Año de publicación: 2011
Valoración: recomendable
Aquellos que conocemos la obra de David Vann, ya sabemos lo que nos podemos encontrar en sus libros, no respecto a lo que sucede propiamente sino a lo que pretende transmitir en ellos y qué temas quiere tratar.
De esta manera, siguiendo la línea iniciada con su primera y altamente impactante novela «Sukkwan Island», el autor incide nuevamente en los conflictos familiares y en la desolación existente en sus relaciones. David Vann, partiendo de su propia experiencia, no tiene ningún reparo en exponer las miserias de las relaciones humanas y ha centrado su obra publicada hasta la fecha alrededor de ello. El autor, como nos tiene acostumbrados, no deja lugar al optimismo en sus novelas. Aquello que podemos encontrar son desastres personales y crisis emocionales; justamente aquello que normalmente queremos ocultar de nuestras vidas él lo expone sin reparos ni intentos de endulzamiento. La exposición de las miserias humanas es clara, y el autor es hábil construyendo un paisaje que encaja perfectamente con tal intención.
Siguiendo la estela de la anterior novela, Vann sigue utilizando el nombre de una isla para dar el título a esta obra. El motivo de su elección es evidente: las islas que forman parte de la historia y del propio título son, de forma análoga, aquellas que rodean y delimitan el terreno donde nuestras emociones se desarrollan y tienen cabida; las islas como territorios independientes y encerrados en sí mismos, de forma similar a como cada persona es un mundo, un terreno acotado dentro del cual se desarrolla la vida. Y las islas elegidas por el autor son frías, son inhóspitas, son salvajes, son duras y son, en el fondo, como los caracteres que en ellas habitan, los protagonistas reales de la historia.
Así, extendiendo el camino iniciado en el anterior libro (basado en la vida del propio autor) donde la historia se centraba en la relación entre un padre y su hijo, en este libro el autor amplía el desarrollo de la historia a todos los miembros de una familia: a la relación entre padres e hijos, pero también a la existente dentro del matrimonio y a la de los propios hijos y sus respectivos matrimonios. De esta manera, las islas simbolizan, de forma análoga a las personas, un espacio delimitado, fijo, y una frontera que marca los límites de la libertad de los protagonistas, encerrados dentro de ella en un espacio físico y mental limitado sin posibilidad ni opción de salir de dentro. La imposibilidad física y emocional, el mapa conformado por nuestras vidas como síntoma de nuestras limitaciones. Y justamente en estos escenarios limitados, en estos ambientes cerrados, claustrofóbicos, inhóspitos, desoladores, es donde el autor se mueve mejor; manejando la historia centrándose en los sentimientos, en las emociones de los personajes que sufren esta situación y sus condiciones adversas, no únicamente ambientales o meteorológicas sino también emocionales.
A pesar de que el listón literario en la obra de Vann es posible que quede fijado por su difícilmente superable primera novela (¡y qué gran primera novela!), en «Caribou Island» intenta mantener el nivel sacrificando algo de rudeza para ganar en pluralidad. Al ampliar el círculo de personajes, la claustrofobia existente en Sukkwan se diluye ligeramente. Este hecho permite que, en esta obra, el autor pueda extender la novela a toda una familia y tratar las diferentes relaciones existentes en ella. Esta pluralidad permite un universo más amplio y, a la vez, propicia que la lectura sea más amena y variada, disminuyendo la monotonía que en ciertos momentos podíamos encontrar en «Sukkwan Island». Esta diversidad de personajes permite una lectura más abierta y menos angustiosa, aunque le resta a su vez contundencia y profundidad.
Se trata por tanto de una buena novela, muy dura y con poco margen para el optimismo, lo cual es un gran mérito del auto. No es fácil mostrar tal dosis de valentía escribiendo una novela no muy agradable de leer, pues las emociones que te genera no son precisamente alegres ni positivas. Tiene mérito, también, por ser ambientada en su propia vida y familia, lo que no debe ser nada fácil viendo la temática del libro. Pero precisamente por eso, por su visceralidad, por su desnudez emocional, se trata de una buena novela ya que, de vez en cuando, es bueno mirar el lado oscuro de la vida para afrontarla, desafiarla y ser valientes con ella, tal y como el autor hace con su propia vida exponiéndola ante nosotros en esta novela.
Otras obras de David Vann en ULAD: Acuario, Tierra, Sukkwan Island
De esta manera, siguiendo la línea iniciada con su primera y altamente impactante novela «Sukkwan Island», el autor incide nuevamente en los conflictos familiares y en la desolación existente en sus relaciones. David Vann, partiendo de su propia experiencia, no tiene ningún reparo en exponer las miserias de las relaciones humanas y ha centrado su obra publicada hasta la fecha alrededor de ello. El autor, como nos tiene acostumbrados, no deja lugar al optimismo en sus novelas. Aquello que podemos encontrar son desastres personales y crisis emocionales; justamente aquello que normalmente queremos ocultar de nuestras vidas él lo expone sin reparos ni intentos de endulzamiento. La exposición de las miserias humanas es clara, y el autor es hábil construyendo un paisaje que encaja perfectamente con tal intención.
