Título
original: The Music of Chance
Año de
publicación: 1990
Valoración: Recomendable
Reconozco que esta novela me ha reconciliado un
poco con Auster, un escritor –en mi opinión– amante de pirotecnias
argumentales que parecen apuntar a algún propósito filosófico o simbólico y
suelen quedarse en mera anécdota. Tampoco he visto por su parte (reconozco que
no lo he leído todo) ningún alarde estructural ni estilístico. Hasta donde sé,
se limita a presentarnos a tipos ensimismados y aturdidos que se aferran a una
obsesión, con todas las consecuencias que esta le puede acarrear, tanto individualmente
como en su interacción con otras personas. Sí, son planteamientos con gancho: atrapan,
pero al no tener más que una cáscara –si no vacía del todo con muy poco
contenido –se van desinflando a medida que avanza la trama dejando un regusto a
desencanto, a posibilidades echadas a perder.
En esta ocasión, no obstante, los personajes que
aborda son realmente multifacéticos y llenos de aristas, tan contradictorios como
fieles a sí mismos, tan imprevisibles como fáciles de reconocer en su
individualidad; la intriga –excepto en
algún punto concreto algo más allá de la mitad, donde parece encallarse en los
detalles– no nos da tregua: si ha sido fácil empatizar con esos seres, si
seguimos sus incidencias con verdadero interés, necesitamos que el desastre no
llegue a producirse o, de hacerlo, no les provoque un gran daño. Empezando por
Nashe, el protagonista, bombero por más señas y uno de los individuos perdidos
de Auster, de él se vale para poner en marcha otro de sus peculiares tinglados,
que lo sacará indemne de su particular atolladero o bien lo envolverá cada vez más
en su propia madeja. En este caso, se trata de una herencia inesperada y con
ella la ocasión de lograr una vida más holgada y libre. Pero ya sabemos que previsiones
como esa no aciertan casi nunca y, por si no fuera suficiente con su propia
torpeza, Nashe tiene la buena –o mala– suerte de tropezar con las dos caras de
su espejo: el lado perdedor, Pozzi, que vive a salto de mata fiándolo todo al
azar –un azar que se acaba convirtiendo en otro personaje– y el ganador, encarnado
en el tándem Flower-Stone (reforzado con un par de secundarios que cobrarán
progresiva importancia) que han sido capaces de adueñarse por completo de él.
Solo con esto, podemos intuir que lo que se
narra va más allá de lo aparente, reconoceremos muchas actitudes y encrucijadas
vitales en la trayectoria de cada uno de ellos y, si no nos sorprende el efecto
acumulativo de las constantes meteduras de pata, lo harán las demenciales
circunstancias que han de atravesar los personajes. Y, sin embargo, todo ello
tiene un aire familiar, porque así es la vida, así es el ser humano, no lo
podemos negar. Aquí va una muestra:
“… En lugar de intentar reconstruir el castillo, vamos a convertirlo en una obra de arte. En mi opinión, no hay nada más misterioso ni bello que un muro. Ya lo estoy viendo levantándose como una enorme barrera contra el tiempo. Será un monumento conmemorativo de sí mismo, caballeros, una sinfonía de piedras resucitadas, que cada día cantará una endecha por el pasado que llevamos en nuestro interior.“ *
Encontramos un poso de superstición implícito en
cada personaje, incluso en cada pieza del juego de azar que es la novela. Sin él
lo que se nos cuenta no tendría ningún sentido. Es lo que permite al autor
presentar toda esa gama de estados de ánimo, lo que hace posible cada forma de
evolucionar y superarse, la que da lugar a las relaciones de poder y dominación
–incluso a la amistad estrecha–y el origen de esa radical soledad que envuelve a
cada uno de los sujetos incluso cuando están acompañados.
Pero el resultado sigue siendo bastante más plano de lo que permitiría un argumento tan sugerente. Esto es así, supongo, porque Auster abusa del razonamiento, agota las explicaciones hasta eliminar gran parte del misterio, y esto hace perder al relato esa especie de magia que involucra al lector cuando se ha recreado un ambiente que le permite hacerse sus propias preguntas.
(*) Traducción: Maribel de Juan
Pero el resultado sigue siendo bastante más plano de lo que permitiría un argumento tan sugerente. Esto es así, supongo, porque Auster abusa del razonamiento, agota las explicaciones hasta eliminar gran parte del misterio, y esto hace perder al relato esa especie de magia que involucra al lector cuando se ha recreado un ambiente que le permite hacerse sus propias preguntas.
(*) Traducción: Maribel de Juan
Otras obras de Paul Auster en ULAD: Aquí
No comparto las apreciaciones iniciales sobre Auster y su literatura. No he leído aún La música del azar, estoy leyendo precisamente ahora El país de las últimas cosas, y he leído antes varias de sus novelas, como Leviatan, Mr Vértigo, El libro de las ilusiones, Brooklyn follies, La trilogía de Nueva York, Sunset Park y Viajes por el Scriptorium.
