Título original: 612 euro
Año de publicación: 2013
Valoración: recomendable (conviene ser de Bilbao, Bilbao…)
El Cholo Simeone. Háganme caso: si quieren un filósofo fetén, un pensador de cabecera que, con los pies en el suelo, dé alguna explicación a su existencia, prueben con la frase del entrenador colchonero: “hay que ir partido a partido”. Al menos, al protagonista y personajes de esta novela les funciona: en esta segunda entrega del inspector Touré, los habitantes de un Bilbao clandestino van sorteando el día a día con esa máxima.
El detective es el burkinés sin papeles de 19 cámaras que sobrevive gracias a trabajos tan esporádicos como variopintos y que aspira a esos 612 euros de la Renta de Garantía Social que ponen título a la historia. La relativa normalidad de su barrio, San Francisco, se ve alterada por la llegada de Cissé, supuesto primo del protagonista, y de su hijo Garán, de apenas seis años. Sus menudeos, trapicheos y robos nos permitirán hacer un tour por Bilbao la Vieja, pondrán a Touré en un brete continuo y lo acabarán abocando a una situación explosiva.
Vayamos con sus luces… En numerosas ocasiones, la originalidad de una obra reside en el punto de vista; en la deixis, si nos ponemos pedantes; en el mirador –más bien la mirilla- en que nos coloca Jon Arretxe para contemplar lo que ocurre en el barrio de al lado. Por esa perspectiva insólita recuerda a Santiago Beltrán, el anciano protagonista de El ojo de halcón de L. M. Ruiz y algo tiene también del alicate de El misterio de la cripta embrujada. Esa baza está, también aquí, bien jugada; no estamos ante un investigador al uso y ese detalle tan significativo sumará atractivo a la novela.
Por otro lado, hay un Bilbao multiétnico que roza ya los límites, las costuras más recientes del botxo, como Miribilla. Arretxe saca partido a esa incertidumbre, a ese desasosiego que inevitablemente genera esa situación y escribe un relato conciliador, casi terapéutico. Quizás no fuera urgente pero iba siendo, al menos, necesario.
Detengámonos en sus sombras… El lector, lamentablemente, tiene la sensación de que la trama es una simple excusa para mostrar el paisaje y el paisanaje de esta parte de la Villa: el escenario se come literalmente a sus actores, privados de aristas, esbozados, perfilados precipitadamente. Curiosamente, los secundarios -Osmán, Txema y Cristina- parecen haber estado más tiempo en el horno y ofrecen una mayor solidez. Y no ha sido por falta de páginas, pues Este, como decíamos, es ya el segundo volumen de la serie y acaba de publicarse un tercero, Juegos de cloaca.
Al lado de Carvalho, Petra Delicado o Bevilacqua, Touré es un pobre sucedáneo cuyo mérito principal es hacer de cicerone en unas calles desaconsejables para los bilbaínos blancos. En el caso de las obras de Vázquez Montalbán, G. Bartlett o de L. Silva el decorado no está sobredimensionado ni hipertrofiado (acaso –seamos justos- las localizaciones sean también más convencionales). En definitiva, si hemos contratado anteriormente a otros detectives, el de esta ocasión nos defraudará irremisiblemente y es muy posible que no contemos con él en futuras ocasiones.
En fin.
Otras obras de Jon Arretxe en ULAD: La calle de los ángeles
Firmado: Aster Navas
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