Siguiendo la estela de la anterior novela, Vann sigue utilizando el nombre de una isla para dar el título a esta obra. El motivo de su elección es evidente: las islas que forman parte de la historia y del propio título son, de forma análoga, aquellas que rodean y delimitan el terreno donde nuestras emociones se desarrollan y tienen cabida; las islas como territorios independientes y encerrados en sí mismos, de forma similar a como cada persona es un mundo, un terreno acotado dentro del cual se desarrolla la vida. Y las islas elegidas por el autor son frías, son inhóspitas, son salvajes, son duras y son, en el fondo, como los caracteres que en ellas habitan, los protagonistas reales de la historia.
Así, extendiendo el camino iniciado en el anterior libro (basado en la vida del propio autor) donde la historia se centraba en la relación entre un padre y su hijo, en este libro el autor amplía el desarrollo de la historia a todos los miembros de una familia: a la relación entre padres e hijos, pero también a la existente dentro del matrimonio y a la de los propios hijos y sus respectivos matrimonios. De esta manera, las islas simbolizan, de forma análoga a las personas, un espacio delimitado, fijo, y una frontera que marca los límites de la libertad de los protagonistas, encerrados dentro de ella en un espacio físico y mental limitado sin posibilidad ni opción de salir de dentro. La imposibilidad física y emocional, el mapa conformado por nuestras vidas como síntoma de nuestras limitaciones. Y justamente en estos escenarios limitados, en estos ambientes cerrados, claustrofóbicos, inhóspitos, desoladores, es donde el autor se mueve mejor; manejando la historia centrándose en los sentimientos, en las emociones de los personajes que sufren esta situación y sus condiciones adversas, no únicamente ambientales o meteorológicas sino también emocionales.
A pesar de que el listón literario en la obra de Vann es posible que quede fijado por su difícilmente superable primera novela (¡y qué gran primera novela!), en «Caribou Island» intenta mantener el nivel sacrificando algo de rudeza para ganar en pluralidad. Al ampliar el círculo de personajes, la claustrofobia existente en Sukkwan se diluye ligeramente. Este hecho permite que, en esta obra, el autor pueda extender la novela a toda una familia y tratar las diferentes relaciones existentes en ella. Esta pluralidad permite un universo más amplio y, a la vez, propicia que la lectura sea más amena y variada, disminuyendo la monotonía que en ciertos momentos podíamos encontrar en «Sukkwan Island». Esta diversidad de personajes permite una lectura más abierta y menos angustiosa, aunque le resta a su vez contundencia y profundidad.
Se trata por tanto de una buena novela, muy dura y con poco margen para el optimismo, lo cual es un gran mérito del auto. No es fácil mostrar tal dosis de valentía escribiendo una novela no muy agradable de leer, pues las emociones que te genera no son precisamente alegres ni positivas. Tiene mérito, también, por ser ambientada en su propia vida y familia, lo que no debe ser nada fácil viendo la temática del libro. Pero precisamente por eso, por su visceralidad, por su desnudez emocional, se trata de una buena novela ya que, de vez en cuando, es bueno mirar el lado oscuro de la vida para afrontarla, desafiarla y ser valientes con ella, tal y como el autor hace con su propia vida exponiéndola ante nosotros en esta novela.
Otras obras de David Vann en ULAD: Acuario, Tierra, Sukkwan Island
Hola Marc,
ResponderEliminarSi me atengo a tu reseña "recomendable" parecería una calificación algo exigua. Entiendo que no es lineal la asignación de la calificación, pero rescatas tantos méritos (incluso en comparación con su primera novela) que me pareció bueno preguntarte el motivo.
Saludos
Hola Gabriel, gracias por tu comentario, pues me permite desarrollar el por qué de la valoración. ¡Allá voy!
ResponderEliminarPartiendo de la base que "Sukkwan Island" es bastante superior, por impacto, por la descripción casi claustrofóbica de la isla, por la agonía y sufrimiento de los personajes, no podía asignar el mismo calificativo a este libro. Es inevitable compararlos pues son muy parecidos pero, como apunto en la reseña (aunque puede que no haga suficiente hincapié en ello), la diversidad de personajes le resta potencia ya que en ocasiones el tono duro, casi agresivo (o mejor quitemos el "casi") de Sukkwan Island se diluye al aumentar el número de personajes. A mi entender, le resta impacto, le resta ese punto de sufrimiento al que uno tiende a caer (y espera) cuando lee a Vann. Aunque este hecho puede favorecer su lectura por un abanico más amplio de lectores, cuando uno lee a Vann espera que te sacuda, y en este caso también lo hace, aunque en menor intensidad. Aún así, el libro es lo suficientemente bueno para recomendarlo.
Espero haber aclarado las dudas y gracias por el comentario, me ha sido útil para profundizar mi reseña.
Saludos
Marc