Título original: Gli zii di Sicilia
Traducción: Rossend Arqués
Año de publicación: 1.958-1.960
Valoración: Recomendable
Como se puede ver al final de esta reseña, Leonardo Sciascia es un autor al que hemos dado bastante bola en ULAD. Algo que llama la atención en él es su versatilidad, tanto dentro del propio mundo literario como en sus fronteras: es Sciascia hombre de notable erudición, experto en temas históricos desde el siglo XIX hacia atrás, donde construye algunas de sus tramas, pero tiene la habilidad de combinar y simultanear a veces estas aptitudes con narraciones que caerían en el ámbito de lo que podríamos llamar género policíaco. Algo que recuerda un poco por ejemplo a Umberto Eco.
En esta ocasión tenemos sin embargo algo diferente. ‘Los tíos de Sicilia’ es una de las primeras obras de Leonardo, diríamos una obra de juventud, formada inicialmente por tres relatos, a los que se añadiría un cuarto en ediciones posteriores.
Se podría elucubrar acerca de quiénes son esos tíos de Sicilia (está bastante claro en los dos primeros relatos, quizá también en el tercero y mucho menos, o nada, en el último), pero me parece más oportuno ir por partes. El libro arranca con ‘La tía de América’, donde se dibuja un pueblo siciliano en los compases finales de la Segunda Guerra Mundial. Desde la perspectiva de un chaval de familia pobre tenemos un retrato de individuos anclados a la tierra para quienes la guerra es un accidente, algo cuyo valor radica en la posibilidad de hacerles salir de la pobreza. Algunos toman partido, otros se muestran indiferentes y no pocos cambian sin pudor de chaqueta esperando colocarse cerca del ganador. En lo que todos coinciden es en la fascinación por América y la expectativa de que con la victoria de los aliados algo de la supuesta opulencia del tío Sam (¿otro tío?) acabe pegándose a la reseca tierra siciliana.
En parecidos registros se mueve ‘La muerte de Stalin’, donde las esperanzas de un tal Calogero se depositan no en América, sino en el líder soviético que da título al relato. Calogero sigue con devoción su trayectoria política y durante años justifica a duras penas sus decisiones, aunque esto le lleve a duros enfrentamientos con sus vecinos y por supuesto con la Iglesia. Stalin es por tanto también ‘lu zi Peppi’, el tío Pepe, el padre del mundo ideal de justicia e igualdad que se está fraguando, una ilusión a la que agarrarse desde una polvorienta aldea del extremo sur de Europa.
Las dos historias rebosan el aire inconfundible del realismo italiano. Uno siente que está viendo una película de Alberto Sordi o de Vittorio de Sica: chicos vivaces, mujeres malhumoradas, hombres que discuten de política de forma apasionada, viejos socarrones que se limitan a jugar y charlar en la taberna, curas iracundos. Mucho humor ácido, personajes ridículos pero profundamente humanos, gente en la que la esperanza parece una broma.
‘El quarantottu’ (barullo, follón) se mantiene obviamente también en Sicilia, pero cambia el decorado a un siglo antes, durante los episodios revolucionarios de 1.848. Aquí los estamentos sociales son todavía más nítidos, y por encima de los demás emergen los personajes de un barón, enredado en un notable lío de faldas, y el obispo, celoso de los bienes de la Iglesia (o de los suyos propios, que viene a ser lo mismo). Metidos nobles, clérigos y pueblo llano en confusos acontecimientos sin un rumbo político definido, los potentados maniobran con habilidad, resueltos a conservar sus privilegios, olvidándose de sus principios en cuanto se vea la necesidad. La sátira es feroz y el relato resulta tronchante, aunque desde el punto de vista literario el argumento resulta más endeble, quizá por abarcar un periodo demasiado largo y acumular multitud de sucesos.
Como decía al principio, el último relato, ‘El antimonio’, se añadió en ediciones posteriores, y está claro que no guarda demasiada relación con los demás. En esta ocasión nos encontramos en la Guerra civil española, a donde el protagonista ha llegado integrado en las tropas enviadas por Mussolini. Una vez más, su única intención es escapar de la pobreza y, en paralelo al primer relato, buscar una oportunidad para huir a América. Sin embargo, se verá inmerso en la brutalidad de una guerra que poco a poco empieza a percibir desde enfoques diferentes a los que traía. En realidad, ‘El antimonio’ no cuenta exactamente episodios de la guerra, sino que pronto adquiere un tono ensayístico, el argumento desaparece bajo las reflexiones que el protagonista va desarrollando a partir de lo que vive en primera persona. Se diría que es la voz de Sciascia la que va descubriendo lo absurdo de la situación: es una guerra de clases, y por lo tanto nada pinta un italiano pobre luchando contra españoles pobres.
