Título original: Édes Anna
Idioma original: húngaro
Fecha de publicación: 1926
Valoración: Muy recomendable
Édes Anna o Anna la dulce, como se ha traducido al castellano en la edición de Salamandra (traducción a cargo de Judit Xantus)que yo he leído, fue la última novela de Dezsö Kosztolányi (Szabadka, 1885 - Budapest, 1936) prolífico escritor, poeta y traductor húngaro que murió a causa de un cáncer. Ésta ha sido la primera vez que he leído algo del autor, y el resultado no ha podido ser más satisfactorio.
Que Anna la dulce es una obra que es de lectura obligatoria en los colegios húngaros es algo que he averiguado después de leerla, y lo cierto es que no me extraña por la dura historia que contiene y cómo está contada. Porque pese a ser aparentemente sencillo de leer y poco enrevesado en sus formas, Anna la dulce, que cuenta la vida de Anna, una pobre campesina recién salida de la adolescencia convertida en criada/esclava de una fría pareja, no es de esos libros que se olvidan fácilmente. Y lo que es más meritorio: sin grandes peroratas, ni despieces psicológicos humanos de varias páginas, ni una trama serpenteante. Kosztolányi no necesita nada de esto para presentarnos un entorno y unos personajes que aunque nos resulten lejanos en el espacio y en el tiempo (hablamos de la Hungría de después de la Primera Guerra Mundial), sorprenden por lo bien construidos que están y lo tristemente creíbles que son. Los principales: la pobrísima y cuasi analfabeta Anna, que se entrega a su vida de criada con un servilismo y dedicación casi aterradores y a la que nadie, ni siquiera su propia familia, guarda un sincero afecto; sus dueños y señores, los Vizy, ricos pero no tanto como parece, agarrados y mezquinos, que tratan a Anna como si fuera la mejor máquina doméstica que jamás hubieran tenido; el consentido, canalla y licencioso sobrino de los Vizy, que se obsesiona con seducir a la joven, y mi personaje preferido, el viejo y enfermo doctor Moviszter, vecino y arrendatario de los Vizy, y la única voz sensata, juiciosa y de altura en mitad de la orgía de vulgaridad, trivialidad y falta de valores que le rodea.
Este libro tiene muchas virtudes, espero que el lector las descubra y las disfrute por si solo, pero no me resisto a hablar de lo bien que muestra su autor el triste y trabajoso día a día de una mujer pobre, sola y atada a todas las tareas domésticas imaginables, y que no puede aspirar a mejorar en la vida. Lo más, sentir que sus insaciables negreros están satisfechos con su trabajo. Y que cada vez es más consciente de que el maltrato contenido del que es víctima tiene diversas e infinitas ramificaciones que no le quedará más remedio que tolerar.
Y hacedme caso: NO LEÁIS EL PRÓLOGO ANTES DE LA NOVELA. Destripa algo muy importante de la trama y no hará su lectura igual. Espero leer más de este autor y contarlo por aquí.
También de Dezsö Kosztolanyi en ULAD: Alondra
También de Dezsö Kosztolanyi en ULAD: Alondra
Parafraseando a Beckett sobre Bove, Mann dijo de K. "que era el mejor de los literatos magyares inéditos". Personalidad singular, nacida en una de esas ciudades fantasma en la era del Imperio Austro-húngaro, cofundador de la revista Nyugat, amigo personal de Ferenczi (de hecho "Cuentos psicoanalíticos" es uno de sus más celebérrimos opúsculos). La que probablemente sea su mejor obra, "Nerón el sangriento" no ha sido traducida al castellano. Anna la dulce podría catalogarse como la "peor" de sus obras narrativas, dentro de lo excelso de su prosa poética. Aquí disponéis de más información http://www.epdlp.com/escritor.php?id=5770
ResponderEliminarNo me queda otra que lanzarme a descubir esas virtudes que mencionas. Normalmente suelo leerme los prólogos después, porque o me condicionan la lectura (me influyen de alguna manera) o no me dicen lo mismo que si lo leo sabiendo de qué me hablan..
ResponderEliminarGracias y un saludo