Título original: Plainsong
Año de publicación: 1999
Traducción: Agustín Vergara (edición en castellano), Marta Pera Cucurell (edición en catalán)
Valoración: recomendable
En su obra póstuma «Nosotros en la noche», ya pudimos observar el estilo de Kent Haruf, un estilo en el que destaca la sobriedad, el ritmo narrativo pausado, en el que la calma y la placidez del relato son sus puntos fuertes. El libro objeto de esta reseña, finalista al National Book Award en el año de su publicación, fue su obra más conocida y se convirtió en bestseller; posteriormente se publicarían «Eventide» (Plainsong, #2) y «Benediction» (Plainsong, #3), conformando la denominada Trilogía de Holt.
Ubicando la historia en Holt, pequeño pueblo en Colorado, el autor centra la narración en la vida de algunos de sus habitantes, unas vidas marcadamente comunes, sin excesivas sorpresas, sin destacar especialmente en nada; vidas corrientes, con las que se empatiza fácilmente, pues podrían ser nuestros vecinos; son los habitantes de una tierra donde nunca ocurre nada fuera de lo normal, donde las vidas transcurren al ritmo pausado de las largas noches de verano, donde todos se conocen (aunque quizá incluso demasiado).
De esta manera, el entorno, un elemento más de la novela, sirve de escenario para tejer una historia coral sobre vidas comunes, vidas que podrían ser la de cualquiera de nosotros. Así, los personajes, más que lo que sucede con ellos, son los protagonistas absolutos de la novela, y el autor es hábil al caracterizarlos, introduciendo detalles a medida que nos adentramos en la lectura. La presentación de los mismos se hace de manera gradual y progresiva y con capítulos cortos que facilitan el avance en la lectura, con el ritmo pausado que la historia demanda, un ritmo que se mece a lo largo de las páginas mientras acompaña las pequeñas historias y las tiñe de sentimientos, un ritmo pausado que invita a la reflexión, a aposentar las pequeñas historias que confirman toda la vida de los habitantes. Casi se puede sentir el olor a tierra, a polvo, y escuchar el silencio de las calles tranquilas del pueblo, en contraposición a las agitadas vidas de sus habitantes por los problemas que asoman tras sus problemas cotidianos. Y así, con cuentagotas, y casi sin quererlo, el autor va nutriendo de vida a los personajes, mientras interconecta las historias y refuerza los vínculos entre ellos, entretejiendo las necesidades de unos con los ofrecimientos de buena voluntad de otros, combinando un paisaje revoltoso y de frágil equilibrio interior con el tranquilo y calmado que sugiere la llanura.
La habilidad del autor se pone de manifiesto en una narración con ausencia de alardes, desplegando humildad y falta de pretensiones, con una perfecta adecuación entre lo que narra y lo que pretende. El autor es hábil porque la historia cuenta justamente lo que pretende contar y, aunque parezca algo obvio, no es algo tan sencillo de lograr. Sabe tomar el pulso a la narración, sin evitar que pierda interés ni tenga grandes altibajos en el ritmo. Tampoco pretende ser más de lo que es, un libro con claras intenciones de creer en la bondad del ser humano a pesar de todo, y una férrea voluntad de seguir adelante con la solidaridad ofrecida por cada uno.
Este libro ofrece una suave y lenta mirada al entorno, para encontrar en aquellas pequeñas historias cotidianas la belleza de lo simple. Es por ello que satisfará a quienes busquen justamente esto, aunque quienes esperen algo más de crítica o reflexión los dejará algo tibios. Pero en esos últimos casos la culpa no debería ser atribuible al autor, pues el libro no engaña en ningún momento, ofrece lo que pretende, y a veces eso ya de por sí es un gran éxito, en un universo literario donde a veces se opta por publicar obras con un exceso de pretensiones. Eso sí, para que no nos traten de "buenistas": a pesar de sus méritos, sí hay algún aspecto mejorable: la ausencia de una historia de peso que arrastre el conjunto de la narración, más allá de las pequeñas historias que cuenta; asimismo, hay cierta desigualdad entre las diferentes historias contadas que, aunque entrelazadas hábilmente en los diferentes capítulos, no suscitan el mismo interés y en ciertas ocasiones la trama argumental que las une es algo forzada. Es una lástima que así sea, aunque el conjunto funciona, destacando en positivo un inicio altamente prometedor y el personaje de Victoria (no en vano, sirve como elemento de enganche para el segundo libro). Aun así, el conjunto funciona perfectamente y uno se va enganchando a las historias a medida que se avanza en la lectura.