ResponderEliminarY me parece un escritor extraordinario. Particular en su estilo. Original en sus puntos de partida. Profundo en el desarrollo de sus personajes. Y, tal vez, dotado de una magia difícil de encontrar en otros autores.
Esto es lo bueno de la lectura. leemos un mismo libro, comprendemos diferentes cosas, a algunos nos causa placer, a otros displacer.
Gracias por la reseña!
Está claro que a ti te gusta Auster más que a mí. No es que no me parezca interesante y original, lo que le reprocho es que crea posibilidades y luego no acaba de aprovecharlas. Pero eso entra ya en el gusto personal de cada uno. De todas formas, los dos suyos que he reseñado (este y Trilogía de Nueva York) tienen un Recomendable, a algún otro le hubiese puesto menos nota :)
ResponderEliminarSaludos
"Tipos ensimismados y aturdidos que se aferran a una obsesión, con todas las consecuencias que ésta les puede acarrear... etc". Esto mismo aplicado a, pongamos, Thomas Bernhard, obra maestra, que sí; pero en el caso de Auster, que lo leen tantos... como que no. Pues yo rompo una lanza a su favor. Me parece un escritor magnífico. Estoy de acuerdo con El Puma. He disfrutado muchísimas novelas suyas: la trilogía de Nueva York, Leviatán, o El Palacio de la luna, me parecen estupendas, y La música del azar, pues también. O al menos así la recuerdo. Yo soy Pro-Paul Auster! A ver qué opina más gente!
ResponderEliminarPues por lo que a mí concierne, Auster es (junto a Roth y Pynchon) uno de los escritores de los cuales tengo más obras en casa esperando el día de ser leídas. Coincido en las que le gustaron a Javier, pero tengo Mr. Vertigo, El libro de las ilusiones y alguna otra y algún día tendré que hacerles caso. Mi teoría sobre Auster es que su puntualidad con los lectores (me recuerda a Woody Allen cuando hacía una película al año) hace que empiece a relativizarse su obra. Leviatán me parece excelente, por ejemplo.
ResponderEliminarCoincido mucho con Javier Ventura. He leído prácticamente toda la obra de Paul Auster y, aunque hay casos (pocos) en los que no está a la altura de lo esperado ("Tombuctú", por ejemplo), la mayoría de sus libros son de gran nivel, ya sean sus primeros libros más cortos como sus últimos más extensos e incluso las novelas autobiográficas (puede que sean incluso mejores que las de ficción). Además de la "Trilogía de Nueva York", me gustó especialmente "Informe del interior".
ResponderEliminarPaul Auster es, juntamente con su mujer Siri Hustvedt (gran escritora también), uno de mis autores favoritos.
De Paul Auster, mis libros preferidos son (aunque no leí toda su obra): La música del Azar, El Palacio de la Luna y Trilogía de Nueva York.
ResponderEliminarEs un autor interesante, con argumentos y una trama que enganchan, pero siempre me acaba dejando un regusto final no del todo agradable, hasta por momentos me parece empalagoso en sus descripciones o explicaciones.
Por eso, coincido contigo, Montuenga; creo que has dado en el clavo en tus comentarios finales (válidos para este libro como para el resto de la obra de Auster): "...abusa del razonamiento, agota las explicaciones hasta eliminar gran parte del misterio..."
Saludos.
Hola, Pablo. Aunque con retraso, muchas gracias, celebro encontrar opiniones afines.
ResponderEliminarEs el segundo libro de que leo de Auster. El primero fue La noche del oráculo. Este me ha gustado también, aunque no tanto.
ResponderEliminarAuster tiene la habilidad de engancharme y, en mi opinión, es un magnífico escritor. Me sorprende que tanta gente le critique, no sé si por esnobismo. Ser un escritor vivo y que vende, supongo que pesa.
Pues no me parece que tenga que ver con las ventas. Sus enfoques son interesantes pero, en mi opinión, no profundiza tanto como otros que venden lo mismo o más. Los hay mejores, sí, pero también mucho peores que Auster.
ResponderEliminarAnoche terminé La noche del oráculo e inmediatamente pensé que Auster sabe cómo atrapar al lector con ingeniosas vueltas de tuerca en la trama. Me parece que escribe más que correctamente y que es posible que las expectativas que despierta no sean satisfechas totalmente....pero es infinitamente mejor escritor que Modiano o Le Clezio y los dos tienen el Nobel.....
ResponderEliminarHola Gabriel, no seré yo quién te lleve la contraria ;-)
ResponderEliminarSaludos
Marc
Gabriel, es que el Nobel tampoco es siempre garantía de nada. Solo he leído un libro de Modiano y otro de Le Clezio -ambos antes de sus premios respectivos- y me parecieron aburridísimos. De Auster, sin agotarlo ni mucho menos, he leído bastante más, y aunque vengo a decir en la reseña que no me parece el mejor del mundo, al menos es entretenido. Y todavía me queda mucho suyo por descubrir.
ResponderEliminarMe gusta Auster, también Modiano.
ResponderEliminarMe ha gustado el libro, la música del azar
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