Idioma original: japonés
Título original: 眠れる美女 (Nemureru bijo)
Año de publicación: 1961
Valoración: Muy recomendable
“Esta era una joven que, tanto dormida como despierta, incitaba al hombre con tal fuerza que si ahora Eguchi violaba la regla de la casa solo ella tendría la culpa del delito.”
Como delito estaría tipificada esta práctica en nuestras legislaciones actuales. Aclaro que el narrador habla de una chica muy joven (virgen por más señas) a quien el protagonista no ha visto nunca despierta. Ni ella a él.
Se trata de un una novela corta extraordinariamente bella –y es precisamente en su atractivo donde radica su perfidia– delicada en la forma (no en el contenido evidentemente) minuciosa, con una exquisita selección de términos y ángulos de visión, enormemente sensorial, centrada en los sentimientos de frustración del protagonista pero cuyas omisiones permiten adivinar enseguida que las chicas están allí, en parte por extrema necesidad, en parte por ignorancia de lo que ocurre. Como temas explícitos aparecen el paso del tiempo, la añoranza por la juventud perdida o la pérdida del vigor sexual, pero se plantean también sutiles dilemas éticos, la cuestión del continuo acecho de la muerte o el concepto de la mujer-objeto abordado de la forma más perversa.
La acción consiste en el desarrollo de un conjunto de escenas, muy similares entre sí, protagonizadas por varias muchachas jóvenes y por un hombre que no tardará mucho en cumplir los setenta. El ambiente es tan opresivo como inquietante y morboso, la cuidada descripción y la detallada recreación de actitudes permite que el lector pueda observar lugares y hechos como si formase parte del cuadro. Paralelamente, van desfilando pensamientos (retazos de una vida, el recuerdo de las tres hijas casadas hace tiempo) que revelan la mentalidad del autor, probablemente habitual en el Japón de hace medio siglo. Pero toda lectura supone una forma distinta de dar sentido al texto, y mi interpretación está a años luz de distancia de la mentalidad con que fue escrita.
(Kawabata nació en Osaka en la frontera entre dos siglos y fue el primer japonés en ganar el Nobel, en 1968. Tres años más tarde abandonó voluntariamente este mundo)
¿Es posible disfrutar de la lectura de un maravilloso producto narrativo mientras ardemos de indignación sin sospechar que el desenlace será más aberrante aún? Aún así me parece una obra magistral, incluso considero meritorio que consiga provocar reacciones tan intensas. Evidentemente, no siempre las mismas: aunque resulte difícil de creer, todavía queda gente que se identifica con Eguchi. La progresión del relato, la dosificación de los hechos, el manejo de la intriga son igualmente admirables. Está repleta de hermosas imágenes, reflexiones profundas, sabiduría de vida, sinceridad. Y, qué decir de la magnífica recreación ambiental, contraponiendo el opresivo e inquietante ambiente interior con ese presentido paisaje nocturno. También la elección del vocabulario es significativa: “usar a las mujeres como mujeres” por ejemplo, o las expresiones que muestran impulsos violentos, o las que dan por hecho que la víctima de una violación es quien ha de avergonzarse. Sin embargo, y exceptuando que forma parte de la situación que se describe, todo sucede en la mente del protagonista. Lo reprobable ya estaba en el ambiente.
Excelente libro, muy de acuerdo. Extrañamente delicado. Elegante.
ResponderEliminarY "Mil grullas" lo mismo, una bellísima aproximación a la ceremonia del té...
Mi mayor aproximación al mundo japonés ha sido con la novela de Yukio Mishima "Confesiones de una máscara" (http://christofernail.wordpress.com/2014/03/01/confesiones-de-una-mascara/), altamente recomendable. En ella leí una referencia que decía que Mishima fue un discípulo o seguidor de la obra de Kawabata. Tengo en mi poder el "País de nieve" de éste último y gracias a esta reseña que has hecho, más las expectativas que me había formado antes, cada vez tengo mayores deseos de conocer su obra, sólo que no he podido por tener muchas lecturas pendientes todavía. Por ahora sólo imagino ese estilo "extrañamente delicado" del que hablan ... Saludos!!
ResponderEliminarGarcia Márquez en "Memorias de mis putas tristes" hace un bello homenaje a esta obra de Kawabata. Con una historia que se deriva de esta historia y que mediante una tergiversación en la búsqueda de sexo de un hombre senil, cae en cuenta que hay valores vitales (ocultos) detrás del placer carnal con una joven.
ResponderEliminarPues yo pienso que, abundando en la agresión que suponen los hechos narrados, Memorias de... manifiesta una evidente incoherencia narrativa, ni siquiera encuentra el tono poético de La casa de las bellas durmientes y es tan ofensivo o más que este. A todo esto, ni hay putas, ni son tristes, ni son más de una. Solo hay una niña asustada e inexperta a la que narcotizan para violarla repetidamente.
ResponderEliminarYa está bien de pretender que el fondo ético de estas novelas es neutro. Se puede narrar cualquier cosa, sí, pero sin justificarla ni hacerla pasar por lo que no es. ¿Habéis oído la expresión "comulgar con ruedas de molino"? Pues eso, que ya no cuelan esos mensajes, por muy sugerentes que resulten a algunos.