Título original: The girls
Año de publicación: 2016
Traducción: Inga Pellisa
Valoración: muy recomendable
Traductores, correctores y editores. Reivindicados por diversos motivos, de vez en cuando, demasiado poco a menudo. Pero qué decir del anonimato de la gente que redacta los textos de las solapas y las contraportadas de los libros. Responsables de que el potencial lector sea empujado o disuadido. Sí: junto a otros factores, como la prensa o, ejem, los blogs. Qué difícil. Comprimir en una veintena de lineas lo suficiente para que se sepa algo sobre el libro, quizás sobre el autor. Y evitar que sea demasiado, incitar al hojeo, suscitar interés, dar pistas, sin pasarse. Qué difícil, otra vez, y en este caso. Mencionar a Charles Manson y haber leído algún otro trozo de sinopsis en algún lado y saber a qué chicas se refiere. Leer que se basa o adapta o evoca. Y qué rápido lo cuadramos todo. Sharon Tate, embarazada. Polanski. La sangre de las víctimas usada para escribir insultos. El número de puñaladas.
Y ¿en qué consistirá adaptarlo? ¿Serán menos los asesinos, serán diferentes? ¿Se desarrollarán los hechos de otra manera? ¿Quizás en ese momento terrible por el que esperaremos las páginas que haga falta, lo que se cambie al adaptar consista en no cometer el crimen ? ¿En dar un abrazo? Buf. No.
Parece, pues, que eso de adaptar tenga una triple finalidad: evitar la pura crónica periodística, sortear eventuales implicaciones legales y, last but not least, dar rienda suelta al aspecto creativo.
Parece, pues, que eso de adaptar tenga una triple finalidad: evitar la pura crónica periodística, sortear eventuales implicaciones legales y, last but not least, dar rienda suelta al aspecto creativo.
Las chicas se presenta en pleno mes de rentrée como una de las apuestas de Anagrama. Autora joven y novel que no escribe como tal. Temática con gancho, pero con trampa. Todos tenemos ese concepto metido en vena. Pocos presos más célebres que Manson, pocos crímenes tan evocados una y otra vez, con todos sus ingredientes. Con lo que lo que es una apuesta segura puede convertirse en un elemento que predisponga demasiado. Aquí el lector morboso (los hay a montones) no perdonará omisiones que dulcifiquen los hechos. Que estamos en 2016 y ya nos hemos hartado de sangre y crueldad sugerida o echada en toda la cara.
Pues bien: sin ceder a la truculencia que garantizaría un cierto tipo de tirón, la de Cline es una muy buena novela. Novela. Treinta líneas, y ya lo he dicho (no sirvo para redactar notas de contratapa, entonces). Y lo es porque Cline ha elegido un tono propio para el personaje central, Evie Boyd, adolescente cargada de todos los lastres de los catorce años que encuentra en lo que Suzanne (chica que lidera al grupo de chicas del rancho en que una comunidad hippy liderada por un gurú malvive entre basura y coches desguazados) le ofrece una vía de escapatoria de la abrumadora realidad que la ahoga: pocos amigos, padres recién divorciados, madre ennoviada con un patán fanático del cuento de la lechera. Cline involucra al lector en la confección de esa telaraña de la fascinación inexplicable por lo inconveniente. Con un tono que manifiesta una progresiva pérdida de inocencia, que advierte de lo inexorable que se avecina. Recordándome algo dos novelas que me gustaron mucho: Algo pasa con Kevin y Canadá.
Evie siente esa atracción por el lado salvaje que se manifiesta en actos de rebeldía inexplicables. Cómo se entiende, si no, que pasen horas desde que salga huyendo de su casa en bicicleta a que le practique una felación a Russell, gurú, guisa del Manson rodeado de acólitos y roña, que monta en cólera cuando Mitch declina producirle el disco que tanto ansía. O que decida asaltar, sin control sobre lo que pueda suceder, la casa de unos vecinos. California, últimos 60. Droga, mugre, pose ante la vida, idolatría inexplicable, amor libre, puesta en duda de todos los valores tradicionales. Evie va y viene en búsqueda del hogar que siente que le falta, en busca de emociones en la vida, en busca de la experiencia iniciática que la proyecte por encima de todos sus aburridos y monótonos compañeros de escuela, que la libere de esos monstruos que la asolan. Evie en la actualidad, en una narración centrada en el pasado cuyos hechos del presente no siempre está justificado explicar, ya consciente, con una involucración no central en los hechos (desde el principio se conoce: está libre) vs Evie del pasado, aturdida, ansiosa sin saber exactamente de qué, absorbida pero no del todo, dejándose llevar, buscando respuestas en las sonrisas y en las actitudes. Pero dudando, y esa duda permanente la mantendrá a flote.
