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lunes, 3 de septiembre de 2018

J. D. Barker: El Cuarto Mono

Idioma original: inglés
Título original: The Fourth Monkey
Año de publicación: 2017
Traducción: Julio Hermoso
Valoración: se deja leer


¡Anda que no tenía yo ganas de meterme entre pecho y espalda una buena novela de asesinos psicópatas (la última con la que lo intenté, la tuve que abandonar), con su villano chifladísimo pero más listo que un demonio con sobredosis de azúcar y su trama con más giros y recontragiros que la carretera de Sa Colobra! Su poli atormentado de rigor, sus escenas aquero... escabrosas, su sorpresa final... En fin, que, para mí, sin novela de psicópatas no hay verano (que ya sé que lo que hay que hacer es leer a Faulkner y así, pero mirad, hay un momento para cada cosa, lo mismo que no siempre vas a estar comiendo solomillo Wellington con salsa de Pedro Ximénez y patatas soufflé, sino que a veces apetece una hamburguesa con queso y patatas fritas...).

Lo malo, claro, es cuando la hamburguesa no es de la cadena que te gusta, sino de esa otra que ni fu ni fa, por no decir puaggh... Cuando el artífice de dicha hamburguesa o de la novela de psicópatas asesinos (lo de la hamburguesa es una metáfora supercurrada que me había marcado, por si no os habíais dado cuenta) utiliza todos los ingredientes adecuados y sigue el manual de la cadena de fast-food de turno o el de "Cómo escribir su propia novela megaexitosa de psicópatas asesinos" (seguro que existe algo así) y el resultado es, quizá no puaggh pero sí plof... una sosada, una medianía, una decepción... Bueno, decepción a medias, porque tampoco es que uno esperase encontrar aquí un Faulkner, ni un James Ellroy... vamos, ni siquiera un Thomas Harris, por no salir del subgénero de asesinos psicópatas. Pero está claro que a veces no basta con seguir el manual, y por mucho que este Barker meta su asesino más listo que un demonio, su poli atormentado, sus escenas truculentas, sus giros y recontragiros, el resultado se parece más al cubo de cebo de Placton que a una deliciosa burguer Cangreburguer del Crustáceo Crujiente (igual ya se me ha ido un poco de las manos lo de la metáfora, ¿verdad? Sorry...).

Y el caso es que, a priori, la cosa no pintaba mal, con una premisa interesante: el poli atormentado, Sam Porter, detective de homicidios de Chicago, debe averiguar si un tipo que ha muerto atropellado por un autobús es el Cuarto Mono, el asesino psicópata más listo que etc..., que lleva varios años aterrorizando a la ciudad. Y de paso, tratar de salvar a la que podría ser su última víctima. La narración de la investigación en sí -con sus giros y etc...- se alterna con la transcripción de un supuesto diario, aún más delirante, si cabe, dejado por el supuesto asesino y que constituye en sí mismo casi otra novela, una "narración dentro de la narración", digna por momentos de la literatura pulp más rarita... En fin, tiene su gracia, aunque también ralentiza y entorpece el ritmo de la que sería la línea argumental principal. Tampoco es que se pierda mucho, hay que admitir...

Bueno, tal vez estoy siendo demasiado duro con esta novela. Lo cierto es que, aunque no entusiasma ni sorprende, tampoco despierta el sonrojo y mucho menos, ya digo, la vergüenza ajena (cosa que no ocurre con otras, y bien exitosas, del mismo género). Está escrita con corrección y resulta una lectura ligera y previsible, ideal, supongo, para quien no busca otra cosa que amodorrarse con un libro en la playa o en la piscina. O echar una buena siesta en la hamaca de la terraza en los meses de canícula estival... Eso sí, si, pese a la calor, se quiere leer algo con más sustancia, mejor hacerle caso a Tongoy y dedicarse a Faulkner (Luz de agosto sería lo más adecuado, claro); eso que se habrá ganado.

4 comentarios:

  1. He leído el Libro en la Oscuridad de la Penumbra me pareció una pasada pra decir verdad no es que la autora sea una gran profesional de la literatura pero es una persona que escribió su autobiografía con el alma. Sin duda es uno de esos libros que no olvidamos jamás

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  2. No soy aficionada a la novela negra, siempre me decepciona (mi último experimento fue con Harry Quebert y es una pena no haber leído antes vuestra reseña, porque es malo hasta decir basta, y para colmo con aspiraciones) o me resulta desagradable. Sin embargo, cuando busco algo ligero para desconectar porque estoy cansada, tiro hacia los clásicos policiacos ingleses, los llamados "whodonit" de la edad de oro. Entre estos, John Bude me resulta bastante entretenido (sin ser y sin pretender ser nada más que eso) y también me lo pasé muy bien con Pursuit of a parcel de Patricia Wentworth.
    Ahora no comento mucho, pero os hago caso. Gracias por la recomendación de Lobo Antunez, las crónicas son fabulosas (me compré el segundo tomo y una de sus novelas) y Joseph Roth me ha acompañado toda la primavera con distintas novelas. Felisberto Hernandez también me pareció estupendo y de Afonso Cruz el que más me ha gustado ha sido Un pintor debajo del fregadero, la muñeca de Kokotchka me pareció que empezaba muy bien y luego perdía y Jesucristo bebía cerveza me resultó curioso, pero no me emocionó. Definitivamente, no me gusta Bolaño (Estrella distante, bien, pero aborrecí Los detectives...)
    Creo que me he excedido, o calvo o con tres pelucas. Besos: Sol

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  3. Hola, Sol:
    Yo también prefiero la novela-problema o la novela negra más clásica (incluyo el polar francés), pero de vez en cuando (sobre todo en verano) me gusta alguno de estos thriller con asesino psicópata que se dedica a coleccionar trozos de sus víctimas y cosas así... Lo que pasa es que, como todas las cosas, estos libros se pueden escribir bien, regular o mal. Este libro de hoy es regulinchi tirando a rutinario, pero se puede leer. "La verdad sobre el caso Harry Quebert", (aunque no era del género psicópata) era regulinchi tirando a muy malo, en mi opinión.
    Sobre el resto de libros que mencionas, me alegro de que te hayamos servido de guía, aunque como ninguna de esas reseñas es mía, lo digo en nombre de mis compañeros/as, pasados y presentes...
    Un saludo y muchas gracias por el comentario.

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  4. Años tarde, pero me ha encantado tu metáfora de la hamburguesa, y tienes toda la razón, hay hamburguesas de hamburguesas y esta es de una de esos puestos callejeros en los que siempre hay gente esperando, pero cuando la pruebas... Meh

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