Con manifiesta habilidad, el autor sabe potenciar sus virtudes estilísticas y, de manera casi imperceptible, consigue que el lector vaya tomando cariño a los personajes, entrando en la historia a medida que avanzan sus vidas, y casi uno llega a pensar que forma parte de ellas, o ellas forman parte de uno. Y de esta manera, y casi sin darse cuenta, uno termina el libro y se queda con las ganas de seguir compartiendo con ellos sus vidas, quiere continuar queriendo saber qué les ocurre y, al terminar la última página, uno casi no puede esperar a seguir la evolución de los personajes con «Eventide», segunda parte de la trilogía y que pasará a formar parte algún día de la vida de este reseñista y del blog.
En definitiva, nos encontramos un libro que, sin grandes alardes ni excesivas pretensiones, consigue aquello que pretende: ofrecernos una lectura plácida y sosegada, cándida y bondadosa, de la que tendríamos que poder disfrutar sentados en la mecedora de un porche, en una solitaria noche de verano con las estrellas iluminando la plana mientras nos resguardamos de los males de la humanidad bajo el abrigo de esta obra.
También de Kent Haruf en ULAD: Nosotros en la noche, Al final de la tarde, Bendición
Ubicando la historia en Holt, pequeño pueblo en Colorado, el autor centra la narración en la vida de algunos de sus habitantes, unas vidas marcadamente comunes, sin excesivas sorpresas, sin destacar especialmente en nada; vidas corrientes, con las que se empatiza fácilmente, pues podrían ser nuestros vecinos; son los habitantes de una tierra donde nunca ocurre nada fuera de lo normal, donde las vidas transcurren al ritmo pausado de las largas noches de verano, donde todos se conocen (aunque quizá incluso demasiado).
De esta manera, el entorno, un elemento más de la novela, sirve de escenario para tejer una historia coral sobre vidas comunes, vidas que podrían ser la de cualquiera de nosotros. Así, los personajes, más que lo que sucede con ellos, son los protagonistas absolutos de la novela, y el autor es hábil al caracterizarlos, introduciendo detalles a medida que nos adentramos en la lectura. La presentación de los mismos se hace de manera gradual y progresiva y con capítulos cortos que facilitan el avance en la lectura, con el ritmo pausado que la historia demanda, un ritmo que se mece a lo largo de las páginas mientras acompaña las pequeñas historias y las tiñe de sentimientos, un ritmo pausado que invita a la reflexión, a aposentar las pequeñas historias que confirman toda la vida de los habitantes. Casi se puede sentir el olor a tierra, a polvo, y escuchar el silencio de las calles tranquilas del pueblo, en contraposición a las agitadas vidas de sus habitantes por los problemas que asoman tras sus problemas cotidianos. Y así, con cuentagotas, y casi sin quererlo, el autor va nutriendo de vida a los personajes, mientras interconecta las historias y refuerza los vínculos entre ellos, entretejiendo las necesidades de unos con los ofrecimientos de buena voluntad de otros, combinando un paisaje revoltoso y de frágil equilibrio interior con el tranquilo y calmado que sugiere la llanura.
La habilidad del autor se pone de manifiesto en una narración con ausencia de alardes, desplegando humildad y falta de pretensiones, con una perfecta adecuación entre lo que narra y lo que pretende. El autor es hábil porque la historia cuenta justamente lo que pretende contar y, aunque parezca algo obvio, no es algo tan sencillo de lograr. Sabe tomar el pulso a la narración, sin evitar que pierda interés ni tenga grandes altibajos en el ritmo. Tampoco pretende ser más de lo que es, un libro con claras intenciones de creer en la bondad del ser humano a pesar de todo, y una férrea voluntad de seguir adelante con la solidaridad ofrecida por cada uno.
