Título original: Mehrere Männer
Traductor: José Aníbal Campos
Año de publicación: 1987
Valoración: Muy recomendable
Por este blog han pasado ya algunos de los más conocidos maestros del microrrelato, sobre todo latinoamericano como Augusto Monterroso (¡todos en pie!) o Ana María Shua, también algunos autores menos conocidos como Gonzalo Ostagain o incluso antologías como Mar de pirañas (aunque alguna otra publicada en España en los últimos años se nos ha escapado). A todos estos nombres se añade ahora un escritor y artista peculiar y muy poco conocido, al menos en España (donde este es el primer libro que se traduce, si no estoy confundido), pero al que, a juzgar por estos Hombres varios, convendría seguir de cerca.
¿Y qué es Hombres varios? Pues un libro de microrrelatos. O de meta-microrrelatos; o de anti-microrrelatos, no sé. Son pequeñas historias (la más larga no llega a las dos páginas, y la mayoría no llega a las diez líneas) que juegan constantemente con nuestras expectativas sobre la creación de mundos ficticios, sobre lo que es una narración, sobre lo que constituye una historia digna de ser contada; de hecho, muchos de sus relatos concluyen afirmando que "esto no interesa", "esta historia no vale la pena contarla" o . Como son historias tan cortas, puedo permitirme copiar una para dar una idea:
Un hombre al que en otras circunstancias no valdría la pena mencionar, salió una mañana -y lo menciono aquí solo al margen- por una puerta. Todo lo que esperamos ahora es un disparo, un golpe, una caída. En realidad, no es pedir demasiado.
Y ya: no hace falta más para abrir un mundo de posibilidades (y negarlas todas, al mismo tiempo).
Las historias (algo menos de cien) que componen el libro juegan con la indefinición; todas están protagonizadas por "un hombre" (o varios), que algunas veces adquiere un nombre propio y muchas otras no; a veces suceden en ciudades reales (sobre todo alemanas), y a veces en un vacío espacial y metafísico; en algunos casos hay propiamente una historia (mínima, trivial y sin embargo sorprendente), otras veces no pasan de un apunte o de un quiebro conceptual. La alternancia entre todas estas variables y el humor (auto)irónico de Wolf es lo que hace que la lectura resulte una aventura.
Otro ejemplo, en este caso de un microrrelato más "tradicional":
Un hombre oyó que algo goteaba en su habitación, buscó un cubo y lo colocó debajo de la gotera, pero el cubo tenía un hueco, así que lo puso dentro de una jofaina, pero como la jofaina tenía un hueco tuvo que colocarla en una tina, que tamién tenía un hueco, por lo que puso la tina en una bañera. Entonces se dio cuenta de quetambién la bañera tenía un hueco, pero ya el hombre no supo qué hacer, y arrojó la bañera con la tina con la jofaina con el cubo con el hueco al mar frente a su casa. A partir de entonces pudo sentirse tranquilo y no oyó nunca más aquel goteo.
Creo que, en el fondo, Ror Wolf está jugando con la propia idea de narración, y con el modo en que nuestra mente reconstruye lo que las palabras transmiten. Cuando comenzamos a leer un relato, instantaneamente captamos (o intentamos captar) los elementos principales del mundo ficcional que se nos presenta: quién hace qué, cuándo, dónde, cuáles son las reglas que rigen ese mundo (¿son las mismas reglas del mundo "real" o se permite lo sobrenatural, lo fantasioso o lo futurista?), cuál es el conflicto central que se pretende desarrollar. Con sus "hombres" innominados, sus espacios vacíos o irreales, sus historias que dejan de serlo después de unas pocas frases o sus invocaciones explícitas del lector, Wolf subvierte cada una de esas categorías y nos hace conscientes de mecanismos que habitualmente funcionan de forma automática.
Cito solo otro ejemplo más, que si sigo citando al final voy a copiar el libro entero:
Hace poco, un alpinista -hombre oriundo de Goch- arrojó a un barranco un hueso de ternero mordisqueado. El hueso golpeó en la frente a otro hombre que estaba merendando en aquel momento. Aquel fue el comienzo de todo. Al final solo quedan palabras en las que se trasluce el escaso valor de la vida humana. Eso basta. Todo lo demás sería mentira.Hombres varios está publicado en ContraEscritura, una pequeña editorial independiente con un catálogo reducido pero muy cuidado, que trabaja con seriedad pero con sentido del humor. Este libro, por ejemplo, tiene los números de página escritos al revés (¿decisión de Ror Wolf o de los editores?), y concluye con la siguiente nota: "cuando este libro acabó de imprimirse en septiembre de 2017 seguíamos sin saber cuándo se domesticó a la última vaca salvaje".
Buena reseña y muy buena pinta el libro en cuestión: apuntado. Se agradece la literatura en cápsulas para los que disponemos de poco tiempo para los libros. Saludos.
ResponderEliminarMe llevo el dato de Monterroso. Gracias por la reseña.
ResponderEliminarGabriel
Muchísimas gracias, sin conocerle de nada, por esta estupendo comentario al libro. Ha dado usted en el clavo con una palabra muy precisa a la hora de definir algo muy importante en el estilo de Ror Wolf, y concretamente en estos minicuentos: el "quiebro". Hacía por lo menos una década que no oía esa palabra, y es justamente esa la que define los giros inesperados en la prosa de este autor.
ResponderEliminarMuchas gracias.
José Aníbal Campos (el traductor del librito)
Hola!
ResponderEliminar¿Cuándo harán alguna reseña sobre el maestro Fernando del Paso?
Saludos
Muchas gracias a todos por los comentarios, y en particular a José Aníbal, porque sin él no habría habido la posibilidad de que yo leyera este libro :)
ResponderEliminarHéctor, la verdad es que no conozco la obra de Fernando del Paso, pero ahí queda tu recomendación, a ver si algún colega del blog se anima.