Creo que la elección de Evie como narradora puede suscitar controversia. Habrá quien tilde a la autora de timorata por no tomar el papel de uno de los personajes clave en la cuestión criminal, como si prestarle las riendas a alguien más involucrado comprometiese más ya no la narración sino el énfasis en ciertos hechos narrados, hasta la propia evolución de la novela.
Cline aún puede pulir detalles: tres personajes centrales poderosos (curioso, Russell, el más desdibujado, como poniendo en duda su infuencia potencial) eclipsan las funciones de los secundarios, que a veces quedan difusos. Sus descripciones a veces obedecen a un patrón muy definido. Curioso su énfasis en describir olores. Pero, y no hay que negar que la elección de la temática es una baza muy segura para interesar al lector, nada de eso ha de eclipsar su poder narrativo. Cline como narradora no muestra las maneras de un autor que vaya a incidir en lo mismo a continuación. Se adivina potencial para afrontar otros registros. De momento, Las chicas: trescientas páginas de crescendo que pasan volando.
Pues bien: sin ceder a la truculencia que garantizaría un cierto tipo de tirón, la de Cline es una muy buena novela. Novela. Treinta líneas, y ya lo he dicho (no sirvo para redactar notas de contratapa, entonces). Y lo es porque Cline ha elegido un tono propio para el personaje central, Evie Boyd, adolescente cargada de todos los lastres de los catorce años que encuentra en lo que Suzanne (chica que lidera al grupo de chicas del rancho en que una comunidad hippy liderada por un gurú malvive entre basura y coches desguazados) le ofrece una vía de escapatoria de la abrumadora realidad que la ahoga: pocos amigos, padres recién divorciados, madre ennoviada con un patán fanático del cuento de la lechera. Cline involucra al lector en la confección de esa telaraña de la fascinación inexplicable por lo inconveniente. Con un tono que manifiesta una progresiva pérdida de inocencia, que advierte de lo inexorable que se avecina. Recordándome algo dos novelas que me gustaron mucho: Algo pasa con Kevin y Canadá.
Evie siente esa atracción por el lado salvaje que se manifiesta en actos de rebeldía inexplicables. Cómo se entiende, si no, que pasen horas desde que salga huyendo de su casa en bicicleta a que le practique una felación a Russell, gurú, guisa del Manson rodeado de acólitos y roña, que monta en cólera cuando Mitch declina producirle el disco que tanto ansía. O que decida asaltar, sin control sobre lo que pueda suceder, la casa de unos vecinos. California, últimos 60. Droga, mugre, pose ante la vida, idolatría inexplicable, amor libre, puesta en duda de todos los valores tradicionales. Evie va y viene en búsqueda del hogar que siente que le falta, en busca de emociones en la vida, en busca de la experiencia iniciática que la proyecte por encima de todos sus aburridos y monótonos compañeros de escuela, que la libere de esos monstruos que la asolan. Evie en la actualidad, en una narración centrada en el pasado cuyos hechos del presente no siempre está justificado explicar, ya consciente, con una involucración no central en los hechos (desde el principio se conoce: está libre) vs Evie del pasado, aturdida, ansiosa sin saber exactamente de qué, absorbida pero no del todo, dejándose llevar, buscando respuestas en las sonrisas y en las actitudes. Pero dudando, y esa duda permanente la mantendrá a flote.
Creo que la elección de Evie como narradora puede suscitar controversia. Habrá quien tilde a la autora de timorata por no tomar el papel de uno de los personajes clave en la cuestión criminal, como si prestarle las riendas a alguien más involucrado comprometiese más ya no la narración sino el énfasis en ciertos hechos narrados, hasta la propia evolución de la novela.
