubierta influye en la percepción de cada uno. Está visto que tienes muy claro qué te gusta hasta el punto que si no, te tomas la molestia de cambiarla. Muy ilustrativo. Gracias por comentar.
Carlos:
Gracias, compi. ¡Todo por la causa! :D
Cities:
¡Ja ja ja! el nivel de nuestros comentaristas está por las nubes. ¡Gracias por comentar!
Arte y gracejo. ¡Que bien me lo he pasado leyéndote, Beatriz!
ResponderEliminarCarlos:
ResponderEliminarGracias, compañero! pero tengo que admitir que el material daba mucho de sí y eso ayuda.
Muy divertido. Felicidades, Beatriz.
ResponderEliminarMuy interesante el trabajo sobre las cubiertas, y es buena idea alguna que otra vez volver sobre el tema. Al menos yo lo disfrutaré mucho.
ResponderEliminarFelicitaciones por su página, que es un buen referente para mí.
Estupendo trabajo. Enhorabuena y muchas gracias.
ResponderEliminarPaloma
Anónimo:
ResponderEliminarGracias a vosotros por estar al otro lado. Un saludo.
Mireya PO:
Gracias en nombre de todo el equipo. Y volveremos al tema cubiertas, sí. Saludos.
Paloma:
Gracias por tus ánimos. Un saludo.
Me ha encantado la reseña. Gracias.
ResponderEliminarNunca la quise leer, porque al ver la pelicula, yo si entendi que el tipo era un PPM, con tan mala suerte que siendo un actorazo, le he tomado idea....y cada vez que veo a Jeremy Irons me da un poquito de impresión, no he logrado superarlo. Me dio mucho asco. Pero luego de leer tu reseña, y ver que el autor quiso justamnete reflejar el problema de una niña acosada, por ahi le doy una oportunidad. Gracias!!!!!
ResponderEliminarEntiendo que este comentario pertenece a la reseña de hoy (Lolita) y temo que se traspapele porque me parece interesante.
ResponderEliminarSobre Lolita, aportaré mi punto de vista luego, con más tranquilidad.
vero 252,
ResponderEliminarEstoy conform
e con Montuenga en que tu comentario sería muy interesante si lo trasladaras al post de Lolita:
http://unlibroaldia.blogspot.com/2019/02/malditas-cubiertas-lolita-de-vladimir.html
¡Gracias por comentar de todos modos!