Nota explicativa: para conmemorar los ocho años de existencia del blog, hemos invitado a
los antiguos miembros del equipo a colaborar de nuevo con nosotros con
una reseña. Esta semana publicamos las contribuciones de los que han
aceptado nuestra invitación.
Idioma original: inglés
Traductora: Rosa Pérez Pérez
Fecha de publicación: 2008
Valoración: muy recomendable
Oliver Kitteridge es una novela compuesta por trece relatos, de entre veinte y treinta páginas cada uno. Todos ellos son autónomos y autoconclusivos y vienen encabezados por un subtítulo independiente. No se trata, por tanto, de una novela coral, sino de un ciclo o secuencia de relatos.
Olive Kitteridge, profesora de matemáticas en el colegio de un pueblecito de Maine, Nueva Inglaterra, está presente en todos los relatos, ya sea de manera protagónica, secundaria o incluso tangencial (una pequeña mención, un breve intercambio de palabras…). Gracias a esa miríada de perspectivas
—incluida la de la propia Olive, que va evolucionando a medida que
avanzan los relatos—, nos familiarizamos con la personalidad compleja y
contradictoria de un personaje que genera sentimientos encontrados en el
lector. Hacia el final del libro (que coincide con el final de su
vida), Olive se siente atormentada por sus errores y lamenta cada una de
sus pérdidas, pero encuentra la forma de reconciliarse con su dolor.
El estilo de Elizabeth Strout es pausado y elegante. Aunque las historias están narradas en tercera persona, la autora se adentra en la mente de cada uno de los personajes y nos describe el mundo a través de sus ojos. Un ejemplo de «La pianista»: «Sonrió mirando al árbol de Navidad. Las luces de colores eran demasiado brillantes y, por un momento, la desconcertó pensar que la gente hiciera eso a los árboles, decorarlos con tanto brillo. Había quien se pasaba todo el año deseando que llegara aquel momento. La asaltó otro sofoco al pensar que dentro de apenas unas semanas desnudarían al árbol y lo llevarían a rastras hasta la acera, todavía con restos de espumillón; pensó en el aspecto tan desmañado que tendría aquel árbol, ladeado sobre la nieve, con el tronco cortado sobresaliendo oblicuo en el aire» (traducción propia y apresurada).
Elizabeth Strout teje la compleja red de las relaciones que se forjan en una comunidad pequeña en la que todo el mundo se conoce —aunque sea de vista—, y las historias se desarrollan con pocos sobresaltos (no hay giros de la trama espectaculares, a excepción del secuestro de un hospital). Sin embargo, la novela consigue atrapar con su forma particular de intriga, porque en Olive Kitteridge somos testigos de un descubrimiento, el de quién es la propia protagonista, y, más aún, participamos de su proceso epifánico de autoconocimiento.
No leí el libro, pero si vi la miniserie televisiva. Excelente actuación de Frances McDormand, en la piel de la protagonista, rodeada de un gran elenco.
ResponderEliminarRecuerdo que su final me dejó un sabor muy agrio. Una enorme desesperanza.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarGracias por esta reseña, hace tiempo que la esperaba (incluso os envié un correo recomendándoosla). Aunque, siendo sincera, que me ha sabido a poco. Strout es una magnífica escritora. Los hermanos Burgess es otra gran muestra de su talento. Para mí, ambos libros están en la línea -muy fina o muy ancha, según se mire- que separa a los "muy recomendables" de los "imprescindibles".
ResponderEliminarY la miniserie de HBO, que comenta El Puma, está muy a la altura de la obra. Ambas experiencias, la leída y la vista, son merecedoras de ser vividas.