Año de publicación: 2014
Valoración: recomendable
Nunca había leído nada de Juan Villoro, y me dije: quiero leer algo de Juan Villoro. Su obra más famosa es El testigo, que ganó el Premio Herralde de novela 2004, así que iba con la idea de comprarme esa, pero cuando estaba curioseando en la librería virtual donde suelo comprar mis eBooks, me llamó la atención el resumen de ¿Hay vida en la Tierra?: "...cuenta cien historias tan diversas como contundentes, cien relatos apoyados en una prosa adictiva". ¡Caramba, cien relatos! ¡Impresionante!
Bueno, la verdad es que esa descripción bordea la publicidad engañosa, porque en realidad lo que componen ¿Hay vida en la Tierra? no son relatos, sino crónicas o columnas periodísticas, que es un género que tiene algo que ver con el relato pero no es exactamente lo mismo. En realidad la crónica, tal y como la maneja Villoro, está a medio camino entre la narración costumbrista, el relato fantástico y la reflexión antropológica: hay en el libro espacio para retratar al mexicano prototípico (orgulloso, desconfiado, impuntual, formalísimo), pero también para hablarnos de galletas chinas de la suerte, de apagones en Ciudad de México, de dobles de Borges, de apuestas desorbitadas, de cenas con amigos...
Aunque son textos independientes desarrollados a partir de un tema o una anécdota individual, también pueden hasta cierto punto ser leídos como un ciclo, porque hay personajes que se repiten (la madre del narrador, inolvidable, o amigos como Chacho, los Glutamato o Frank...), porque las historias de unas crónicas se aluden en otras, y sobre todo por la personalidad central del narrador, el propio Villoro, que se muestra a ridículo, humilde, comunicativo, simpático, dando cuerpo a la voz común de todos los textos.
De hecho, sin duda lo mejor que tienen estas crónicas de Villoro es su ingenio, su tono bienhumorado. Incluso cuando critica aspectos de la sociedad mexicana, o de la especie humana en general, lo hace con humor, con una ironía no demasiado corrosiva. Y tiene además ocasionales destellos que casi son greguerías, como cuando dice que en algunas casas de México hace tanto frío que si se abre la puerta se enfría la calle, o que cierto crítico "en cada texto comía vidrio y decía por qué no le gustaba" (lo cual me hace pensar en ciertos críticos literarios y cinematográficos que todos conocemos).
Creo que este no es un libro para leer todo seguido: es un libro para tener en la mesilla o, ejem, en el váter, leer un par de crónicas o tres de vez en cuando, y alternarlo con lecturas más enjundiosas. Las crónicas son entretenidas, incluso divertidas a veces, pero leer cien de ellas de una vez puede provocar un empacho, porque terminan por resultar repetitivas, y su aire desenfadado e incluso banal llega también a cansar después de unas cuantas páginas. Fueron textos pensados originariamente para ser publicados en periódicos, y quizás sea ese el contexto que más los favorece: leídos como respiro ligero a la triste gravedad de las noticias cotidianas, y con cierto espacio entre una y otra que dé tiempo a quedarse con ganas de más.
También de Juan Villoro en Unlibroaldía: Arrecife,
Este tipo de lectura lo has definido muy bien, para leer a ratos, intercalando entre otros libros, pero es una excelente recomendación.
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