Cline aún puede pulir detalles: tres personajes centrales poderosos (curioso, Russell, el más desdibujado, como poniendo en duda su infuencia potencial) eclipsan las funciones de los secundarios, que a veces quedan difusos. Sus descripciones a veces obedecen a un patrón muy definido. Curioso su énfasis en describir olores. Pero, y no hay que negar que la elección de la temática es una baza muy segura para interesar al lector, nada de eso ha de eclipsar su poder narrativo. Cline como narradora no muestra las maneras de un autor que vaya a incidir en lo mismo a continuación. Se adivina potencial para afrontar otros registros. De momento, Las chicas: trescientas páginas de crescendo que pasan volando.
Polanski es con i latina, no con y griega. Esa terminación pervierte su nacionalidad polaca.
ResponderEliminarHola! En electrónico, sólo encuentro el libro en inglés.
ResponderEliminarEsperaré .
No dejo de leer diario su Blog. Felicitaciones a todos
Bon post al blog. Tenia curiositat per saber què t'havia semblat i després de llegir la ressenya no dubtaré a llegir-lo.
ResponderEliminarEl libro es pésimo
ResponderEliminarGracias por los comentarios! ¿Pésimo? Muchas ganas de leer el razonamiento de esa escueta y contundente opinión!
ResponderEliminarNo hay gusto literario aquí. El libro es un producto comercial superflojo que por no tener ni morbo tiene, aunque es lo que se espera de él y se vende por eso.
ResponderEliminarCero calidad.
Lo leí hace un mes y todavía recuerdo que disfruté cada deliciosa frase de este libro (lástima que era de la biblioteca y no pude marcarlas en rojo, cosa que hago con los míos). Tiene una historia que contar (que no es la de los crímenes, si no la de una chica llamada Evie), y la autora se sirve de una prosa fabulosa, original y nada recargada, para deslizarnos perfectamente en la mente de esta adolescente (que no digo que comparta rasgos con todas las adolescentes, pero si que hay un punto de encuentro cómún en las inseguridades, el miedo al cambio, la aceptación de los demás y la autoaceptación). Lo mismo hace (aunque con menos peso en la obra) con la mujer adulta en la que se ha convertido. Nos muestra desde dónde salen sus comportamientos y sus reacciones, no siempre coherentes a priori, y de una manera aparentemente sencilla nos enseña que hay realidades que están presentes muy por debajo de lo evidente.
ResponderEliminarVamos, que me encantó leerlo, por la historia y por el estilo de la autora.
¿Un defecto? Que no hay nada más escrito de ella...de momento.
Bien, pues esta es una opinión que no había surgido. Siento mucha curiosidad por cómo tratarán las listas de final de año a esta novela. Y a otras, claro.
ResponderEliminarMe encantó esta novela. La devoré en un par de días. Me resultó hipnótica. La redacción es excelente y la historia altamente atrapante. La estructura del libro, la presentación y construcción de los personajes y la manera en que se constituye la trama es increíble. Muy recomendable.
ResponderEliminarPues gracias, Victoria, por compartir tu opinión. Discrepancia en todas las opiniones de final de año. Hay quien la menciona incluso en puestos de honor, hay quien la pone a bajar de un burro. Yo prefiero quedarme con el recuerdo de una lectura interesante, aunque viendo un poco forzado el personaje de la narradora.
ResponderEliminarYa es un poco tarde, pero es que acabo de conocer este blog y he estado consultando las críticas de algunos libros, como éste, que me han llamado la atención.
ResponderEliminarSimplemente decir que puede que este libro, que a mi parecer tiene una redacció exquisita, no pueda gustar a la gente que tenía expectativas de que su argumento girara entorno al morbo, más que nada porque la parte más cruel viene condensada en el final. Puede que se buscara un retrato fiel de Linda Ksabian (Evie) pero es pura ficción este libro, que es lo que toca. Realmente este libro trata más de la relación de estas chicas entre ellas, más allá de la figura de Manson, que siempre las eclipsó. La propia autora lo dice en alguna entrevista, que lo que a ella le fascinó es esta relación entre mujeres que puede llevar a perpetrar los actos más crueles pese al idílico comienzo.