Título original: Sensei no Isho
Traducción: Yoko Ogihara y Fernando Cordobés
Año de publicación: 1914
Valoración: Bastante recomendable
¡Cuántas veces hemos oído hablar de la Restauración Meiji y qué lejos nos sigue quedando! Ya sea a través de libros de historia, de novelas o de películas, hemos conseguido saber que la Era Meiji (1868-1912) significó la apertura de Japón al mundo, el fin del feudalismo, la modernización del país, etc. En definitiva, un cambio trascendental cuyos efectos modificarían el país para siempre. Pero, a pesar de haber oído y leído cosas sobre esa época, me sigue dando la impresión de ser algo tremendamente lejano, no solo geográfica sino culturalmente, y que desde Occidente no somos capaces de valorar en su justa medida.
Cuento todo esto porque "Kokoro", además de situarse en el tiempo en el fin de la Era Meiji, bebe de los efectos de los choques (los eternos choques entre "lo viejo y lo nuevo", la tradición y la modernidad) que se produjeron en el Japón de finales del XIX y principios del XX.
Narrada siempre en primera persona, la novela cuenta, en su primer tercio, la relación (más espiritual que intelectual) entre el narrador, joven estudiante universitario cuyo nombre desconocemos, y Sensei, hombre de mucha más edad que el narrador y marcado por una profunda misantropía y desprecio de sí mismo.
En el segundo tercio, el joven narrador se ve obligado a dejar Tokio para regresar a la casa familiar debido a la grave enfermedad de su padre. Pese a esta vuelta, la influencia de Sensei sobre el joven es poderosa y no abandonará sus pensamientos.
El último tercio es la confesión de Sensei, una larga carta dirigida al narrador en la que hace un repaso a su vida. En ella conoceremos la relación de amistad que mantuvo en su juventud con K y el origen de la misantropía y el desprecio de sí mismo del que hablábamos.
A lo largo de la novela, los choques derivados de la Restauración Meiji son claros y sus manifestaciones evidentes. Por ejemplo, entre Tokio y el resto del país (la urbe que comienza su modernización contra las provincias ancladas en la tradición), el narrador y su familia (el joven estudiante trasladado a Tokio y su padres, criados en otra época y otro contexto sociocultural absolutamente diferente) o Sensei y K (aquel, en cierta manera, "contaminado" por el ambiente de Tokio, y este, profundamente religioso y con un halo de pureza). Estos choques desencadenarán una serie de conflictos que llevarán a los protagonistas al desengaño y a la culpa, así como a un sentimiento de soledad del que no podrán desprenderse.
Es, por tanto, Kokoro una novela psicológica que, pese a estar escrita en Japón hace más de cien años, presenta conflictos universales de una forma relativamente amena y sencilla. El problema para un lector occidental, y de ahí la valoración, es que el origen de esos conflictos quizá nos resulte, por momentos, algo difícil de comprender. Pese a todo, se trata de un libro altamente recomendable y disfrutable.
También de Natsume Soseki en ULAD: Soy un gato, El minero
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Grandeeee
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