Título original: Parle-leur de batailles, de rois et d'éléphants
Año de publicación: 2010
Traducción: Robert Juan-Cantavella
Valoración: está bien
Como cualquier cocinillas aficionado sabe, a veces pasa que queremos elaborar un plato que se supone delicioso y para ello contamos con los ingredientes adecuados, seguimos las instrucciones de la receta al pie de la letra,respetamos los tiempos de cocción o lo que sea, etc... y aún así. el resultado, si ser incomible, no se acerca demasiado a lo que esperábamos. Para consuelo de los simples aficionados a los fogones, hay que recordar que esto le puede ocurrir incluso a los chefs de campanillas (o eso se dice); que un mal día lo tiene cualquiera, qué narices...
Algo parecido puede que le ocurriera con esta novela corta al, por otro lado, sobradamente competente escritor Mathias Enard; contaba con una historia de partida de lo más sugerente: la posible estancia del genial artista Miguel Ángel en Costantinopla, en la primavera de 1506, para diseñar un puente sobre el Cuerno de Oro. Además, ingredientes suficientemente estimulantes y exóticos, tanto en lo que se refiere a la distancia histórica (cinco siglos), como geográfica y cultural, pues la ciudad, aún no conocida como Estambul, en ese momento ya llevaba más de 50 años como capital del Imperio Otomano; "exotismo" que el orientalista de formación Enard conoce y maneja a la perfección, por lo demás. Sabores, olores y sonidos que desde Asia y África desembocaban en el Bósforo, bien diferentes de la tosquedad -se supone- reinante en Europa. El aderezo culto de la figura del poeta Mesihi de Prístina y, para ligar el guiso, una historia de pasión, traición y muerte que involucra a los principales personajes. Para evitar cualquier exceso barroquizante, Enard se decidió además por una técnica casi minimalista, uno diría que inspirada en la gastronomía nipona: capítulos cortos, tajos limpios, estilo sobrio, pinceladas de color de vez en cuando, pero con mimo y cuidado... por momentos, la novela recuerda en algo a la celebrada Seda, aun con un lirismo menos intrínseco y evidente, más bien externo a la historia que cuenta, si se quiere.
Caramba... ¿qué podía salir mal? Pues ni idea, pero me parece evidente que algo no salió bien del todo: la historia interesa en un principio, sí, pero al cabo de un cierto momento, pierde su fuerza, a pesar de que las andanzas del escultor florentino por Constantinopla se van haciendo más complejas (o se nos quiere hacer ver eso). La historia pasional, que, también debería ser el leit motiv que empuja la narración, queda deslavazada casi hasta el final y la ambientación, por fascinante que pudiera parecer en un principio, se ve algo maniatada, en mi opinión, por esa sobriedad que el autor trata de mantener a toda costa -y que en otros momentos funciona a la perfección, tampoco hay que negarlo-; el resultado es un plato... digo una novela algo sosa, con un sabor demasiado tenue, que se acaba leyendo más por su brevedad y su carácter anecdótico (aunque la visita de Miguel Ángel a la capital otomana sea, en principio, pura especulación), que por verdadero interés en la trama o en los avatares de los personajes. Y aún así, también es justo reconocer que el buen oficio de este escritor consigue que no se acabe viendo su lectura como un tiempo perdido, que haya momentos, a lo largo de toda la novela, de excelente literatura, que incluso al final, el lector (cuando menos, un servidor), sepa que, si bien no de modo inmediato, sí que acabará recordando este libro con cierta benevolencia, como una obra menor, fallida aunque no del todo -o no del todo lograda-, de un autor, por otra parte, de lo más interesante. Eso sí, también como una novelita que no da ni frío ni calor, que no es ni carne ni pescado... y eso que el emplatado también está logrado. Pero, lo siento, aquí falta chicha a la que hincarle el diente.
Otros títulos de Mathias Enard reseñados en Un Libro Al Día: Zona, Brújula
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ResponderEliminarHola¡! A mí me pasó lo mismo con Enard.; el tema parecía de lo más interesante, pero cuando bien dices, que la visita de Miguel Ángel a la capital otomana es pura especulación,, me descepcionó la novela.( Ésa herramienta, no fue de mi agrado);, aunque tenga momentos de buena literatura. Saludos!
La mas interesante -y densa- parece Brujula no? Es de dificil lectura?
ResponderEliminarSaludos
***decepción....:
ResponderEliminarHola a los dos:
ResponderEliminarYo no diría tanto como "decepción", Marcela, pero sí que es cierto que la novela prometía más, a priori... o mejor dicho, que deja la impresión que su argumento podría haber estado mejor aprovechado.
Anónimo: "Brújula", en mi opinión, está muy bien, pero también quiero dejar claro que el argumento de la novela (una historia de amor a lo largo de varios años y diferentes escenarios), no deja de ser más que una excusa para el despliegue erudito del autor sobre la relación y visión de los occidentales acerca del mundo oriental (entiéndase Oriente Próximo y Medio: Turquía, Siria, Irán). En este aspecto, sí que es una lectura que merece la pena, y no me parece que sea dificultosa, en absoluto.
Gracias a ambos por los comentarios.
Tres páginas duré, me pareció un estilo tan alambicado y demodé que abandoné de inmediato. Eres un valiente por acabarlo, Juan.
ResponderEliminarGracias, pero a mí el estilo no me disgustó tanto... lo peor es que la novela se queda en pólvora mojada, creo yo.
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