Título original: Boule de soif
Año de publicación: 1880
Traducción: Ana Becciu
Valoración: muy recomendable
Aunque no parezca demasiado sugerente, el título de este emblemático relato de Guy de Maupassant -clasicorro donde los haya de las letras francesas- hace referencia al objeto de deseo alrededor del que gira toda la trama: una joven y rolliza prostituta que huye de un Rouen ocupado por las tropas prusianas en una diligencia que comparte con un grupo de probos ciudadanos, eximios representantes de la burguesía, e incluso la nobleza, bienpensante local.
No voy a contar aquí el argumento con más detalle (por si a alguien le suena la premisa, hay que señalar que sirvió de inspiración a otro célebre clásico, esta vez del cine: La diligencia, de John Ford) para no destripar, a quien no lo conozca, este relato, el cual, por lo demás, avanza con el trote infatigable de un tiro de caballos; sólo comentaré que no es la prostituta quien sale peor parada, precisamente, a ojos del lector ni del propio escritor; bien al contrario, Maupassant muestra una exquisita empatía hacia ella, mientras que es evidente el desprecio que le provocan sus compañeros de viaje, monjas y progre barbudo incluidos.
Por otro lado, quizá sea este el punto más flaco del, en todo caso, excelente relato: que la ironía, por no decir sarcasmo y la crítica contra el establishment burgués de la época, contra su cobardía, mezquindad e hipocresía, son tan evidentes, que tal vez lastren un poco (ojo, sólo un poco) la dinámica de la propia narración. La cual, en compensación, se ve impulsada por un estilo vigoroso, pero pródigo en detalles y aún sutilezas, que la lleva en volandas hasta el inevitable (y lo siento por si esto se ve como un SPOILER) y desolador final.
Y aunque no era mi intención al releer esta historia y plantearme su reseña, uno no puede dejar de acordarse del momento que estamos viviendo, cuando cada día nos llegan noticias, revelaciones y comentarios sobre violencia sexual, sobre abusos y acosos a mujeres; nos llegan tantas discusiones sobre lo que resulta sexista y lo que no y por qué o por qué no; tantos ataques epatantes y defensas que provocan sonrojo; tantas opiniones, interesadas o no, tanto ruido de fondo, en suma, que uno lee esta historia que avanza en una diligencia a través de la nieve que cubre Normandía, escrita hace ciento treinta y ocho años, y piensa que Maupassant (que tampoco es que fuera un santo varón de la lucha por la igualdad de género, precisamente), ya nos dijo con suma claridad que lo que importa, al fin y al cabo, lo que debemos respetar antes que nada es el dolor, la humillación, las lágrimas de quien ha sido víctima de violencia, de abuso, de acoso, de vejación... Todo lo demás, no digo que sobre, pero igual tampoco hace tanta falta.
Otros títulos de Guy de Maupassant reseñados en Un Libro Al Día: El Horla, Cuentos fantásticos, Bel Ami, Un parricida
Juan, Maupassant es genial. Sus relatos fantásticos me chiflan, pero he leído otros más costumbristas, sobre todo aquéllos ambientados en la guerra, y son una delicia. Este no me acabó de convencer, pero lo leería con once años y supongo que tampoco lo sabría apreciar demasiado. Gracias por la reseña.
ResponderEliminarPor favor, corregid errata en mezquindaz.
ResponderEliminarGracias siempre por las reseñas.
Estimado Juan, me has hecho retroceder más de 40 años! Leí Bola de Sebo a los 13 años. Lectura obligatoria en primer año de bachillerato. Qué maravilla! Debería leerlo nuevamente. Seguro que lo volvería a disfrutar.
ResponderEliminarHola a todos:
ResponderEliminarAnte todo, anónimo, pido disculpas por la errata. Ya está corregida: mezkindaz, ¿no?... ; )
En serio, gracias por avisarme y por seguirnos.
Oriol y Puma:
Yo leí este relato hace también bastantes años, aunque con algunos más que vosotros (18 ó 20, según recuerdo), que quizás erais muy jóvenes para comprender todas sus implicaciones. Ahora lo he releído y lo que más me ha sorprendido, aparte de la denuncia de la hipocresía burguesa (eso lo recordaba) es, ya digo, esta vindicación de la dignidad de la mujer, frente a las insistencias, coacciones y abusos de poder. Un tema que ahora mismo está en pleno debate en la sociedad occidental, como sabéis...
Sin más, un saludo a los tres y de nuevo mi agradecimiento por vuestros comentarios.
Dado que en este blog he sido protagonista de las últimas discusiones sobre igualdad de género. Y que en la última de estas entradas cuestionaba el feminismo de Despentes, autora que fue víctima de violencia, aprovecho el mensaje de Juan para pedir disculpas por mis cuestionamientos y dudas sobre la autora.
ResponderEliminarVivo indignado porque lo que a mi me parece vital y necesario no le importa al 99% de la población, y me dejo llevar por la envidia hacia esos temas que hoy están en boca de todos, lo cual no dudo sea una actitud innecesaria y errónea por mi parte.
Hola, Interlunio:
ResponderEliminarPues por mi parte , no puedo disculpar algo a lo que en realidad soy ajeno, así que , en todo caso, que tome nota quien se dé por aludido.
De todas formas, agradezco tu comentario y lo aprovecho, porque además hay una referencia a Despentes, para explicar una cosa: el último párrafo de la reseña se debe, sobre todo, a que entre mi relectura de este libro y la publicación de la reseña correspondiente, he leído dos entrevistas a Virginie Despentes, una columna interesante aunque discutible de Alberto Olmos y una estupefaciente entrevista a un cretino y/o sinvergüenza (en mi humilde opinión) llamado Jordan Peterson, con lo que el "ruido" que comento se me hacía bastante evidente, en comparación con la claridad que yo veo en el relato de Maupassant.
(He de decir también que hoy mismo he leído una entrevista a Mary Beard en la que se tocan estos temas y que resulta un placer leerla).
Nada más. Un saludo y gracias por el comentario, como siempre.