Este libro ofrece una suave y lenta mirada al entorno, para encontrar en aquellas pequeñas historias cotidianas la belleza de lo simple. Es por ello que satisfará a quienes busquen justamente esto, aunque quienes esperen algo más de crítica o reflexión los dejará algo tibios. Pero en esos últimos casos la culpa no debería ser atribuible al autor, pues el libro no engaña en ningún momento, ofrece lo que pretende, y a veces eso ya de por sí es un gran éxito, en un universo literario donde a veces se opta por publicar obras con un exceso de pretensiones. Eso sí, para que no nos traten de "buenistas": a pesar de sus méritos, sí hay algún aspecto mejorable: la ausencia de una historia de peso que arrastre el conjunto de la narración, más allá de las pequeñas historias que cuenta; asimismo, hay cierta desigualdad entre las diferentes historias contadas que, aunque entrelazadas hábilmente en los diferentes capítulos, no suscitan el mismo interés y en ciertas ocasiones la trama argumental que las une es algo forzada. Es una lástima que así sea, aunque el conjunto funciona, destacando en positivo un inicio altamente prometedor y el personaje de Victoria (no en vano, sirve como elemento de enganche para el segundo libro). Aun así, el conjunto funciona perfectamente y uno se va enganchando a las historias a medida que se avanza en la lectura.
Con manifiesta habilidad, el autor sabe potenciar sus virtudes estilísticas y, de manera casi imperceptible, consigue que el lector vaya tomando cariño a los personajes, entrando en la historia a medida que avanzan sus vidas, y casi uno llega a pensar que forma parte de ellas, o ellas forman parte de uno. Y de esta manera, y casi sin darse cuenta, uno termina el libro y se queda con las ganas de seguir compartiendo con ellos sus vidas, quiere continuar queriendo saber qué les ocurre y, al terminar la última página, uno casi no puede esperar a seguir la evolución de los personajes con «Eventide», segunda parte de la trilogía y que pasará a formar parte algún día de la vida de este reseñista y del blog.
En definitiva, nos encontramos un libro que, sin grandes alardes ni excesivas pretensiones, consigue aquello que pretende: ofrecernos una lectura plácida y sosegada, cándida y bondadosa, de la que tendríamos que poder disfrutar sentados en la mecedora de un porche, en una solitaria noche de verano con las estrellas iluminando la plana mientras nos resguardamos de los males de la humanidad bajo el abrigo de esta obra.
También de Kent Haruf en ULAD: Nosotros en la noche, Al final de la tarde, Bendición
Buena reseña!
ResponderEliminarMuchas gracias, Anónimo. Celebro que te haya gustado.
ResponderEliminarSaludos
Marc
¡Que buena reseña! Me muero de ganas por leer el libro. Creo que es de las mejores narrativas, la que cuenta justo lo que el lector necesita. Y la sobriedad del relato me intriga aún más.
ResponderEliminar¿Es este el estilo de Kent Haruf en todos sus escritos? ¿Qué otro tipo de libros me recomendarías?
Hola, Juliana. Muchas gracias por tus palabras. Hay poca obra traducida del autor, pero los dos libros que he leído coinciden en un estilo calmado, una narrativa pausada, y ambos son libros que tratan sobre las circunstancias de gente común; son libros que se disfrutan leyéndolos tranquilamente, sin esperar más que el de disfrutar de una buena lectura.
ResponderEliminarSaludos, y gracias por comentar.
Marc
Hola:
ResponderEliminarPermitidme que me ponga en plan pelota, pero da gusto leer las reseñas y los comentarios. Casi siempre dan mucho que pensar. Hace años leía clásicos y literatura "sería" principalmente y ahora me he quitado muchos prejuicios. Me gusta tanto un libro sobrio y tranquilo como la literatura decimonónica de descripciones interminables. Si hay calidad, depende del momento.
Marc, sólo he leído " Nosotros en la noche" que fue un bombazo, y es justo eso, un libro de mecedora y porche que deja sensación de sosiego.
Gracias!!!
hola, Lupita. Gracias por el elogio. Comparto totalmente contigo tu valoración acerca de los comentarios que recibimos con cada una de nuestras reseñas. La verdad es que es un lujo poder contrastar opiniones, compartir sugerencias, y abrir nuestras mentes a otras apreciaciones (no siempre coincidentes) sobre las lecturas. Para mí, escribir una reseña es algo que me gusta, pero siempre espero los comentarios posteriores porque es donde el libro "continua". Y los lectores siempre estáis ahí para hacerlo posible.