De manera que no es fácil encontrar un denominador común a las cuatro historias. Si acaso, la voluntad de retratar a esos sicilianos ‘que no se agitan, que se reconocen por dentro y sufren en silencio, pobres que nos saludan con gesto cansado, como desde la lejanía de siglos’. Esa imagen la encontramos a lo largo de todo el libro, es lo que se oculta detrás del humor dislocado, de esas esperanzas depositadas en cosas lejanas o absurdas, en mitos americanos o rusos, en la huida de esa tierra que parece retenerles como un imán. Y sin embargo, no nos transmite desánimo ni pesadumbre: los sicilianos pasan penalidades, anhelan un mundo mejor, pero no parecen haber dejado de disfrutar de la vida.
Otras obras de Leonardo Sciascia en ULAD: Aquí
Hola, compañero:
ResponderEliminarComo devoto de Sciascia, estoy muy de acuerdo con tu reseña (aunque yo no habría podido evitar una valoración un poco mejor, claro); ahora bien, lo que no te perdono es que no hayas puesto la cubierta de la edición de Tusquets, en vez de esta...¡No hay color! ; )
Conocí a Sciascia cuando apareció su novela "El caballero y la muerte", en 1989. Me gustó tanto que comencé a leer su obra con fruición. En 1991 tuve la posibilidad de recorrer Sicilia durante una semana, y pude entonces valorar aún más la extraordinaria capacidad descriptiva de este autor esencial del siglo XX.
ResponderEliminarTal vez Los tíos de Sicilia no sea su obra más destacada, pero en la heterogeneidad de su producción destaco su absoluto compromiso republicano, su integridad y rigor histórico para retratar una sociedad muy particular, fruto de múltiples civilizaciones que que por allí pasaron.
Puertas abiertas, Todo modo, son, a mi criterio, los mejores accesos a este maravilloso escritor.
Efectivamente Puma, es asombrosa la capacidad de Sciascia para captar el alma, el espíritu de esas gentes. Y no sólo captarlo sino reproducirlo de forma que lo identifiquemos con toda claridad.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu interesante aportación.
Juan supongo que te refieres a la portada con la imagen de Marx. La verdad, me gusta más la del viejo siciliano reseco (que además es la de mi ejemplar) y tampoco veo clara la relación de esa otra imagen con el contenido del libro.
Saludos!
Este blog es peligroso, de repente aparecen reseñas que me impulsan a comprar libros y es lo que me acaba de suceder con Sciascia, me he metido en el "aquí" final y no me ha quedado más remedio que pedir Una historia sencilla y El caballero y la muerte. Gracias.
ResponderEliminarJeje, eso es justo lo que queremos, incitar a la gente a leer lo que nos parece interesante. O bueno, no sé si eso es un objetivo o solamente un resultado.
ResponderEliminarEn todo caso, como siempre, encantados de contar con tu participación.
Hola otra vez:
ResponderEliminarTienes razón, Carlos, en que sería más pertinente si el retrato fuera de Stalin que de marx,pero supongo que quien lo puso en la cubierta de esa edición quería hacer referencia a que un relato trata de un comunista convencido y otro, de los tíos que tiene el narrador en EEUU, el paraíso del capitalismo.
Por otro lado, no me resisto a contar una anécdota acerca de este libro: en la biografía de Sciascia escrita por Matteo Collura (y que alguien, ejem... reseñó en este blog de forma magistral, ejem, ejem...) se cuenta que en cierta ocasión un capo mafioso consiguió conocer al escritor y al final de su conversación, le pidió que le dedicase un libro, precisamente "Los tíos de Sicilia". Era una situación muy delicada, porque Sciascia era quien más y quizás antes que nadie había denunciado a la Mafia a través de sus novelas, así que cualquier dedicatoria cortés o elogiosa podía ser malinterpretada Y quizás fuera esa la intención). El escritor se lo pensó y al final escribió algo así como: "Para un tío de Sicilia, este libro contra los tíos" (lamento no citar la anécdota con exactitud porque en este momento no tengo el libro a mano).
Un saludo a todos.
Ostras, eso sí que es una situación comprometida glub!
ResponderEliminarGracias por la información y la anécdota!
Carlos o Juan,
ResponderEliminarQué libro recomiendan para empezar a leer a Sciascia?
Gracias
Esa pregunta mejor se la dejamos a Juan, que es el especialista.
ResponderEliminarUn saludo, Gabriel
¡Glups...qué responsabilidad! ¡Y qué difícil, además! No, en serio, es muy fácil. yo creo que lo mejor es empezar por alguna de sus primeras novelas, cuya narrativa es menos "digresiva", por decirlo así, y además con un contexto inequívocamente siciliano: "El día de la lechuza" o "A cada cual lo suyo". O incluso por el mismo libro de relatos reseñado por Carlos. Y si te gusta como escribe, a partir de ahí ya puedes ir profundizando en su obra.
ResponderEliminarUn saludo a los dos.