Año de publicación: 2017
Valoración: Muy recomendable
No tengo ninguna duda de que algún día los manuales de nuestros nietos hablarán de la "literatura del yo" como una de las tendencias dominantes de este comienzo del siglo XXI. Ahí se incluirán las memorias, los diarios, las autobiografías, y también la mal llamada "autoficción", que incluye desde la Trilogía de Nueva York de Auster hasta los Soldados de Salamina de Javier Cercas o toda la obra reciente de Vila-Matas. Confieso que mi tendencia sobre este tipo de narrativa ha ido cambiando: cuando leí los primeros experimentos de este tipo me encantaron; llegó luego un momento de cierta saturación, en que me pareció que el modelo estaba ya agotándose; últimamente, no la soporto, como dejé claro en una famosa (o infame) no-reseña de los libros de Knausgard.
De ahí que tenga que preguntarme por qué este libro, a diferencia de los de KOK, sí que me ha gustado, y me ha gustado bastante, de hecho. Clavícula es una novela (¿autobiografía, diario, memorias, obra híbrida?) tan egocéntrica como Mi lucha: cuenta la obsesión de una escritora, la propia Marta Sanz, con un misterioso dolor que le nace en la escotadura supraesternal, el espacio entre el esternón y la garganta donde acaba la clavícula derecha; un dolor para el que los médicos no tiene solución, y que contamina cada momento de vida y consciencia de la escritora. Un monumento al solipsismo y la autocontemplación que podía haberme provocado el mismo rechazo que los de KOK, pero no. Así pues, ¿qué lo hace diferente y mucho más llevadero, más allá de que sean solo 200 páginas y no 7 volúmenes de 600 cada uno?
Después de mucho pensarlo, creo que la diferencia está en dos elementos: el humor y el formato fragmentario.
Marta Sanz habla en esta obra de dolores reales e imaginarios; de la menstruación, los calmantes, las pruebas médicas, la autocompasión o la relación con su marido. De las enfermedades y molestias físicas propias y ajenas, más o menos graves, más o menos humillantes. Y de todas ellas habla con una cierta distancia irónica, que le permite verse a sí misma como una digna sufridora y como una burguesa llorica, al mismo tiempo. Habla sin pudor de las dolencias del cuerpo y del alma, pero también habla, al mismo tiempo, de esa falta de pudor y de las consecuencias que tiene. Es muy consciente de lo que está haciendo, y lo que está haciendo le parece al mismo tiempo noble y ridículo.
La otra clave para que me haya gustado esta obra es que Marta Sanz, a diferencia de KOK, no decide contarlo todo, sino que selecciona aquello que se refiere (más o menos vagamente) al tema principal del libro, que es el dolor, y lo dispone en fragmentos de entre un párrafo y cinco o seis páginas, dando lugar a una indagación (tal como el propio texto dice) que renuncia a lo extenso para profundizar en lo intenso. El carácter híbrido del texto (las reflexiones de la autora, que dominan la obra, se mezclan con emails, relatos y poemas) es también mucho más "posmoderno" (si es que esta palabra todavía significa algo) que las larguísimas divagaciones de un hombre blanco heterosexual de clase media.
Porque Clavícula es, también, una obra muy marcada por el género de su autora: es una obra que habla de un cuerpo, y el cuerpo del que habla es el de una mujer, con su endometrio, su menopausia, sus hormonas y sus estrías. Habla de sus problemas y de los de sus amigas y conocidas (cánceres, catarros, fisuras anales, infartos). En un momento del texto, Marta Sanz se compara con Elvira Navarro, que habla de cosas parecidas en La trabajadora:
"Recogemos una inquietud de época y escribimos estas cosas porque algo nos duele, porque somos mujeres, porque tenemos o no tenemos pareja, escribimos, tenemos y no tenemos trabajo, somos españolas y blancas, posiblemente feministas, posiblemente de izquierdas. Pero nuestros libros no están escritos con las mismas palabras y, en consecuencia, no, no son iguales. 'C'est dans l'air du temps'".Quizás lo que menos me haya gustado de Clavícula sea su final: después de doscientas páginas de dar vueltas en torno a unos cuantos temas comunes (el dolor, sobre todo, pero también el miedo, la enfermedad, la incomprensión), de pronto se introduce un punto de fuga, un crucero con sus padres, y la obra termina, sin que dé la impresión de haberse cerrado de ninguna forma. Quizás esto mismo sea un elemento posmoderno: la obra abierta y todas esas cosas. Pero incluso en el siglo XXI tanta abertura parece excesiva y deja alguna insatisfacción en el lector.
Buena reseña, Santi, a pesar de nuestra discrepancia en la valoración de la obra de KOK ;-)
ResponderEliminarSaludos
Marc
No hace ni tres días que tuve esta novela en mis manos y la dejé otra vez en la estantería.Había leído "Farándula" y me había dejado un recuerdo agridulce.El final me había defraudado, como si la autora hubiera prometido mucho más que lo que consigue en las última páginas. De todos modos, sé que acabaré leyendo "Clavícula": Marta Sanz se lo merece. Un saludo y gracias por tu estupenda reseña.
ResponderEliminarBuena reseña ;)
ResponderEliminarOriol.
Buen comentario. Gracias a él me evitaré leerlo. No soporto a los hiponcondríacos, a los que se miran siempre el ombligo y encima nos lo cuentan. Seguramente es porque hace tiempo que dejó de hacerles caso su médico.
ResponderEliminarGracias a todos por los comentarios. Como digo en la reseña, a mí también me empieza a cansar ya tanta "literatura del yo", pero esta obra en particular me enganchó, me entretuvo y me gustó. Creo que un elemento fundamental es la autoironía: si la narradora se hubiera las 200 páginas dedicado a autocompadecerse, habría sido bastante insoportable. Pero hay en el texto un vaivén entre la autocompasión y la distancia irónica muy interesante, que evita el melodrama.
ResponderEliminarEl final, es verdad, podía haber sido bastante más cerrado. No sé cómo, pero podía haberlo sido.
Coincido con Ardilla en que el final de "Farándula" me decepcionó bastante (e incluso antes del final,es una novela que promete mucho más de lo que acaba dando). "El frío" y los poemas de Sanz me gustaron mucho más. Apunto este título, a ver qué tal.
ResponderEliminarQuien le parece mejor narradora: marta sanz o sara mesa?
ResponderEliminarUn saludo
Gran reseña. A mí el libro me gustó mucho. Soy médica y me gusta leer testimonios de enfermos. Ayuda a comprender los miedos, dudas, impresiones de los pacientes y me entristece comprobar la deshumanización de muchos de mis colegas. Además es divertido y cortito. Un gusto de kectura
ResponderEliminarAna E.
Quien le parece mejor narradora: marta sanz o sara mesa?
ResponderEliminarUn saludo
Buena marca, en solo diez palabras seis errores ortográficos
ResponderEliminar¡Hola, anónimo! Perdona que no te contestase antes, se me pasó...
ResponderEliminarEs difícil contestar a esta pregunta: de Sara Mesa he leído dos obras (Cicatriz) que me gustó mucho, y Mala letra, que me gustó algo menos, y tengo pendiente leer su última obra, que tengo entendido que es la primera. De Marta Sanz solo he leído esta, aunque prometo leer más. Con estos datos, que son pocos, posiblemente pondría a Marta Sanz un poco por encima de Sara Mesa, porque Clavícula tiene un sentido del humor y un estilo narrativo que me gusta más. Pero habrá que seguir leyendo a las dos para comprobar esta opinión...