ResponderEliminarY sí, también coincido contigo en que pueden gustar libros de estilos totalmente diferentes, a veces en función del momento de cada uno, o a veces simplemente para cambiar de estilo. Si te gustó "Nosotros en la noche", creo que este te gustará aún más.
Saludos, y gracias por tus habituales comentarios.
Marc
Hola,
ResponderEliminarLeí este libro hace un mes y medio y lo deboré. Necesitaba uno que me enganchase y mi libretera me recomendó este. Ahora estoy leyendo “Al final de la tarde” al principio tenía muchas expectativas y no me las terminó de complir, estoy en medio del libro y ahora me he vuelto a enganchar.
Buscaba como se decía la 3a parte de esta Trilogía para comprarmela antes de terminar la segunda parte y he encontrado vuestro blog. Felicidades!
He deducido que todavía no se ha traducido y no está al mercado español.
Hola, Roser. Bienvenida al blog ;-)
ResponderEliminarTengo pendiente (ya en casa esperando en la mesita) "Al final de la tarde" y espero leerlo este mes, aunque según apuntas tiene altibajos. Pero sí, el primer libro de la trilogía me dejó con ganas de más, pues es una lectura placentera y un libro bien escrito. Ya te contaré cuando lo lea, en su correspondiente reseña.
Respecto al tercer libro, efectivamente, aún no está traducido al castellano ni al catalán, aunque lo estará (espero que dentro de unos meses).
Saludos, y gracias por comentar.
Marc
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
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EliminarAcabo de terminar el libro ;) “Al final de la tarde”. Es un pecado empezar una triología y que el tercer libro no haya sido traducido :( .
Mi lengua materna es el catalan (escribo en castellano para los seguidores del blog o et puc escriure en català?) pero cuento compré La canción de la llanura, mi libretera había terminado la versión catalana, me quedé la castellana y he preferido leer el segundo en la misma lengua.
Acabo de escribir a “Literatura Random House”, la editorial de (al menos) la versión castellana, a ver si saben cuando se traducirá.
Mientras tanto no se si comprarme “Nosotros en la noche” o dar un parón de Kent Haruf. He leído tu comentario, y no me atrae mucho. De hecho, Al final de la tarde me desenganchó en parte porque hay varias situaciones familiares con maltratamiento que me trastocaba (soy madre) y no me apetece más dramas, aunque la soledad, la vejez y el final de la mida es una realidad y a menudo muy dura.
Te seguiré ;)
Hola, Roser. Sí, es complicado empezar una trilogía sin que estén todos los libros ya traducidos, pero, en este caso, parece que la traducción es va a un buen ritmo y espero que podamos tener el tercer (y último) volumen en breve.
ResponderEliminarRespecto a la lengua, sí, la mía también es el catalán, y puedes escribir con el idioma que te vaya mejor, pero si lo haces en castellano la comprensión es más fácil para el resto de lectores, por lo que siempre puedes obtener más debate, contrastar opiniones, etc. Me ocurre lo mismo que a ti, y creo que es normal, que cuando empiezas un libro en una lengua, el resto de volúmenes los lees en la misma, pues al leer le pones "voz" a los personajes y es innegable que un libro traducido en un idioma u otro suena diferente, además de las elecciones al traducir que realizan los correspondientes traductores. Como anécdota personal, leí el primero de Knausgaard en castellano (no se encontraba en catalán), y cuando salió El Segundo de manera simultánea en ambos idiomas, comparé ambos libros y lo compre también en castellano, porque los matices, el tono, la "voz" del autor, ya se habían formado en mi mente de una manera, y no tenía sentido cambiarla.
Para mí, «Nosotros en la noche», está a un nivel inferior, por lo que entiendo lo de tu «pausa» con el autor. A veces es incluso aconsejable, pues cambiar de registro permite retomar un autor con una mirada diferente, y eso permite recuperar las buenas sensaciones si el libro es bueno, o ajustar la opinión si es malo. Yo, personalmente, hace tiempo que no leo nunca dos libros seguidos del mismo autor, me gusta «desconectar» del libro anterior antes de empezar uno nuevo y es más difícil hacerlo sin cambiar de autor; pero es cuestión de gustos.
Gracias por comentar y seguirnos ;-)
Saludos
Marc